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La columna del PCI: Yo fui un muchacho peronista
Por Juan Villegas
En esta segunda colaboración del Proyecto Cine Independiente (PCI), el realizador de Sábado y Los suicidas opina sobre Jorge Coscia y Pino Solanas, recupera experiencias autobiográficas sobre la política y aboga por un INCAA más democrático y eficiente.
El presente los encuentra a cada uno de ellos en espacios políticos enfrentados. Sin embargo, ambos reivindican su pertenencia al peronismo y a un pensamiento político que se podría resumir en eso que algunos llaman “izquierda nacional”. No es raro, por lo tanto, que Solanas, en declaraciones públicas luego de los cambios en el gabinete, no haya sido muy crítico con la designación de Coscia, como sí lo fue con los demás funcionarios.
Paso ahora, con las disculpas que corresponden, a la autobiografía. Nací en un ámbito familiar profundamente antiperonista: familia materna judía y padre marino retirado. Que mis padres se hayan casado y hayan formado una familia se puede ver como un milagro o una casualidad. Ahora pienso que tal vez lo único que unía a las familias de cada uno de ellos (y que permitió que ese casamiento se produzca) fue su común repulsión al peronismo. Crecí, entonces, en una familia para la que el peronismo era algo casi pecaminoso.
Sin embargo, hacia mis trece o catorce años (estamos hablando de 1985 o 1986) me hice peronista. Hay algunos hechos que, encadenados, tal vez expliquen esta conversión. Mi padre murió cuando yo tenía cuatro años. A esa edad, cuenta mi madre, aprendí a leer. Como casi todos los jóvenes oficiales de la Marina durante el primer peronismo, mi padre había sido un opositor tenaz. Nunca pude chequearlo, pero mi madre asegura que llegó a estar preso por participar en actos contra el gobierno. Sin embargo, a diferencia de la tendencia conservadora / liberal de la Marina, él era un rosista acérrimo. Varios volúmenes dedicados a la biografía de Rosas y a su legado político pasaron a ocupar la biblioteca de mi cuarto. Desde muy chico supe qué era el revisionismo, quién era José María Rosa, supe de unitarios y federales, de la historia del sable de San Martín, de la Vuelta de Obligado.... Recuerdo un libro titulado Contra Rozas que recopilaba artículos contrarios al rosismo, el cual justificaba la letra “z” en lugar de la “s”, argumentando que así era el apellido original del “tirano”, tal vez para relacionarlo con el “nazionalismo”. Sin embargo, la mayor parte de los libros reivindicaban su figura y su acción política. No fue difícil para mí, a esa edad, que me terminaran convenciendo de que las acusaciones contra Rosas eran exageraciones de unitarios ofendidos, que se trataba de un patriota repudiado por la historia oficial escrita por los vencedores, de un defensor de lo nacional frente a las fuerzas extranjerizantes.
Por esos años, escuchaba todas las noches a Dolina en la radio. Gracias a él, conocí a Borges y a Chesterton, pero también e Jauretche y a Scalabrini Ortiz. Ahí el círculo se cerró y me hice peronista. El revisionismo de mi padre no podía incluir a Perón como una continuidad histórica de San Martín y Rosas; el mío sí. Ayudó, obviamente, la natural tendencia de cualquier adolescente a la rebeldía.
Recuerdo que unos años antes, cuando yo era aún muy chico, un tío me había preguntado de qué cuadro era. Al contestar que era de Boca, enseguida me dijo: “Espero que no seas peronista, porque no hay nada peor que un hincha de Boca y peronista”. No entendí que quiso decirme, pero lógicamente eso del peronismo se convirtió con los años en algo muy tentador, como todo lo prohibido. Por otra parte, no eran malos años para hacerse peronista. El gobierno de Alfonsín empezaba a derrumbarse de a poco y la renovación peronista estaba en pleno auge. Creo que la primera (y tal vez la única) elección nacional en la que me sentí ganador fue la del `87. Recuerdo, incluso, que el último acto de Menem en la campaña del `89 me resultó muy emocionante. Tenía 17 años y podía intuir ya algunas contradicciones entre su imagen y su discurso populares y ciertos personajes temibles que pululaban a su alrededor.
