Críticas

Estreno en cines y luego en streaming

Crítica de “Madres paralelas”, de Pedro Almodóvar, con Penélope Cruz

Tras su estreno en 34 salas de la Argentina -donde superó los 15.000 espectadores en dos semanas-, la nueva película -bella y dolorosa a la vez- del creador de Matador, ¡Atame!, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre, Hable con ella, Volver y Dolor y gloria está disponible en Netflix desde el viernes 18 de febrero junto a otra docena de sus films. Una historia de maternidades, pero también con otras múltiples reminiscencias, connotaciones y alcances que expone la exquisita madurez de un Almodóvar como virtuoso director de orquesta. Con su actriz-fetiche Penélope Cruz, pero también con los aportes de Milena Smit, Aitana Sánchez-Gijón, Julieta Serrano y Rossy De Palma, el realizador español regresa a su universo predilecto: el femenino.

Estreno 03/02/2022
Publicada el 01/02/2022

Madres paralelas (España/2021). Guion y dirección: Pedro Almodóvar. Elenco: Penélope Cruz, Milena Smit, Israel Elejalde, Aitana Sánchez-Gijón, Julieta Serrano y Rossy De Palma. Fotografía: José Luis Alcaine. Edición: Teresa Font. Diseño de producción: Antxon Gómez. Música: Alberto Iglesias. Duración: 123 minutos. Salas (primera semana): 34. Cinemark Palermo, Hoyts Abasto, Hoyts Dot, Showcase Belgrano, Multiplex Belgrano, Multiplex Cabildo, Atlas Alcorta, Atlas Patio Bullrich, Cinema Devoto, Lorca, Cinemark Caballito, Cinemark Puerto Madero, Hoyts Unicenter, Showcase Norcenter, Showcase Haedo, Multiplex Pilar Atlas Nordelta, Cinema Adrogué, Cinema City (La Plata), Cinema Paradiso (La Plata), Paseo Aldrey (Mar del Plata), Cines Del Paseo (Mar del Plata, Cinemark Santa Fe, Hoyts Rosario, Showcase Rosario, Cines Del Centro (Rosario), América (Santa Fe), Belgrano (Rafaela), Hoyts Patio Olmos, Showcase Córdoba, Cinemark Mendoza, Nave Cultural (Mendoza), Cinemark Neuquén y Hoyts Salta. Disponible en Netflix desde el viernes 18 de febrero.



Una fotografía de un pueblo, tomada desde sus afueras. En un campo, para ser más precisos, rodeado de unos árboles que están floreciendo. Una imagen luminosa, colorida, cuidadosamente encuadrada; una combinación que debería despertar un fuerte sentimiento de calma… pero que, no obstante, también agita. De repente, alguien activa el zoom y dirige nuestra mirada hacia la tierra. Hacia un suelo bajo en el cual se esconden secretos, vergüenzas, terrores y heridas que aún no han podido sanar.

Aquí, en realidad, hay gente enterrada. Mal enterrada, debe aclararse. Salimos de la imagen y descubrimos que estamos en Madrid, en el año 2016, o sea, que Mariano Rajoy aún no ha tenido que abandonar la presidencia del Gobierno de España a causa de los incontables casos de corrupción en los que se ahoga su partido. Pero esta historia no trata sobre los escándalos del presente (por mucho que, en una de las primeras escenas, un personaje clame literalmente al cielo por las nulas partidas de dinero público destinadas a indagar en la memoria histórica), sino que intenta poner orden en el pasado para iluminar ese futuro en el que vamos a tener que convivir.

En algún momento de Madres paralelas la narración mezcla los tiempos. Janis, coprotagonista de esta historia, se maquilla delante de un espejo, en una escena lo suficientemente larga como para que nos dé tiempo a apreciar el rojo intenso del jersey que lleva puesto. Entonces alguien llama a la puerta, y ella se va, pero cuando está en el pasillo, viste de azul. No por un error de raccord, sino porque la acción ha decidido recular un par de años, hasta el momento preciso en que Janis se disponía a recibir a alguien en su departamento.

A través de un guion rico en giros argumentales abruptos y de un montaje con predilección por la elipsis, Almodóvar entrelaza líneas temporales, pero sobre todo retuerce esos lazos de sangre con los que se construyen (o más bien se construían) las familias. Ahora Janis está en el hospital porque está a punto de dar a luz, y allí mismo, antes de entrar en el quirófano, conoce a Ana, quien se encuentra en la misma situación. La primera, esto sí, tiene 40 años; la segunda, es menor de edad. A las puertas de la maternidad (sin padre a la vista), surge la hermandad; un vínculo inter-generacional irrompible.



