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La batalla contra el cine argentino: escriben Mariano Llinás, Vanessa Ragone y Manuel García
El realizador de Historias extraordinarias y La flor, la productora de El secreto de sus ojos y Elena sabe, y el director de Cinetren (distribuidora especializada en lanzar películas nacionales) cuestionan las políticas oficiales que atacan al sector audiovisual.
Tras la publicación de este informe de Diego Batlle en elDiarioAr, en el que se utilizó solo parte de todo el material, compartimos a continuación los textos completos enviados por Llinás, Ragone y García respecto de la política implementada por la gestión de Carlos Pirovano en el INCAA (aquí las posturas y planes del presidente del Instituto).
Por Mariano Llinás
Lo que hay es la puesta en escena de una farsa. Efectivamente, nadie del Gobierno parece tener nada concreto en la cabeza cuando habla de "Cine Argentino". Es, como se decía hace algún tiempo, un "significante vacío". De hecho, cuando uno indaga un poco en las imágenes que encienden el odio de nuestros detractores descubre que son completamente caprichosos: Andrea del Boca, los actores kirchneristas, las películas en las que Víctor Laplace hacía de Perón, las películas sobre desaparecidos. Es decir, un panorama imaginario, del todo ajeno a lo que realmente pasa en el cine argentino, que, como cualquiera con mínima curiosidad puede comprobar, es un universo complejo y fértil, algunas de cuyas mecánicas virtuosas (como el aluvión de películas independientes, hechas sin subsidio o con subisidios mínimos) son únicas en el mundo.
Frente a ese territorio particularísimo, que requiere un análisis minucioso, la aproximación del Gobierno es tosca e infantil: belicosa, hostil, únicamente interesada en la rentabilidad de taquilla, que ha dejado de ser el elemento central para evaluar la trayectoria de una película desde hace 30 años. Es probable que quienes tienen que corregir los desmanejos e impericias del INCAA no sepan quién es Lucrecia Martel, no hayan oído hablar nunca de Martín Rejtman y sientan un olímpico desprecio por la trayectoria virtuosa de películas como Trenque Lauquen, Los delincuentes o Puan- para citar los ejemplos más llamativos del año pasado.
Semejante aproximación perezosa no sería demasiado grave si el INCAA no requiriera de verdad reformas urgentes que aseguraran que ese esquema próspero no cayera en una brusca decadencia. Yo fui crítico de las políticas del INCAA desde siempre y me gané por ello muchos enemigos, pero aún esos enemigos admiten que la deriva del Instituto en los últimos 10 años fue alarmante, y que es preciso actuar con urgencia para que las películas sigan existiendo. En ese sentido, el advenimiento de esta troupe de personas improvisadas y pintorescas dispuestas a ejecutar festivamente reformas de signo contrario a las que se necesitan es una noticia mas bien catastrófica.
La imagen del vocero presidencial anunciando despreocupadamente, como una suerte de Caifás de opereta, que tal película "fue vista por cuatro personas" forma parte de una comedia que, más allá de su contenido hilarante, da cuenta del descarado nivel de primitivismo con el que se aproximan a nosotros quienes deberían, en cambio, ejecutar políticas de Estado destinadas a preservar lo que está bien y corregir lo que está mal.
Hay que decir, también, que acaso el Cine (y eso incluye también a la crítica y la prensa especializada) acaso no haya encontrado la manera mejor de oponerse a esos ataques: Ni las arengas en el Senado Nacional, ni los abrazos al INCAA, ni las publicidades compilando escenas de films nacionales parecen haber tenido la fuerza necesaria para oponerse a los insultos de estos comediantes. Acaso haya que imaginar estrategias menos declamativas y más prácticas para que esta rutina circense en la que nos han envuelto no nos aleje de nuestra tarea, que fue, es y será seguir haciendo películas.
Ragone junto al equipo de Elena sabe: Anahí Berneri, Mercedes Morán y Erica Rivas.
Respuestas escritas por Vanessa Ragone y Manuel García luego del envío del mismo cuestionario a ambos:
-Ahora que ya está lanzado vía decreto presidencial el nuevo plan de fomento de la gestión de Pirovano, ¿qué evaluación hacen?