A los pocos meses me desengañé y fui un antimenemista total. Sin embargo, la convicción peronista, a pesar de haberse dañado, resistía. Era sencillo identificar al gobierno de Menem con una traición a las profundas verdades peronistas. Los años fueron pasando, crecí, leí otras cosas y el peronismo dejó lentamente de ser, para mí, solamente una pura utopía romántica pero posible y fue también una forma, en general negativa, de lograr y ejercer el poder.
Esa dualidad me acompañó varios años. En las discusiones políticas, cuando la cosa se ponía muy gorila, defendía a Perón. En cambio, cuando el peronismo prevalecía, enseguida salía a atacarlo. Por otra parte, Sarmiento me empezó a parecer más interesante y valioso que Rosas, el terror de la Mazorca se me aparecía como imperdonable y veía ahí el germen de una violencia que nuestro país venía sufriendo por décadas. Y un día empecé a intuir que no era peronista. Fue en 1999, durante una entrevista conjunta que le hicimos a Leonardo Favio, con otros compañeros de la revista El Amante.
En un momento, Favio nos dijo, sin dejar de sonreír con simpatía: “Se nota que ustedes no son peronistas. Si no, no dirían Perón; dirían el General.” Tenía razón. Sin embargo, el golpe de gracia a mi ya débil lealtad peronista fue la gestión de Coscia en el INCAA. De pronto, ya como cineasta, debía lidiar con alguien que reivindicaba todo el tiempo a Jauretche y a aquellos valores nacionales y populares que fueron parte importante de mi adolescencia. Y yo era opositor a la gestión de Coscia. Su idea de lo que debía ser el cine argentino estaba en las antípodas de la mía. Yo creía que había que acelerar la renovación, fomentar las formas de producción alternativas y limitar las formas corporativas en la evaluación de los proyectos y películas. Y creo que a él le molestaba el lugar que nuestra generación estaba ocupando en el cine argentino, por lo que su política nunca podía ir para el lado que yo pretendía.
Hoy, pasados los años, le puedo reconocer capacidad política para encauzar voluntades a su favor y lograr beneficios para el sector a partir de un buen manejo de las relaciones de poder. No es poco, pero creo que fue insuficiente. Creía entonces y sigo creyendo que el INCAA necesita un fuerte proceso de democratización, transparencia y desburocratización. Entre los méritos que puede haber tenido su gestión, no hubo rastros de nada de esto. Puedo decir, entonces, que Coscia hizo que deje definitivamente mi peronismo en el olvido. De pronto, vivía en carne propia las consecuencias de una política (de una manera de hacer política, sobre todo) y esas consecuencias no me gustaban nada. Y se trataba de un Organismo público que se reivindicaba como peronista y que formaba parte de un gobierno peronista.
Fueron esos años, también, los que hicieron que me involucre políticamente, desde el PCI. Una situación que yo creía injusta contra la película Ana y los otros, ala que yo estaba ligado personalmente, me llevó a actuar de forma equivocada primero y luego con más habilidad para denunciarla y corregirla. Esa lucha personal me fue formando, me fue enseñando estrategias y modos y, sobre todo, me hizo despertar una vocación por la actividad política, aunque sea en el ámbito pequeño del cine, que estaba dentro de mí pero que no conocía. Nobleza obliga, debo reconocer que fue el mismo Coscia el que terminó destrabando la situación contra Ana y los otros. Nos hemos encontrado, luego de eso, en varias ocasiones, que incluyeron hasta la cordialidad. Sin embargo, creo que un rencor mutuo sobrevivió en todos estos años.
Y fue durante la gestión de Coscia cuando tuve mi único encuentro personal con Solanas. Esto fue en el 2004, durante una mesa redonda organizada en el BAFICI acerca de políticas de fomento. Ambos estábamos invitados al debate. Yo estaba plenamente enfrentado a la gestión de Coscia en el INCAA, de una forma tal vez hasta demasiado ingenua e irresponsable. Se acababa de lanzar un nuevo plan de fomento, que limitaba la aparición de nuevos directores y parecía hecho a la medida de los productores ya establecidos.
