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Crítica de “El infiltrado”, de Brad Furman, con Bryan Cranston
La notable actuación del protagonista de Breaking Bad es lo mejor de un más que digno thriller sobre el mundo del narcotráfico y el lavado de dinero basado en hechos reales ocurridos en 1986.
El infiltrado (The Infiltrator, Reino Unido-Estados Unidos/2016). Dirección: Brad Furman. Elenco: Bryan Cranston, Diane Kruger, John Leguizamo, Amy Ryan, Benjamin Bratt, Elena Anaya, Jason Isaacs, Joseph Gilgun y Olympia Dukakis. Guión: Ellen Brown Furman. Música: Chris Hajian. Fotografía: Joshua Reis. Edición: David Rosenbloom, Luis Carballar y Jeff McEvoy. Diseño de producción: Crispian Sallis. Distribuidora: Energía. Duración: 127 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Si bien ya tiene 60 años y tres décadas de trayectoria, Bryan Cranston nunca pasó de ser un actor de TV o un digno secundario en cine. Hasta que llegó el fenómeno de su Walter White en Breaking Bad, probablemente la mejor serie de todos los tiempos, y se convirtió en una celebridad. Por suerte, los productores se dieron cuenta de que podía enaltecer cualquier proyecto y eso es precisamente lo que ocurre con El infiltrado, correcto thriller que él eleva a una categoría, a una dimensión superior.
En El infiltrado, Cranston también interpreta a un tipo común que por circunstancias extraordinarias se convierte en una pieza clave del narcotráfico, aunque -claro- en tiempos, lugares y situaciones muy diferentes. Inspirado en un personaje real, el actor encarna a Robert Mazur, un agente encubierto que -con el nombre de Robert Musella- se infiltró en 1986 en la intrincada red (ingreso y comercialización de drogas en los Estados Unidos, corrupción y lavado de dinero con bancos panameños con tentáculos en todo el mundo) cuya cabeza no era otro que Pablo Escobar.
Brad Furman (Culpable o inocente) dirigió con indudable oficio y convicción un guión correcto (¡lo escribió su madre!) que contó no sólo con el aporte decisivo de Cranston sino también con buenos intérpretes en papeles secundarios: desde los de origen latino como John Leguizamo, Benjamin Bratt y Elena Anaya hasta la alemana Diane Kruger o la mítica Olympia Dukakis.
Aunque no funciona con igual eficacia en todos los niveles (es bastante pobre la descripción de la dinámica familiar de Mazur cada vez que vuelve al hogar luego de coquetear con el lujo ostentoso de los cárteles colombianos), El infiltrado es un atractivo thriller “basado en hechos reales”, subgénero que Hollywood no para de alimentar (hace pocos días se estrenó la más cómica Amigos de armas), en el que se luce también la reconstrucción de época. Es que la película alcanza a transmitir sin apelar a demasiados lugares comunes las contradicciones entre los excesos de la década de 1980 (sobre todo en el estado de Florida) y el conservadurismo propio de la administración de Ronald Reagan.
El infiltrado no es una película particularmente innovadora, pero aunque sea subsidiaria de Scarface, Donnie Brasco, Miami Vice, Narcos y decenas de films y series no deja de ser un producto noble y atrapante. Y con el plus no menor de tener al frente a ese actor magnético, inteligente y multifacético que es Bryan Cranston.
(Esta crítica se publicó en el diario La Nación del 15/9/2016)
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El papel de Cranston, más que Breaking Bad es el de Dalton Trumbo en el film del mismo nombre.
