Columnistas
Crítica política
Por Nicolás Prividera
El director de M y Tierra de los padres envió a OtrosCines.com esta columna en la que cuestiona ciertas miradas sobre el cine argentino y la política nacional del crítico Javier Porta Fouz.
Publicado el 20/8/2014
1.
Leo con interés una nota titulada Números, contexto y preferencias, en la que Javier Porta Fouz promete un análisis del cine argentino basado en cifras y porcentajes (como suele hacerlo Diego Batlle en OtrosCines.com). Hacer hablar a las frías cifras es una tarea tan necesaria como desdeñada entre los críticos, del mismo modo en que suelen dejar de lado las consideraciones sociológicas… Y es que lo discutible de la nota no son tanto las interpretaciones y sugerencias (la idea de que hay una sobreproducción de películas implica inevitablemente una idea de “ajuste” que es precisamente lo erróneo en este campo: ¿alguien diría que hay demasiada oferta teatral o editorial para tan poca población?) como las “preferencias” que mentaba el título, y que llegan en el último párrafo. Pero vayamos por partes:
Porta Fouz nos recuerda que “para el cine, los tres mercados más grandes de Latinoamérica son México, Brasil y Argentina”, sin embargo no nos deja alegrarnos porque “Argentina está mucho más cerca del cuarto lugar que del segundo”. “Veamos”, dice, y detalla: “el cuarto es Colombia, con 47.2 millones de habitantes y 43 millones de entradas vendidas. Argentina tiene 41.5 millones de habitantes y 46 millones de entradas vendidas”. O sea que Argentina vende más entradas que habitantes, por encima también de Brasil (“200 millones de habitantes y 150 millones de entradas”), aunque muy por debajo de México (“118 millones de personas y 248 millones de entradas”). Sería interesante evaluar esta diferencia entre los dos gigantes de América Latina entre los que nos ubicamos, para entender mejor los parecidos y diferencias, pero a Porta Fouz lo que le interesa es señalar que en ese contexto (no tan malo, como vimos) Argentina tiene más estrenos propios que el resto: “Argentinos 166. Mexicanos 127. Brasileños 126.” De lo que colige que “el país que vende un 20% o un 25% de las entradas que se venden en Brasil o México estrena un tercio más de producción nacional”. Y aquí es donde la comparación se vuelve falaz, porque el porcentaje menor de entradas está en obvia relación con el menor porcentaje de población. En todo caso, habría que ver cuál es la proporción de estrenos locales preferidos por los espectadores de cada país, pero en esto no parece haber muchas diferencias: “Hay algunas películas que se cuelan en el top ten (2 en 2013, al igual que pasó en Brasil, al igual que pasó en México)”. ¿Entonces, a que viene esta nota donde íbamos a ocuparnos de comprender las frías cifras? A discutir, una vez más, el fomento “desproporcionado” al cine argentino. Transcribo buena parte de su último, conclusivo párrafo:
“Si bien no todas las películas argentinas que se estrenan tienen el apoyo del INCAA sí lo tienen la mayoría, y el cine argentino en este momento sufre de una expansión tremenda, desproporcionada (…) Dentro de esa cantidad de películas hay unas cuantas que no son malas, e incluso hay varias muy buenas Pero no deja de preocuparme una política cinematográfica desproporcionada, inflacionaria, poco racional, que subsidia cada vez más (el valor de la entrada de los espacios INCAA es irrisorio), con cada vez más empleados en el edificio de la calle Lima. Y que ha apoyado decenas y decenas de documentales (y algunas ficciones) sobre los temas favoritos del gobierno: dos o tres nudos histórico-políticos (el peronismo y sus diversas décadas y encarnaciones; la última dictadura).”
Aquí se mezclan varias cuestiones: una cosa es defender la transparencia en la designación de empleados (sin olvidar tampoco los festivales de cine estatales, de los que es parte hace más de una década el mismo Porta Fouz), y otra ir contra las entradas populares que permiten la existencia de un público que no podría sostenerse con un precio prohibitivo. Y es que detrás de esa “irracionalidad” (que puede ser criticada con buenas razones cuando no cumple su cometido) aparece una racionalidad preocupante, ya esbozada en una nota para La Nación en la que el crítico afirmaba que abundan películas sobre “peronismo, militancia y derechos humanos”): aun suponiendo que hubiera “decenas y decenas” (y sería interesante hacer un relevamiento al respecto, porque -como con la “inseguridad”- tal vez la “sensación” se vea derrotada por los fríos números) lo cierto es que el peronismo y la dictadura son ciertamente “nudos históricos” que aun definen el presente, y no por ser los “temas favoritos” de un gobierno (sin ir más lejos, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires ha producido una película como El diálogo, saludada por el mismo Porta Fouz, aunque suponemos que si no fuera “opositora” no verían la necesidad de ello). Por el contrario: ojalá hubiera más cineastas preocupados por esos y otros nudos históricos. En la producción total del cine argentino tales preocupaciones son más bien irrelevantes, como lo eran hasta la expansión del documental…
El documental creció en Argentina tras la crisis de 2001, buscando precisamente las raíces de ese estallido en la historia previa. Ese período coincidió con el kirchnerismo, pero (a menos que el gobierno que venga siga los consejos que se esbozan en dichas notas) la preocupación por la historia excede –o debería exceder– a un partido político. Por eso, no se puede sino acordar con el programador cuando manifiesta que “siempre estuve convencido de que había que apoyar al cine argentino desde políticas culturales”, aunque luego agregue la frase que justifica esa retórica: “siempre preferí políticas culturales menos preocupadas por cooptar adeptos, adictos, militantes, más abiertas, menos obsesionadas con premiar a los cercanos y con castigar a los que tienen objeciones o se oponen.” Tampoco en esto podemos estar en desacuerdo (más aun habiendo quedado mi película Tierra de los padres –mención de la FIPRESCI local al mejor estreno nacional de 2012– excluida de los dos grandes festivales de cine locales por motivos nunca del todo aclarados), así que esperemos no tener que escribir lo mismo frente a ningún futuro gobierno, sea del signo que sea.
