Festivales
Críticas de la Competencia de Derechos Humanos (10 películas)
Por segundo año esta sección fue autónoma y además se vio jerarquizada con una potente selección de 14 títulos. El jurado estuvo integrado por la canadiense Sofia Bohdanowicz, el argentino Jonathan Perel y el peruano Jonatan Relayze Chiang.
-Drum, de Keywan Karimi (Francia-Irán, 95') - Apertura - Fuera de competencia ★★★½
El año pasado Karimi abrió esta misma sección con Writing on the City, mirada a los últimos 40 años de historia iraní a partir de los graffitis en las paredes. Por esa película, el director de 31 años fue condenado a seis años de prisón y 223 latigazos. La fuerte presión de colegas nacionales y extranjeros hizo que se le redujera la sentencia a un año, que está cumpliendo actualmente. Es por eso -más que por la temática de su nuevo film- que Drum vuelve a inaugurar esta muestra. Se trata de un thriller psicológico tan oscuro como pesadillesco sobre el descenso a los infiernos de un abogado solitario y decadente cuya vida se derrumba por completo cuando alguien le entrega un misterioso paquete (como bien indica el catálogo del festival hay algo del cine de Hugo Santiago en la propuesta). Mientras de fondo suena el tambor del título, el protagonista sufrirá el asesinato de su novia e iniciará un raid vengativo que le vinculará con lo peor del poder y la mafia de Teherán. Ominosa y pesimista, Drum es la obra de un director perseguido pero, al mismo tiempo, dispuesto a seguir luchando. DIEGO BATLLE
-We the Workers (Hong Kong-China, 174'), de Hai Wen ★★★★✩
No es la primera vez que un film se acerca a la contradictoria realidad china con precisión y contundencia (allí están, por ejemplo, las obras de Wang Bing, Jia Zhang-ke o J.P. Sniadecki), pero pocas veces se ha visto un registro tan minucioso como el que Hai Wen presenta en las casi tres horas de We the Workers. Fruto del trabajo de seis años, este documental expone las miserables condiciones a los que son sometidos millones de trabajadores y, puntualmente, a la tarea de los aún incipientes gremios que intentan luchar por los derechos. Quienes crean que se tratan de poderosos sindicalistas en la línea de los burócratas argentinos deberán saber que son apenas entusiastas activistas de asociaciones sin fines de lucro que sufren todo tipo de presiones y agresiones por parte de empresarios ligados de manera directa con el poder. La película muestra más derrotas que victorias, pero de reuniones en las que al principio participaban un par de trabajadores se pasa sobre el final a encuentros mucho más masivos. La organización, se sabe, es la única manera para enfrentar los abusos que abundan en el gigante asiático, cuyo “milagro” industrial se basa en buena medida en la represión para sostener esos mínimos (casi nulos) derechos que hoy tienen sus trabajadores. DIEGO BATLLE
-Meu corpo é político (Brasil, 71'), de Alice Riff ★★★½
Este documental sigue a cuatro personas transgénero que habitan en la periferia de San Pablo y que, cada uno/a a su manera, se dedica a luchar y defender sus derechos. La película sigue sus recorridos paralelos y actividades diarias, no todas necesariamente ligadas a algún tipo de actividad militante, pero en varios casos poniéndonos sí en el centro de reuniones masivas o conversaciones privadas en las que el tema de las identidades sexuales no binarias y las dificultades que eso conlleva con el “afuera” son tratadas.
Una de ellas prepara una canción cuya letra habla de estos temas: represión, visibilización, marginación, pobreza, racismo. Otra trabaja en una escuela y plantea en una suerte de asamblea cómo ingresar estas temáticas a las aulas. Otra tiene un sitio de internet de intercambio social entre personas que, de diferentes maneras, se sienten físicamente distintas a las convenciones. Otro plantea su específico conflicto entre su identidad sexual y su particular conformación biológica. Es interesante cómo el film opera visualmente en función de discutir la cuestión de la “normalidad”: prácticamente todo lo que vemos está centrado en los personajes y su mundo, lo que deja fuera de cuadro a ese “otro” que los reprime y censura pero al que prácticamente no vemos.
