Críticas

Francofonía, de Alexander Sokurov

Otra noche en el museo

A 13 años de haber rodado la magnífica El arca rusa en el Hermitage de San Petersburgo, el director ruso filmó en otro museo (en este caso el mítico Louvre de París) para un lúcido y bello ensayo sobre las relaciones entre el arte y el poder. El creador de Madre e hijo, Moloch, Taurus, Padre e hijo, El sol y Fausto consigue un fascinante híbrido que salta del documental a la reconstrucción de época y de allí al poema visual. Un estreno para no dejar pasar en el circuito comercial.

Estreno 26/05/2016
Publicada el 22/05/2016

Francofonía (Francia-Alemania-Holanda/2015). Guión y dirección: Alexander Sokurov. Elenco: Louis-Do de Lencquesaing, Vincent Nemeth, Benjamin Utzerath, Johanna Korthals Altes, Jean-Claude Caër y Andrey Chelpanov. Fotografía: Bruno Delbonnel. Música: Murat Kabardokov. Edición: Hansjörg Weißbrich . Distribuidora: CDI Films. Duración: 88 minutos. Apta para todo público. Salas: 12.



¿Que sería de Francia sin el Louvre? ¿Y de Rusia sin el Hermitage?”, pregunta la persistente voz en off de Alexander Sokurov mientras nos guía por su nueva y laberíntica película, Francofonía, presentada en la sección oficial del Festival de Venecia 2015. Trece años después de rodar El arca rusa en el Hermitage de San Petersburgo, el cineasta ruso vuelve a mostrar las entrañas de un museo, concretamente el corazón del Louvre.

En esta ocasión, el ganador del León de Oro por Fausto define este mausoleo del arte como un símbolo de la identidad francesa: su oda al país galo es ante todo una obra sobre la historia y el nacionalismo galo. Para ser más exactos, Francofonía deviene un ensayo sobre la relación entre el arte y el poder filmado a través de la alternancia entre dos de las mejores facetas de su director: la revisión (crítica) de un episodio histórico y sus fábulas de ensoñación. Se trata de una deslumbrante obra híbrida, que constantemente varía su lenguaje cinematográfico, saltando del género del documental sobre arte a una composición próxima al poema visual.

Por otro lado, Sokurov no concentra su mirada en las colecciones exhibidas en el Louvre, como si ocurría en National Gallery. A diferencia del documental de Frederick Wiseman –autor que también presentó su nueva obra de no-ficción, In Jackson Heights, en Venecia–, Sokurov retrata este templo de la cultura sin distraerse demasiado en la filmación de pinturas o esculturas.





Por otra parte, este film-ensayo da comienzo en el estudio del realizador; quien mantiene una conversación por Skype con un capitán de un buque que parece estar a punto de ser engullido por las olas. Seguidamente, aparecen una serie de fotografías de Tolstoi y Chéjov; dos personajes que marcaron el inicio del siglo XX, y que el narrador utiliza para introducir una descripción sobre el París de principios de siglo. Poco a poco, la hipnótica y cautivadora fotografía de Bruno Delbonnel nos sitúa en la capital francesa cuarenta años después; es decir, durante la ocupación alemana.

La última proeza del director de Madre e hijo ficcionaliza un encuentro forzado entre dos personalidades enfrentadas por motivos políticos y aliadas por fines artísticos. Francofonía muestra el acuerdo entre Jacques Jaujard (quien fuere director del Louvre en 1940) y Franziskus Wolff-Meeternich (oficial responsable de la gestión cultural en el Tercer Reich).

Tras un periodo caótico, en el que el museo había sufrido saqueos intencionados para salvaguardar sus tesoros, ambos hombres de ideologías opuestas unieron sus fuerzas para reestructurar el orden y encontrar los bienes perdidos. Sin embargo, cabe señalar que Sokurov no pretende redimir al miembro de la SS por su labor de mecenazgo. Más bien, el cineasta pone de manifiesto la mentalidad hipócrita de los nazis: quienes resguardaron el Louvre, mientras bombardeaban y destruían centenares de ciudades europeas.




COMENTARIOS

  • 2/06/2016 12:25

    La película es brillante, pero si no sabés francés Y ruso, perdiste. Los subtítulos de la versión que se proyecta en Argentina son tan malos que directamente en algunas funciones la gente se levanta de la sala y pide devolución de la entrada. A veces duran milisegundos (imposible de leer) y a veces durante varios parlamentos seguidos los subtítulos ni aparecen. Y no es que "si cada tanto no aparecen los subtítulos, no afecta a la totalidad de la experiencia, porque lo que importa es lo sensorial en este film". Acá las palabras importan, y realmente te perdés de mucho. Parece como si nadie de la distribuidora hubiese hecho ni siquiera UNA revisión antes de mandar las copias al cine.

