Festivales

Críticas de Las lindas y Solar (Competencia Argentina) - (Talent Press)

Estas dos reseñas fueron producidas durante el Talent Press del Talents Buenos Aires.

Publicada el 19/04/2016

-Las lindas, de Melisa Liebenthal, por Laslo Rojas

¿Qué es la belleza? ¿Qué define el atractivo femenino? ¿Qué hace linda a una mujer? ¿Una sonrisa? ¿Un cuerpo esbelto? ¿El cabello largo? ¿Una voz sensual? ¿El vestido de moda?

El debut de Melisa Liebenthal se plantea estas y otras preguntas de mucha hondura personal, en un entrañable documental de corte autobiográfico, plagado de imágenes y sonidos propios de la así llamada generación millenial: Liebenthal, de 24 años, es una joven cineasta egresada de la FUC, la Universidad del Cine de Buenos Aires.

En Las lindas Melisa aborda diversos asuntos que pueden tornarse serios o críticos (el feminismo, la discriminación de género, el bullying); sin embargo, lo hace cargada de un fresco sentido del humor, a través de varias conversaciones con sus mejores amigas, con quienes ha crecido desde los años de la escuela primaria y secundaria, y sobre todo mostrandolas a ellas y a ella misma, y en fotos y videos de archivo que Melisa grabó durante años, desde muy niña.

Siendo crítica con sí misma, y también con quienes juzgaban y juzgan aún su apariencia (su ropa, su voz), la directora hace gala de una envidiable capacidad para burlarse de sí misma, por momentos de manera muy dura, pero sin caer en ningún momento en algún tipo de patetismo, logrando con este modo de acercamiento a su propia historia personal, una gran empatía con los espectadores.

El gran mérito de la película es destacarse dentro de este creciente mar de producciones hechas con retazos de imágenes caseras, de home movies, cuyo mayor o único valor parecer ser la ausencia de pudor. No es el caso de Las lindas, que es no es para nada pudorosa, pero que a aquella característica compartida con otras películas de este corte le añade una gran dosis de honestidad y humor.

Lo más interesante de Las lindas está entonces en el análisis que hace la directora, a lo largo de toda su película, del comportamiento de la mujer, de niña, adolescente y adulta, y de las expectativas que la sociedad impone sobre ellas a lo largo de su vida, como escolar, adolescente y madre. Es saludable comprobar que en un mundo joven, teen, supuestamente lleno de trivialidades y superficialidad, existen voces reflexivas, críticas pero no amargas, como la de Melisa Liebenthal.

Las lindas debutó con éxito en el pasado Festival de Rotterdam, donde fue premiada en la sección Bright Future, y es uno de los títulos a seguir con atención en la Competencia Oficial Argentina de este 18 BAFICI.

Finalmente, tengo la sensación de que este es el tipo de película que vendría bien ver y compartir con amigos o familiares del sexo opuesto, y así poder comparar opiniones e impresiones desde ambos extremos de los juicios y prejuicios de cada género. La lectura que pueda tener un hombre de lo que Melisa y sus amigas sienten o sintieron al ver juzgada su feminidad en diversos momentos de su vida, va a ser siempre una mirada externa, curiosa por un mundo que no, es al final de cuentas, desconocido . Estoy seguro de que las espectadoras mujeres se sentirán mucho más cómplices de los juegos juveniles, las inseguridades y los retos cotidianos que Melisa y sus amigas recuerdan con tanto cariño en Las lindas.





-Solar, de Manuel Abramovich, por Iván Zgaib

Flavio Cabobianco llegó desde el Sol para difundir un mensaje trascendental en la Tierra. Cuando publicó su libro tenía 10 años y la imagen de su rostro se multiplicó en los programas más conocidos de la televisión argentina. Los títulos lo rotulaban como un niño especial mientras su familia lo acompañaba a propagar los recuerdos que traía desde antes de haber nacido. “Flavio es el teórico y Marcos (el hermano mayor) es el que vive más las cosas”, comenta la madre en uno de los tantos registros que quedaron congelados en la memoria del espectáculo televisivo. El origen de estas afirmaciones (es decir, las que definen a Flavio en relación a su misión espiritual) es uno de los ejes que Manuel Abramovich observa e interroga en su ópera prima Solar: ¿cómo se construye la identidad propia en relación a los otros? ¿cuáles son las distancias y las aproximaciones que se juegan en los vínculos familiares y afectivos?

