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Crítica de “R.M.N.”, de Cristian Mungiu (Competencia Oficial) - #Cannes2022
Ganador de la Palma de Oro en 2007 con 4 meses, 3 semanas, 2 días y premiado luego por Más allá de las colinas en 2012 y por Graduación en 2016, el director rumano regresó a Cannes con un explosivo film sobre la xenofobia en su país.
R.M.N. (Rumania-Francia-Belgica/2022). Guion y dirección: Cristian Mungiu. Elenco: Marin Grigore, Judith State, Macrina Bârlădeanu, Orsolya Moldován, Andrei Finți, Mark Blenyesi y Ovidiu Crișan. Fotografía: Tudor Vladimir Panduru. Edición: Mircea Olteanu. Duración: 127 minutos.
El comienzo de R.M.N. hace presagiar lo peor: Matthias (Marin Grigore), un rumano de origen gitano, trabaja en un matadero alemán y en la primera escena vemos decenas de animales con cabezas cortadas, vísceras y sangre. Pero, por suerte, el film cambiará de rumbo, ambiente, aunque no necesariamente de tono: se trata de una mirada impiadosa y desoladora sobre el estado de las cosas en un pueblo de ese país.
Matthias regresa a su casa, pero vemos que la relación con su esposa Ana (Macrina Bârlădeanu) está definitivamente quebrada, que tiene un pequeño hijo Rudi (Mark Blenyesi) y una amante, Csilla (Judith State), que dirige una fábrica de pan.
Los conflictos económicos se mezclan con los étnicos. En la zona viven, por supuesto, rumanos, pero también alemanes y húngaros. Como los locales no quieren cumplir determinados trabajos porque consideran que la paga es demasiado baja, la panificadora aprovecha unas ayudas de la Comunidad Europea para contratar empleados de, por ejemplo, Sri Lanka. El malestar de los lugareños va en aumento y termina de explotar en una asamblea comunitaria que Mungiu filma de forma magistral durante 17 minutos.
Esa larga y airada discusión podría ser parte de una película de Ken Loach, pero Mungiu trabaja también el contexto (el pueblo y los bosques circundantes), la presencia constante de todo tipo de animales y la tensión entre los distintos personajes de una manera mucho más espesa y orgánica, exponiendo así el fuerte grado de deterioro, la pérdida de la empatía y el humanismo, mientras aflora el odio y la xenofobia. Inspirado en un caso real ocurrido en 2020 en el pueblo de Rimetea en Transilvania, Mungiu logra en M.R.N. concentrar en ese micromundo una sensación de malestar y derechización que podemos apreciar hoy en casi todas partes.
Csilla -el personaje más racional en medio de la locura reinante- se pasa interpretando con su violonchelo el Yumeji’s Theme que supimos disfrutar en Con ánimo de amar. Son breves irrupciones de arte y belleza dentro de un universo que se degrada, se corrompe y se derrumba sin que aún sepamos dónde está el fondo.
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La Quinzaine eligió como film de cierre esta ópera prima que ya había tenido buena recepción en el Festival de Sundance, donde ganó el premio a Mejor Guion.
El director rumano Christian Mungiu (n.1968) representa una renovación dentro del cine social proveniente del este europeo. Así se hizo famoso en el 2007 al ganar la Palma de Oro con la excelente película 4 MESES, 3 SEMANAS Y 2 DÍAS donde unía un relato dramático donde una mujer tomaba la decisión de interrumpir su embarazo con el contexto opresivo de una dictadura en Rumania en la década de 1980. Ahora se basa en una historia real que sucede poco antes de la pandemia en Transilvania. El punto de partida es el de un hombre llamado Matthías(buen trabajo de Marín Grigore) que toma la decisión de regresar de Alemania donde vive miserablemente y es malttaado a su pueblo natal donde su viven su ex mujer con su hijo y su ex novia Csila (excelente trabajo de la actriz Judith State). Cómo es ese retorno a su lugar de origen es la pregunta a la que Mungiu busca respuestas en la primera mitad de la película donde se advierte que el personaje de Csila empieza a tener un protagonismo creciente a partir de ser la responsable de dirigir una fábrica en donde contratan trabajadores que vienen de Äfrica a un salario mínimo, por menos de lo que cobraban los nativos Hacia la mitad de la película estalla el gran conflicto cuando en el pueblo quieren echar a los trabajadores inmigrantes desencadenándose hechos de violencia. Lo mejor de la película se encuentra en la segunda parte aunque Mungiu no termina bien del todo la en el tratamiento de los problemas personales de Matthías. Más allá de algunos reparos R.M.N es una película que merece verse y debatirse (7/10)