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Creer, conjurar, descreer: Lo mitológico en “The Outsider”, “Ragnarok” y “Good Omens”

Por Sol Santoro
Las criaturas de la tradición oral regresan resignificadas en varias series recientes.

Publicada el 06/04/2020



Pocas historias son más atractivas para la narración (oral, escrita, audiovisual) que esas que estuvieron más o menos desde siempre, esas que muchos conocen, de a partes, y de las que cuesta acordarse de dónde vienen. Las tradiciones son muchas, y en ellas habitan seres indescriptibles, ángeles y demonios, gigantes, dioses poderosos y villanos que cambian de forma, que poblaron el mundo e incluso lo construyeron.

Muchas son las historias de la tradición oral que se transmitieron con el objetivo de atemorizar, aplicar normas o simplemente entretener, y que con el tiempo se fueron adaptando en diversos relatos populares. Más o menos anclados en la realidad, los monstruos y las criaturas de esas historias cobran vida en el instante en que el contador los conjura con la palabra: están hechos de narración. Así como las aventuras de Odiseo y tantos otros fueron pergeñadas y difundidas por aedos y rapsodas, no son pocas las aventuras que entrecruzan tradiciones, épocas y las más diversas culturas. Y muchas son también, claro, las formas que han tomado para las diversas pantallas.



¿Qué lugar pueden tener hoy los protagonistas de las mitologías que tienen explicaciones para cada asunto del mundo tal como lo conocemos? ¿Dónde habitan (y cómo) los gigantes, dioses y demonios? ¿Por dónde se filtran en la era de los humanos?

El Cuco, un personaje popular recurrente, con diferentes nombres y formas de representación según la tradición, encuentra su lugar en uno de los primeros estrenos 2020 de HBO, The Outsider. Basada en el libro homónimo de Stephen King, esta serie explora un terreno en el que el escritor es experto: la ruptura escandalosa y total del sistema de creencias de espectadores y protagonistas. Plantear una lógica conocida con un giro sobrenatural, inexplicable, extraído de ese universo irreal del que nos protegen los relatos: es la batalla del entendimiento adulto. El propio King lo plantea en algunos de los adelantos del programa, hablando sobre cómo sus historias “hacen creer lo increíble”, y es justamente ese el santo de fe que tienen que dar los personajes para enfrentar eso que ellos mismos no entienden. Cambiar la lógica, romper por completo el borde que separa el mito de lo cotidiano.

Stephen King and The Outsider


¿Quién podría decir que no conoce al Cuco? E inmediatamente después, ¿qué pasaría si alguien dijese que efectivamente lo vio? ¿Cómo podría escapar del relato y meterse en un enredo policial? Ese es el punto de conflicto principal en The Outsider. El personaje que interpreta Jason Bateman (también productor de la serie), un tipo del cual nadie jamás sospecharía nada pecaminoso, es acusado de un crimen terrible. Hay pruebas de que lo hizo y pruebas de que no lo hizo, y ambas son contundentes. Si quienes investigan le creen a lo primero y desoyen lo segundo, es posible que acusen a un inocente. Si es al revés, tocará entender quién es entonces el delincuente. Pero si no podemos desoír ninguna de las dos versiones, y hay pruebas de que una persona estuvo en dos lugares al mismo tiempo, entonces no hay explicación lógica: ¿estamos preparados para algo así? King sabe que no. Y, más allá de las diferencias con el libro, de allí se extrae un thriller oscuro y perturbador.

Es interesante pensar no solo en la posibilidad o no de que un relato como este se permita albergar un ¿demonio? de este estilo, sino también en la fuerza del personaje aun cuando no se crea en su existencia. Un relato sobre algo que no existe puede causar miedo, y ese miedo es real para el que lo escucha más allá de que crea o no en eso que se le cuenta. La palabra, en el terreno de los mitos y los relatos populares, tiene un carácter performático inmenso. Si lo digo, existe, aunque sea en esa frase, aunque sea –si nos animamos a espiar un poco a Jacques Derrida desde este juego de luces y sombras– como espectro.

La audacia de una serie como The Outsider está en arrancarle a la tradición oral un personaje nombrado incontables veces. Y su tensión dramática se teje alrededor de la necesidad imperiosa de que el Cuco no pueda atravesar esa barrera, de que no sea real. El remedio infantil para un Cuco siempre fue irse a dormir o portarse bien, pero el mundo de los adultos no está preparado para un cambio de paradigma de tales dimensiones. Es, por lo menos, el final de un sistema de creencias. 




Las formas del fin del mundo

Good Omens (Prime Video, 2019) y Ragnarok (Netflix, 2020) son series que hábilmente se ocupan de abordar dos historias de la creación y el fin de los seres humanos, extrayendo su sostén de dos tradiciones diferentes: la cristiana y la mitología nórdica. En estos casos, y con tonos muy diferentes entre sí, no se trata tanto de romper la calma de los personajes metiendo un personaje inverosímil y aterrador entre ellos, sino de expandir la actualidad del ser humano e hibridarla con dos grandes historias. ¿Qué pasaría si los protagonistas de esas historias vivieran entre nosotros?

Ambas plantean, con sus diferencias absolutas, el fin de la era de los hombres, y ambas encuentran giros y guiños que esos viejos textos y tradiciones parecían tener guardados para nuestra época.

