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Críticas de cuatro películas premiadas - #IFFR2020
Reseñamos las dos ganadoras de la competencia principal Tiger, la vencedora en la sección Bright Future y la que se hizo acreedora a la distinción Found Footage.
-Beasts Clawing at Straws (Corea del Sur, 109'), de Kim Yonghoon (Premio Especial del Jurado de la Competencia Tiger)
La ópera prima del cineasta surcoreano Kim Yonghoon abre con un plano detalle de una maleta Louis Vuitton que acoge en su interior un montón de fajos de dinero, aunque esto lo sabremos más adelante, cuando el anodino recepcionista de la sauna de un hotel, ahogado económicamente por una frágil situación familiar, encuentre la bolsa.
El relato de Beasts Clawing at Straws se despliega a partir de personajes abocados a la desesperación por culpa de las necesidades económicas, mientras que otros albergan intenciones inciertas: un oficial de aduanas al que su novia ha abandonado; una mujer maltratada por su marido; un detective con aires de Colombo, desaliñado pero perspicaz e insistente… La diáspora de personajes provoca que el principio de la película sea algo desconcertante. Un escenario de dispersión en el que sorprende la insistencia con la que el director, Kim, fragmenta el film mediante una serie de capítulos breves que atomizan el relato. Cada episodio comienza con un intertítulo que aparece inscrito sobre una porción de un gran dibujo cuyo sentido global solo llegaremos a conocer al final de la película.
Si en Pulp Fiction el contenido del famoso maletín permanecía como un misterio, aquí el enigma se revela enseguida. Sin embargo, el parentesco entre ambos films es evidente: Beasts Clawing at Straws se disgrega para ir uniendo los hilos, en una estructura que, como en la película de Tarantino, se construye sobre tiempos distintos. Kim aúna las maneras del cine contemporáneo de género y de autor, al menos en su manejo del guión: además de las estructuras episódicas de Tarantino, la narración recoge los ecos del detallismo del Bong Joon-ho de Parasite y el gusto por el retruécano del Park Chan-wook de The Handmaiden. Kim se aplica a la hora de hacer justicia a sus maestros. Ahora, si él lo ambiciona, le queda por delante el desafío de dar forma a una voz propia. VIOLETA KOVACSICS
-The Cloud in Her Room (China-Hong Kong, 98'), de Zheng Lu Xinyuan (Ganadora del Premio a Mejor Película en la Competencia Tiger)
En una escena de The Cloud in Her Room –flamante ganadora del Tiger Award del Festival de Rotterdam–, la protagonista del film escucha cómo su novio le espeta que no cree que pueda enamorarse. Ambos se besan en un plano general que los muestra en medio de un túnel vacío. Solo más adelante, la cámara se acercará a ellos, poniendo de manifiesto el distancimiento frío que adopta la cineasta Zheng Lu Xinyuan a la hora de reflejar un cierto desgarro emocional. Lo que se materializa es un retrato de la incomunicación –más centrado en el espacio que en los personajes– que entronca con numerosas películas presentadas en Rotterdam durante la pasada semana.
The Cloud in Her Room reparte su atención entre los cuerpos de sus personajes y los espacios que retrata. La protagonista, una chica que regresa a la ciudad donde se crió y donde todavía viven sus padres, transita por lugares cuya fascinación se realza mediante sendos planos generales de los pasillos acristalados y luminosos de un karaoke o de una cueva empapada y húmeda. Precisamente en agua se sumerge la chica cuando toma un baño y la directora filma el detalle del movimiento de su bello púbico. Los cuerpos de una escena de sexo filmada de forma frontal –podría recordar a algunas escenas de las primeras películas de Hong Sang-soo– se mezclan con la abstracción de ciertas texturas y espacios. Lu Xinyuan emplea la imagen en negativo en momentos que se sitúan en algún lugar entre la realidad y lo imaginado. Así, The Cloud in Her Room se gesta sobre una especie de mescolanza entre el realismo y la fantasía, la experimentación y lo narrativo, sin que la hibridación ofrezca una imagen clara. VIOLETA KOVACSICS
-Moving On (Corea del Sur, 105'), de Yoon Dan-bi (Premio a Mejor Película en la competencia Bright Future)
Esta ópera prima de la guionista y directora Dan-bi Yoon ya había sido multipremiada en el Festival de Busan y ahora obtuvo el máximo galardón de la competencia Bright Future. Se trata de un sensible y querible retrato familiar que parece más heredera del cine japonés (piénsese en Yasujiro Ozu vía Hirokazu Kore-eda) que del coreano, aunque la sensación de insatisfacción y frustración de los personajes sintonizan con esa contracara oscura del supuesto esplendor capitalista de la sociedad coreana.