RAGONE: Creo que el decreto presidencial que convalida el nuevo plan de fomento se corresponde a lo que el actual presidente del INCAA ha dicho desde que asumió: su proyecto es ajustar la estructura, los subsidios que considera "gastos" y todo aquello que cree que no forma parte de la actividad principal del INCAA. Es un plan que desconoce más de 30 años de consolidación de la actividad cinematográfica como industria cultural. Es un plan que va plenamente en contra de la actividad, que no se corresponde con lo que pasa en ningún otro país donde el Estado entiende al cine como una fuente de trabajo, de promoción cultural, de industria y condena en la práctica a cualquier empresa audiovisual nacional ya que quiebra la cadena productiva, impidiendo que una productora pueda gestionar varios proyectos a la vez. Desde la discusión de la primera ley bases hasta aquí ha sido voluntad del gobierno cerrar el INCAA o limitar drásticamente sus funciones: este plan es la prueba concreta de eso.
GARCÍA: El plan de fomento, una vez más, dice muy poco sobre audiencias, y lo que dice parece mas una amenaza que una oportunidad para el cine argentino. Más allá de un esquema que parece, dañino por las condiciones que impone (el dinero que el Fondo aporta, la frecuencia con la que se puede aplicar al apoyo) la idea de que se va a apoyar solo al cine exitoso es, como muchas propuestas de esta gestión, fruto no se sabe si de la ignorancia, de la mala fe, o de ambas. Si bien es cierto que el cine argentino no le prestó la suficiente atención al público durante mucho tiempo, volver a hablar de éxito en términos generales y desde el mas completo desconocimiento revive ese prejuicio donde el arte y la cultura están de un lado, y el negocio o el espectador del otro. Es una idea que atrasa mil años, y la pérdida de una oportunidad de unir esos dos mundos para nuestro cine nacional. El decreto incluye también a la Cuota de Pantalla, y es un buen ejemplo de cómo aborda esta gestión la cuestión del cine argentino. Pensemos que el gobierno y sus seguidores, incluso antes de diciembre, le achacan al cine nacional, sobre todo, que “no lo ve nadie”. Mas allá de esta opinión malintencionada (el cine argentino se ve tanto o tan poco como el resto de las cinematografias del mundo), es curioso que, si así fuera, esta gestión del INCAA decida seguir produciendo, pero al mismo tiempo romper o vaciar casi todos los programas de audiencia y pantallas que dependen del INCAA: vemos operar a Espacios INCAA en una versión muy acotada, sabemos que Cine Ar (TV y Play) se achica y pasaría a Medios, el Festival de Mar del Plata en duda, Ventana Sur exportado a Uruguay, los apoyos a los estrenos suspendidos… Con la Cuota de Pantalla pasa algo parecido. Pirovano dice “igual nunca se cumplió”, como si eso lo eximiera de cumplirla, y el decreto deroga su reglamentación para no reemplazarla por otra. O sea: hay una Cuota, pero no sabemos cómo funciona. Se sugiere que la nueva Cuota va a tener una forma “segmentada” donde cada circuito o tipo de sala va a cumplir según su programación o público, o sea como quiera. Esto, cuando no hay ni hubo nunca un circuito alternativo, es impracticable y va en contra de la idea de Cuota, donde el Estado regula al mercado, obligándolo a ofrecer al público películas nacionales (que si de las salas dependiera no programarían).
-Más allá de los recortes concretos en el INCAA y en el plan de fomento se percibe desde el gobierno (últimos dichos del vocero Manuel Adorni y el ministro Federico Sturzenegger), cierto tono de burla y desprecio (además de que se basan en muchos casos en datos falsos y desconociendo la dinámica de la actividad) ¿Creen en ese sentido que hay como un encono particular y una suerte de batalla cultural que tiene al cine en particular y al audiovisual en general como uno de sus enemigos predilectos?
RAGONE: Los dichos del vocero, del ministro y de quienes los reproducen están basados en una enorme ignorancia sobre la actividad, una cantidad de prejuicios asombrosos y sí, la construcción de un "enemigo" (en este caso los cineastas, actores, productores) para esta batalla cultural de la que habla el presidente. Construir un enemigo es una manera de aglutinar voluntades y poner como "enemigo" a un sector, cuyo aporte social es de contenido simbólico (además de concreto, económico e industrial), es un camino fácil y simplista que surge de hacerle creer a la población que sus males están vinculados con el fomento de la actividad y que, si ese fomento desaparece, sus males desaparecerán. Sabemos que esto no es cierto, pero en este momento el discurso de odio está instalado. El tiempo, con la lamentable destrucción que traerán estas políticas, demostrará que este desgüace de una actividad cultural y productiva es extremadamente nociva para el país.