En Ragnarok (serie de seis episodios filmada en Dinamarca y Noruega) la historia encuentra a Magne, un adolescente que vuelve a Edda (ciudad ficticia) y se enfrenta a varios de los clásicos problemas adolescentes en la escuela secundaria. Él se irá dando cuenta no solo de que es Thor, sino que además los gigantes (quienes, según la mitología nórdica, habitaron el mundo antes que los dioses y tuvieron una fuerte rivalidad con Thor, quien mató a muchos de ellos) están ocultos entre los seres humanos y, como si fuera poco, se acerca el Ragnarok. Como sobre cualquier mitología, lo que se conserva y las lecturas de ello tienen sus diferencias. Sin embargo, vale rescatar algunos puntos importantes.

El Ragnarok, en principio, supone el fin de los dioses y de los hombres, y sucederá en el tiempo de los segundos. Por otro lado, supone también anuncios previos y, entre otras cosas, es un momento de invierno eterno (el llamado Fimbulvetr). Los relatos indican fenómenos como terremotos. Para la mitología nórdica, en la era de los hombres, estos se explican porque Loki está encerrado bajo tierra como castigo del resto de los dioses, destinado a recibir veneno en la cara hasta el fin de los tiempos. Cada vez que su mujer tiene que vaciar el cuenco con el que impide estas heridas, el veneno lo alcanza y, al retorcerse de dolor, provoca el movimiento de tierras y montañas. Liberado, comandará el Ragnarok, y dos de sus hijos (de los tres hijos extramatrimoniales que tiene con una gigante) se ocuparán de terminar con la vida en los mares (Midgard, una gran serpiente) y en la tierra (Fenrir, el lobo que estaba encadenado, se liberará para tal tarea).

Si bien el Ragnarok es un fin, es también dentro de esta narrativa un nuevo comienzo. De hecho, entre otros pocos, sobreviven un hombre y una mujer humanos, dos hijos de Odin y dos hijos de Thor (uno de ellos llamado Magni, de aquí el nombre del protagonista de la serie) que, juntos, podrán levantar el martillo.

En la serie, el modo de desenmascarar a los villanos –que, además de ocultar su verdadero rostro, son los dueños de la industria más rica del lugar y viven una vida de lujo desde hace muchísimos años– está fuertemente ligado al cambio climático, el avance de la contaminación y la destrucción de los recursos naturales. Ellos hacen, de uno u otro modo, temblar las montañas y modifican para siempre el clima de Edda. Solo alguien con una fuerza diferente podrá detenerlos. Pero, además, tendrá que ser alguien dispuesto a entender qué es lo que está pasando y cuál es la gravedad del asunto. A Magne, además de la sorpresa por sus repentinas habilidades, lo mueve el deseo de salvar un lugar que siente propio y el amor por su única amiga, quien simbólica y literalmente lucha con gigantes para demostrar que el agua no es bebible y que lo que viene es la destrucción total.




En Good Omens no es un hijo de Odin el que intenta salvar el mundo sino un ángel y un demonio que, desde la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, vienen forjando una amistad prohibida y maravillosa. Es que ellos vivieron toda la evolución de la humanidad y, en el fondo, no quieren abandonar este mundo cuando el Apocalipsis lo convierta en brasas. El cielo y el infierno dejaron de ser sus hogares hace mucho tiempo, y sus respectivos compañeros parecen hablar prácticamente otro idioma. Aziraphale y Crowley (ángel y demonio, respectivamente) están de algún modo humanizados –como Magne, a pesar de tener una fuerza insólita–. 

Para que el Apocalipsis suceda, el Anticristo tiene que ocupar su rol, y junto con los cuatro jinetes se ocuparán de llevar a cabo el diabólico plan de terminar con todo. Pero ni Adam Young tiene mucha pinta de dejar de ser un niño, ni los representantes de Dios y el Diablo están convencidos de que todo aquello suceda.

La serie, que adapta el libro de Neil Gaiman* (Buenos presagios, según su título en español), convierte la antesala del final de la humanidad en un espacio fértil para un humor único y dos personajes inolvidables. Entre revelaciones maravillosas, como la ayuda de Aziraphale a Shakespeare o el invento de las selfies por parte de Crowley, lo que se teje es una relación irrompible, mágicamente humana.

Los monstruos y villanos de estas ficciones ancladas en historias más o menos conocidas amenazan con asustar y destrozar, filtrándose subrepticiamente entre los seres humanos, imitando su apariencia y poniéndolos en peligro. Sin embargo, es la humanización de demonios, ángeles, dioses e incrédulos seriales lo que puede presentar batalla. Entre el anticristo que quiere jugar como un niño y el dios que lucha contra la contaminación, es la capacidad humana de hablar, creer y hacer lo que verdaderamente puede cambiar el mundo.


* Neil Gaiman publicó en 2017 el libro Norse Mythology (“Mitos nórdicos”), en el cual recolecta las historias entre el nacimiento de los dioses hasta el Ragnarok. Esta temática está largamente recorrida en uno de sus libros más populares, American Gods, cuya adaptación a serie está disponible también en Prime Video.


(El Club de las Cinco es un podcast sobre cine y series creado por Luciana Calcagno, Micaela Berguer, Sol Santoro D'Stefano, Maia Debowicz y Griselda Soriano que se puede escuchar en Spotify)


COMENTARIOS

  • 11/04/2020 0:27

    solo vi Good Omens de las tres. The Outsider me tiró para atrás el tema, muy cruento. (creo que S. King escribe cosas tan terribles desde que se miró a un espejo por primera vez, es terrorifica esa cara) y de Ragnarok no me interesan las tramas adolescentes. Pero Good Omens es de lo mejor que he visto en años: los dos actores están y son maravillosos, el tono de la serie, la trama y la forma en que está filmada... la amé.

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