A los 78 años murió el mítico director argentino Hugo Santiago

Discípulo de Robert Bresson, filmó un clásico de clásicos como Invasión (1969), Las veredas de Saturno (1986) y su despedida con El cielo del centauro (2015).

Si bien vivió buena parte de su 78 años en París, pocos artistas fueron más porteños que Hugo Santiago (Muchnik). El tango, la tradición barrial y la geografía de la ciudad lo acompañarían por siempre, más allá de radicarse desde joven en la capital francesa, donde murió este martes 27 de febrero.

Estudió filosofía y literatura en la Universidad de Buenos Aires, donde conoció a Jorge Luis Borges. En 1959, con apenas 19 años, fue becado por el Fondo Nacional de las Artes para una investigación en la Cinemateca Francesa de Henri Langlois. Así, viajó a París, donde durante siete años fue asistente y luego discípulo de Robert Bresson (participó incluso en el rodaje de El proceso de Juana de Arco en 1962).

Regresó a fines de la década de 1960 a Buenos Aires y, tras los cortos Los contrabandistas (1967) y Los taitas (1968), filmó Invasión, con guión original del propio Borges y Adolfo Bioy Casares y estrenado en la apertura de la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes que había nacido justo en medio de la explosión de Mayo del '68.




Aquella historia de tintes fantásticos ambientada en una Buenos Aires rebautizada como Aquilea (con locaciones reconocibles como la Costanera o la cancha de Boca) y con un elenco encabezado por Lautaro Murúa, Olga Zubarry, Juan Carlos Paz, Martín Adjemián, Roberto Villanueva y Lito Cruz se convirtió en película de culto para varias generaciones (proponía una mixtura entre el cine clásico y la nouvelle vague) y la copia restaurada que circuló por festivales en los últimos años permitió ser redescubierta por nuevos cinéfilos de todo el mundo.

La sinopsis escrita por Borges decía: "Invasión es la leyenda de una ciudad, imaginaria o real, sitiada por fuertes enemigos y defendida por unos pocos hombres, que acaso no son héroes. Lucharán hasta el fin, sin sospechar que su batalla es infinita". La frase de cierre, que se escucha incluso después de la palabra FIN, es legendaria: "Ahora la resistencia empieza. Ahora les toca a ustedes, los del Sur". Y la Irene de Olga Zubarry empieza a repartir armas entre los pocos combatientes que quedan. 

Sobre su colaboración artística con Borges Hugo Santiago explicó: "Primero propuse el tema; la trama fue elaborada por Borges y Bioy Casares. Luego, a partir de esa línea argumental, creí que iba a trabajar solo en el guión. Sin embargo, nuevamente encontré una colaboración impensada y maravillosa en Borges. Trabajé espléndidamente con él. Tenía una visión anticipada de los hechos; concebía en términos cinematográficos y eso facilitó la labor. Era, contrariamente a lo que se pueda creer, muy accesible a las objeciones y a las sugerencias. Tenía una captación rápida y se ponía muy pronto en condiciones de seguir trabajando sobre un esquema recién modificado. Fue una larga tarea de ocho meses, de sucesivos carteos (durante un tiempo Borges estuvo en Norteamérica y yo en Europa). Fue una colaboración constante, donde él hizo un gran esfuerzo para comprender el tipo de escritura de imagen, la deseada comunicación con el espectador. Fue un trabajo estructural, donde situaciones, personajes y diálogos nacían a veces de una visión ya corpórea de lugares, movimientos de cámara y encuadre".

Tras Los otros / Les autres (1974), también con guión de la dupla Borges-Bioy y estrenada en medio de fuertes controversias en la Competencia Oficial de Cannes; y El juego del poder / Écoute voir (1979), con Catherine Deneuve como una detective lesbiana, Sami Frey y Anne Parillaud, Santiago rodó en 1986 la segunda entrega de la saga de Aquilea, Las veredas de Saturno, con colaboración de Juan José Saer y Jorge Semprún, y con el bandoneonista Rodolfo Mederos como protagonista y compositor de la música original. Se estrenó en el Festival de San Sebastián.




En el resto de la década de los '80 y en los '90 dirigió varios telefilms (Électre, La fable des continents, La vie de Galilée, Maurice Blanchot) hasta que en 2002 presentó el film noir El lobo de la costa oeste / Le loup de la côte Ouest, con James Faulkner, Anna Mouglalis, Gérard Watkins y Louis-Do de Lencquesaing.

Pasarían 12 años hasta que regresó a Buenos Aires para rodar El cielo del centauro, largometraje de ficción coescrito con Mariano Llinás y protagonizado por Malik Zidi, Romina Paula, Roly Serrano y Carlos Perciavalle, que abrió el BAFICI 2015. Durante esa filmación varios de sus discípulos y admiradores de la FUC (incluidos los codirectores Ignacio Masllorens y Estanislao Buisel Quintana) rodaron el documental / ensayo El teorema de Santiago, sobre aquella vuelta a los sets y su forma tan particular de entender el cine.

En los último tiempos coqueteó con insistencia con el proyecto de cerrar la trilogía de Aquilea con Adiós. "En ese guión trabajé unos cinco o seis años. Pero es una película enorme, que va a demandar unos tres meses de rodaje y que no es de producción sencilla", decía en 2013. No llegó a concretarla, aunque queda su valiosa obra como testamento fílmico de un director tan personal como influyente.