Críticas
Omar, de Hany Abu-Hassad
Las garras del poder
Nominada al Oscar extranjero y ganadora de varios premios en festivales como Cannes, esta película del realizador palestino Hany Abu-Assad llega finalmente a los cines argentinos luego de su paso por el BAFICI 2014.
Omar (Palestina/2013). Guión y dirección: Hany Abu-Hassad. Elenco: Adam Bakri, Leem Lubany, Waleed Zuaiter, Samer Bishara y Eyad Hourani. Fotografía: Ehab Assal. Edición: Martin Brinkler y Eyas Salman. Diseño de producción: Yoel Herzberg y Nael Kanj. Distribuidora: Mirada Distribution. Duración: 96 minutos. Salas: 6 (Artemultiplex Belgrano, BAMA Cine Arte, Lorca, Cinemacity Gral. Paz, Cines del Centro de Rosario y Cinema Paradiso de La Plata).
Como en la estremecedora Paraíso ahora, Hany Abu-Hassad expone en Omar las consecuencias de la ocupación represiva israelí en Palestina, en los habitantes que la sufren. Consecuencias que se perciben sobre los cuerpos y en la psicología de los ocupados. Y, también como en su film previo, se niega a maniqueísmos simplistas.
Omar habita en Cisjordania y, para visitar a su amigos y a su novia secreta, hermana de uno de ellos, debe trepar el altísimo muro que los israelíes han levantado en medio de Palestina. Su vida es un ir y venir por motivos amorosos y activistas, ya que Omar pertenece a un pequeño grupo de la resistencia, que lleva a cabo un atentado matando un soldado israelí. Muy pronto cae preso, los opresores lo someten a durísimas torturas físicas y lo tendrán presionado incluso después de soltarlo, a cambio de dar información sobre sus compañeros. Se plantea entonces el dilema de la lealtad a una causa o la colaboración con ese enemigo, en un medio donde impera la traición y la delación.
El film está tratado como thriller político, también con elementos propios del melodrama, pero sobre todo como una película de acción, con un guión que parece haber sido escrito de manera algo apresurada, dejando algunas zonas confusas.
Omar muestra también cómo la presión psíquica y física fuerza el colaboracionismo incluso contra las propias voluntades. Abu-Assad expone cuán débil es la línea que separan las decisiones, sobre todo cuando el joven Omar (y por extensión todos los palestinos) parece no tener escapatoria. Así tienen atadas las manos -y las voluntades- de sus víctimas los regímenes opresivos.
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Uno de los mayores aciertos del filme, consiste en mostrar la asimétrica forma de ocupación y uso del espacio. Mientras los israelíes ingresan sin dificultad al territorio de Cisjordania, haciendo un uso ostentoso de su poder de fuego y capacidad de espionaje, poniendo de manifiesto la lógica propia del opresor que ocupa un territorio que no le pertenece, los palestinos solo pueden pasar libremente al lado ocupado por Israel si tienen la infrecuente capacidad física de Omar para escalar el muro que separa los territorios de ambos bandos y si pueden esquivar las balas de los guardias judíos. De todos modos, y en una clara toma de posición política, la acción de la película se centra mayormente en el territorio donde habitan los palestinos, dejando casi siempre fuera de campo la vida de los judíos del otro lado del muro. Otro detalle importante de señalar es que Omar, el personaje, debe trabajar duro en una panadería para conseguir el dinero que le permita vivir y ahorrar un poco para su proyectada boda. Su participación en acciones armadas, no lo transforman en un soldado profesional ni en un guerrillero, ya que no puede ser una tarea permanente y profesional. En el otro extremo, soldados judíos, carceleros judíos, torturadores judíos y espías judíos, ostentan el privilegio de agredir a los palestinos a tiempo completo, a cambio de un sueldo.
Voy a a expresar, con el máximo respeto, mi discrepancia con el comentario de Josefina. El director Hany Abu-Hassad supera los logros de su anterior trabajo Paradise Now y logra una película de imprescindible visión. Lo que en principio parece ser un thriller político se va convirtiendo durante el transcurso de la película en una situación de insoportable tensión para el personaje(y esto también se traslada el espectador) acerca del muy delgado límite entre la lealtad y la traición. En un documental que vi hace algunos años en el BAFICI(se llamaba Raquel) un intelectual decía que en la zona de Cisjordania(donde transcurre este film) uno de cuatro jóvenes está dispuesto a inmolarse en un atentado terrorista. Para quienes vivimos en un país donde la violencia social nos duele(pese a que es un poroto al lado de vivir en Medio Oriente) nos cuesta mucho entender estas conductas ¿ heroicas?. Omar, de manera notable,nos hace reflexionar sobre lo que es vivir en el infierno y sobre los límites del análisis de la dicotomía amigo-enemigo. Cuando la vi el año pasado no dude en considerarla una de las mejores películas del año y me pone muy contento que ahora se estrene esta verdadera obra maestra (10/10)