  • 31/05/2016 15:25

    ATENCIÓN: LEER ESTA COMENTARIO DESPUÉS DE VER LA PELÍCULA Hace unos años disfruté mucho el estreno de la película EL MOLINO Y LA CRUZ donde, desde la observación de un cuadro, se establecía un ensayo donde se vinculaban el arte y el poder con el trasfondo histórico de la transición del feudalismo al capitalismo. Ahora es el turno de la película de Alexander Sokurov donde partiendo de un hecho histórico, como es la administración del Museo del Louvre en 1940 por parte de un funcionario francés (Jaujard) y el responsable de la gestión cultural del Tercer Reich( Meeternich), se accede a un documental apócrifo narrado en primera persona por el director Sokurov que se da el lujo de introducir el testimonio de Napoleón y el de una mujer que representa la República Francesa. Sokurov juega con las imágenes y con sus criaturas hasta llegar a un punto donde les adelanta el futuro de sus vidas a Jaujard y Meeternich en una escena de antología. Más allá de alguna subtrama que no aporta demasiado, como la de un barco que naufraga con obras de arte, la película es tan bella como contundente, con rubros técnicos de lujo (música, fotografía, iluminación,ambientación) y buenas actuaciones. Sin dudas, la película ya tiene ganado un lugar en el decálogo de lo mejor del año (9/10)

  • 28/05/2016 10:07

    INTIMA Y PERSONAL Totalmente personal, Francofonía es la última película del ruso Alexandr Sokurov, cuya presentación oficial ocurrió durante el Festival de Venecia en Agosto pasado, y que esta semana ha sido estrenada en Buenos Aires. Dado que la película tiene mucho que ver con el Museo del Louvre, muchos se comieron el amague de que la nueva obra de Sokurov sería una nueva versión de "El Arca Rusa" ambientada en dicho museo. Pero la realidad no es así. El museo francés es solo una excusa para que Sokurov reflexione sobre la política y el arte. Documental ficcioanlizado, o falso documental que encuentra antecedentes en películas como "Zelig" de Woody Allen, "El Ciudadano Bob Roberts" de Tim Robbins, o "I´m Still Here" de Cassey Affleck, está absolutamente regido por la subjetividad. Sokurov no solo está detrás de las cámaras sino también es la voz conductora del relato. Un relato que va y viene muy ligado con el Método del Fluir de la Consciencia, una especie de monologo interior en la que aflora el inconsciente del relator, en el que se yuxtaponen imágenes y pensamientos íntimos, sensaciones y recuerdos. De esta manera Sokurov nos va envolviendo con su narración, yendo y viniendo en el tiempo, tratando de exponer una visión casi trágica, acaso aleatoria de la Historia del Arte. Es que en su visión pesimista son las mismísimas guerras la que han permitido tanto el rescate como la destrucción de miles de obras de arte. Mientras comienza su obra hablando por Skype con el capitán de un barco que traslada cuadros durante una feroz tormenta en medio de mar, uno se pregunta: Cuál es el destino de ese marino? Cuál el de las obras que transporta? Pero más allá de eso, apela a la figura de Napoleón Bonaparte quien es presentado no solo como un emperador educado y militar victorioso, sino también como un rescatador de las obras de arte de los territorios conquistados, y uno de los principales benefactores del Louvre. Hay acaso en esta puesta de Sokurov una insinuación de que los mayores museos del mundo están nutridos por obras provenientes de la conquista y el saqueo cultural? No obstante ello, la medula de su relato se ubica durante la 2da Guerra Mundial. Allí concentra la mayor parte de su tesis donde termina preguntándose por qué el Museo del Hermitage fue destruido durante el sitio de Stalingrado y el Louvre fue salvado por la misma mano alemana invasora de París? Porqué la historia presenta tan desiguales consecuencias? Y allí comienza un gran discurso que reflexiona sobre el Arte y la Política, y el ejercicio del poder capaz de salvar o condenar una obra de su destrucción. Aparecen entonces un militar alemán y un civil francés. Se trata de Jacques Jaujard, quien en 1940 fuera nombrado Director de Museos Nacionales y de la Escuela del Louvre, y el Conde Franz Wolff Metternich, un alemán quien durante la ocupación nazi fue nombrado por Hitler como curador y protector de los tesoros de arte de Europa. Ambos, casi silenciosamente, forzadamente cómplices, jugaron un rol fundamental en la protección del Louvre y la sobrevivencia de su patrimonio cultural en nombre de la libertad, la igualdad y la fraternidad en medio de una guerra mundial. El film no solo exalta las diferentes cualidades de los museos, a los cuales se lo puede observar como testigos de una época, rescatadores de artistas, conservadores de un patrimonio artístico y cultural, sino que también habla de la pasión, no ya la del artista, sino la de los propios curadores que con su labor no solo difunden el arte sino que también lo protegen como el rol que les cupo a los personajes centrales de este film. Es obvio también que sin pasión no existiría el arte. La calidad formal de la película es extraordinaria. Muy pocos directores pueden lograr un film tan personal sino también de una rigurosidad y perfección técnica como la de Alexander Sokurov. El tratamiento de la imagen, los movimientos de cámara, la iluminación y las texturas logradas son de una perfección notable. Asimismo, la utilización de sonido y de la música generan un clima íntimo y envolvente. La película no solo entretiene como un relato sobre los avatares de la historia y el arte, sino que puede verse como un relato íntimo, un discurso solitario, una reflexión aguda sobre el arte y la politica, la pasión y el deseo del poder.

  • 28/05/2016 7:42

    Deslumbrante. Subyugante. Emocionante. Es un orgullo que la cartelera comercial de nuestra ciudad exhiba una película de estas características.-

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