Solanas, en este contexto, se mostraba excesivamente conciliador y tolerante con las políticas del Instituto. Recuerdo que me molestó mucho su actitud. No podía creer que alguien que había arriesgado su vida por sus ideas progresistas pudiera ser tan permisivo frente a una gestión que yo sentía tan conservadora. Lo noté cansado, casi sin fuerzas, entregado. No parecía la misma persona que había hecho La hora de los hornos y que se había enfrentado al menemismo cuando realmente era valiente hacerlo. Debo admitir que nunca pude sacarme de la cabeza esa imagen. No voté en estas últimas elecciones, por encontrarme en el exterior. Sin embargo, no hubiera votado por Solanas, tal vez por el recuerdo de aquella tarde, tal vez porque me he vuelto alguien que desconfía de todo peronista.
De todas maneras, tengo que decir que el Solanas de estas últimas semanas me parece infinitamente más valiente, más vital, más abierto a la pluralidad democrática y hasta más joven que aquel. Tal vez nunca lo vote, pero auguro buenas cosas para su espacio político y espero que su paso por el Congreso sea valioso para el país. En cuanto a Coscia, quiero también ser optimista y esperar que su gestión como Secretario de Cultura sea mucho mejor que lo que mis expectativas sospechan.
Pensándolo bien, esta coyuntura de dos cineastas en espacios de poder puede ser una buena oportunidad para una nueva modificación de la Ley de Cine. En un punto, hay que reconocer que la última modificación de la Ley, en 1994, fue hecha bajo la presidencia de un peronista, y no precisamente de uno de los mejores. Tengo claro que la excusa debería estar dada ahora por los cambios tecnológicos que se han dado de 1994 para acá, pero el verdadero objetivo deberá ser un Instituto de Cine más democrático, más eficiente y menos corporativo, cuya principal función sea la de ayudar a que se haga un cine mejor.
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zen sato,<br /> <br /> 1) Me parece normal que afirmes "no me interesa si la FUC ayuda a sus alumnos porque les sobró un vuelto de la cuota". Los que tienen la sartén por el mango y el mango también no se preocupan de cuanta gente se sienta a la mesa. Me remito a lo que escribí sobre la educación privada<br /> <br /> 2) Quintín NO DEJÓ el Bafici: lo hecharon. Si mal no recuerdo fué por aprovechar de un puesto público para beneficiar una iniciativa privada (Marfici, se llamaba?...). A ese actuar se lo llama incompatibilidad con la función pública. Pero qué sabemos nosostros de lo público,no?....<br /> <br /> 3) Sobre la gestión de Peña, estoy de acuerdo con vos. De hecho te envié a leer su columna porque adhiero. Lamentablemente su gestión duró muy poco, como todo lo bueno (y porqué?...). Y es el mismo Peña que remite la nueva gestión de Wolf a la línea Quintín. Dice Peña: "Tampoco ayuda alentar el propio reflejo en el consenso automático de una suerte de camarilla, integrada por reiteradas personalidades locales y extranjeras. Esa práctica de origen tribal carece de todo riesgo y tuvo un ejemplo delirante en la sobreexposición de Rafael Filipelli -y por extensión, de la FUC- durante 2008. En todo esto noto también una fuerte semejanza con los rasgos menos felices de la personalidad de Quintín, quien muchas veces interpreta las diversas formas del disenso como expresiones de complot y persecución personal".<br /> <br /> Clarísimo, no?....<br /> <br /> Mis dos ojos van bien. Gracias<br /> <br /> pd: Y gracias, sinceramente, por debatir conmigo estas cuestiones que se me ocurren necesarias. Como verás, no somos multitud...
beatriz, seguís mirando con un solo ojo, me parece.<br /> <br /> 1) no me interesa si la FUC ayuda a sus alumnos porque les sobró un vuelto de la cuota, lo que digo es que los ayuda. no veo por ahí películas producidas por el CIEVYC, o la escuela de Paparella, o mucho menos la ENERC.<br /> en vez de quejarse de lo que la FUC hace, sería más interesante preguntase por qué los demás no lo hacen. si lo hicieran, tall vez no estarían hablando de un presunto monopolio conspirador.<br /> (¿cuántos subsidios del INCAA habrán ganado estos mafiosos del cine incomprensible?)<br /> <br /> 2) Quintín dejó el Bafici al mismo tiempo que la revista El Amante, es decir a fines de 2004.<br /> <br /> 3) Quintín fue reemplazado en el Bafici por Peña, a quien no me imagino haciendo seguidismo. lo que vos llamás "excepciones" son en su mayoría ejemplos de su gestión.<br /> pero hablemos de la actualidad. agarrá el catálogo del último Bafici y fijate cuántas películas argentinas hay, y cuántas son de la FUC... teniendo en cuenta que "un festival no da los premios, un festival programa", como vos misma decís.<br /> <br /> ah! "la película de Murga" te la recomiendo.
