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Entrevista a Agustina San Martín, directora de “Monstruo Dios” (Competencia Oficial de Cortometrajes) - #Cannes2019

Nacida en Buenos Aires, en 1991, estudió cine en la UBA. Realizó No hay bestias (2016), corto presentado en Cartagena, Bafici y FICIC. Al año siguiente presentó La prima sueca, codirigido con Inés María Barrionuevo, en la Berlinale, Huelva y Bafici. Participó en la dirección de fotografía de El futuro perfecto, de Nele Wohlatz, y en febrero último rodó su ópera prima, Los abismos, un proyecto con Brasil y Chile que está en plena etapa de postproducción. En esta charla con OtrosCines.com, habla de su nuevo corto en solitario, uno de los dos argentinos que lucharán por la Palma de Oro (son solo 11 títulos en total).

Publicada el 11/05/2019


-¿Cómo tomaste la noticia de la selección para la competencia oficial de Cannes? Si bien con La prima sueca, codirigido con Inés María Barrionuevo, ya habías participado de la Berlinale, estar en la sección principal del festival más importante del mundo debe ser un halago...

-Sin duda poder estrenar un trabajo en Cannes fue siempre un sueño. Como la legitimación final, por decirlo de alguna forma. El proceso del corto fue muy arduo y largo, fueron cuatro jornadas de rodaje y más de ocho meses de edición... para un corto de diez minutos. Así que sí, se puede imaginar cómo editar durante ocho meses algo de diez minutos puede llegar a ser enormemente costoso emocional, energéticamente; en especial, porque era todo súper independiente, nadie cobraba nada, y entonces muchas de esas veces era editar en medio de otros trabajos. Editar a las tres de la mañana. Editar constantemente... De hecho, muchas veces estuve convencida de que nada de lo que estaba haciendo tenía sentido. Por eso mismo, finalmente haber quedado en Cannes con Monstruo Dios fue como el abrazo final de un proceso bastante largo. Y no puedo evitar tomarlo como una lección ligeramente cursi sobre la insistencia y la perseverancia.




-¿Cómo surgió la idea de Monstruo Dios? Es un corto que en apenas 10 minutos de duración maneja varias aristas (la planta eléctrica, el escape del ganado, las sirenas/alarmas, un look por momentos apocalíptico, ciertos elementos fantásticos, la presencia de un culto evangélico, la aparición de niños, la liberación de una adolescente), prácticamente prescinde de los diálogos y tiene un dispositivo visual y sonoro muy particular...

-La idea del corto vino de a partes. Todo empezó con una situación que me sucedió en 2017. Quería ir al Festival de Mar del Plata, pero no tenía plata y entonces dos desconocidos darks me ofrecieron llevarme. Llegaron en un auto noventoso medio roto y tenían cabezas de muñecas en el espejo retrovisor. Durante todo el viaje me mostraron varios álbumes de música fantásticos. Ahí apareció la imagen fundamental: una adolescente dark en un auto de noche, un espejo retrovisor, una canción de La Femme. Con esa imagen, empecé a bocetar el guión. Desde pequeña soy bastante fanática del cine de terror, lo perturbador y lo místico. Entonces, para mí empezar a unificar esos elementos fue casi natural. Tenía ya el pueblo, y quería filmar la planta eléctrica que allí estaba. Decidí rodarla como si fuese el castillo de Drácula. Precisamente, por la excesiva cantidad de elementos que hay en el corto es que estuve tanto tiempo editándolo. Yo sabía que quería unir todas esas entidades, pero ningún corte de montaje lograba tener sentido. O, si tenía sentido, no era orgánico. Era desde ya pretencioso hacer funcionar un binomio fantástico en un corto de diez minutos. Tenía una sola certeza a lo largo de esta mezcla de cosas: quería que ver el corto fuese una experiencia en sí misma. Como si la asociación de elementos, la yuxtaposición de esas vacas con Dios, con los cables, con los niños, fuese parte de un trance o delirio místico del mismo espectador. Esa era la idea: que el flujo de elementos (quizás caprichosos) se pudiera transitar con naturalidad. Fue un día del octavo mes de edición cuando vi el armado y se me dio vuelta el corazón porque, después de tanto tiempo, finalmente ese "algo" había aparecido. No sé, me sentí como una científica loca encontrando una poción. Creo que, de todas las cosas que hice, es la que más me gusta, y, sin duda, es la que más tiempo me llevó armar.


-Tengo entendido que tenés muy avanzado un proyecto de largometraje titulado Los abismos ¿En qué estado está, de qué trata, cuándo empezarías a presentarlo en festivales y cómo lo ubicás en la continuidad de tu carrera luego de No hay bestiasLa prima sueca y Monstruo Dios?

-Los abismos es mi ópera prima. La filmamos en febrero en la selva de Misiones, en la frontera con Brasil. Es una coproducción con Brasil y Chile y en este momento estoy en plena edición. Trata sobre una adolescente sexualmente ambigua, Emilia, quien viaja a esa zona para buscar a un hermano que hace años no ve. Va a parar a la posada de su medio demente tía Inés, en la jungla. Al llegar, descubre que todo el pueblo está revolucionado contra su tía porque dicen que hace una semana desapareció una mujer en su monte. El viaje medio épico de búsqueda de identidad, sexual, y mística, termina convirtiéndose en una excusa para que todas las mujeres de su familia rota se unan, al necesitar defenderse de un pueblo que las ataca. Creo que mi forma de encarar los cortos que hago es casi como si fuesen niveles de un videojuego. Con cada corto siento que me enfoqué en algo diferente. Por ejemplo, al hacer No hay bestias me concentré en ejercitar la generación de ambientes, climas, espacios sensoriales. Con La prima sueca me propuse el uso de la narrativa clásica, funcional, compañera. Ahora, con Monstruo Dios, pude jugar con la demencia autoral. Con seguir impulsos intuitivos, generar atmósferas y al mismo tiempo construir una narrativa experimental desde la asociación, lo que -claro- es siempre un riesgo. Los abismos, si bien es una película en la que busqué enfocarme en la construcción narrativa (no es lo mismo una demencia de 10 minutos que una demencia de dos horas), tiene varios elementos de los tres cortos. Mi objetivo, ahora editando, es no perder la capacidad de picardía, de asombro y de inocencia. Es cierto que un largo y más una ópera prima puede ser un peso bastante denso sobre los hombros. Pero siento que, si sigo jugando, todo va a estar bien. Contar historias nunca deja de ser divertido.




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COMENTARIOS

  • 11/05/2019 17:18

    Con tal apellido ilustre, jóven y encantadora... ojalá tenga toda la suerte de Cannes...

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