GARCÍA: Esta claro que el INCAA no es un problema económico para el gobierno. Los históricos 20 millones de dólares del Fondo de Fomento, incluso si fueran en un 100% aportes del Tesoro (que no lo son) pueden significar mucho para los indignados de Twitter (X), pero son casi cero para el presupuesto nacional (la comparación obvia son los 100.000 millones de gastos reservados para la SIDE, un gasto que definitivamente no está claro para qué se usa ni como sirve al ciudadano de a pie). ¿Y por qué se prohíbe la programación o se condiciona el fomento de un tipo de cine, o de algunas temáticas (feminismo, dictadura, Lali Espósito…), si a estas películas no las ve nadie? Son todas consignas para la tribuna de replicantes de Twitter, banderas berretas hechas para romper una industria que llevó 30 años construir, y que genera mucho más de lo que gasta, para el aplauso de los propios y el beneficio de las empresas que concentran el negocio audiovisual.
Manuel García en una actividad pública de la Cámara Argentina de Distribuidores Independientes Cinematográficos (CADICINE).
-Frente a este plan de acción por parte del gobierno y la falta de diálogo de la gestión de Pirovano, ¿cuáles creen que pueden ser las respuestas posibles desde el sector?
RAGONE: El sector ha intentado explicar la actividad a las autoridades y lo sigue haciendo: con datos reales, con información fidedigna, con hechos concretos (basta ver la cantidad de películas argentinas que están en festivales internacionales de primer nivel, la cantidad de películas argentinas que se licencian a plataformas, el interés mundial demostrado por nuestro cine. Hasta este momento creo que no ha sido posible establecer un diálogo genuino, honesto y constructivo, y este decreto y las comunicaciones de los funcionarios tampoco facilitan el diálogo.
GARCÍA: Desde el sector hay propuestas de consenso como el proyecto de una nueva Ley de Cine que surge del Espacio Audiovisual Nacional, y que ya está presentada en el Congreso, y luego acciones particulares de la entidades, tratando de rescatar cuestiones particulares, como la Cuota de Pantalla y los apoyos a los estrenos en nuestro caso. No veo todavía acciones organizadas y plenarias a la altura de la agresión que está sufriendo nuestra industria, ni un respaldo fuerte de la dirigencia al sector de la cultura. Ojalá sea una cuestión de tiempo, superar el aturdimiento, y que la unión nos permita no tanto recuperar lo que había, sino forjar un cine nacional más fuerte, no solo en términos de fomento, sino sobre todo en términos de circulación y audiencias. Es la forma de salvarnos y también de prevenir este tipo de ataques en el futuro.
-¿Pueden funcionar el financiamiento desde el exterior vía coproducciones y las producciones originales financiadas por los gigantes del streaming como paliativos frente a la crisis en el sector interno?
RAGONE: Pueden ser paliativos en parte, sobre todo a nivel de puestos de trabajo, pero estamos perdiendo diversidad, voces nuevas y consolidación de voces ya existentes. Por mucho que las plataformas quieran producir en Argentina (en condiciones de inestabilidad cambiaria y financiera constantes), la cantidad y diversidad de producciones no podrá nunca ser comparable a lo que puede producirse teniendo una instancia de fomento. Las coproducciones se complejizan también porque Argentina se queda con poco o nada que aportar a nivel financiero. El panorama es oscuro. Y el retroceso es brutal y completamente innecesario: destruir una industria cultural por prejuicios o dogmas ideológicos incompresibles es una pérdida que aun no podemos dimensionar.
GARCÍA:Mi impresión es que la idea de que lo que no aporta el Estado va a venir de privados es una fantasía, o por lo menos una realidad que funciona para muy pocos. Fijémonos cuantas películas o series produjeron en Argentina las plataformas de streaming el último año, y con cuántas productoras diferentes trabajaron, y nos vamos a dar cuenta muy rápidamente de que eso no puede representar nunca una industria. Los fondos de coproducción internacional, por su lado, creo que mas allá de a cuántos ayuden, va a ser difícil que apoyen a proyectos que no tienen de antemano el visto bueno o subsidios del INCAA.
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