Críticas
Estrenos
Crítica de “Jackie”, de Pablo Larraín, con Natalie Portman
Tras una elogiada carrera en Chile, el director de Tony Manero, Post Mortem, No, El club y la reciente Neruda debutó en el cine norteamericano con un inusual y por momentos fascinante acercamiento a la figura de de Jacqueline Kennedy (Natalie Portman) durante las horas posteriores al asesinato de su marido y presidente de los Estados Unidos. El resultado de la película -nominada a tres premios Oscar- es un poco desconcertante, pero -más allá de ciertos pasajes dominados por la frialdad y el cálculo- no deja de ser un film valioso.
Jackie (Estados Unidos-Chile-Francia-Hong Kong/2016). Dirección: Pablo Larraín. Elenco: Natalie Portman, Peter Sarsgaard, Greta Gerwig, Billy Crudup, John Hurt, Richard E. Grant, John Carroll Lynch, Beth Grant, Max Casella y Caspar Phillipson. Guión: Noah Oppenheim. Fotografía: Stéphane Fontaine. Música: Mica Levi. Edición: Sebastián Sepúlveda. Diseño de producción: Jean Rabasse. Distribuidora: Diamond Films. Duración 100 minutos.
Cualquier cinéfilo estaría en su derecho -a partir del inevitable prejuicio que en mayor o menor grado todos tenemos- de sospechar de la necesidad de que un director chileno como Pablo Larraín concretara su debut en inglés con una película sobre Jacqueline Kennedy concentrada sobre todo en los días posteriores al magnicidio de su marido, JFK, hasta entonces presidente de los Estados Unidos. Pero, si se analiza este film en relación con su obra previa y las obsesiones que el realizador viene sosteniendo desde hace ya varios años, se podrá apreciar que la elección no fue antojadiza ni caprichosa. El arte de la política, las disputas intestinas por el poder, la muerte de los líderes y el destino de los cadáveres, las cuestiones de la fe y los dilemas morales son temas centrales que reaparecen en Jackie luego de haber surgido en Post Mortem, No y El club.
Siguiendo con los prejuicios tampoco se podía esperar demasiado del guionista Noah Oppenheim, cuyos únicos antecedentes eran sendas incursiones en sagas adolescentes como Maze Runner: Correr o morir y Divergente la serie: Leal, pero -otra vez- el resultado es bastante más interesante de lo que se preveía.
Fiel al estilo caleidoscópico y a la estructura de rompecabezas de buena parte de su filmografía, Larraín va y viene en el tiempo, pendula entre situaciones épicas y momentos íntimos (con los primerísimos primeros planos y las miradas de Natalie Portman como principal argumento), entre cierta distancia inescrutable y pasajes (como la reconstrucción del momento del asesinato) muy crudos y de una violencia gráfica. Esa apuesta contradictoria -casi esquizofrénica- entre escenas en las que imperan la sutileza, el pudor y la elegancia, y otros que lucen demasiado forzados impiden que el resultado sea del todo convincente, pero no por ello el film carece de aciertos y valores.
El director de Tony Manero y Neruda (otra biopic muy poco convencional) propone como principal eje del relato una entrevista que un periodista a-la-Theodore White (Billy Crudup) le realiza a la flamante y atribulada viuda pocas horas después de la muerte de John Fitzgerald Kennedy. La charla -descarnada, desgarradora e “impublicable” en su mayor parte por los detalles escabrosos y las confesiones de Jackie- van dando lugar a distintos momentos: el momento de los disparos en aquel 22 de noviembre de 1963, el juramento y asunción de urgencia de Lyndon B. Johnson dentro de un avión, el momento en que ella se ducha y se saca la sangre del cuerpo, las imágenes en su casa fumando, bebiendo alcohol y escuchando a Richard Burton cantando como el rey Arturo en el musical Camelot, los preparativos del funeral que ella quiere sea similar al que tuvo Abraham Lincoln, el momento en que debe contarle la verdad a sus pequeños hijos, imágenes de archivo en los que ella aparece en un especial de la CBS en 1962 mostrando los interiores refaccionados de la Casa Blanca y así...
El resultado de este patchwork es un poco desconcertante y cierta distancia, frialdad y excesos voyeurísticos dificultan la conexión emocional con el vía crucis personal de la heroína, pero también es cierto que Jackie tiene varias secuencias fascinantes. Lo mismo ocurre con el trabajo de Natalie Portman (algo sobrevalorado para mi gusto), ya que por momentos la imitación de gestos, actitudes y tonos de voces luce demasiado calculada, aunque en otros alcanza a transmitir el profundo dolor, la frustración, la incomodidad y el desagrado que siente antes los hechos ocurridos y todo lo que se genera a su alrededor.
