Críticas
Ben-Hur, de Timur Bekmambetov
Más sermón que cine
Este regreso de la clásica historia con tecnología 3D y generoso presupuesto resulta tan mediocre como el de cualquier peplum vetusto.
Ben-Hur (Estados Unidos/2016). Dirección: Timur Bekmambetov. Elenco: Jack Huston, Toby Kebbell, Morgan Freeman, Rodrigo Santoro, Nazanin Boniadi y Ayelet Zurer. Guión: Keith Clarke y John Ridley, basado en la novela de Lewis Wallace. Fotografía: Oliver Wood. Música: Marco Beltrami. Edición: Dody Dorn, Richard Francis-Bruce y Bob Murawski. Diseño de producción: Naomi Shohan. Distribuidora: UIP (Paramount). Duración: 125 minutos. Apta para mayores de 13 años. En versión doblada y subtitulada, en salas 2D y 3D.
Tras la versión muda de 1925 con Ramón Novarro y la de 1959 con Charlton Heston y dirección de William Wyler que en su momento arrasó con los premios Oscar, llega esta nueva transposición (en 3D) de la novela escrita en 1880 por Lewis Wallace. Si en ciertos aspectos visuales pueden encontrarse algunos hallazgos propios del cine contemporáneo a propulsión de efectos digitales, en el terreno narrativo y en el entramado dramático la película luce más vieja que la original silente y más pesada que las cuadrigas que convirtieron en mito a esta historia.
Los productores contrataron al kazajo Timur Bekmambetov (el mismo de Guardianes de la noche, Se busca y Abraham Lincoln: Cazador de vampiros), pero más allá de dos secuencias espectaculares (una batalla naval entre griegos y romanos narrada desde el punto de vista de los esclavos que reman en el fondo de un barco y la carrera final), la película luce siempre torpe y subrayada: los diálogos, los conflictos familiares y las subtramas románticas son dignas de un culebrón de hace tres o cuatro décadas (porque la telenovela promedio actual es mucho mejor que esta nueva-vieja Ben-Hur) y el resto tiene un tono aleccionador que abruma e irrita.
Las historias opuestas de Judah Ben-Hur (el inexpresivo actor inglés Jack Huston, nieto del notable director John Huston), un joven judío de familia de alcurnia cuya existencia se derrumba hasta terminar como esclavo; y de su hermanastro Messala (Toby Kebbell), que va ascendiendo en el ejército romano hasta transformarse en implacable jerarca, son los ejes de un film que se vincula luego con la vida de Jesús (el brasileño Rodrigo Santoro) y que hasta desperdicia a una figura de la dimensión de Morgan Freeman con un papel intrascendente. Así, el resultado es una película morosa y solemne, más cerca del sermón que del buen cine.
(Esta crítica fue publicada en el diario La Nación del 25/8/2016)
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No coincido coincido con enrique, la película me resultó entretenida. Las dos escenas señaladas por Diego ( la de los remeros y la carreta) hacen que valga la pena ir a verla al cine. Coincido que el resto no vuela más alto que una tira de la hora de la siesta y que cuando al final se acomoda todo MILAGROSAMENTE es irritante.
La crítica de Diego Batle es misericordiosa. Como el mensaje que presuntamente arroja esta remake de una gran película (la versión de 1959). Este film es frío, sin emoción. Basado en los efectos especiales que permite la tecnología, pero no en un buen guión ni en correctas actuaciones. Incluso me llamaron la atención los descuidos en el vestuario: Ben Hur usa calzas y botas de cuero. En el año 33 AC creo que esa moda no había llegado a Jerusalén. Evite el aburrimiento: no vaya a verla. Y si quiere tener una versión cercana a la novela del Gral Lewis Wallace, busque el film interpretado por Charlton Heston, que, aunque algo largo, es superior a esta mediocre producción mal dirigida, con diálogos pobres y poco creativa.