Con ello, Almodóvar habla del origen de la vida, claro, pero también de su fin. Y, con esto, capta los azares con los que el destino expresa su voluntad, pero por encima de todo incide en el factor humano que puede poner orden entre tanto -cruel- capricho. A pesar de todas las lágrimas vertidas a lo largo de esta función, queda siempre el regusto de una bondad que calienta, que reconforta y que, ahora sí, tranquiliza. Dicha sensación es omnipresente y empieza a calar a través de un estilo cinematográfico que desde hace ya mucho tiempo se encuentra en un estado de madurez exquisito.

El director manchego se reivindica una vez más como maestro (de orquesta) absoluto en su impagable labor de coordinación de todas las piezas que tiene a su disposición. Porque nadie sabe jugar mejor con las partituras de Alberto Iglesias, nadie sabe exprimir como él la paleta de colores de José Luis Alcaine, y por supuesto, no hay nadie que se entienda mejor con Penélope Cruz, ni con Rossy de Palma, ni seguramente con Milena Smit. Niñas, chicas, señoras, madres, artistas, cocineras, editoras… mujeres. El universo femenino almodovariano sigue cargándose de buenas razones, aparte de la siempre esperable sensibilidad afinada en la escritura de personajes y de la excelsa dirección de actrices.

Un pendiente, un vestido, un interior en el que la abundante cantidad detalles no carga a la vista (al contrario), un plano cenital de un teclado de ordenador, unos fogones que huelen al aceite con el que se han preparado croquetas y una jugosa tortilla de patatas, un “adiós” que se pronuncia justo antes de un fundido a negro… que nos permite a nosotros despedirnos de la escena en la que nos encontramos. Todo se traduce en fiesta para los sentidos; en una celebración del buen gusto fílmico. Pero es que, además, Almodóvar nos invita a ir más allá de esta extremadamente placentera superficie.

Hay que cavar muy hondo en el suelo para llegar a la verdad, para entender el por qué de esa mirada turbia, o de esa contestación aparentemente fuera de tono. La historia de Madres paralelas avanza decididamente hacia la resolución de las dudas y conflictos que va encontrando por el camino. Almodóvar consigue superar estos obstáculos pronunciándose con valentía en temas (de la esfera política y social) que, desgraciadamente, llaman a la polarización. Pero cada alegato lo hace para buscar a lo mejor no el consenso, pero sí la concordia. Del mismo modo, el melodrama íntimo se abraza con la tragedia nacional. Y es bello y doloroso al mismo tiempo. Mucho. Como debe ser.


Más información:

Netflix suma casi toda la fimografía de Almodóvar


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COMENTARIOS

  • 21/02/2022 14:10

    Una muestra mas de la lenta, pero indefectible, declinación de Almodóbar. Sus escenas, diálogos, que eran tan inéditos en los 80 y parecían tan geniales, ya no lo son.

  • 1/02/2022 14:56

    Reproduzco comentario realizado en Festival de Mar del Plata Después de la extraordinaria DOLOR Y GLORIA, el gran Pedro Almodóvar no se rinde y sigue con el talento intacto, sorprendiendo una vez más a los espectadores. Aquí decide volver a la temática femenina con una película muy dura con una trama donde hay saltos de tiempo manejados con maestría en una historia atrapante. El inicio muestra que no es una película más porque habla de los 100 mil desaparecidos que hubo en la guerra civil española y la lucha de sus descendientes por encontrar sus cuerpos que se hallan enterrados en fosas comunes. Así aparece Janis (Penélope Cruz) una fotógrafa de casi 40 años que en busca de los restos de su bisabuelo tiene una relación sentimental con un arqueólogo del que queda embarazada. Luego hay un salto de tiempo hacia una clínica donde una adolescente de 17 años llamada Ana (Milena Smit) comparte la habitación con Janis y las dos terminan siendo madres solteras y guardan una relación amistosa después de ser madres. La historia continuará con sus idas y vueltas, desarrollando varios temas como la maternidad biológica y la función materna, las mentiras piadosas que se convierten en verdades dolorosas, las diferencias generacionales y por sobre todas las cosas está la lucha por la verdad y la identidad. Grandes actuaciones de Penélope Cruz y Milena Smit en una excelente película que merece cosechar varios premios (9/10)

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