2.
Unos días más tarde leo con estupor la reacción de algunos notorios críticos de cine al enterarse de la aparición del nieto de Estela de Carlotto. Reacción que puede resumirse en este tweet del mismo Porta Fouz: “¿Vieron cuando usan mucho el ‘todos’? Bueno, no me incluyan”. El contextual epigrama tiene la virtud de resumir también un doble rechazo, como si la comunicación gubernamental “para todos” se homologara a ese mainstream del que hay que despegarse para ser, precisamente, crítico. Lo que por definición es, desde ya, atendible. El problema no es expresar públicamente desagrado ante un hecho como este (cada quien sabrá por qué lo siente y por qué necesita vomitarlo), sino asumir una noticia de evidente contenido reparador –transmitida por todos los medios con igual ímpetu– desde la militancia antigubernamental (escudarse en que algunos organismos de DD.HH. han confundido su espacio con el del Estado es finalmente caer en lo que se dice criticar). Pensar que se trata de una “operación” preparada (durante años, incluyendo el “adoctrinamiento” del joven, según desliza otro crítico luego involuntariamente satirizado por la revista Barcelona) no es menos miserable que el seguir justificando la matanza o haber dicho “algo habrán hecho” mientras tenía lugar: de hecho esa misma reacción ilustra cómo fue posible todo eso. Y todo este incandescente despliegue “crítico” se ampara, en el mejor de los casos, en que “el derecho a conocer la identidad no da derecho a convertirla en propaganda” (la cita es de Quintín, y no es de las peores), cuando esa misma mención se convierte inevitablemente en parte de una “propaganda” negacionista. Ya sea en su más tremenda definición (la del exterminio planificado), o en la que venimos tratando aquí (la “preferencia” por dejar de lado los nudos históricos…).
Nada de todo esto es nuevo, claro, aunque hoy lo veamos en primer plano gracias al persistente discurso (anti)kirchnerista. Pero historizar sus antecedentes demandaría algo más que estas ya no pocas líneas. Así que simplemente voy a recordar aquí mi propia experiencia: cuando en 2004 encaré el rodaje de lo que sería mi película M, el principal prejuicio contra el que luchar era no hacer “otra película sobre la dictadura”. Y de hecho traté de no alimentar ese lugar común (el de que todo ha sido dicho, y el de las películas que parecían haberlo dicho todo). M (2007) fue una suerte de respuesta tanto a Cazadores de utopías (Blaustein, 1996) como a Los rubios (Carri, 2003): si una tomaba la forma de relato cerrado sobre la militancia cuando parecía ya objeto de nostalgia, la otra proponía de algún modo cambiar esa nunca saldada discusión política por el repliegue sobre el mundo privado y el grupo de pertenencia. A su modo, ambas (la que recordaba como si nada más hubiera sucedido, y la que renegaba como si no hubiera comunicación posible con el pasado) se erigían sobre el trauma que dejaron los años noventa (y que harían eclosión en la crisis de fines de 2001).
Dice Martín Kohan: “Es difícil concebir ahora un lugar para el olvido que no cargue con las resonancias de la despreocupada ligereza con que se lo convocó durante los trece años (1989-2002) que abarcó en Argentina la década de los noventa. Nunca como entonces se habló tanto de la necesidad de olvido; del olvido concebido más que como un derecho, como un deber.”