Para destacar también los aportes en papeles secundarios de Greta Gerwig (la incondicional asistenta de Jackie), Peter Sarsgaard (Bobby Kennedy), Max Casella (el manipulador asistente de Lyndon B. Johnson) y John Hurt (en uno de sus últimos trabajos como el cura con el que ella de alguna manera se confiesa), entre varios otros. La música climática de Mica Levi y la fotografía granulada y melancólica de Stéphane Fontaine ayudan a construir esas atmósferas donde imperan la tristeza y la certeza de un fin de ciclo (de una mujer y de todo un país) marcado por la violencia y la tragedia.
COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



CRÍTICAS ANTERIORES
-Clásico de clásicos de la historieta argentina (y mundial), la obra de Héctor G. Oesterheld y Francisco Solano López llegó casi siete décadas después al universo audiovisual con más hallazgos y logros que carencias. La primera temporada de solo 6 episodios deja mucho material para el análisis y con ganas de más.
-Acompaña a este texto un episodio de nuestro podcast Acerca de Nada en el que Batlle y Pablo Manzotti analizan esta transposición, y un informe sobre la producción.
El director de películas como Un amigo para Frank (2012) y Ciudades de papel (2015) y de decenas de episodios de series y de videoclips musicales tiene el desafío de dar el puntapié inicial a una nueva franquicia capaz de emular (y en un futuro suplir) a los Avengers.
En el marco de la 12ª Semana de Cine Portugués, se presentan en la Sala Lugones (Av. Corrientes 1530) con 7 funciones cada una la nueva película de Carneiro (tuvo su estreno mundial en la Quincena de Cineastas del Festival de Cannes 2024) y la ópera prima de Mateus (producida por Pedro Costa y estrenada en el último Festival de Locarno).
El director de Ciencias Naturales (2014), El Pampero (2017) y Las Rojas (2022) estrenó en la Competencia Internacional del Festival de Mar del Plata 2024 un film sobre las diferencias familiares y de clase que ahora llega al Gaumont y otras 27 salas (la mayoría Espacios INCAA).
ERROR Cuando sale Jackie de la Casa Blanca con los niños de la mano, intercalan una escena real donde están en lados opuestos. (cambian de mano en un segundo)
Excelente película. Excelente Natalie Portman. Lo demás, pura envidia.
JACKIE de Pablo Larraín SOBRE EL DOLOR Y LA AMBICIÓN El 22 de Noviembre de 1963, el Presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy fue asesinado en la ciudad de Dallas, Texas, en momentos que realizaba una visita oficial a esa ciudad. Una semana después, su viuda, Jacqueline Bouvier (Jackie), dio una entrevista exclusiva al periodista Teddy White para la revista Life. Jackie, la película, es tan solo eso. La narración de los hechos vividos por la viuda de presidente durante la semana posterior a la muerte del mismo hasta los funerales que le dieron cristiana sepultura, y la semana siguiente en la que otorga aquella famosa entrevista para contar los sucesos trágicos vividos en Dallas, Texas donde el sentido de perdida se vuelve absoluto a partir de la muerte de presidente. En esos días, esa mujer no solo se convierte en viuda del presidente asesinado, sino que, además, deja de ser la primera dama de los Estados Unidos, debe abandonar la Casa Blanca como residencia presidencial y sede del hogar familiar, deberá despedirse de todo un cortejo de funcionarios que la acompañan en el quehacer diario de quien era la esposa del presidente, tendrá que buscar una nueva residencia y comenzar una nueva vida. ?Jackie? es ante todo una film sobre el dolor de una pérdida irreparable. Pero es también un film sobre la ambición y la construcción de uno mismo. Jackie no fue una mujer común. Había nacido para destacarse y había llegado a un lugar de privilegio. Años antes ya había sufrido pérdidas importantes. Tuvo dos partos en los que fallecieron sus bebes recién nacidos, marcando una vida con los signos de la fatalidad. Lo que rescata la película es la determinación de Jackie de mantenerse incólume ante tanto daño. La metamorfosis que se produce en ella después de los hechos ocurridos es instantánea. Los disparadores de la misma son las propias ?Razones de Estado? que determinan la necesidad de sustituir al presidente muerto por su propio vicepresidente. En consecuencia, Lindon B. Johnson debe asumir como nuevo presidente de los Estados Unidos solo horas más tarde de producido el magnicidio y con el cuerpo del presidente yacente aún en el hospital. Esa metamorfosis no solo expresa el íntimo rechazo de la pérdida de su marido, sino también, la necesidad de reconocer y hacer perdurar un proceso político, al mismo tiempo, que inmortalizar el recuerdo de un hombre y sus ideales. En el primer caso, la inmediata asunción de Johnson implica una continuación de la vida de la política, que no obstante el magnicidio