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Crítica de “Alpha, the Right to Kill”, de Brillante Mendoza (Competencia Oficial) - #66SSIFF
El prolífico director filipino presentó un potente policial ligado a la guerra contra el narcotráfico.
Desde su ópera prima Masahista (2005), ganadora del Leopardo de Oro en Locarno, Brillante Mendoza construyó un estilo propio basado en un hiperrealismo, una sensación de urgencia basada en la visceralidad, la crudeza de las imágenes, una sensación documentalista y el uso permanente de la cámara en mano, del plano secuencia, de una edición vertiginosa, de un sonido al mango y una música machacante. Aunque su mirada tiene no pocos detractores y su filmografía es bastante irregular, son de esos directores inconfundibles. Uno podría adivinar que se trata de una película del realizador filipino con ver solo uno de sus planos.
Esta búsqueda (digamos un cinéma-verité y una puesta que -para los que nunca vieron un film de Mendoza- podría dialogar con Michael Mann, aunque en versión bastante más caótica y desprolija) se repite y se potencia en Alpha, the Right to Kill, película que sorprende al ubicar el clímax (un operativo contra un narcotraficante en los barrios más decadentes de Manila) al principio para luego contar la historia de dos de sus protagonistas: Elijah, un joven dealer e informante de la policía que vive con su novia y su bebé de menos de un año; y Espino, un oficial de alto rango tan eficaz en su trabajo como corrupto en su proceder.
Alpha, the Right to Kill -escrita por Troy Espiritu, guionista de la serie de Netflix Amo y de otro reciente trabajo de Mendoza como Ma’ Rosa- podría verse como la Tropa de Elite filipina y en todo momento ofrece un panorama desgarrador. Nadie se salva. El pez mediano de come al pequeño y luego el grande al mediano. La corrupción es generalizada. La guerra tiene víctimas por todos lados. Reina la hipocresía y la doble moral. Los seres más despreciables son luego tratados como héroes. Mientras tanto, la maquinaria sigue funcionando.
A esta altura, pedirle al director de Kinatay (2009), Lola (2009), Thy Womb (2012), Captive (2012) y Taklub (2015) sutilezas o matices es un contrasentido, un ridículo absoluto. Su cine se basa en la potencia de sus imágenes, la forma de sumergirse en los barrios bajos y mostrar la dinámica de sus habitantes, con sus deseos, sus carencias, sus métodos de supervivencia y sus humillaciones cotidianas. En ese sentido, sin ser ninguna maravilla, Alpha, the Right to Kill cumple con creces con su objetivo.
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