Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Presencia” (“Presence”), película de Steven Soderbergh
Con más de 30 largometrajes y media docena de series en su haber, Steven Soderbergh -quien alguna vez amenazó con un prematuro retiro- no para de filmar. De hecho, en el lapso de 14 días estrenará dos films en las salas argentinas: el thriller de espías Código negro (Black Bag), que llegará el 27 de marzo; y esta historia de fantasmas también escrita por quien en los últimos tres años se ha convertido en su guionista fetiche: David Koepp (el mismo de Kimi).
Presencia (Presence, Estados Unidos/2025). Dirección, edición y fotografía: Steven Soderbergh. Elenco: Lucy Liu, Chris Sullivan, Callina Liang, Eddy Maday, West Mulholland y Julia Fox. Guion: David Koepp. Música: Zack Ryan. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 84 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 125.
Presencia es una película para mostrar en las escuelas de cine: un ejemplo de cómo narrar en concisos 80 minutos netos, en una sola locación (una centenaria y amplia casona debidamente renovada), en plano secuencia y con unos pocos personajes una historia con elementos sobrenaturales, el punto de vista concentrado en una fuerza “fantasmal” y un par de ingeniosas vueltas de tuerca.
La carrera de Soderbergh ha pendulado desde siempre entre proyectos ultraindependientes hechos con mínimos recursos y otros muy ambiciosos con generosos presupuestos. La barata es Presencia, que se hizo con apenas dos millones de dólares (y ya es un buen negocio porque recaudó 10 millones en salas y aún no llegó al streaming) y la cara es la inminente Código negro, con Michael Fassbender y Cate Blanchett, que costó 60 millones.
La presencia a la que alude el título es la de un(a) fantasma que recorre la mansión que el matrimonio de Rebekah (Lucy Liu) y Chris (Chris Sullivan) acaba de comprar para vivir con sus dos hijos ya grandes: Chloe (Callina Liang), que viene de sufrir la muerte de una íntima amiga y se encuentra en pleno duelo; y Tyler (Eddy Maday), un muchacho tan cínico como arrogante y cretino. El quinto ocupante (ocasional) del lugar es Ryan, un amigo de Tyler que está empeñado en seducir a la atribulada Chloe.
Con una cámara subjetiva y en permanente movimiento que funciona a modo de voyeur de lo que ocurre en los distintos ambientes de la casa, Koepp y Soderbergh nos van insinuando y luego mostrando con más detalle situaciones no exentas de miserias y perversiones. Quizás demasiado contenida y “austera” para los cánones del terror contemporáneo que nos suele bombardear con estímulos y golpes de efecto constantes, Presencia no deja de ser un buen (por momentos muy buen) ejercicio narrativo y de estilo que Soderbergh hizo con pocos dólares, pero mucho virtuosismo y amor por el cine de género.
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