Festivales
Entrevista a Paula Hernández, directora de “El viento que arrasa”: “Me obsesiona la idea de familia porque está en plena crisis y transformación” - #38MarDelPlataFF
Estrenada en Toronto -donde se realizó este reportaje-, la nueva película de la realizadora de Herencia, Lluvia, Un amor, Los sonámbulos y Las siamesas se presentó luego en otros festivales como San Sebastián y Biarritz, y se exhibe ahora en la Competencia Latinoamericana de Mar del Plata.
Nuestra crítica de El viento que arrasa
Paula Hernández es cineasta pero también es pensadora, arqueóloga de las relaciones humanas; de las más esenciales, de los vínculos entre madres e hijas, de pareja; del deseo, de la soledad, del patriarcado. En El viento que arrasa se apropia de una novela de la notable escritora entrerriana Selva Almada para hacerla suya. No es la primera vez que adapta una pieza literaria para imprimirle su sello y transformarla en cine. Lo particular en esta ocasión es que el germen inicial no surgió de ella. Le llegó de una propuesta exterior.
Al escucharla hablar se hace evidente que la construcción de su obra revela un proceso de reflexión profunda de larga data, una continuidad que se refleja además en el equipo de trabajo. De su nueva película participan Iván Gierasinchuk como director de fotografía, Leonel D'Agostino como coguionista y Rosario Suárez en la edición. Todos ellos ya habían trabajado con Hernández en películas anteriores y conforman una suerte de cofradía laboral y afectiva.
-El viento que arrasa fue un proyecto que te ofrecieron, a diferencia de tus películas anteriores. ¿Te costó aceptar? ¿Habías leído la novela de Selva Almada?
-Fue muy llamativo por la forma en que me llegó el proyecto. Tiene una mezcla entre un proyecto a pedido y un proyecto autoral porque cuando me llamó Hernán Musaluppi, productor de la película, me dijo “Vi Los sonámbulos y Las siamesas y creo que hay un material en esta novela de Selva Almada que a vos te puede interesar porque aborda ciertas cuestiones familiares, películas muy concentradas en los personajes y en el espacio y la idea es que vos la leas y, si te interesa, que sea un punto de partida para hacer la película que vos quieras”. Eso fue muy tentador. Yo a Selva Almada la conocía como autora, había leído otras novelas, no esta puntualmente, así que tuve mucho entusiasmo desde que me llegó la propuesta. Cuando la leí, me gustó, tenía algo engañosamente cinematográfico. La novela está contada en otros tiempos y está más centrada en el personaje del reverendo y del gringo. Tiene toda una ruptura temporal. Está construida a partir de recuerdos y de flashbacks de los cuatro personajes. Y yo ahí empecé a pensar qué haría con esa adaptación. Rápidamente me apareció el personaje de Leni como punto de vista, cómo contar ese universo un poco desde la mirada de la única mujer presente en la película. Esa fue la primera decisión, pensar que quería correr el punto de vista y también que se contara en una sola línea de tiempo. A partir de ahí empezó un diálogo con ellos que fueron aceptando y copándose, gustándoles lo que yo iba proponiendo, así que avancé con mucha libertad, casi que yo miro la película hoy y puedo pensar que perfectamente podría haber surgido a partir de un deseo original mío de adaptar esa novela.
-¿Qué aspectos de la historia son los que te llamaron la atención en un principio?
-Me pasó que por un lado sentía que Leni era el personaje a partir del cual contar la historia. Hay algo que vengo trabajando que tiene que ver con la mirada de los hijos sobre el mundo de los adultos, sobre sus universos familiares y me parecía atractivo ver cómo esta mujer que está en un segundo plano de ese padre, en el lugar de observación, de asistencia, casi de servidumbre, tiene al mismo tiempo una mirada activa. Que esa mirada le puede en algún momento generar conciencia y acción. Eso es lo que me interesaba trabajar, ver cómo funcionaba ese segundo plano. Después para mí era atractivo abordar el mundo religioso y el universo rural. Yo soy agnóstica, no tengo una formación religiosa, soy totalmente urbana. Entonces también era un poco salir de una zona de narración más conocida. Mi películas no abordan universos tan distintos a los míos. Por lo tanto, también me parecía que era un salto hacia un camino nuevo, distinto, que me hizo sacarme ciertos prejuicios, tratar de comprender ese universo, esos personajes. Y después ver qué pasa con el mundo de los padres, de cómo crían estos dos hombres tan opuestos y cómo también esos hombres van dejando marcas en esos hijos. Cómo contar esas madres que están en la película porque dejaron marcas desde su ausencia, sin juzgarlas, sin condenarlas, por no estar presentes en la vida de los hijos. Creo que esos fueron los distintos temas. Creo que la película va teniendo muchas capas a medida que avanza. Es una especie de fábula con ciertos dilemas morales.
-En toda tu obra, desde Herencia (2001) en adelante, los personajes femeninos siempre han ocupado lugares protagónicos, pero en Los sonámbulos (2019) y Las siamesas (2020) hay además trabajo de exploración sobre la maternidad. En El viento que arrasa, en cambio, las madres están ausentes físicamente, aunque presentes en el interior de los personajes. ¿Sentís que hay una continuidad?