No podemos decir que Cranston es Limitado, porque nunca lo hemos visto en otro papel que no sea como decis tu dos caras, mas bien esta atrapado, aunqe como dicen humuristicamente tambien fue bueno
EL INFILTRADO de Brad Furman AL FILO DE LA LEY El infiltrado trata un tema de narcotráfico, más específicamente, de lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Es un caso real y ocurrió en 1988, cuando Ronald Reagan era aun presidente de los Estados Unidos de América, y constituye el primer gran golpe contra la introducción de los carteles de droga colombianos en los Estados Unidos . El tema es muy interesante, sobre todo porque se en todo momento se cuestiona una de las bases filosófica que está detrás de puritanismo americano, aquella que sostiene que el fin justifica los medios. En este caso, la Aduana Americana descubre que está entrando ilegalmente una enorme cantidad de droga (cocaína)por los muelles del puerto de Miami. Obviamente, si algo entra, algo debe salir. Eso que sale no es ni más ni menos que dinero, es decir, dólares americanos. Un volumen de dinero, obviamente negro cuya dimensión es tal que los carteles colombianos podrían llegar a hacer desequilibrar el propio valor del dólar de los Estados Unidos. En consecuencia, un problema que imperiosamente debe ser frenado. El film, estructurado como un perfecto policial negro, se desarrolla íntegramente en terreno americano. Sus personajes son hombres de la DEA y de la Aduna de USA que se manejan en forma encubierta. Ese proceder los conducirá a una red de dealers y de bancos encabezados por el Chase , que pasará por los paraísos fiscales de Panamá y Bahamas, y terminará en Colombia, en la propias fuentes del Cartel de Medellín, es decir, Pablo Escobar. El armado de la operación implica en infiltrarse en las bases delictivas. Eso implica llevar vidas paralelas. Nuestro héroe, Robert "Bob" Mazur (otra actuación extraordinaria de Brian Cranston, el mismo de "Breaking Bad" y "Trumbo") está casado, tiene 2 hijos y vive una vida normal de clase media americana. A los efectos de liderar la operación anti lavado, se transformara en Bob Musella, un financista de Nueva York, divorciado, y con un noviazgo con Kathy Ertz, la bella y buena actriz Dianne Kruger , con el cual espera redimirse en su vida matrimonial. Vidas paralelas. La del infiltrado, por un lado, y la de su propia vida, la propia familia, por otro. Cómo hacer para mantener el equilibrio?. Vivir con el riesgo de asumir la vida de otro que se fagocita tu propia vida. Por momentos se pierde la brújula. La vida privada deja de serlo. Como en todo policial negro, en este caso "muy negro", es difícil establecer la diferencia entre buenos y malos. Lo peor sería ser descubierto. Pero mucho más que eso, sería que la familia fuera descubierta. Todo entra en un terreno de arenas movedizas. Eso vuelve apasionante al film, dado que la metamorfosis que realizan los personajes principales es tal que poco a poco van descuidando todos sus propios aspectos personales y se va transformando en personas parecidas a los propios delincuentes que persiguen. En estos casos, la constitución del equipo se vuelve fundamental. La confianza mutua entre sus miembros no puede fallar. Ésta está constituida en base de una cadena de lealtades que debe ser inalterable. Es como tener una familia en paralelo. En este equipo las lealtades están sobre la relaciones jerárquicas. No obstante, estas relaciones se mantienen a nivel oficial, y son dichos jefes los que tienen la decisión final de seguir o abortar una operación cuando la misma se torna problemática. Esto está basado en un entramado de disposiciones y lealtades que en todo momento deben ser respetadas y están determinando conductas que la mayoría de la veces colocan frente al abismo a los personajes principales, dotando al film de una gran tensión y una buena dosis de suspenso. Brad Furman debuta con este film en el cine de gran presupuesto. Anteriormente, había realizado "The Take (2007)", "El Inocente (2011)", y "Runner, Runner (2013), que no fueron estrenadas en Argentina. Basado en un excelente guión de Ellen Brown Furman y Robert Mazur, escrito sobre el propio libro de éste último, y con las notables actuaciones de Brian Cranston (Robert Mazur, alias Bob Musella), Dianne Kuger (Kathy Ertz), Amy Ryan (Bonnie Tischler), John Leguizamo (Emir Abreu), Juliet Aubrey (Evelyn Mazur), y Olympia Dukakis (Tía Vicky), logra un film interesante, actual, recordable y con ribetes del gran "cine negro americano" que hacía tiempo no se veía.
Esteban, Cranston antes de Walter, el quizá más horrorosamente orgulloso personaje de la historia de la TV, fue el papá de "Malcolm in the middle", uno de los personajes más humorísticamente castrados de la historia de la TV.
Multifacético Bryan Cranston? Me encanta en Breaking Bad, pero nunca lo vi hacer otra cosa mas que los mismas dos caras de Walter White y los mismos dos o tres tics de siempre. Es mas bien limitado.