Los primeros minutos del film nos ponen en el contexto de los entretelones que marcan la realización: ya han pasado 20 años desde que Flavio se volvió conocido y ahora ha aceptado filmar un documental sobre su familia y la re-edición de su viejo libro. Mencionar cómo aparece el contexto del rodaje no constituye un dato circunstancial, ya que Solar es una película hecha a base de tomas descartadas: todo aquello que muchos directores hubieran decidido dejar afuera es lo que Abramovich pone en el centro del relato. Las primeras escenas, por ejemplo, muestran los registros que Flavio hace de sí mismo desde el momento en que acomoda y enciende la cámara. En otros momentos, el montaje sigue corriendo hasta mostrar los errores de filmación y los planos dejan ver al equipo técnico trabajando o a Manuel Abramovich dirigiendo a los protagonistas. La figura del director, lejos de replegarse al fuera de campo, ingresa a la imagen y se convierte en un personaje más entre los otros.

Abramovich y sus protagonistas dan lugar así a un dispositivo de representación donde Flavio, ese hombre cuya identidad quedó demarcada desde su infancia por un libro y varias entrevistas, tiene la posibilidad de enfrentarse a aquellas imágenes para cuestionarlas e intentar reconstruirlas. El potencial más profundo del film se manifiesta, entonces, cuando Flavio le propone a Abramovich un cambio de roles. Invirtiendo los lugares desde los cuales cada uno filma o es filmado, el autor de la película demuestra una apertura valiosa hacia aquello(s) en lo(s) que centra su mirada. Sin distanciarse demasiado ni poniéndose por encima de los protagonistas, el director registra a esta familia desde un lugar sensible y generoso que se niega concebirlos como objetos filmados, más bien como sujetos con los cuales construye un vínculo. 

En paralelo a este relato que sigue a los Cabobianco, la búsqueda formal que se plasma en Solar abre la película hacia una dimensión meta-cinematográfica donde la exploración de las relaciones familiares es acompañada por una reflexión acerca del cine y sus posibilidades. La apuesta estética y narrativa de Abramovich se desnuda a sí misma frente a la audiencia; se descama y corre las pieles que usualmente ocultan la construcción del registro cinematográfico. Las huellas del artificio no están nunca borradas ya que son, por el contrario, las que sostienen la película. Cuando esta construcción ingresa al plano e impregna las imágenes y sonidos, Solar parece sugerir cierta consonancia entre la puesta en escena  y el conflicto de sus protagonistas. La definición de la propia identidad (siempre en relación a los otros) no está nunca dada, sino que se configura. 

El cine en Solar aparece entonces como una ventana de incidencia sobre la realidad que representa. Es cierto, por un lado, que Abramovich  asume allí interrogantes acerca de la familia y la identidad propia (semejante a las inquietudes que se dejaban ver en su cortometraje La reina). Pero es palpable, también, que el director se aventura a devolver una mirada acerca del proceso cinematográfico como un modo de acercarse a realidad y de asumir una posición ética y política frente a sus protagonistas. Sobre el final de la película, los riesgos asumidos por el director y la vitalidad con la que filma han logrado dotar a esta obra de una profundidad inusitada. Solar aparece, en medio del BAFICI, como una película que cree verdaderamente en el poder del cine para acercarse al mundo. Y las personas, desde la dirección de Abramovich, tienen la posibilidad de cambiar las miradas sobre sí mismos.

 

COMENTARIOS

  • 21/04/2016 11:14

    Muy interesante. Hace querer mirar

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