Aunque no lo parezca para los que asumimos o suponemos que Brasil es un país más abierto que otros –al menos en América Latina– a aceptar e integrar a las comunidades LGBT, las estadísticas dicen lo contrario, que es muy alto el índice de crímenes especialmente contra los transexuales. La película de Riff se asume, entonces, como parte de un trabajo, si se quiere, hasta educativo para visibilizar ese universo y volverlo –a través de la identificación que producen las historias personales y las anécdotas– menos misterioso para ese afuera. DIEGO LERER
-Paris est une fête - Un film en 18 vagues (Francia, 95'), de Sylvain George ★★★★✩
Sylvain George ganó la Competencia Internacional del BAFICI 2011 con Figuras de guerra / Quils reposent en révolte (Des figures des guerres), regresó al festival porteño en la sección Vanguardia y Género de la edición 2013 con Vers Madrid: The Burning Bright y ahora, tras su exhibición en Cinéma du Reel, desembarca en esta sección con Paris est une fête - Un film en 18 vagues. Tras rodar en Calais y Madrid, el magistral documentalista (ensayista) filmó en 2015 y 2016 en las calles de la capital francesa para redefinir su maravillosa arquitectura, sus monumentos icónicos y su impronta grandiosa a partir de la historia de vida de un joven originario de la República de Guinea. Esta sinfonía urbana en blanco y negro en la línea de Dziga Vertov muestra las contradicciones de la opulenta sociedad francesa en contraposición con las penosas condiciones de los inmigrantes ilegales en medio de luchas sociales y represiones varias. Sylvain George, consecuente como pocos, sigue siendo un activista radical y un poeta consumado, dos facetas difíciles de unir cuando el cine quiere ser político y artístico a la vez. DIEGO BATLLE
-El pacto de Adriana (Chile, 96'), de Lissette Orozco ★★★★✩ (Ganadora de la Mención Especial)
El amor por la familia, dicen, suele anteponerse a casi todo. Y en el caso de este documental chileno el desafío para que esa frase sea cierta fue tan grande que la directora no tuvo más remedio que hacer una película para exorcizarlo. La tía de Lisette, Adriana Rivas, era para ella un personaje simpático y excéntrico de su familia. Vivía en Australia y, cuando volvía a Chile, lo hacía con regalos e historias para compartir. Pero de a poco Lisette empezó a escuchar en los medios que a su adorada tía la acusaban de horribles crímenes durante la dictadura de Augusto Pinochet. Era obvio, para ella, que no había forma de conectar las dos cosas. Imposible. Una mentira.
Usando su cámara casera, un poco de Skype y ciertas dotes de investigadora, se lanzó a hacer este documental casi para probar que las acusaciones que ligaban a su tía con las torturas cometidas mientras ella trabajaba en la DINA (versión chilena de nuestra SIDE) eran absurdas, como Adriana se lo juraba una y otra vez. Pero las evidencias están ahí y la película empieza a volverse en contra de sí misma, casi a pesar de su directora, que intenta seguir priorizando su devoción y cariño familiar hasta que la situación se vuelve inmanejable.
Con un tema que a muchos argentinos tocará de cerca, el documental de Orozco es un testimonio directo, concreto, a la manera de diario personal, de las formas en las que los secretos y mentiras del pasado dejan huellas que ni todo el amor del mundo puede borrar. DIEGO LERER
-A Feeling Greater than Love (Líbano, 99'), de Mary Jirmanus Saba ★★★½
Entre 1972 y 1973 el ejército libanés reprimió a sangre y fuego huelgas en fábricas y plantaciones de tabaco y chocolate en las que se exigían mejores condiciones laborales. Todos esos conflictos terminaron con varios trabajadores muertos. La película de la debutante Saba reconstruye aquellos hechos (es muy bueno el uso del material de archivo de la época), apela a testimonios de los sobrevivientes (muchos de ellos militantes ligados al Partido Comunista y a la lucha armada) e intenta -en este caso con menos aciertos- trazar un paralelismo con los tiempos actuales. Lo mejor del film son las charlas grupales entre quienes participaron de esas huelgas que tuvieron además un fuerte protagonismo femenino. Entre anécdotas, diferencias ideológicas y mucha autocrítica, resulta una forma de exorcizar los demonios internos y las frustraciones de aquellos que sostuvieron sueños y luchas que hoy parecen haberse desvanecido. DIEGO BATLLE
-Messenger on a White Horse, de Jason McNamara (Argentina-Australia) ★★★✩✩
Por su estructura elemental (testimonios a cámara mechados con imágenes de archivo), por su sentido excesivamente didáctico, por su musicalización torpe y subrayada, y por su exploración algo básica y superficial de la historia argentina de los años '70 podría decirse que este primer largometraje documental del australiano Jayson McNamara no es demasiado trascendente. Sin embargo, hay una zona que resulta interesante y por momentos incluso conmovedora que tiene que ver con la figura del mítico Robert Cox y la redacción del Buenos Aires Herald, ese pequeño diario pensado para la comunidad inglesa que se convirtió en bastión informativo y fuente de contención, protección y difusión para miles de personas cuyas vidas (o las de sus familiares) corrían peligro en aquellos tiempos nefatos.