Lo preocupante hoy es que el mismo pensamiento “crítico” que exaltó ese olvido viene a decirnos que ese debe volver a ser nuestro horizonte. Como si el “delirio de unanimidad” que dice preocuparlo (y que su misma reacción demuestra inexistente) exigiera acabar de una vez con esos “nudos históricos” que vuelven a inquietarnos una y otra vez, desde los márgenes o la historia oficial. Me hubiera gustado ver a todos los críticos manifestándose contra la “unanimidad” de los años noventa (cuando se la llamaba simplemente “pensamiento único”), y me gustaría verlos atentos a que no se repita en el tiempo que vendrá, bajo la forma de un nuevo olvido decretado por centrados estadistas y animadores culturales… Pero no tengo esperanzas en ello(s) porque es esto lo que explícitamente proponen. De hecho supongo que muchos harán en el futuro lo mismo de siempre: renegar de los nudos históricos como si fueran algo impuesto desde fuera y prohijar un cine que se ocupe de otras historias, mínimas o extraordinarias, supuestamente alejadas de cualquier tentación “ideológica”. Como si esa postura no fuera toda una definición política.
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<p>Interesantísimas las preguntas que propone Alberto Hernández. Yo propongo otra: ¿Quién le robó el piano al General en Caracas?</p>
<p>¿Pero no hubo un sólo acto terrorista llevado a cabo por grupos políticos en el período 1966-1976? Lo pregunto porque parece que un día el Ejército enloqueció y brotado psicóticamente salió a la calle a matar gente. ¿No hubo Guerra Fría? ¿No había organizaciones armadas en ningún lugar de Occidente que se enfrentaban a las FF.AA. de los Estados-Nación? ¿No existió nada de eso? ¿Ni en EEUU, ni en Alemania Occidental, ni en Uruguay, ni en Centroamérica? ¿No existieron \"guerrillas urbanas\" ni asesinatos de militares, polícias, intelectuales (Genta, Sacheri) y secuestros extorsivos en plena Democracia?, etc...</p>
<p>Mi respuesta a la \"respuesta\" de Porta Fouz, en el blog de Roger Koza, en este mismo sitio:</p> <p>http//:ojosabiertos.otroscines.com/adios-paranoicos-una-respuesta-a-javier-porta-fouz</p>
<p>Efectivamente, lo único que cita son los tuiteos de Cuervo, es decir: sigue en su facilismo. Incluido el de la chicana fácil, que lamentablemente Cuervo le sirve en bandeja para hacerse el ofendido y hablar de la \"etapa delirante\" del kirchnerismo sin sentirse incluido...</p> <p>Porque no se ve qué tiene que ver el Indec y demás con esta discusión, salvo que se lo traiga para distraer a los incautos. Es más fácil acusar a alguien de \"kirchnerista\" que responderle. Yo respondí punto por punto su nota, Porta Fouz meté todo en una bolsa de gatos para escaparle a la cuestión. Y el tema, una vez más, no es aquello en lo que obviamente todos acordamos (el INCAA debiera hacer \"más por la distribución y la exhibición para apuntalar esa enormidad de estrenos\") sino en todas las afirmaciones brutales que hizo, además de pedir que se apoyen menos películas, sugiriendo que buena parte son \"kirchneristas\" (su caballito de batalla) sin aportar para eso ni un solo número ni prueba (porque claro, supone que a sus lectores de La Nación o Hipercrítico no les hace falta). Y que reduce todo a \"un recurso de escritura dramático para que quede resonando en quienes lo leen\", como bien dice sin verse en el autorretrato.</p> <p>Si hubiera contestado lo dicho podría a su vez polemizar, pero así lo único que hace es cerrar la cuestión con un portazo dando la apariencia de una respuesta, así como antes había dado la apariencia de un debate y la apariencia de una lectura seria de las estadísticas. Todo un estilo.</p>
<p>Porta Fouz al fin se decidió a responder, luego de semanas de ninguneo. Agrupa las críticas que le hacen Prividera y Fernando M. Peña hablándoles de la inflación del Indec, como si ellos algunas vez hubieran defendido a ese organismo; los \"acusa\" de kirchneristas. Del tema central del debate no dice nada.</p> <p>http://www.hipercritico.com/secciones/cines/5975-adios-pizza-birra-faso-subsidios-consensos-etc.html</p>
<p>Creo que definir qué se entiende por \"sala de cine\" también forma parte de una política cultural, y en ese sentido me parece bien que el estado opte por cierta austeridad al respecto. No veo razón para que la (falsa) opulencia de las salas comerciales deba ser adoptada como modelo a seguir. Conozco y frecuento dos espacios INCAA: el Gaumont y el Cine América de Santa Fe (Ciudad), y en las dos salas he visto cine en condiciones dignas. Nunca he tenido problemas para apreciar una fotografía de tono bajo, por ejemplo, y el sonido abarca con bastante claridad un buen espectro de frecuencia, con una intensidad adecuada para el volumen de la sala. Tampoco he dejado mis huesos en sus asientos. Comprendo que las salas no están equipadas con tecnología de última generación, y me parece bien solicitar que se la renueve, pero esto es, creo, todo lo que puede argumentarse al respecto. Si una persona deja de ir al Gaumont por la calidad de sus asientos, estimo que su problema está mucho más allá de lo que una sala puede ofrecerle para disfrutar del cine.