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Crítica de “Intruso”, de Travis Z
El año cinematográfico cierra (no habrá estrenos el jueves 29) con un film de terror tan torpe como rápidamente olvidable.
Intruso (Intruder, Estados Unidos/2016). Guión y dirección: Travis Z. Elenco: Louise Linton, Aaron Trainor, John Robinson, Steven Beckingham, Moby y Zach Myers. Fotografía: Bradley Sellers. Música: Nathaniel Levisay. Edición: Ryan Folsey. Diseño de producción: Melainie Rein. Distribuidora: SBP. Duración: 91 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Salas: 38.
Los primeros minutos de Intruso, la nueva película de Travis Z (así firma Travis Nicholas Zariwny), muestran a una mujer cuyo marido está de viaje en Japón. Mientras habla por teléfono con una amiga en medio de una intensa tormenta la luz de su aislada casona se corta y, a los pocos segundos, vemos que una figura masculina la ataca desde atrás y la asfixia con una bolsa. Recién entonces llega la secuencia de créditos iniciales.
Tras ese prólogo (y luego de que se informe al espectador que una seguidilla de asesinatos conmueve a la ciudad de Portland), arranca la historia central que tiene como protagonista a Elizabeth (Louise Linton), una virtuosa cellista que -distanciada de su novio- se apresta a pasar un fin de semana sola en su hogar tras enterarse de que acaba de ser aceptada para sumarse a la Filarmónica de Londres. Cuando sale a tirar la basura, alguien se mete en su casa y desde entonces se transformará en un perverso voyeur de su intimidad (no falta la escena en que la espía mientras se ducha o incluso cuando mantiene un encuentro sexual con su pareja que llega en plan reconciliación). Quién es ese extraño y cuáles son sus últimas intenciones resultan los principales interrogantes de un film que parece un ejercicio básico de terror concebido por alumnos nóveles de escuela de cine.
Todo lo que funcionaba bien en una película reciente como No respires, de Fede Alvarez, aquí luce torpe y forzado. El director de La cabaña del miedo (en este caso también guionista) acumula lugares comunes y el resultado más que miedo da risa. Y no precisamente porque estemos en el presencia de una comedia. Cabe indicar que, tras los títulos finales, hay una coda de varios minutos que, está claro, no alcanza a resignificar ni mucho menos a redimir a una película tan remanida como elemental.
(Esta reseña fue publicada en el diario La Nación del 22/12/2016)
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