-Creo que de alguna manera, sí. Creo que fue interesante correrme al mundo de los varones, cómo criaron estos hombres en particular. Me obsesiona explorar cómo funciona hoy la idea de familia, algo que está en pura crisis y plena transformación, porque cada vez hay formatos más diversos que no tienen que ver con lo esperado o tradicional. En este caso, fue atractivo ponerme en el lugar de esa mirada masculina sobre la crianza que difiere en la crianza de las mujeres. Pero también me pasaba un poco con las mujeres que no están, que siempre hay como una condena sobre las madres que no están y nunca son tan condenados los hombres que no están. Estas dos mujeres no están presentes por distintas razones que tampoco están tan explícitas. Me parece que uno puede hacer lecturas en función de lo que ve, las consecuencias, de cómo están esos hijos. Y cómo vivencian también esos hijos la ausencia. Entonces creo que sí, puedo pensar que estas tres películas de alguna manera abordan de formas distintas las relaciones familiares de padres e hijos o de madres e hijos, hijas en el caso de las otras dos películas, cómo sus marcas, sus vivencias y sus mandatos están en sus descendencias.
-¿Cómo fue la elección de los actores y cómo fue trabajar con intérpretes con mucho recorrido como Alfredo Castro y Sergi López y con otros mucho más jóvenes como Joaquín Acebo y Almudena González?
-El personaje de Alfredo salió muy rápidamente, no había tantas opciones para mí. Me parecía que tenía que ser alguien que pudiera manejar esta cosa tan compleja que hace entre lo pasional, lo perverso, lo abusivo, lo comprensivo y lo inteligente. Alfredo es un actor emocionalmente muy interesante para trabajar porque le gusta buscar, exponerse. También tuvimos que ir encontrando un equilibrio porque es un personaje complejo. Yo no quería entrar en un trazo grueso, en un cliché, para ese pastor, ese reverendo, y fue una construcción que llevó tiempo. En el caso de Sergi me pasó algo parecido. El de Alfredo además es un personaje en donde la palabra tiene un peso enorme, entonces yo no me podía imaginar un español haciendo de ese personaje. De alguna manera, tenía que ser alguien que tuviera que ver con lo latinoamericano, lo sudamericano diría. Y en el caso del otro personaje me gustaba pensar que era alguien que venía de lejos, que había ocupado un territorio y que ya su forma de vivir y de hablar era una fusión entre lo que traía y estar empapado de ese entorno. El trabajo con ellos fue muy hermoso, un trabajo a distancia durante mucho tiempo hasta que nos pudimos encontrar. Almudena y Joaquín salieron de un proceso de casting muy largo, de muchas entrevistas. Y hubo un encuentro con ellos, meses antes, un momento de lectura de guion, de pruebas de algunas cuestiones para ver cómo encontrar ese universo de la película. Y también hubo un trabajo en relación al idioma. Hay acentos muy diferentes en el film. La película está situada cerca de la frontera y esto permitía de alguna manera esta mezcla de universos. Yo quería que tuvieran un anclaje sonoro que tuviera que ver con una zona que situamos en Entre Ríos, en la Mesopotamia argentina, una parte que está cerca del límite con Uruguay, un poco más arriba Brasil y más allá Paraguay. Entonces, trabajamos mucho la sonoridad de esa zona. No íbamos a ocultar de donde venían los personajes, pero sí íbamos a lavar sus idiomas originarios, digamos, y que tuvieran modismos, formas de respirar, de absorber las palabras que tuvieran que ver con esa zona.
-¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto que puedas contar?
-Muy lentamente estoy empezando una historia que también tiene que ver con una hija, una familia y una mudanza. Un intento de salida de una situación de crisis económica y espacial, una mudanza hacia otro lugar y cómo ese proceso es vivenciado por esos hijos a paritr de una idea de prosperidad que nunca llega.
Sumate a la comunidad OtrosCines/Club
Las suscripciones son la mejor manera para que las lectoras y los lectores apoyen directamente a los emprendimientos periodísticos independientes y ayuden a sostener un producto de calidad que mantiene el acceso a todos sus contenidos de forma gratuita. Además, se accede a una amplia oferta de beneficios y contenidos exclusivos.
MÁS INFORMACIÓN
SOBRE BENEFICIOS
Y SUSCRIPCIONES
COMENTARIOS
-
SIN COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



FESTIVALES ANTERIORES
Diego Batlle elige a las nuevas películas de Richard Linklater, Jafar Panahi, Kleber Mendonça Filho, Kelly Reichardt y Nadav Lapid como sus favoritas de este año.
En el cierre de la cobertura Diego Batlle y Manu Yáñez analizan el palmarés título por título, lo nuevo de Kelly Reichardt, Nadav Lapid, Christian Petzold y Lav Diaz, entre otros films, y hacen un balance general de esta edición 78.
-La sección oficial de la 78ª edición a realizarse entre el martes 13 y el sábado 24 de mayo consta de 73 largometrajes, a los que hay que sumarles los títulos de Cannes Classics (clásicos restaurados y documentales sobre cine) y Cinéma de la Plage (proyecciones públicas al aire libre).
-Además, se proyectarán los 39 largos de las tres secciones paralelas e independientes: Quincena de Cineastas, Semana de la Crítica y ACID.
-La oferta se completa con las distintas competencias y programas de cortos que hay en todos los apartados.
-En este espacio iremos sumando links a todas las reseñas publicadas durante la cobertura del festival. Ya hay 64 disponibles.
La Quinzaine eligió como film de cierre esta ópera prima que ya había tenido buena recepción en el Festival de Sundance, donde ganó el premio a Mejor Guion.