Críticas
Estreno en cines
Crítica de “Los Roses” (“The Roses”), película de Jay Roach con Olivia Colman y Benedict Cumberbatch
Esta remake de La guerra de los Roses (1989), exitosa comedia negra de Danny DeVito con Michael Douglas y Kathleen Turner, es un vehículo aceptable pero previsible para el lucimiento de sus dos cotizados protagonistas.
Los Roses (The Roses, Estados Unidos/2025). Dirección: Jay Roach. Elenco: Olivia Colman, Benedict Cumberbatch, Andy Samberg, Kate McKinnon, Allison Janney, Belinda Bromilow, Ncuti Gatwa, Sunita Mani, Zoë Chao y Jamie Demetriou. Guion: Tony McNamara, basado en la novela de Warren Adler y en la película de 1989. Fotografía: Florian Hoffmeister. Música: Theodore Shapiro. Edición: Jon Poll. Distribuidora: Disney (Searchlight Pictures). Duración: 105 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Con películas como Austin Powers (1997), Alaska ardiente (1999), Austin Powers, casi un agente secreto (1999), La familia de mi novia (2000), Austin Powers 3 (2002), Los Fockers: La familia de mi esposo (2004), Una cena para tontos (2010), Locos por los votos / The Campaign (2012), Regreso con gloria / Trumbo (2015) y El escándalo / Bombshell (2019), Jay Roach se consolidó como uno de esos profesionales ("artesano" es un término típico de la industria que le sienta bien) capaces de hacer sobre todos comedias populares y eficaces: jamás podría ser definido como un autor y de hecho casi siempre trabaja sobre materiales ajenos y no le hace asco a secuelas ni remakes, pero suele estar a la altura de las exigencias.
Y en ese contexto se ubica esta actualización, 36 años más tarde, de La guerra de los Roses, aquella despiadada sátira sobre el matrimonio basada en la novela publicada en 1981 por Warren Adler. Y Roach hace lo que sabe (y le piden): que construya un ambiente, un contexto y un mecanismo narrativo para que se luzcan las dos estrellas de turno: Olivia Colman y Benedict Cumberbatch.
Todo comienza con una sesión de terapia de pareja en la que queda claro (para la psicóloga también) que el matrimonio entre Ivy y Theo Rose no es precisamente un dechado de armonía y buenos modales. Y, a partir de ese punto de partida, nos remontaremos hacia el idílico inicio de la relación en la universidad, los promisorios años de una pareja en apariencia perfecta, con hijos encantadores, y un punto de inflexión en el que aquella historia de amor se convierte en otra de odios y se desata una involución sin límites que los llevará a crecientes duelos marcados por el revanchismo y la crueldad.
Ivy siempre ha tenido talento para cocinar pero nunca ha podido desarrollarlo en el terreno comercial. Theo es un exitoso arquitecto, hasta que... una de sus más ambiciosas obras, un museo náutico en San Francisco, se derrumba, el video se viraliza y su carrera queda en el olvido. Con el dinero de Theo, Ivy abre un restaurante de mariscos con vista al mar que se convertirá en todo un suceso. Luego, una vez caído en desgracia, Ivy podrá diseñar y construir la casa de sus sueños con los aportes de Ivy. Lo que podría haber sido un generoso intercambio de recursos en momentos en que uno pasa por un mejor presente profesional que el otro se convierte en un festival de celos, envidias, resentimientos y competencias implacables.
Uno de los problemas de Los Roses es que está tan concentrada en el lucimiento de Colman y Cumberbatch que queda muy poco margen para que muy buenos interpretes secundarios como Kate McKinnon, Andy Samberg, Allison Janney, Belinda Bromilow, Ncuti Gatwa, Sunita Mani, Zoë Chao y Jamie Demetriou encuentren posibilidades de trascender el lugar accesorio y prescindible que el guion les asigna solo para potenciar algunas actitudes y accionares de la pareja central.
Más allá de los picos macabros que de a ratos irrumpen en la propuesta, Los Roses nunca pierde su tono ligero y hasta simpático y lúdico, incluso cuando sus dos antihéroes son capaces de cometer las peores de las afrentas (el uso de la canción Happy Together, de The Turtles, al inicio y al final sirve como contrapunto irónico). El tono es tan farsesco y exagerado, con tantos guiños cómicos hacia el espectador, que resulta imposible que la ubiquemos dentro del tan mentado y denostado cine de la crueldad. Sí, Ivy y The pueden por momentos parecer (ser) verdaderos monstruos, pero en el fondo también tienen algo magnético e irresistible. El morbo y el humor negro se combinan, por lo tanto, para que podamos disfrutar incluso de las peores maldades de este mundo.
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No me gustan ninguno de los doS. En la original un Michael Douglas y katleen Turner fueron bellos y jóvenes. Hubiera funcionado con otra pareja de impacto.