Críticas
Al final del túnel, de Rodrigo Grande
Atrapado con salida
Este tercer largometraje del guionista y realizador de Rosarigasinos y Cuestión de principios tiene como antagonistas a Leonardo Sbaraglia y Pablo Echarri, con una bella mujer (Clara Lago) y un comisario corrupto (Federico Luppi) en el medio. Hay también una decadente casona digna de la literatura de Edgar Allan Poe y preparativos para un audaz golpe a una sucursal bancaria en un thriller psicológico que tiene más hallazgos que carencias.
Al final del túnel (Argentina-España/2016). Guión y dirección: Rodrigo Grande. Elenco: Leonardo Sbaraglia, Pablo Echarri, Clara Lago, Federico Luppi y Javier Godino. Fotografía: Félix Monti. Edición: Irene Blecua. Dirección de arte: Mariela Ripodas. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 120 minutos. Apta para mayores de 16 años. Salas: 175.
En la línea de dos recientes thrillers psicológicos nacionales como 100 años de perdón y Kóblic, este tercer largometraje del guionista y director Rodrigo Grande combina diferentes géneros y elementos. Como en aquel film con Rodrigo de la Serna hay un intento de robo a un banco y accesos por túneles; como en la película con Ricardo Darín hay un astro como malvado (antes Oscar Martínez y aquí Pablo Echarri), un triángulo romántico y hasta perros que se recuperan de las peores situaciones.
El torturado protagonista de Al final del túnel es Joaquín (Leonardo Sbaraglia), un hombre en silla de ruedas que vive solo en una decadente casona. Su existencia cambia por completo cuando llega Berta (Clara Lago), una bailarina de striptease y su pequeña hija Betty -que tiene signos de autismo- para alquilar una habitación.
Pero nada es lo que parece en esta película del realizador de Rosarigasinos y Cuestión de principios. En verdad Berta es la novia de Galereto (Echarri), sádico líder de una banda que plantea entrar por abajo a una sucursal bancaria contingua a la casa de Joaquín. Experto en tecnología y comunicaciones, el protagonista no tardará en enterarse de las intenciones (traiciones) de Berta. A partir de allí se articula el núcleo del film -que en su estética y su descripción de la dinámica de la casa remite a los climas literarios de Edgar Allan Poe- que tiene más hallazgos que lugares comunes.
El personaje de Berta está demasiado estereotipado en su faceta seductora (más culpa de los encuadres de Grande que de ella) y el de un comisario interpretado por Federico Luppi -actor-fetiche del director- recién tiene relieve en la parte final, con un desenlace lleno de sorpresas que levanta mucho luego de algunas indecisiones.
(Esta crítica fue publicada en el diario La Nación del 21/4/2016)
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Nadando en un mar de inverosimilitud, el relato igualmente consigue a la larga el enganche y expectaciòn del espectador. Si bien es cierto que el suspenso està resuelto con imaginaciòn de brocha gorda y cero bola inconsistencias, mantiene en su ultima mitad el interès requerido para lograr el aplauso final en el Gaumont. Coincido con Nuñez en la evoluciòn de Echarri en sus personajes turros. Muy bien Sbaraglia y el lenguaje porteño de la bella galaica.
ATENCIÓN LEER ESTE COMENTARIO DESPUÉS DE VER LA PELÍCULA Lo primero que vi de Rodrigo Grande fue un corto extraordinario que se llamaba JUNTOS IN ANY WAY hasta que pegó el salto al largometraje con la aceptable ROSARIGASINOS y consolidó su avance con la más que aceptable CUESTIÓN DE PRINCIPIOS. Con AL BORDE DEL TÚNEL ingresa en el terreno del policial negro con el nada novedoso tema del asalto a un banco en un feriado a través de un túnel. El mérito de Grande es colocar como protagonista a un vecino del banco que aunque está en silla de ruedas demuestra un estado físico privilegiado, lo que agrega tensión a la trama por la mirada del espectador sobre la aparente fragilidad del personaje que encarna Sbaraglia Desde el descubrimiento accidental de cómo se está preparando el asalto maneja información adicional sobre el resto de los protagonistas que intentará hacerla valer en busca de la parte del león, tarea nada sencilla porque está sólo contra una banda numerosa y temible capitaneada por el siniestro personaje que compone Echarri. Sin inventar la pólvora Rodrigo Grande nos entrega dos horas de entretenimiento puro con dosis de buen humor y un remate elegante de la historia. Un muy bien diez felicitado para Sbaraglia y otra buena nota para Echarri que haciendo de turro cada día trabaja mejor. (7/10)
Se juntaron los defensores del relato para una de robos!!!! Cualquier parecido con la realidad...en fin. Le había perdido el rastro a Grande.
Muy buen policial argentino. Excelente el trabajo de Sbaraglia.-