Festivales
11 criticas y premios de la sección Un Certain Regard
Con 7 óperas primas sobre 18 títulos, esta segunda sección oficial apostó este año más por los descubrimientos que por los cineastas consagrados.
Palmarés de la sección:
-Premio Un Certain Regard: The Happiest Day in the Life of Olli Maki, ópera prima del finlandés Juho Kuosmanen.
-Premio del Jurado: Harmonium, del japonés Koji Fukada
-Dirección: el estadounidense Matt Ross por Captain Fantastic
-Guión: las francesas Delphine y Muriel Coulin por Voir du Pays
-Premio Especial: al animador holandés Michael Dudok de Wit por La tortue rouge
Reseñas:
-Hell or High Water (EE.UU.-Reino Unido), de David Mackenzie ★★★★✩
La película del escocés David Mackenzie (ya son varios los cineastas británicos obsesionados por la América profunda en esta edición de Cannes) narra la historia de dos hermanos (Chris Pine y Ben Foster) que asaltan bancos en Texas (se llevan poca plata de las cajas de cada sucursal) con la idea de juntar el dinero suficiente para reivindicarse ante una familia en crisis y tocada por la tragedia. Entre el thriller, la road-movie, la comedia negra, la buddy-movie, el melodrama y el western contemporáneo, este film del director de El joven Adán, Asylum, Hallam Foe, Amante a domicilio y Starred Up tiene además al gran Jeff Bridges (en plan decadente a la Gérard Depardieu) como un policía a punto de retirarse que sigue a los ladrones con su compañero comanche (Gil Birmingham). Este paseo por todos los géneros fundacionales del cine clásico norteamericano tiene un desparpajo y un delirio que lo convierten en un muy atractivo exponente clase B, de esos que no siempre abundan (y suelen ser subvaloradas y hasta menospreciadas) en los festivales grandes. Por si fuera poco, la banda sonora es de Nick Cave y Warren Ellis y el hermoso soundtrack tiene temas de Townes Van Zandt y muchos otros genios de la música.
-Umi Yorimo Mada Fukaku (After The Storm) (Japón), de Hirokazu Kore-Eda ★★★½
El realizador de After Life, Nadie sabe, Un día en familia y De tal padre, tal hijo vuelve al retrato de familias disfuncionales. En este caso, tiene como protagonista a un escritor que ha logrado hace ya varios años un éxito con su primera novela, pero que ya no encuentra inspiración y se gana la vida como detective privado (básicamente consiguiendo pruebas de engaños amorosos y luego incluso traicionando a sus clientes). Ha sufrido la reciente muerte de su padre, su madre ya es anciana, está divorciado, su ex esposa está en pareja con un millonario y apenas ve a su único hijo. Un auténtico antihéroe, un alma en pena.
La película transcurre por caminos ya bastante (demasiado) transitados por el talentoso director japonés, pero en su segunda mitad (cuando el protagonista, su ex y su hijo quedan encerrados en la casa de la madre por el tifón al que alude el título) los conflictos se concentran, se profundizan y alcanzan una intensidad emocional, una sensibilidad y una sutileza que el relato carecía en su primera parte. No se trata de lo mejor de Kore-eda, pero le alcanzó para ser de lo mejor de la sección.
-Captain Fantastic (EE.UU.), de Matt Ross ★★★½ (Premio a Mejor Dirección)
Revelación de los festivales de Sundance y Palm Springs, este segundo largometraje de Matt Ross tiene, sí, varios de los “vicios” del cine indie norteamericano y referencias ineludibles (algo del cine de Wes Anderson, de Pequeña Miss Sunshine y sigue la lista), pero también una propuesta ingeniosa y una construcción dramática que funciona al punto de convertirla en un crowd-pleaser con todas las de la ley. Viggo Mortensen (¡que toma mate en varias escenas!) es el patriarca de una familia con seis hijos que vive en medio de la selva, con mínimo contacto con el mundo y un riguroso entrenamiento físico e intelectual (su principal profeta es ¡Noam Chomsky!). La muerte de la madre genera la reacción de los parientes “urbanos” y, tras un segmento típico de road-movie, la llegada de los “salvajes” (que en realidad son brillantes en cuando a formación) complicará aún más las cosas. ¿Es posible hoy sostener una educación alternativa, una vida en comunidad alejada de la civilización? Estos neo-hippies bien de izquierda lo intentan y la película los acompaña, los quiere, pero también muestra sus flaquezas, errores y contradicciones. Si no fuese por una musicalización ampulosa y subrayada y algunos golpes de efecto innecesarios, estaríamos ante una película decididamente audaz y provocativa. Aun con sus desniveles y sus momentos demagógicos, se trata de una buena apuesta del indie norteamericano en esta sección.
-Apprentice (Singapur), de Boo Junfeng ★★★½
Este segundo largometraje del director de Sandcastle (Semana de la Crítica de Cannes 2010) narra la odisea personal de Aiman, un oficial de policía de 28 años que es transferido a una cárcel de máxima seguridad de Singapur, donde además se cumple con la pena de muerte que existe en ese país. Allí se convertirá en el aprendiz de un veterano verdugo ya próximo a retirarse, que le enseñará todos los pormenores del "oficio", con el plus de que el protagonista ha perdido a su padre precisamente por la pena capital. La película -más allá de la dureza del tema y de la ambientación- está narrada con una sobriedad, una convicción y una precisión infrecuentes en este tipo de historias que suelen caer en la denuncia horrorizada. Aquí, por suerte, hay más cine y hondura psicológica que dictadura de la corrección política.
