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Crítica de “La práctica”, película de Martín Rejtman con Esteban Bigliardi (Competencia Oficial) - #71SSIFF
La nueva película de este pionero del cine independiente argentino es una muy disfrutable comedia rodada casi íntegramente en Chile y en la que el creador de Rapado, Silvia Prieto, Los guantes mágicos y Dos disparos amplía, profundiza y perfecciona sus búsquedas y obsesiones. Tras su paso por San Sebastián, se proyectará en los festivales de Nueva York y Londres, y antes de fin de año llegará a las salas argentinas.
La práctica / The Practice (Argentina-Chile-Portugal-Alemania/2023). Dirección: Martín Rejtman. Elenco: Esteban Bigliardi, Mirta Busnelli, Manuela Oyarzún, Camila Hirane, Gabriel Cañas, Amparo Noguera, Catalina Saavedra, Víctor Montero, Giordano Rossi, María Siebald, Elvis Fuentes, Mariana Muñoz, Giannina Fruttero, Celine Wempe y Sérgio de Brito. Guion: Martín Rejtman, con la colaboración de Agustín Mendilaharzu. Fotografía: Hugo Azevedo. Edición: Federico Rotstein. Música: Santiago Motorizado. Sonido: Guido Deniro. Producción Ejecutiva: Jerónimo Quevedo, Victoria Marotta, Florencia Larrea, Giancarlo Nasi, Fernando Bascuñán, Joaquim Sapinho, Marta Alves, Christoph Friedel y Claudia Steffen. Producción: Un Puma (Argentina), Quijote Films (Chile), Rosa Filmes (Portugal) y Pandora Film Produktion (Alemania). Duración: 98 minutos. En Competencia Oficial.
Si en estos tiempos en los que el corte final suele quedar en manos de productores, de los resultados de los testeos y de lo que imponen los algoritmos el concepto de autor que viene dominando al cine desde hace muchas décadas entró en crisis y en varios sentidos quedó perimido, ahí están artistas cabales y resistentes como Lucrecia Martel y Martín Rejtman (o Aki Kaurismäki y Jim Jarmusch) para sostener, ejercer e imponer en pleno 2023 ese lugar autoral. Si el término “imponer” puede sonar demasiado terminante es porque aun cuando en muchos casos no son los productores principales de sus proyectos dan cuenta de una intransigencia y de un perfeccionismo que se disfruta en sus películas, pero se paga con una enorme complejidad para financiar sus trabajos y lograr una mínima continuidad.
Las anécdotas de aquellos que suelen trabajar con Rejtman son famosas (nadie puede desviarse un milímetro, una décima de segundo ni una coma de lo prefijado por él en el minucioso guion o en los largos ensayos), pero es precisamente ese rigor absoluto hasta lo obsesivo el que permite construir un universo absolutamente propio. Y una vez definido los ejes y claves de ese universo rejtmaniano, con un sentido del humor que descree del gag efectista y apunta a la acumulación, una cadencia rítmica y hasta musical en los diálogos, guiños, referencias, decorados, elementos sonoros, movimientos, repeticiones y encuadres que son siempre reconocibles, es donde aparecen las pequeñas variaciones que cada nuevo lugar, historia y personajes permiten.
En ese sentido, y sin traicionarse un ápice, La práctica resulta la película más sensible y entrañable de su carrera, dos adjetivos que en principio nadie usaría para describir a este cultor de la (tragi)comedia deadpan, de un cine tan seco y austero como el suyo. Y también es una de de las más divertidas porque se permite por momentos regresar a lo básico (como una doble caída a-la-Keaton en una alcantarilla) y eludir cualquier tentación de cinismo o misantropía.
Y la innegociable impronta autoral del realizador de Copacabana y Entrenamiento elemental para actores se percibe también en que tratándose de una película rodada casi íntegramente en Chile (también se filmó una parte en Portugal) y que utiliza como recursos cómicos y dramáticos aspectos propios del lugar como las secuelas de un fuerte temblor de esos que hacen vibrar a Santiago, jamás deja de sentirse 100% rejtmaniana. El director puede adaptarse a e incluso apropiarse del entorno o de la tonada de sus intérpretes trasandinos, pero lo de un argentino suelto en Chile termina siendo en verdad un equipo chileno sintonizando y aplicando las ideas de un autor al que admiran hasta la veneración.
Pero vayamos un poco a la historia (aunque sabemos que las tramas en el cine de Rejtman no son clásicas, ni demagógicas, ni complacientes, ni gratificantes, ni... esenciales): Gustavo (un Esteban Bigliardi que está disfrutando de un año extraordinario también con Los delincuentes y La sociedad de la nieve) es un profesor de yoga argentino que está en la etapa final de su proceso de separación de Vanesa (Manuela Oyarzún), su pareja chilena que también da clases de la misma disciplina. A nuestro querible antihéroe solo le queda entonces mudarse a la casa de un insufrible matrimonio de fumadores, subalquilar una habitación en Providencia o pasar algunas noches en su propio estudio. En medio de las constantes llamadas y visitas de su entrometida madre (la gran Mirta Busnelli), aparecen las ya habituales desventuras que lo obligan a cancelar un viaje a la India y a cambiar su rutina: desde una incómoda lesión suya en la rodilla hasta un accidente con amnesia incluida que sufre en pleno terremoto una alumna alemana llamada Steffi (Celine Wempe), aunque también (re)aparece en su vida Laura (Camila Hirane), una ex alumna y empleada de una farmacia que se convertirá en su principal compañera de paseos y encuentros.
La práctica va de cierto terreno espiritual y místico (los distintos personajes se sumergen una y otra vez a una suerte de retiro donde deben abandonar sus celulares para concentrarse en la meditación y el yoga) hasta el humor físico con pleno dominio del slapstick, pasando por los habituales equívocos y usos de la narración en off del protagonista que a esta altura son recursos habituales en el cine del autor.
Película sobre vértebras y meniscos, sobre los avatares de la medicina privada y las respuestas para distintos tratamientos que se buscan en tutoriales en YouTube, sobre pastillas antidepresivas y comida ayurvédica, sobre motoqueros, ladronzuelos y ascetas que se entregan a la vida en la naturaleza salvaje, sobre fogones con canciones de protesta y enigmáticos paseos por el bosque con vuelta de tuerca fantástica incluida, La práctica es una nueva y hermosa etapa en ese camino a veces desconcertante pero siempre fascinante que desde hace tres décadas nos viene proponiendo un artista insoslayable como Martín Rejtman.
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