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Crítica de “Cocote”, de Nelson Carlo de los Santos Arias (Signs of Life) - #Locarno70
La primera película dominicana que se presenta en los 70 años de historia del festival suizo fue también la primera gran sorpresa de esta edición.
Signs of Life era hasta hace poco una sección medio perdida dentro de la programación de Locarno. Sin embargo, de allí surgieron varios de los mejores films de los últimos años. Desde esta edición, cambió de sala (de la lejana PalaVideo pasó a la céntrica Kursaal) y por primera vez es competitiva, con un jurado prestigioso y premios en dinero y en ayudas. La película encargada de abrir la flamante competencia fue Cocote, segundo largometraje del dominicano (formado en la FUC) Nelson Carlo de los Santos Arias tras Santa Teresa y otras historias.
Coproducida con Alemania, Qatar y Argentina (uno de los productores es Lukas Valenta Rinner), Cocote demuestra no solo el talento impar -parte intuitivo, parte cerebral- para la puesta en escena del director sino también la posibilidad de acercarse a los temas del cine latinoamericano (religión, violencia, diferencias de clase) sin caer en estereotipos, subrayados ni pintorequismos.
Cocote es una película de mixturas: visuales (fílmico y digital, color y blanco y negro, múltiples texturas y formatos), formales (ascéticos planos fijos y coreográficos planos secuencia); sociales (comienza y termina en la piscina y jardines de una casona de clase alta, mientras que el corazón del relato está ambientado en un más que humilde pueblo costero del sur), étnicas (la cultura blanca y la cultura negra) y religiosas (lo católico, lo evangélico y el sincretismo). Con todos esos elementos, contradicciones y matices Nelson Carlo de los Santos Arias construye un film de espíritu tragicómico, que aborda problemáticas extremas (como el ojo por ojo, la violencia armada en manos de civiles a los que ni las fuerzas de seguridad se animan a enfrentar) sin caer en la solemnidad e incluso con sorprendentes dosis de humor negro y absurdo.
La trama principal tiene que ver con el regreso de Alberto (Vicente Santos), jardinero evangelista que trabaja para una familia acomodada de Santo Domingo, al pueblo natal, donde su padre acaba de ser degollado por un influyente y poderoso referente de la zona. Mientras las mujeres de su familia le piden (le exigen) que vengue la muerte de su progenitor se ve forzado a participar de una serie de rituales (de varias horas por día durante 9 jornadas) con rezos, llantos y cánticos al ritmo de los tambores que remiten a la cultura afroamericana.
La película de la sensación por momentos de ser un poco caótica y desprolija, pero con el correr de los 106 minutos, en la acumulación de ceremonias religiosas y la interacción entre los diversos personajes, se va construyendo un universo tan desconocido (para nosotros) como fascinante, envolvente y seductor, incluso cuando la tensión de la venganza esté siempre latente. Si el año pasado el cine boliviano fue la revelación de Locarno con Viejo Calavera, de Kiro Russo (otro director con pasado en la FUC), este parece ser el de la República Dominicana. Anótenla: Cocote recorrerá muchos festivales.
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