Festivales

Diez rarezas y sorpresas recomendadas por el programador Agustín Masaedo

Seguimos con un “clásico” de nuestras previas de festivales: las perlas escondidas que eligen quienes eligen las películas.

Publicada el 09/04/2016


-Quizás hoy (Sergio Corach, Argentina)

Una comedia de las que no hay, o al menos de las que no se hacen en Argentina. Alternativamente verborrágica y contemplativa, cerebral y descerebrada, la ópera prima de Corach revela una capacidad singular para el absurdo y el uso cómico de los diferentes niveles del lenguaje.


-Stand-by for Tape Backup (Ross Sutherland, Reino Unido)

Un poeta inglés –más Morrissey que Byron– hace la exégesis de su propia vida a partir de un VHS grabado y regrabado con fragmentos de El príncipe de Bel Air, Los cazafantasmas, el clip de Thriller y mucho más. Antes que un experimento ingenioso, una reflexión emotiva y vibrante sobre la memoria.


-La última navidad de Julius (Edmundo Bejarano, Bolivia)

Bejarano cierra su trilogía informal de retratos de escritores (los dos primeros, sobre Casas y Cucurto, se vieron en Mar del Plaa) con una criatura insólita y hermosa, que pertenece tanto a la poesía como al punk rock y, ahora, al cine: hay que conocer a Julio Barriga, dueño de un bigotazo a lo Laiseca y un amor contagioso por Amy Winehouse.


-The Lure (Agnieszka Smoczynska, Polonia)

El título original se traduce como “Las hijas de la boite”: nada que ver con ese El señuelo que insinúa ciertos espantos. La misma ambivalencia atraviesa a esta fábula musical/sangrienta, que no estaciona en ningún género pero pasea por todos, libérrima como solo cierto cine oriental (bueno, viene del Este europeo) suele serlo.





-The Laundryman (Lee Chung, Taiwán)

Este es el “cierto cine oriental” del último párrafo: una caja de sorpresas que se abre en cada escena, nunca con el mismo resultado. Arranca con un hitman travestido y termina con una gloriosa pelea vale-todo; entre esos dos extremos hay parapsicología, comedia, suspenso y hasta una pegadiza “canción de los fantasmas”.


-Harold and Lillian. A Hollywood Love Story (Daniel Raim, Estados Unidos)

Algo así como el alma de la sección Cinefilias, este documental celebra –con animaciones encantadoras y voces como las de Danny DeVito, Mel Brooks y Francis Ford Coppola– a los Michelsons, uno de esos raros matrimonios que parecen haber vivido felices para siempre. Y habernos hecho más felices a millones de espectadores, aunque no lo supiéramos hasta ahora.


-TELOS: The Fantastic World of Eugene Tssui (Kyung Lee, Estados Unidos)

La nueva sección de Arquitectura es imperdible de punta a punta. De tan sólida y compacta se hace difícil destacar un film por sobre el resto, pero el retrato de ese espíritu libre, revolucionario e hiperkinético que es el (no sólo) arquitecto Tssui puede ser una puerta de entrada ideal a este recorte de películas. De yapa, viene con muestra en el Centro Cultura Recoleta anexa.


-A Tropical House (Karl-Heinz Klopf, Austria / Indonesia)

Arquitectura también incluye un foco sobre Klopf, cineasta dedicado obsesiva y brillantemente a pensar nuestra relación con los espacios que habitamos. La premier mundial de su meditación sobre la casa que el indonesio Andra Matin construyó para su familia es –perdón por el cliché– un lujo asiático. Una película que logra conmovernos mostrando apenas una pared bajo la lluvia.


-Hermosos Perdedores Pop (Agustín Arévalo, Argentina)

Mucho menos escuchados de lo que merecen, Perdedores Pop forjó su módica leyenda lo-fi a fuerza de canciones geniales, a las que el remanido “himno generacional” les queda chico. Valiéndose de un torrentoso archivo en VHS, Arévalo captura en su perfecta imperfección a la ocasionalmente genial (escuchen ya mismo “Planes” si no me creen) y siempre caóticamente rockera banda de los hermanos Rial.


-Alone (Park Hongmin, Corea del Sur)

Otra de las muchas sorpresas del Este de la programación es este thriller entre psicológico, fantástico y onírico, y definitivamente angustiante, en que un hombre es asesinado una y otra vez solo para despertar siempre en el mismo callejón. Filmada con cámara en mano y poquísimos cortes, la segunda película del director de A Fish puede verse como la cruza improbable entre una pesadilla lyncheana y el cine de Hong Sang-soo.

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