</p> <p>No entiendo muy bien qué razonamiento hay detrás de la idea de que en Argentina se ruedan demasiadas películas. No sigo toda la cartelera de estrenos nacionales (veo dos películas argentinas al mes, más o menos) pero los problemas que encuentro en el cine nacional rara vez son presupuestarios. Si en Argentina se ruedan malas películas, reducir el número de producciones no va incrementar automáticamente su calidad. Muy por el contrario, rodar menos películas reduciría dramáticamente las posibilidades de trabajo, diálogo, discusión, crítica, perfeccionamiento técnico y desarrollo artístico. Creo que si el cine argentino tiene problemas, su raíz no está en la etapa productiva sino en la formativa, y que el rol que cumplen actualmente las escuelas de cine, sus programas, sus cuerpos docentes, su capacitación técnica, y su apego a un sentido industrial del cine (que en Argentina es casi una entelequia) es un punto mucho más apropiado para comprender el problema.</p> <p>No creo que el trauma del cine argentino sean sus nudos históricos, sino sus nudos artísticos. No son sus temas los recurrentes, sino sus tratamientos, que casi siempre se ven atravesados por una suerte de autismo que le impide desarrollar una mirada más singular, original y trascendente. Para sacudirse esa mufa el cine nacional necesita zafar de la noria y las anteojeras que instalaron en sus realizadores la deformación docente y las lógicas industriales y festivaleras, y asumir nuevos riesgos estéticos, creativos y expresivos. Y la única manera de lograr eso es rodando muchas, muchísimas películas.</p>
<p>Prividera: me emocionan tus agradecimientos a la “solidaridad” o ecos de tu nota (más allá de que celebre la de Peña, como te mencioné arriba), como si lo tuyo fuera una suerte de cruzada heroica contra la injusticia de los medios dominantes. Esos agradecimientos son análogos a tu desprecio (a mí, a los que sean) hacia los que NO aplauden tu nota.</p> <p>Por lo mismo, me deprime absolutamente tu inocencia –para no decir egolatría- al suponer como algo “difícil” que no todos concuerden con tu punto de vista, lamentándote al respecto. La verdad que es muy fácil no “exponerse” (uff, qué jugado) al “escarnio”: simplemente no publicar nada, o hacerlo con criterio, respeto, y –otra vez- argumentos sólidos que vayan más allá de un viejo resentimiento privado o de la mera contrariez.</p> <p>A nivel debate, me impresiona –y a la vez halaga- que me llames “idiota” (aunque me lo mal atribuiste por leer mal lo de Peña), y después “bobo”, sin esgrimir ni un solo argumento más (y van…). A nivel personal, si me decís otra vez una de esas cosas vamos a tener que pasar, valga la redundancia, a un tercer nivel.</p> <p>Por último, otra vez “sugiriendo”, con la valentía de siempre: esperá que ya rastreo todas tus notas al respecto y las leo, así puedo emitir opinión. Y después veo toda la programación de dicho festival así saco mi “conclusión” (que es la tuya, obvio). Me retracto: ahora estoy pensando que sos un poco más vago que liviano a la hora de acusar. No era ninguna “provocación”, Prividera: hablá de tu película y defendela todas las veces que quieras, que por una vez más no nos vamos a aburrir.</p> <p>PD: dicho sea de paso, concuerdo en absolutamente todo con el comentario del señor Rojas, que por cierto es infinitamente mejor, más sabio y coherente que la nota que genera su comentario. Cosas de los “sitios de cine”...</p>
<p>Aprovecho el debate para reenviar un artículo del Ojo Obrero del año pasado, que discute con los mismos argumentos de La Nación (en boca de Lanata) -otrora tomados también por P/12- y también con los \"contraargumentos\" oficiales.</p> <p>Saludos y que viva el análisis, debate, y que sirva para ponernos en movimiento, estaría bueno autoconvocarnos en una asamblea abierta</p> <p>Otra vez las películas…</p> <p>2 de julio de 2013</p> <p>Jorge Lanata repitió en un informe de PPT algo que desde hace varios fines de años repiten distintos medios: que se hacen muchas películas argentinas con fomento estatal que luego no tienen público. La denuncia se combina con la del manejo discrecional de recursos para producir un “relato oficial” desde la cultura.</p> <p>Liliana Mazure se limitó a responder lo primero, de dos formas “se critica que (…) se estrenaron 135 películas, (que se) generaron miles de horas de producción de televisión, donde se expresaron todas las voces del país”, para agregar luego, que “en el 2011 fueron 150 las películas argentinas y se estrenaron todas. En otros países de la región no hay salas para poder estrenar todas esas películas, pero la Argentina sí las tiene”.