ocurrido, encierra un borrón y cuenta nueva en cuanto al estilo de gobierno. De hecho, algunos historiadores observan que si bien Kennedy puso en la agenda temas sociales importantes, años más tarde fue la habilidad política de Johnson quien logró su aprobación en el Congreso. Un presidente que se va, otro que lo reemplaza. El fin de una era, el comienzo de otra. Eso no es un detalle menor en la enorme pérdida de Jackie. Por otro lado está la necesidad de Jackie de que su marido perdure en ella: ahora la viuda del Presidente Kennedy. Consecuencia de ello, y en medio del dolor que siente por la tan reciente pérdida, se hace cargo de asumir la responsabilidad de todos los ritos funerarios que debe tener un hombre de Estado de la magnitud de su marido. Allí aparece no solo la formalidad sino también la propia admiración de ella sobre la figura política de quien fuera su marido, y su necesidad de trascendencia. Al comenzar la década del ´60, Kennedy representaba al profeta del cambio para la generación de los baby-boomers. La Alianza para el progreso significaba la unión económica para toda América Latina. A raíz de ello, Jackie le cuenta al periodista que el tema final de ?Camelot?, una comedia musical que vió junto a su marido en Broadway, se ha convertido en una obsesión para ella. Es que Camelot, hace referencia al Rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda, el ideal de un mundo sin fronteras entre las naciones. Un lugar idílico de igualdad, justicia y paz. Un rey convertido en leyenda como sinónimo de inteligencia, honor y lealtad, munido de una espada (Excalibur) que representa al poder legítimo. ?Ahora nunca volverá a haber otro Camelot? fueron las palabras que utilizó para dar por terminada aquella famosa entrevista. El solo hecho de dar la cara una semana después del trágico suceso, otorgar el reportaje a la Revista Life, muestra en ella una fortaleza espiritual poco común como así también un nivel de ambiciones importantes. No provoca asombro que su vida mundana posterior a estos desgraciados acontecimientos la terminaría transformando en una mujer que fue un verdadero ?icono? de su época. El film de Larraín intercala hábilmente imágenes de archivos con la ficcionalización de la famosa entrevista y los preparativos de la mudanza para el abandono definitivo de la Casa Blanca. La relación con sus diversos asistentes y sobre todo con su Jefa de Protocolo muestran un alto grado de confianza y cotidianidad entre ellos. Los resultados de Larraín son cinematográficamente notables pero en el balance final su film resulta tan frio y calculador como la propia Jackie. No obstante, la forma con que encara la película resulta de un interés apasionante dado que la visión que propone no es la de tragedia en si misma sino la de los ecos que la tragedia produce.
"El resultado de este patchwork es un poco desconcertante y cierta distancia, frialdad y excesos voyeurísticos dificultan la conexión emocional con el vía crucis personal de la heroína" Exacto. Y debo agregar que la dos películas que hay dentro de Jackie (la de las "confesiones" frente al periodista, y la de los falshbacks con su marido hasta ese escabroso y morboso final) no sólo no se complementan, sino que como bien decías son intensamente esquizofrénicas. En resumen: me pareció pretenciosa ya desde su guión, y lo peor es que es poco eclarecedora sobre la personalidad de Kennedy. ¿Qué pensaba de su marido: Camelot? Por favor! Debe ser uno de los estudios de personajes más chatos, forzados y artificiales que me han tocado ver en mucho tiempo. Todo eso si tenés estómago para tolerar la actuación de Portman, que no es más que un ejercicio de mímesis igual que la totalidad del film. Al final de cuentas, no hay nada realmente revelador ni sobre su personaje (salvo el obvio estrés postraumático), ni sobre el "legado" que supuestamente quería conservar. Si hay algo más artificial que una peli sobre tratar de mantener las apariencias, cueste lo que cueste, entonces no sé que decir. Tampoco se qué le vieron al guión de Oppenheim en Venecia. En fin. Una desilusión para mi.
Leyendo la critica de Batlle recien ahora me entero que esta pelicula está dirigida por Larrain. Jamás podia imaginarme cuando vi y me encantó en su momente TONY MANERO y a contramano de lo que opinaban algunos cr´ticos -como por ejemplo Quintiin que aborrecía este film- filmaria en EEUU una pelicula sobre Jaqueline Kennedy.. El tono de esa película lo sentía absolutamente atrevido y despolijo pero precisamente por ello, lejos de un cine con cierto clasicismo. Esta realidad indica que cuando hay talento en evolución a la larga es reconocido y absorbido por quienes entienden el negocio: un latinoamericano más que llega.....
No, no la voy a ver, leyendo tu comentario no me despierta ningún interés, gracias.