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Crítica de “Natalie Wood: Aquello que persiste”, documental de Laurent Bouzereau (HBO)
En su primera mitad se trata de un atractivo tributo a la brillante actriz fallecida con apenas 43 años; en la segunda, un mero intento por “limpiar” la figura de Robert Wagner, principal sospechoso para aquellos que sostienen la teoría de que no se trató de un accidente.
Natalie Wood: Aquello que persiste (Natalie Wood: What Remains Behind, Estados Unidos/2020). Dirección: Laurent Bouzereau. Fotografía: Sean Hill, Travers Jacobs, Toby Thiermann y Steven Wacks. Edición: Jason Summers. Música: Jeremy Turner. Duración: 100 minutos. Estreno en HBO (martes 12, a las 20) y disponible también en plataformas de streaming como HBO Go, Cablevisión Flow y Movistar Play.
Experto en realizar “making of” (esos detrás de escena o extras que solían figurar en los DVD y Blu-ray), Laurent Bouzereau se especializó sobre todo en la carrera de Steven Spielberg. Ahora, Amblin (compañía del director de Tiburón) fue la responsable de esta producción para HBO y este director de origen francés, pero con larga y prolífica trayectoria en los Estados Unidos, fue el encargado de darle forma este proyecto sobre Natalie Wood.
Lo de “encargo” y “darle forma” no es antojadizo, ya que no hay nada autoral en este documental que, antes incluso que un tributo a la mítica actriz (que lo es), resulta un vehículo para que cierto sector de la familia dé su visión de los hechos (básicamente de la muerte) y desacredite las otras versiones (que son citadas muy tangencialmente y sin darles demasiada entidad).
Hagamos un breve repaso: Natalia Nikolaevna Zakharenko (más conocida por su nombre artístico Natalie Wood) era una hija de inmigrantes rusos que comenzó en la industria del cine como niña prodigio (con menos de 5 años ya actuaba con asiduidad en los sets), antes de los 30 ya había conseguido tres nominaciones a los premios Oscar por Rebelde sin causa (1955), de Nicholas Ray; Esplendor en la hierba (1961), de Elia Kazan; y Desliz de una noche (1963), de Robert Mulligan; fue una de las actrices más bellas, talentosas y populares de Hollywood, tuvo múltiples romances con famosos (Warren Beatty, por ejemplo), un matrimonio con Richard Gregson (1969-1972) y se casó dos veces con otra estrella de la época como Robert Wagner (1957-1962 y 1972-1981). Tuvo dos hijas, una con Gregson (Natasha Gregson Wagner) y otra con Wagner (Courtney Wagner).
Los datos, por supuesto, se pueden encontrar en Wikipedia u otros portales de Internet, pero vienen al caso porque es la también actriz Natasha Gregson Wagner (tenía 11 años cuando su madre murió) quien protagoniza el documental en el triple rol de narradora, de entrevistadora y por momentos también de entrevistada. El mayor metraje se lo lleva la charla con su padrastro Robert Wagner (“Daddy Wagner”, lo llama), que hoy tiene 90 años pero mantiene una lucidez y memoria prodigiosas. Acusado por no pocos de haber sido el responsable de la muerte de Wood el 29 de noviembre de 1981 (cuando ella tenía apenas 43 años), Wagner sale claramente fortalecido en su relato de los hechos luego de este documental.
La primera mitad es un panegírico, una exaltación de su carrera, su constante ascenso, la inteligencia para manejar su trayectoria (en el caso de Bob & Carol & Ted & Alice, de Paul Mazursky, no solo recibió un salario de 250.000 dólares sino que se reservó un 10% de las ganancias, que fueron importantes), sus múltiples logros artísticos y sus buenas dotes como esposa y madre. Una mujer común (y por eso mismo generadora de identificación, empatía y muy querible) con una vida extraordinaria y un final muy trágico y controvertido.
Si en esa primera mitad (sobre todo por unos cuantos hallazgos del material de archivo), Natalie Wood: Aquello que persiste es un correcto y en ciertos pasajes fascinante documental inscripto con un formato convencional dentro del esquema del tributo (la celebran no solo sus familiares sino también estrellas como Robert Redford, George Hamilton y Mia Farrow); en la segunda, entra en terrenos más pantanosos (digamos de un E! True Hollywood Story) con resultados ambivalentes. Por un lado, alcanza momentos de indudable sensibilidad y emoción con la intensidad de algunos recuerdos y confesiones; por el otro, luce demasiado controlado, calculado, sobre todo a la hora de exponer los hechos de aquella noche trágica en la que Wood, Wagner y Christopher Walken (con quien ella se encontraba filmando Brainstorm) estaban a bordo del yate The Splendor frente a la isla de Catalina. La versión oficial fue que ella cayó al agua y la autopsia determinó que en su cuerpo se encontraron importantes dosis de alcohol y pastillas. Otras, en cambio, culparon a un ataque de celo de Wagner por un supuesto romance entre Wood y Walken.
En una decisión bastante cuestionable, el film prácticamente omite que el caso fue reabierto en 2011, cuando el capitán del barco, Dennis Davern (la cuarta persona a bordo), culpó directamente a Wagner. ¿Accidente? ¿Suicidio? ¿Femicidio? Las cartas de Natasha Gregson Wagner -la principal responsable del proyecto- quedan expuestas sobre la mesa. Las dudas, parafraseando al título, son aquello que persiste.
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No puedo estar más de acuerdo con su diagnostico de este documental. No aporta nada nuevo, ya que la única intención de la hija de Natalie Wood, Natasha, es lavar la imagen de su padrastro Robert Wagner (Yo no sé si tuvo algo que ver en la muerte de su esposa). Puede ser que la avanzada edad (90 años) de Robert, haya influido en la realización del documental, claramente parece que Natasha no da crédito a que este caso sea al menos más que dudoso.