</p> <p>En primer lugar confiesa el viraje a las formas televisivas que el INCAA (en sintonía con la reglamentación de la Ley de Medios) le está imponiendo a la actual producción audiovisual, y luego incurre en una falsificación total de la realidad. Las películas argentinas no tienen salas porque las corporaciones yanquis (las Majors) las monopolizan, por eso prácticamente no se apoya el lanzamiento de las mismas, luego de haberlas producido. Por otro lado, las salas que dispone el INCAA tienen que liberarse rápidamente para dar lugar a una circulación que no supera las dos semanas en cartel por película.</p> <p>Mazure -desafiante- invita a Lanata a plantear qué política propone, luego de eludir su crítica fundamental “que usan la guita para financiar el relato k”. Sin embargo, la posición de Lanata no debiera ser un misterio para Mazure, la misma fue explicitada también en el reportaje que hace unos meses le hizo a Ricardo Darín y al que Mazure interpeló personalmente, donde Lanata -contra lo dicho por Darín- planteó que se recorte la cantidad de producciones que se financian y se promuevan sólo las películas grandes y taquilleras. Para el pesar de Lanata, Página 12 también coincide con él (ver nota “Cantidades astronómicas de un producto con poca salida” de Horacio Bernades del 27/12/12). Fernando Sokolowicz señalado por Lanata como uno de los principales hacedores del relato con dineros públicos aventaja en poco miles a Patagonik Films, del grupo Clarín, el segundo acreedor de subsidios para producir cine con fondos del INCAA. En las vísperas del poskirchnerismo no sería de extrañar que estos grupos logren un acuerdo de criterios.</p> <p>Con más de quince mil estudiantes de cine y miles de artistas y trabajadores en ejercicio de la profesión, ajustar la cantidad de películas representaría un enorme retroceso cultural. La actual cantidad de películas producidas choca con el control absoluto de la exhibición y la distribución en manos de las majors de Hollywood. La falta de público no radica en el valor de cada una de las producciones sino en la ausencia de políticas de lanzamiento que pongan en conocimiento del público la existencia de las películas, el encarecimiento de las entradas y las salas cada vez más inaccesibles.</p> <p>El ignorado control ideológico</p> <p>Gran parte de la producción que se pretende recortar para que estos números no resulten exorbitantes es la de los documentales digitales que engrosan el número final de películas estrenadas (aportan casi 50 al año). Esta producción no es el resultado de ninguna política estatal de fomento, sino de la lucha del sector que en 2007 logró con movilizaciones que se cree una vía de subsidios de bajo costo para el género. El análisis de los proyectos de esta vía fue hasta hace pocos días el único realizado por comités de evaluación independientes de la gestión y con representantes directos de las asociaciones de documentalistas.</p> <p>La aparición de films que cuestionan fuertemente al gobierno ocasionó la intervención de la gestión con la resolución 98213 que quita a los documentalistas la potestad sobre la designación de los jurados. Dicha resolución se firmó al día siguiente del estreno de Quién mató a Mariano Ferreyra, es decir antes de que la película se convirtiera en la más vista de las producidas por esta vía, superando cancelaciones de las salas INCAA (las que dice Mazure que sólo tiene Argentina en la región) y teniendo que apelar a la distribución alternativa para paliar las trabas del mercado. La intolerancia K a la crítica provocó un tsunami en el mundo cinematográfico. Del “relato”, del control ideológico Mazure no dijo nada.</p> <p>Sin política</p> <p>Que Lanata oponga el financiamiento de la producción cultural a los hospitales solo habla de su oportunismo, a tono con la onda poskirchnerista. Sería más útil el paralelo si se contrapusieran los hospitales, las escuelas y la cultura, al pago de la deuda externa y los subsidios millonarios a los Ciriglianos, eso daría cuenta de las contradicciones fundamentales del relato nac&pop.</p> <p>Liliana Mazure, ahora candidata -contra su voluntad- a diputada no tuvo, ni tiene política para resolver la dramática situación de la exhibición y la distribución del cine nacional. Así no podrá enfrentar los embates de los Lanata y los Sokolowicz que exigen un ajuste, mucho menos a las Majors de Hollywood. Así cientos de realizadores dejarán de filmar.rnNo aceptamos ninguno de los dos condicionantes que se plantean a la producción artística, ni el que pretende una regulación acorde al mercado (que ignora además la inequidad de la “competencia”), ni el condicionante que plantea la producción de determinadas temáticas y formatos en consonancia con los objetivos de un relato “nacionalista” que se arrodilla frente a Hollywood y Chevrón.