Byung-kie (un hombre de 46 años) se ha separado, ha quebrado económicamente y se ve obligado a dejar el hogar familiar. Se marcha entonces con su hija adolescente Okju (de 18) y Dongju (de 10) a la casa de su padre (el abuelo de los chicos al que le quedan muy limitadas capacidades). Poco después se les suma la tía Mijeong (de 37), que viene atravesando un divorcio traumático. Esas cinco almas en pena (aunque el pequeño Dongju parece ser el más entusiasta de todos) son los protagonistas de esta tragicomedia que confronta a tres generaciones con varias viñetas y conflictos bien estructurados y mejor desarrollados.
Sobria, cuidada, austera, serena y al mismo tiempo con varios pasajes intensos y emotivos, Moving On tiene que ver con la mudanza, el cambio, el poder atravesar las crisis, reencontrarse con los afectos y reinventarse cuando todo parece perdido. DIEGO BATLLE
-My Mexican Bretzel (España, 72'), de Nuria Giménez (Presentada en la competencia Bright Future, ganadora del premio Found Footage)
La barcelonesa Nuria Giménez estrenó una obra que remite a algunos de los mecanismos de la película de 1979 Daughter Rite, de la norteamericana Michelle Citron. En aquel film de corte ensayístico, las capas se superponían: por un lado, las imágenes de archivo de la familia de la propia directora; por el otro, el testimonio de dos hermanas; y por último, una voz en off de mujer. Solo en los créditos finales se revelaba el costado ficcional de la película: las apariencias podían invitar a pensar que todo lo visto y oído correspondía a las vivencias reales de la directora, sin embargo, las hermanas estaban encarnadas por sendas actrices, y la narración corría a cargo de otra intérprete. La ficción, sin embargo, no está exenta de veracidad, y el amalgama de materiales y voces que proponía Citron no hacía más que enriquecer y ensanchar un discurso que partía de la experiencia íntima.
En My Mexican Bretzel también se entremezclan tres materiales: películas domésticas de una pareja en de distintos lugares y eventos –de Suiza a Nueva York, pasando por el paisaje del suroeste mallorquín–; algunos detalles sonoros añadidos a posteriori; y el texto del diario de una mujer llamada Vivian Barrett, que se inscribe en la película mediante subtítulos. Como en Daughter Rite, en los materiales hay un misterio, una ficción escondida bajo la realidad aparente ¿Cómo puede ser que un archivo doméstico encontrado se corresponda con los destinos de viaje de la señora Barrett? ¿Qué fue antes, el texto o la imagen? La incógnita se resuelve fácilmente –es menos opaca que en el film de Citron–, pero poco importa, sobre todo porque Giménez sabe encontrar una poética que vaya más allá del dispositivo.
Pese a algunos detalles sonoros, el silencio repercute en el sentido de intimidad que desprende la película. Desde la ventanilla de un avión, la mujer observa el paisaje, y los subtítulos discurren sobre el anhelo de soledad. En otro momento, ella tuerce el gesto, aparentemente harta de que el hombre que la acompaña la mire siempre a través de la cámara: “filmar es una de las mejores formas de autoengaño”, afirma. Las dudas y anhelos de la mujer van cobrando forma mediante las palabras y las imágenes. También los paisajes: la noche en Nueva York, la costa, un circuito de coches, el París de la posguerra, donde un pintor retrata Notre Dame décadas antes que esta ardiera… La fascinación que generan las imágenes de archivo es tal que por momentos una olvida el texto que aparece grabado al pie del encuadre. No importa: en el dejarse llevar está quizá el más bello de los misterios que propone My Mexican Bretzel. VIOLETA KOVACSICS
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