Vemos a la figura humilde y al mismo tiempo íntegra de Cox -una suerte de cruzado solitario que emprendió una desigual lucha cuando nadie se animaba a abrir la boca- en registros de hace cuatro décadas y otros de ahora, apreciamos su participación en el juicio a las Juntas, su relación cercana con las Madres y la intimidad de su familia, con la que debió partir cuando las amenazas llegaron hasta a sus hijos. Por eso, por la admiración que le siguen profesando sus viejos compañeros (desde Andrew Graham-Yooll hasta Uki Goñi), por la entereza, dignidad, nobleza y coherencia personal y profesional de su protagonista, Messenger... es un film recomendable en general e indispensable para periodistas en particular. DIEGO BATLLE
-Tonsler Park (Estados Unidos, 80'), de Kevin Jerome Everson ★★★★✩ (Ganadora del premio a Mejor Película)
“Democracia en acción”. Es así como el propio director califica o considera su película y es una más que justa definición. El documental de Everson no sigue ninguna línea narrativa en el sentido convencional de la palabra sino que muestra el acto de participar en democracia casi en tiempo real. La película fue filmada el 8 de noviembre del año pasado, la fecha en la que Donald Trump le ganó las elecciones presidenciales de los Estados Unidos a Hillary Clinton. Y la locacion es –o al menos eso parece– un solo local electoral en la zona de Charlotesville, Virginia, que da título al film. Un barrio, por lo que se observa, predominantemente afroamericano.
Everson filma largos planos fijos en los que hace foco en distintas personas trabajando en esos locales de votación: esperando, entregando papeletas, recibiéndolas, conversando con la gente que se acerca y a los que vemos de espaldas y, generalmente, a la altura de la cintura, ya que la cámara está casi siempre fija en esas personas sentadas y el resto de la gente suele entrar y salir del plano. Con el sonido, sin embargo, pasa casi lo opuesto. En lugar de estar cerca de las personas que vemos, parece captar el ambiente en general, tanto lo que está dentro del plano como lo que está afuera. De hecho, la mayoría de los diálogos son entre inaudibles y poco comprensibles, más allá de muchos “goood mornings” y algunas que otras indicaciones o comentarios puramente casuales y circunstanciales.
Rodado en blanco y negro, el film funciona literalmente como documento y testimonio de la democracia en su funcionamiento más puro, sin “embellecimientos” de ningún tipo ni situaciones fuera de lo común. El hecho de que esté rodada en un barrio popular afroamericano puede, quizás, funcionar casi como un lamento en función del resultado de las elecciones. Ver ahora a esas personas de rostros nobles y esforzados –jóvenes, viejos, hombres, mujeres– trabajando horas y horas sabiendo cuál fue el resultado de esa elección (las estadísticas dicen que solo el 8% de la población negra votó por Trump) le da al film un caracter elegíaco, especialmente si se piensa en algunas características poco democráticas del nuevo presidente. Pero, de todos modos y pese al resultado, ver el proceso en funcionamiento es en sí mismo un homenaje a esa misma gente que pone su tiempo y esfuerzo para que el sistema siga existiendo. DIEGO LERER
-El Amparo (Venezuela-Colombia, 99'), de Robert Calzadilla ★★★✩✩
Este film reconstruye el caso real de 16 pobladores del pueblo de El Amparo, en la frontera entre Venezuela y Colombia, que en 1988 salieron en un bote por el río Arauca para pescar en un viaje encargado por un empresario de la zona. Tras un confuso episodio (que la película elude a pura elipsis y apelando a unos informes de los noticieros de la época), 14 de ellos son abatidos por ser terroristas que iban a cometer un atentado en una refinería. Los dos sobrevivientes regresan, son arrestados y luego presionados para que confiesen algo que no hicieron. La nobleza de los dos protagonistas se contrapone con las miserias de las autoridades militares, las tentaciones del poder y las necesidades de sus familiares. Lo mejor del film -correcto en su forma y su tono que evita caer en la denuncia demasiado torpe, subrayada, explícita y culpógena- es la descripción de la dinámica de esa pequeña comunidad, aunque en definitiva no deja de ser una propuesta bastante convencional. DIEGO BATLLE
-Los niños, de Maite Alberdi (Chile-Países Bajos-Francia-Colombia) ★★★½
Como en La Once, su anterior y premiado documental, la realizadora chilena vuelve sobre otro grupo de amigos “invisibilizado”. Si allí eran unas ancianas, las que se reunían a tomar “la once” (una versión generosa de nuestra merienda), aquí el núcleo pasa por un grupo de personas con Síndrome de Down. Y en este caso, como en aquel, el trabajo de Alberdi es mostrar las dinámicas internas de esos grupos y a la vez analizar su conexión (o no) con el afuera.