"zen santo",<br /> <br /> 1) La FUC, como cualquier emprendimiento privado se preocupa, primero, por su equilibrio financiero. Y luego, con lo que queda, por fomentar a sus alumnos para que les sirvan de promoción. Un fucionamiento lógico de cualquier empresa bien administrada. Los fondos de la FUC provienen, imagino, de las altísimas cuotas que se pagan. Si con esas magníficas reservas de dinero "financian" a sus alumnos con el dinero de los padres de los mismos, eso no los convierte en más generosos con respecto a otras escuelas más pobres o simplemente públicas. Y es aquí donde la cosa se pone mas interesante. En un país serio e incluyente la educación privada no existiría. Y lo mismo sucedería con la salud y con la seguridad.<br /> <br /> 2) Es verdad, para aquella época ya había tomado el poder en el BAFICI, que es mucho más masivo.<br /> <br /> 3) Lo que vos nombrás son exepciones que confirman la regla, la tendencia o el perfil. Un Festival no da los premios, un festival programa. Para analizar un Festival como el Bafici lo que hay que mirar es la programación, en especial la de las películas argentinas. Después hablamos. Pero antes, pensando en el Bafici, te recomiendo la última columna que Peña escribió sobre la última edición. Parece que los "paranoicos" somos legión...<br /> <br /> Para terminar, a la película de Murga no la ví.<br /> <br /> Saludos<br /> <br /> Beatriz
por favor paremos un poco con la paranoia. veamos en qué consistiría este "triángulo":<br /> <br /> 1) la FUC sencillamente se preocupa por ayudar a sus alumnos a filmar, cosa que no hacen otras escuelas de cine. no debería extrañar entonces que haya más películas de alumnos y docentes de la FUC. cuanto más películas se produzcan, por una cuestión de simple probabilidad, más películas buenas va a haber.<br /> <br /> 2) Quintín no escribe más en El Amante desde diciembre 2004. y El Amante no es una revista que se lea masivamente.<br /> <br /> 3) el Bafici ha mostrado -y premiado- muchas películas argentinas que no son de la FUC. algunos premios de los últimos años: "Como un avión estrellado" (Ezequiel Acuña), "Glue" (Alexis Dos Santos), "Samoa" (Ernesto Baca), "Llavallol" (Grupo Tierra en Trance), "Filmatron" (Farsa), "Unidad 25" (Alejo Hoijman)... <br /> <br /> ahora claro, si a ustedes "Una semana solos" les parece una película "difícil" u "ombliguista", no nos vamos a poner nunca de acuerdo... ¡critican una película que le copó a Scorsese! ¿será él también de la temida logia FUC?
Beatriz, no me interesa para nada dar mi nombre y apellido. Mi valentia o la ausencia de ella, no esta mediada ni medida por mi participacion en un foro de internet, donde algunos son anonimos y otros no. Gracioso sería que esa sea la medida del coraje que no se si poseo.<br /> Y la verdad que no me parece violento discrepar, aunque sea fuertemente.<br /> Por cierto comparto totalmente tu enfoque del "Triangulo". Me hubiera gustado debatir sobre esto, mas las ideas de los otros. <br /> Pero seguimos agrediendo ahora sumamos a Careta<br /> "ausencia de valentia". <br /> De mi parte gracias de nuevo. pero para eso existen los nicname, para expresar en un foro interesante como este, con la libertad de no atar mis ideas a la persona que pelea todos los dias por seguir filmando, y a veces negocia como todo el mundo.<br /> Me voy opinando mas que nunca que el ombligo antropofago de la gente de cine, le hace mas daños a éste que los funcionarios. <br /> Desde hoy no particpo mas de este debate que no puede salir de la misma sombra que armamos.<br /> saludos cordiales, Bosteros y peronistas.
Delcarril,<br /> gracias por bajar el tono. Y perdón si me excedí yo. De todas maneras, no estuvo mal la discusión. <br /> Hasta pronto,<br /> <br /> Juan
Diego Batlle, te hago un pedido público. Estoy harto de leer en tu blog comentarios agresivos, acusatorios, y despectivos, de gente que no pone firma. Creo, y si hacés una encuesta vas a encontrar seguramente que la mayoría está de acuerdo, que no deberías publicar ningún comentario que no tenga nombre y apellido, y porqué no DNI. Si los diarios que publican cartas de lectores lo hacen, vos también lo podés hacer. Tu blog va a dejar de ser una telenovela de cuarta para transformarse en respetable.
