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Crítica de “On the Beach at Night Alone”, de Hong Sang-soo (Competencia Oficial)
La nueva película del gran director coreano es, acaso, la más franca, directa y emocional de toda su carrera. A partir de una trama con muchos tintes autobiográficos, el realizador se centra en una actriz que trata de atravesar el doloroso final de una complicada historia de amor con un cineasta.
Acaso la película más simple, franca, directa y personal de Hong Sangsoo, On the Beach at Night Alone apenas tiene un par de jueguitos dramáticos mínimos que no disimulan para nada que, al fin y al cabo, es un film a corazón abierto, una historia muy íntima (ya verán por qué) que, sin modificar su estilo habitual, emociona como pocos de sus trabajos previos lo han hecho.
Aquí hay que hacer un paréntesis: parte del interés extra que puede generar la película en el espectador está dado por el hecho de que los elementos autobiográficos son muy evidentes. De todos modos, si uno no conoce la complicada historia personal que une al director y a la actriz que protagoniza el film, la puede disfrutar igualmente. La película narra la historia de una intérprete que se enamora de un cineasta casado, se va de viaje a Hamburgo a esperarlo allí y él nunca llega. No hay spoilers: eso sucede apenas en la primera parte de la película, la más breve.
El resto (la segunda parte, que transcurre en Corea un tiempo después), muestra a Younghee (Kim Min-hee) ya de vuelta en su país y reuniéndose con amigos en un pequeño pueblo costero. Lo que sucede allí es lo habitual en el cine de Hong: se bebe, se habla de relaciones de pareja, de amistad, de obsesiones, de cine, se vuelve a beber y así. Lo más “juguetón” que hace Hong aquí, narrativamente hablando, está relacionado con personajes y hasta situaciones que no sabemos bien si suceden o son imaginados/soñados por la protagonista.
La parte uno, en Hamburgo, muestra a Younghee y a una amiga recorriendo la ciudad, visitando parques, a unos amigos que viven allí (encarnados por el crítico y programador Mark Peranson y su mujer en la vida real) y esperando la llegada de un cineasta de quien está enamorada y quien le prometió dejar a su familia para estar con ella. Si bien él, literalmente, no llega, esa primera parte concluye de una manera misteriosa que puede resignificar todo lo que estamos viendo.
La película es, más que nada, una serie de diálogos. Primero entre la protagonista y su amiga. Y luego, ya en Corea, entre Younghee y distintas amistades con las que se reencuentra en Gangneung, una ciudad costera a la que llega en invierno. El tema de cada una de estas charlas –largas, filmadas en planos secuencia y, en especial las últimas, regadas con alcohol– es el amor: las penurias de ella –que tuvo que dejar su carrera como actriz tras el escándalo en cuestión– y las distintas miradas sobre el tema que tienen los otros. Están los más pragmáticos, los más románticos y los más sufridos. La dura experiencia de Younghee parece convertirla en una autoridad sobre el tema y, cuando el alcohol sube, no tarda en ponerse agresiva respecto a sus ideas sobre lo que hay y no hay que hacer en las relaciones amorosas.
Otro tema que subyace en las conversaciones es el de la edad: todo el tiempo se habla de eso (sus amigos le dicen a ella que la ven más madura al volver de Alemania, se comenta la diferencia de edad con su ex amante y es un tema de conversación permanente en cada mesa) y, en especial, cómo eso se relaciona con la belleza, las ganas de tener o no hijos y otros temas habituales de conversación en reuniones de amigos. También, como en las recientes películas de Hong, son las mujeres las que hacen avanzar la narrativa y su centro emocional.
(Nota: algunos pueden considerar lo que sigue como spoiler pero es imposible analizar la película sin hablar de ese tema)
El corazón que hace latir a la película es ese romance que parecería irse apagando en la vida de Younghee. Desde que no está con “el director”, dice, ha tenido affaires e historias, pero el amor que sentía por él parece algo irrecuperable. Y, si bien admite divertirse y pasarla bien, esa pérdida la ha dejado marcada para siempre al punto que no sabe qué hacer ni con su carrera ni con su vida. Ella misma acepta haberse vuelto amarga, agresiva e insoportable. Y la vemos actuar así cuando bebe de más. Y hasta en sus sueños. Sueños en los que su ex pareja es la figura central.
Con los zooms de siempre, música de Schubert y una construcción dramática más simple y directa de lo habitual en el cine de Hong –más allá de los citados y ocasionales juegos–, On the Beach at Night Alone habla, al menos en apariencia, muy claramente de los recientes problemas del director y lo hace de una forma dramática convincente, muy emotiva y catártica. Todo esto, también, gracias a la enorme actuación de Kim, quien trabajó la reciente The Handmaiden y fue la protagonista de Right Now, Wrong Then, película que generó el caos en la vida personal de ambos. El film mantiene el humor habitual que surge de las caóticas mesas de Hong, pero la tristeza que engloba a esas conversaciones hace que sea su trabajo más melancólico y doloroso. Como corresponde a las películas que hablan de historias de amor que se acaban. Al menos, en la ficción…
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