Si hay otro punto en común en ambos films es la idea de construir con los materiales documentales una suerte de ficción en la que los distintos personajes vayan relacionándose entre sí (o peleándose) y que esa dinámica sea la que de vida a la historia. Aquí el centro son personas con Down que ya han superado los 40 años y se encuentran en una situación complicada: la ley ya no los protege como cuando eran más chicos y sus padres –quienes prometieron cuidarlos por todas sus vidas– van envejeciendo y muriendo. ¿Cómo se adaptan a esta realidad? ¿Quién y cómo los mantendrá? ¿Pueden ellos solos?
Alberdi no pone los temas en la mesa en primer plano. Al contrario, su film es una suerte de comedia de equívocos en la que los protagonistas vivirán historias de amor, de celos, peleas internas y otras desventuras como si se tratara de un grupo de alumnos de una escuela convencional. Claro que hay diferencias, pero esas diferencias Alberdi las naturaliza de tal manera –por ejemplo, haciendo que todos las personas que no tienen Síndrome de Down en la película estén fuera de campo o de foco– que al rato convivimos con los protagonistas y sus problemas cotidianos sin casi notarlas.
Puede que exista algún forzamiento de esa realidad para cuajar en los modelos narrativos más clásicos (el romance, la boda, el cumpleaños, el casamiento, la partida, la cita, etc) pero se hace de manera tan sutil que el espectador difícilmente sienta una mano por detrás manipulando en cierto modo los resultados. Los niños es una película noble, generosa, humana, que se acerca a los personajes de manera abierta y cariñosa, intentando que el espectador se sienta integrado a ellos y no mirándolos con distancia o de manera condescendiente. Nada más lejos que eso. La película de Alberdi es una película amorosa en el sentido más amplio de la palabra.
Si bien la película no ahorra, a su manera, sus críticas a un sistema que no sabe muy bien que hacer con estos “niños grandes” (el tema económico es una subtrama permanente a lo largo del filme, a las personas con Down les pagaban por trabajar, hasta un reciente cambio legal, por mucho menos salario que al resto), Alberdi prefiere poner el eje en la convivencia cotidiana y en el esfuerzo por seguir aprendiendo, por más dificultades que eso presente. DIEGO LERER
Más críticas de Diego Lerer en Micropsia
También compiten:
-El buen cristiano (México, 109'), de Izabel Acevedo
-Chaco, de Juan Fernández Gebauer, Ignacio Ragone y Ulises de la Orden (Argentina)
-Triple crimen, de Rubén Plataneo (Argentina)
-¡Yallah! ¡Yallah!, de Fernando Romanazzo y Cristian Pirovano (Argentina-Palestina)
COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



FESTIVALES ANTERIORES
Diego Batlle elige a las nuevas películas de Richard Linklater, Jafar Panahi, Kleber Mendonça Filho, Kelly Reichardt y Nadav Lapid como sus favoritas de este año.
En el cierre de la cobertura Diego Batlle y Manu Yáñez analizan el palmarés título por título, lo nuevo de Kelly Reichardt, Nadav Lapid, Christian Petzold y Lav Diaz, entre otros films, y hacen un balance general de esta edición 78.
-La sección oficial de la 78ª edición a realizarse entre el martes 13 y el sábado 24 de mayo consta de 73 largometrajes, a los que hay que sumarles los títulos de Cannes Classics (clásicos restaurados y documentales sobre cine) y Cinéma de la Plage (proyecciones públicas al aire libre).
-Además, se proyectarán los 39 largos de las tres secciones paralelas e independientes: Quincena de Cineastas, Semana de la Crítica y ACID.
-La oferta se completa con las distintas competencias y programas de cortos que hay en todos los apartados.
-En este espacio iremos sumando links a todas las reseñas publicadas durante la cobertura del festival. Ya hay 64 disponibles.
La Quinzaine eligió como film de cierre esta ópera prima que ya había tenido buena recepción en el Festival de Sundance, donde ganó el premio a Mejor Guion.
Bajen los precios de las entradas para valores simbolicos. La cultura es un designio de la Humanidad y un derecho de todos... para todos.
Es altamente positivo que los pares se unan en beneficio de la cultura, en este caso,los directores de cine. No deben dejarse avasallar por quienes no tienen dos dedos de sesos dentro del cráneo y que sólo ven la parte política que los puede beneficiar y de dónde pueden sacar tajada para su propias arcas, o como se decía antes, " ellos barren para su casa". Hay miles de familias que llevan el pan a su casa, gracias a que trabajan en este sector de a cultura. LUCHEN POR SUS IDEALES Y SUS PUESTOS DE TRABAJO ¡¡¡¡ FUERZA!!!!!!