Diego: tu frase "O sea, por más excelentes que puedan ser vos o Celina, ocúpense de los pibes del conurbano que así los va apoyar la nueva gestión de la Secretaría de Cultura de la Nación... " me parece desafortunada. Tu rol indispensable de moderador (aunque involuntario) te obliga a escaparte de ese tipo de "boutades".<br /> Después, no creo que lo que dice Coscia de Boedo y Florida carezca de interés. Hay un debate ausente y es sobre el modo y las consecuencias del "triunfo" del tríangulo FUC (la Academia privada de Antín) - El Amante (la Crítica del otro Antín) - Bafici (Institución que valida los jóvenes talentos... salidos de la FUC y sostenidos por El Amante). En el funcionamiento de ese tríangulo no ví nada de espontáneo, ni milagroso, ni ecuménico. Repito, cuando habrá un debate sobre eso?<br /> Una vez escribí un largo mail expresando mi hartazgo por lo que escribía Quintín (gracias por su ausencia). Fué en la época de la aparición del libre de Faretta. Y nunca la publicaron. Espero que no haya sido censura.<br /> Villegas, felicitaciones por tu artículo.<br /> Delcarril, da tu nombre y apellido. La violencia de los dichos debe estar, al menos, acompañada de un mínimo de valentía.
Estimada Lisa: El PCI me ofreció contar con esta columna permanente y acepté con enorme placer. El polémico Dr. Azar me envió un texto para que lo considerara y decidí publicarlo. Hace poco había ocurrido lo mismo con Gustavo Postiglione y también acepté subirlo al sitio. El INCAA reaccionó a varios textos míos y envió sus números para ser compartidos con los lectores. Así lo hice. Por suerte, OtrosCines.com se ha consolidado como un foro de discusión y debate del sector cinematográfico y la idea es que participen todas las voces posibles, no solamente las de los conocidos, los "del palo". En ese caso, sería una aburrida bajada de línea para la hinchada propia.<br /> <br /> Este sitio se sostiene con publicidad, ya sea oficial o privada, de compañías nacionales o de multinacionales, de tanques de Hollywood o de producciones independientes. A mí no me condiciona el contenido de los textos y con eso me alcanza. No tengo pruritos en admitir que este es un emprendimiento comercial y no un simple blog personal para sacarme las ganas de decir lo que se me canta. Así lo dejé en claro en la primera editorial que publiqué en abril de 2007.<br /> <br /> La "línea" es la que yo dejo explícita en cada una de mis editoriales o columnas, el resto corre por cuenta de cada uno de los colaboradores, columnistas y críticos que envían sus textos sin ningún tipo de condicionamiento previo de mi parte.<br /> <br /> Así son las cosas, hay que bancarse la multiplicidad de opiniones, yo por lo menos estoy cansado de leer siempre a los mismos diciendo las cosas que me gustan y que me dejan tranquilo. Aunque te indigne, yo quiero leer lo que dice Azar, para después ubicarme o no en las antípodas de sus posiciones, para saber sobre qué me tengo que pelear con él. Es una posición discutible, lo sé, pero es la mía.
Diego: disculpame pero no te podés hacer el "progre" publicando columnas del PCI, mientras le das espacio a alguien como Azar en la columna DEBATES para que limpie su imagen ¿Cuál es tu línea editorial? ¿Para quién jugás? No podés estar con dios y con el diablo. O estas con el establishment que te pone publicidad o estás con los que hacen cine a pulmón. Por favor, definite.
Muy buen texto, me gusta cuando se vincula lo político, lo cultural y lo autobiográfico (como en este caso, cuando tiene sentido). Tanto esta columna de Villegas como la anterior de Di Tella me gustaron mucho, es evidente que dentro del PCI hay gente de nivel, que escribe muy bien. Hace que ya no extrañe tanto a Quintín en este espacio. Igual, me gustaría que el PCI tuviese más incidencia, más capacidad de lobby, de presencia en los medios, para que el manejo del Incaa no quede en manos de los impresentables de siempre. Saludos