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Crítica de “El mejor infarto de mi vida”, serie con Alan Sabbagh basada en un libro de Hernán Casciari (Disney+)
El reconocido productor Pablo Bossi debuta como (co)director (su compañera detrás de cámara es Mariana Wainstein) y es también el showrunner de esta serie concebida originalmente junto a Beda Docampo Feijóo que está inspirada en experiencias autobiográficas de Hernán Casciari.
El mejor infarto de mi vida (Argentina-Uruguay-España/2025). Dirección: Pablo Bossi y Mariana Wainstein. Elenco: Alan Sabbagh, Olivia Molina, Rogelio Gracia, Romina Peluffo y Brian Maya, Imanol Arias, Rita Cortese, Eleonora Wexler y Rafael Spregelburd. Guion: Lucas Figueroa con colaboración autoral de María Zanetti y Mariana Wainstein, basado en el libro homónimo de Hernán Casciari. Duración: 6 episodios de entre 28 y 38 minutos (196 minutos en total). Disponible en Disney+ desde el viernes 24 de enero.
Pablo Bossi es uno de los productores argentinos más importantes del último cuarto de siglo. Fundador de Patagonik primero y de Pampa Films después, estuvo ligado a éxitos como Nueve Reinas, El hijo de la novia, Un cuento chino y Muchachos, la película de la gente. En los últimos años, si bien nunca abandonó el cine, se dedicó desde distintas funciones sobre todo al armado de múltiples series para el streaming. Y El mejor infarto de mi vida es, sin dudas, un proyecto especial, ya que figura no solo como creador sino también como uno de sus dos directores.
El origen de la serie, de todas maneras, tiene una base real y un intermedio literario: a finales de 2015 Hernán Casciari (multifacético líder de la comunidad Orsai) se encontraba en Montevideo cuando sufrió un infarto agudo de miocardio que lo hizo estar demasiado cerca de la muerte. Esa experiencia decididamente extrema se viralizó cuando la contó en diversos medios y la reconstruyó en el libro homónimo.
El mejor infarto de mi vida -la serie- tiene como protagonista a Ariel (Alan Sabbagh), un típico perdedor a-la-Woody Allen cuya pasión es la poesía pero paga las cuentas como ghost writer de ricos, famosos y poderosos que son incapaces de escribir dos líneas seguidas. Nuestro querible antihéroe tiene casi 45 años y desde hace 15 está casado con Isabel (Eleonora Wexler), con quien nunca pudieron tener hijos. Torturado, este fumador empedernido y con demasiado sobrepeso recibe un golpe de gracia cuando su esposa le dice que quiere el divorcio y que además ya tiene una nueva pareja (una mujer para más datos).
Luego de ese preámbulo, arrancan esas desventuras con suerte a las que de alguna manera alude el título. Casi sin proponérselo (todo se le hace siempre cuesta arriba), Ariel terminará en Montevideo junto a Concha (Olivia Molina), una bailaora de flamenco española de paso por la Argentina que también viene de una experiencia afectiva bastante traumática. Hay un incipiente romance cuando el protagonista sufre ese golpe la corazón que le cambiará (resignificará) la vida.
La combinación entre comedia negra y problemas médicos se extenderá también a Javier (Rogelio Gracia) y Alejandra (Romina Peluffo), un matrimonio uruguayo dueño de la casa de alquiler temporal donde se desarrollan partes importantes de varios de los episodios. Hay una subtrama que incluye al mismísimo dueño de Airbnb que nunca levanta demasiado vuelo.
Ambientado en 2017, justo cuando la selección uruguaya está a punto de clasificar para el Mundial de Rusia del año siguiente, El mejor infarto de mi vida se sostiene sobre todo gracias a la habitual ductilidad para la comedia negra (y en este caso también para el drama y el romance) de un Alan Sabbagh que carga con buena parte del peso emocional del relato.
Eleonora Wexler; Rita Cortese, notable como Roberta, la poco sutil madre de Ariel; y Rafael Spregelburd como Augusto Brigante, un abogado manipulador y fanfarrón al que el protagonista tiene que escribirle un libro sobre su vida, le sacan el jugo a sus pocas escenas, mientras que está totalmente desaprovechado un mítico actor como Imanol Arias en el papel de El Yayo, un gitano que es músico de flamenco y el tío de Concha (hay varias cuestiones de la serie que parecen imposiciones de la coproducción más que reales necesidades en términos artísticos).
Más allá de sus desniveles y de ciertos elementos más convencionales (de fórmula) o de autoayuda, El mejor infarto de mi vida es una serie que se disfruta, que fluye con ligereza y encanto en varias de sus zonas. Son menos de tres horas netas en total (salvo que quieran ver los créditos finales de cada uno de los 6 episodios) por lo que el derrotero de Ariel se puede seguir de principio a fin sin grandes exigencias y con unas cuantas recompensas.
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