-La Danseuse (The Dancer) (Francia), de Stéphanie Di Giusto ★★★✩✩
La ópera prima de Di Giusto reconstruye la historia de Loïe Fuller (interpretada por la popular cantante Soko), una joven del Medio Oeste norteamericano (en la primera escena aparece trabajando en un rodeo) que se convirtió en una bailarina de vanguardia que llegó a presentarse en la Opera de París a principios del siglo XX y fue admirada por los hermanos Lumière, Rodin y Toulouse-Lautrec. Pero su relación con la avasallante Isadora Duncan (encarnada por Lily-Rose Depp, hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis) y sus crónicos problemas de salud arruinaron su carrera. El film -bello y cuidado hasta el último detalle- tiene el típico esquema de surgimiento, apogeo y derrumbe, aunque -más allá de sus indudables méritos estéticos y de las buenas actuaciones- resultó un poco frío y demasiado calculado.
-Caini (Dogs) (Rumania), de Bogdan Mirica ★★★✩✩
Esta opera prima de Mirica no parece rumana. En esa afirmación podría haber un sesgo positivo (salirse de algunos lugares a esta altura comunes del nuevo cine de ese país), pero en este caso tiene que ver con cierta tendencia al sadismo y al regodeo que se parece a la producción de muchas otras partes del mundo y no tanto de ese particular polo cinéfilo. Un joven llega a una hacienda en la frontera con Ucrania que acaba de heredar de su abuelo con la idea de venderla lo más pronto posible. Pero los lugareños -varios de ellos empleados de los anteriores dueños- tienen otros planes. La película arranca bastante bien, sostiene la tensión, genera intriga, pero poco a poco cede a la tentación de la violencia gratuita, resulta bastante caprichosa y pierde solidez. Hay, sí, oficio y talento en Mirica, pero el resultado es menos convincente de lo que prometía.
-Uchenik (The Student) (Rusia), de Kirill Serebrennikov ★★½
Tras ser premiado en el Festival de Roma 2006 (Playing the Victim), en el de Locarno 2008 (Yuriev Den) y de haber participado en la Competencia Oficial de la Mostra de Venecia 2012 (Betrayal), Serebrennikov llegó a Cannes con este virtuoso e irritante largometraje narrado con prodigiosos planos-secuencia. El film sigue a un adolescente que tiene un ataque místico y enfrenta al mundo (sobre todo a un profesor de su colegio) apelando a los dictados de la Biblia (los versículos se imprimen en pantalla a cada segundo). Los hallazgos de puesta en escena entran en colisión con unos diálogos muy enrevesados (sobreescritos) y, como cuestionamiento al fanatismo religioso, la violencia juvenil (el bullying escolar, por ejemplo) y la manipulación psicológica resulta demasiado obvio y subrayado.
-Eshtebak (Clash), (Egipto), de Mohamed Diab (Película de apertura) ★★½
Para la apertura de la sección se eligió a este film que tiene un ingenioso recurso narrativo, pero que hace agua en varios otros terrenos. En 2013, en pleno caos social por los enfrentamientos entre seguidores del partido islámico Muslim Brotherhood y los defensores del gobierno militar, se desata en Egipto una feroz represión en las calles. Los protestantes son reprimidos y los prisioneros van a parar a un camión celular de la policía. Toda la película está narrada desde dentro del vehículo (algo así como el tanque en el film israelí Líbano) y la violencia en el exterior se ve desde el interior. Claro que la interacción entre los distintos encarcelados no resulta demasiado lograda, ya que los personajes son muy arquetípicos, representantes de los distintos sectores y minorías de la sociedad escindida, como para presentar una panorámica amplia sobre el estado de las cosas. Así, el valioso dispositivo elegido queda desperdiciado por las simplificaciones, superficialidades y torpezas de los distintos retratos humanos.
Fueron comentadas aparte:
-Hymyilevä Mies (The Happiest Day in the Life of Olli Mäki) (Finlandia), de Juho Kuosmanen. (Gran Premio Un Certain Regard)
-La Tortue Rouge (Red Turtle) (Holanda), de Michael Dudok De Wit (Premio Especial)
-La larga noche de Francisco Sanctis (Argentina), de Francisco Márquez y Andrea Testa (Entrevista).
También compitieron en esta sección:
-Varoonegi (Inversion) (Irán), de Behnam Behzadi
-Voir Du Pays (The Stopover) (Francia), de Delphine Coulin & Muriel Coulin (Premio Mejor Guión)
-Fuchi Ni Tatsu (Harmonium) (Japón), de Fukada Kôji (Premio del Jurado)
-Omor Shakhsiya (Personal Affairs) (Israel), de Maha Haj. Opera prima
-Me’ever Laharim Vehagvaot (Beyond the Mountains and Hills) (Israel), de Eran Kolirin
-Pericle Il Nero (Pericle) (Italia), de Stefano Mordini
-The Transfiguration (EE.UU.), de Michael O’Shea. Opera prima
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