</p> <p>Los cineastas debemos deliberar y elaborar una política propia que sirva para establecer el financiamiento de la producción artística, sin la mediación de las empresas productoras que parasitan el presupuesto estatal, asegurando el pago de salarios de convenio a todos los equipos técnicos y eliminando todo tipo de control ideológico o direccionamiento sobre los contenidos. Estableciendo la elección democrática y revocable de los jurados que asignan los presupuestos. Impulsando la creación de una política especial de difusión y lanzamiento para los films nacionales empleando espacios cedidos por todos los medios para su promoción y estableciendo la obligación de los exhibidores de cumplir con una cuota de pantalla.</p> <p>En las actuales condiciones es muy fácil atribuirle a una obra la falta de público. Se trata de crear nuevas condiciones.</p> <p>2 de julio de 2013</p>
<p>Eduardo: no hace falta decir que comparto tu comentario. Pero esta nota va más allá de ese tema trascendente, sobre el que ni siquiera me expresé. Me pareció tan innecesario como el tuit de Porta Fouz, que mencioné porque en este contexto expresa mucho más que una sensación personal o intempestiva. Es la expresión de un sustrato ideológico que no tendría nada de llamativo si no fuera que es lo que el crítico-programador pone precisamente en cuestión... Y es ahí donde la \"reserva elitista\" se revela, en el peor sentido de la palabra: porque el problema es que propone Porta Fouz ante ese por muchos motivos criticable \"todos\". Pero no voy a repetir lo ya dicho largamente en la nota, aunque evidentemente no hay que dejar de hacerlo, como verás por el comentario que precede al tuyo: porque el discurso de Porta Fouz abona a los cualunquistas que siguen hablando de \"dineros públicos\" como si el cine le quitara gasa a los hospitales...</p>
<p>Nicolas: Primero, demasiado largo el comentario. Te falta capacidad de síntesis. Si filmas como escribis, debe ser todo MUY aburrido. Segundo: Yo siempre vi cine argentino y era de los que lo defendía, pero ultimamente es indefendible (y el problema supera largamente este gobierno). Tercero: El nuevo cine argentino lo veo tipo selfie, todos hace su película sobre lo que les pasó. Cuarto: Está bien apoyar al cine (como a cualquier industria que se inicia) pero el apoyo es para que luego pueda caminar solo, gastar dinero público en proyectos que van a la nada no me parece bien. Los nuevos directores quieren ser todos aquitectos geniales, pero muy pocos agarran el balde y preparan la mezcla como hicieron los grandes directores de otras épocas. Srs. esto se llama OFICIO...</p>
<p>\"Vieron cuando usan mucho el \"todos\" Bueno, no me incluyan.</p> <p>Hola, un poco a destiempo y en forma lateral a esta discusión quiero comentar el twitter de Javier Porta Fouz que transcribe Nicolás.</p> <p>Si bien el \"todos\" al que alude Javier es genérico, sería ingenuo no disociarlo del momento en que lo escribió: los días posteriores a la recuperación de Ignacio Guido Montoya Carlotto.</p> <p>Tengo que reconocer que, en general, comparto la reserva elitista de Javier. Durante muchos años he rechazado la generalización que supone el \"de todos\". la recuerdo por primera vez aplicada a \"el equipo de todos\" en referencia a la selección del Mundial 78 (y cercana a ella la detestable \"Fiesta de todos\" de Renán). Después hubo \"películas de todos\" (La historia oficial y las dos de Campanella que fueron al Oscar), hijo (Axel Blumberg) y papas de todos. En algunos caso compartí el clima emocional de esas calificaciones, nunca la generalización que ellas suponían. Hay distintas razones por las que no me gusta estar \"con todos\" en cada uno de esos casos. No me gustan las películas de Campanella, para dar el ejemplo más liviano.</p> <p>Tampoco comparto, por razones que supongo muy distintas a las que no expresa Javier, la caracterización de Ignacio Guido como el nieto \"de todos\". Si lo fuera deberíamos validar a muchos cómplices, oportunistas yo indiferentes que se suman al coro por conveniencia yo hipocresía.</p> <p>Ignacio Guido Montoya Carlotto no es mi nieto, tampoco lo es \"de todos\". Es el nieto de Estela de Carlotto y de su abuela Montoya. Restituirlo a su verdadero nombre y origen es el sentido épico de la gesta de las Abuelas y de quienes las acompañan. La noticia de su restitución, el fin de su secuestro y el comienzo de su nueva vida con su identidad recuerada, me han generado una enorme emoción, han mejorado mi vida cotidiana como en cada uno de los otros 114 casos felizmente repetidos. Tanto como han significado arrancar a un hombre de la oscuridad cómplice del todos para restituirlo a su verdadera singularidad.</p> <p>En cambio hay aún cuatrocientos hombres y mujeres, cuatrocientos golpes en la conciencia común, que si son de todos en tanto anónimos, en tanto han sido privados de su verdadera individualidad.rnHasta tanto esas cuatrocientas personas sean un número sin nombre, su existencia será una injuria al nuestro y una responsabilidad de todos, aún de aquellos a los que no les gusta verse en tal colectivo.</p> <p>Y en ese \"todos\" si me incluyo.</p>
