Críticas
Cae la noche en Bucarest, de Corneliu Porumboiu
A filmar que se acaba el cine
El talentoso director de Bucarest 12:08 (2006), Policía, adjetivo (2009) y figura clave del nuevo cine rumano narra las desventuras afectivas, laborales y médicas de un director neurótico, insatisfecho y bastante egocéntrico, autoritario y manipulador que está en pleno rodaje y mantiene un romance con una de sus actrices. Lo que en principio parecía servido para un ego-trip, una mirada autoindulgente y narcisista, se convierte gracias a la capacidad irónica y la austeridad de Porumboiu en un film tan inteligente como incómodo y provocador.
Cae la noche en Bucarest (Când se lasa seara peste Bucuresti sau metabolism, Rumania-Francia/2013). Guión y dirección: Corneliu Porumboiu. Con Bogdan Dumitrache, Diana Avramut y Mihaela Sirbu. Fotografía: Tudor Mircea. Edición: Dana Bunescu. Diseño de producción: Mihaela Poenaru. Distribuidora: Zeta Films. Duración: 89 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 16 (Cinemark Palermo, Village Recoleta, Atlas Patio Bullrich, Arte Multiplex Belgrano, Multiplex Belgrano, Showcase Belgrano, Cinema City General Paz, Lorca, BAMA Cine Arte, Arteplex del Parque, Showcase Norte, Cinema Paradiso de La Plata, Showcase de Córdoba, Dinosaurio Km 20 de Córdoba, Cines del Centro de Rosario y América de Santa Fe).
No apto para cultores del “en esta película no pasa nada”, el tercer largometraje del notable director de Bucarest 12:08 (2006) y Policía, adjetivo (2009) es una carta de amor al cine y a una mujer (una actriz), un ensayo sobre la neurosis de un director y sobre las inseguridades propias de todo proceso creativo.
Con ese rigor, experimentalidad y virtuosismo (que jamás cae en el regodeo) tan propios del nuevo cine rumano, Cae la noche en Bucarest está construida en apenas17 planos-secuencia que suman 89 minutos con largos diálogos entre los dos protagonistas (el realizador y su amante/musa inspiradora), aunque en algunos pasajes aparecen también un par de personajes secundarios (la productora del film que se está rodando y otro director).
A Paul (Bogdan Dumitrache) le quedan dos semanas de rodaje y se siente insatisfecho con el material conseguido hasta el momento. Mantiene un affaire con Alina (Diana Avramut), una actriz secundaria que -a medida que avanza la relación afectiva- va ganando espacio en la trama de ficción. El la quiere filmar desnuda, pero ella no está convencida de que “esté justificado”.
Paul es un fumador empedernido, alguien que come y bebe (alcohol, café) en demasía y, para colmo, a sus excesos le agrega una faceta hipocondríaca: cree estar somatizando en su cuerpo los conflictos mentales que le genera la producción y está convencido de tener una úlcera, aunque según el diagnóstico lo suyo es apenas una gastritis.
En las largas y fascinantes escenas del film (varias de ellas trabajadas con planos fijos o dentro de un auto), este ser bastante egocéntrico, autoritario, inmaduro, mentiroso y manipulador expone su visión sobre el cine (la muerte del fílmico, el imperio del digital y los cambios en el concepto de lo que fue, es y será una película) o su obsesiva búsqueda de la credibilidad y el naturalismo en su obra, aunque también se sumerge en otras cuestiones como las diferencias entre la cocina oriental y la occidental o cómo sería vivir en Francia.
No es difícil ver en Paul una suerte de alter-ego del propio Porumboiu, pero lo que en principio parecía servido para un ego-trip, una mirada nostálgica, autoindulgente y narcisista se convierte gracias a la capacidad irónica y la austeridad del director en un film tan inteligente como incómodo a la vez, que excede el mero marco del cine-dentro-del-cine y que se sostiene con las herramientas más puras de la narración.
Una oda cinéfila (hay citas explícitas a Michelangelo Antonioni pero con irrupciones absurdas que remiten sobre todo a los films de Hong Sang-soo) sin artificios (mucha luz natural, no hay música que distraiga o subraye emociones) y con mucha sensibilidad, creatividad y talento.
Aquí se puede leer una nota sobre este y otro reciente film de Porumboiu, The Second Game, exhibidos durante el último BAFICI.
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<p>La vi ayer, pero hasta hoy no me abandonò. Continuè rumiando algunas escenas, especialmente la que ambos protagonistas estan cenando y se acerca a saludarlos otro director de cine.</p> <p>Creo que es una secuencia fascinante que resume el talento y el encanto del estilo narrativo de Porumboiu.</p> <p>Aqui brilla no solo la actuacion, sino el trazado psicologico de los personajes, sus inseguridades y anhelos asordinados y el plus del encanto de la actriz, con pequeñisimos detalles e inflexiones de voz que auguran dificultades futuras en la relaciòn.</p> <p>Creo que es una larga escena para degustar y seguramente estarà presente en el resumen final del año.</p>
<p>Como algunas canciones de Daniel Melero o algunas recetas macrobióticas, esta película tiene los ingredientes mínimos para sostener la obra sin que se deshaga. Eso es habilidad. Y qué buen actor el protagonista masculino.</p>
<p>Me gustó mucho, aunque menos que las dos anteriores de Porumboiu, enorme director. Es para disfrutar en plan cinéfilo en medio del Mundial.</p>
<p>Una especial y diferente película. Toda una experiencia para un espectador común. Me atrajo y me expulsó por momentos, pero me gustó.-</p>
<p>Parece que en materia de metodos narrativos estuviera todo inventado, pero siempre aparecen autores -ya lo demostrò Paramboiu en sus dos obras anteriores estrenadas aqui- que construyen relatos relajados, delicados y calmos en la superficie, pero cargados de tensiones, significados y hasta coletazos de humor imprevisible.</p> <p>Me parece que se trata de una obra casi de càmara y que necesita de espectadores àvidos de escaparle a lo convencional. En ese sentido, habrà quien saldrà puteando y otros relamiéndose de placer.</p>