<p>Agradezco publicamente los comentarios que me han llegado sobre esta nota. Lamento que no todos se reflejen aquí, pero entiendo que sea dificil exponerse al escarnio bobo de comentaristas como el inefable Gutierrez (que sin que se le mueva un pelo dice \"ni cifras das\") o \"El Amante no paga\" (cuyo anonimato es más grosero que su estilo).</p> <p>Por mi parte, no voy a caer en la provocación de volver a abundar aquí sobre el caso de mi película, ya debatido en este mismo sitio cuando era el tema en cuestión (solo les recuerdo que, amén de que el \"gusto\" puede ser la justificación de un crítico pero no la de un programador, cualquiera que analice la programación de ese año en los festivales aludidos puede sacar sus conclusiones).</p> <p>Lo que discute esta nota es precisamente que si los responsables de apoyos públicos al cine no dan razones claras y argumentadas (incluso para las \"preferencias\") lo que queda al descubierto es un puro discurso partidario (en este caso, contra cierto tipo de cine) que se expresa brutalmente al optar por cortar los gordianos \"nudos históricos\" y no por deslindar lo bueno de lo malo (dando al menos una discusión estética, no digamos ya estadística...).</p> <p>Para decirlo claramente (una vez más): lo lamentable de películas como \"El olimpo vacío\" o \"El diálogo\" no es que se ocupen de esos nudos sino que lo hagan, desde el contenido y la forma, con la misma puerilidad. Y lo mismo vale para películas que sean ideologicamente opuestas, si no pueden sostenerse por sus propios medios (cinematograficamente hablando). Lo mismo puede decirse de los críticas.</p>
<p>PRIVIDERA: Idem con mi comentario. Si me tomo la molestia (porque lo es) de contestarte punto por punto (algo en lo que se puede, de un lado y del otro, estar meses) y contestás con tan poca consistencia (ya no extensión), es verdad que no tiene sentido. Y si repito es porque no entendés: lo penoso es que seguís sin argumentar (ni cifras das), sólo repetir lo que dicen otros, y ahora con el agregado maricón de llamar a papá Peña: hablá por vos, hombre, no cites lo que otros dicen.</p> <p>Por eso, si no me das argumentos sólidos que me hagan repensar tu postura base (Porta Fouz es gorila, Porta Fouz está contra las causas “nobles” de la política cultural del Gobierno actual, Porta Fouz es retrógrado y va en contra del cine nacional, Porta Fouz es malo, etc etc), o que rebatan lo que te dije en tantas líneas, no me dejás otra –por el momento- de “reducir” tu discurso a lo de siempre: a que sos “K” y te rompe soberanamente las pelotas quien escriba algo que vaya en contra de tus principios (políticos, claro). Lo cual es tu derecho absoluto, pero al menos tené el coraje de asumirlo. La mayoría de los comentaristas profesionales como vos hacen siempre lo mismo: utilizan la retórica o la ironía para decir algo de manera implícita, pero cuando uno les contesta por ese implícito se refugian en el “yo no dije eso”. Y no, claro…</p> <p>De todos modos, lo que dije especialmente es que nota (como tantas otras) nacen del resentimiento y de la egolatría de no haber visto tu película en el festival más importante de la Argentina. Y lo digo por última vez: es una pena, pero dejemos de llorar que ya es suficiente. Además, como dice Florencia Luna más arriba: no puede ser que simplemente no les haya gustado.</p> <p>Leí la nota de Peña (que es muy buena, y esos SÍ son argumentos…), y no me hago cargo en absoluto del “idiota”, ya que jamás dije que “TODO lo que pasa por el Gaumont son películas afines al Gobierno”. Eso es una reverenda estupidez, y de hecho las 2 películas que cité que había visto allí no tienen absolutamente nada que ver con eso. Si vas a decirme idiota usando las palabras de otro (otra cobardía), al menos tomate la molestia de leer si se está refiriendo a mí. Yo lo hice y enseguida entendí que no, si no le hubiera contestado a él y no a vos.</p> <p>Ultimo: no me dirijo a vos si no a tu nota. No me interesa que te interese mi opinión. Te pedí argumentos y no los diste. Si sos un cerdo, desconozco. Pero muy feliz no se te ve. Y bancate los “comments” de Internet, porque es acá donde ponés tu nota, y los comentarios son inevitables. Hacete cargo. Saludos.</p>
<p>Me encanta el democrático comentario del perejil anónimo \"EL AMANTE NO PAGA\" (qué novedad), diciendo que no hay que darles \"más espacio\" a esas personas porque son, entre otras cosas, \"reaccionarios\". Sin palabras.</p>
<p>Nico, tan lúcido como siempre. No creo que haya aun la suficiente cantidad de películas sobre estos \"nudos\" históricos y sociales. Creo que hay mucho más para decir, y con gusto seguiré produciendo películas honestas y valientes que se atrevan a tocarlos. Gracias.</p>
<p>La Nación prosigue la campaña iniciada por Porta Fouz contra los subsidios al cine independiente:</p> <p>http://www.lanacion.com.ar/1722169-subsidios-al-cine-cuanto-cuestan-las-peliculas-que-no-miramos</p> <p>Todo un anticipo de lo que le espera al cine argentino si llega a ganar las elecciones un partido afín a Porta Fouz y La Nación...</p>
<p>Insisto, el problema es darle entidad a quien no la tiene. Porta Fouz no puede ni siquiera escribir con sujeto y predicado, mucho menos hilvanar alguna idea. Y encima habla con una pedantería que lo transforma en un idiota aún más irritante. La única persona en el planeta que lo celebra es Noriega, su secuaz en las estafas de El Amante (\"la escuela de crítica\", \"la revista online\" que no le paga a nadie), el mismo tipo que cacareaba contra el Gobierno y cobraba todos los meses una pauta publicitaria del INCAA que por suerte le sacaron. Entre estos dos zánganos y el funcionario macrista Panozzo destruyeron una revista con pelotudeces adolescentes como la historia del \"cine choronga\". Quintín huyó despavorido de ahí y sabe que son una manga de tarados, pero cuando entró en su psicosis anti-kirchnerista, Noriega le empezó a chupar las medias en Twitter y asunto arreglado. Creo que sabe que son impresentables. No le demos más espacio a esta manga de trogloditas que, encima, son de lo más bruto, superficial y reaccionario que he visto.</p>
<p>Gutierrez: iba a contestar una vez más largamente, pero no tiene sentido. No solo porque repetís lo mismo, cada vez con peores modales, sino porque es \"al ñudo\" tratar de razonar con alguien que reduce tu discurso a “soy K y voy a defender hasta lo indefendible y atacar a quien considero anti”, que más bien es un autorretrato de sujetos como vos (basta ponerle un \"anti\" a la K). Lo que dice Peña es suficiente respuesta (incluyendo el \"idiota\"). Por lo demás, no se por qué te dirigís a mí como si me importara tu opinión sobre mis notas o películas. Me interesa discutir argumentos si los hay (a favor o en contra), no revolcarme en el barro. Lo que me recuerda un dicho: nunca discutas con un cerdo, porque vos terminás embarrado y él feliz. Lamentablemente, es lo que suele suceder en los comments de internet.</p>
<p>No olvidar que esos críticos fundaron y FUNDIERON la Revista El Amante cine.</p>
<p>Prividera: no me corrijas. No veo interpretaciones traídas de los pelos, discursos aberrantes o falta de modales, ni en la nota de JPF ni en mi comentario. Como así tampoco veo demasiado argumento en tu réplica ofendida, que es más o menos siempre la misma (“Soy K y voy a defender hasta lo indefendible y atacar a quien considero anti”), y casi siempre deriva, en alguna parte u otra, al chivo de tu película buena y despreciada por los malos.</p> <p>1- Correcto. No todos los Incaa funcionan así, y ya se lo contesté al amigo Ricagno. Y sí, mejor que haya más Gaumonts que espacios Incaa del interior.</p> <p>2- No te hagas el piola con lo de “la gente”; tus notas suelen ser un canto a la generalización arbitraria. “’Barrabasada de películas malas’ hay en cualquier país (empezando por Estados Unidos)”. Absolutamente de acuerdo (aunque estimo que el porcentaje es menor, especialmente contando el documental nacional que defendés), pero acá estábamos hablando de enormidad de películas malas argentinas y por encargo, que son las que vos justificás, o al menos sugerís que “cumplen su cometido”. Eso es ARGUMENTAR para vos? Contestar “tonto vos”? Bue…</p> <p>3- No me boludees: no dije “películas nudo” sino películas “nudo” (acá el que anudó todo sos vos). “Pero si lo dice un funcionario público es de preocupación pública”. Ja. Vos mejor preocupate PÚBLICAMENTE de lo que dicen tus funcionarios públicos –los que importan-, que estarían dejando un poquito que desear.</p> <p>4- Ok, no soy loro, así que prometo mensurarte esa enormidad de películas malas apenas me desocupe de mis obligaciones laborales, que me impiden pasármela en este sitio cacareando sobre “el estado del cine”. No vi El Diálogo, y si es una obra maestra me la perdí. Más allá de eso, no vamos a llegar a una acuerdo.</p> <p>5- Si tuviste una docena de notas en semejante revista (te guste o no, aunque sea por alcance nomás), no llores de que la “mayoría” eran en contra. No sé qué esperás. Lo que decís después es una patraña: si NO la mencionabas yo iba a pensar exactamente lo mismo, así que mejor aprovechar y pasar el chivo, no Yo creo que tenés mucho resentimiento por lo que pasó por tu película, y repito que me parece justo, aunque sí desmedido. Escribiste tantas notas que ya me vas a sacar las ganas de verla. Por qué no la dejás que hable un poquito por sí misma Ah, y explícame qué “responsabilidad” estaría evitando al pensar que tu conducta –justificada o no- es resentida. Verguenza debería darles a otros funcionarios del gobierno, a los que –visto y considerando los caracteres (notas y comments) que le dedicás JPF- deberías dedicarles un libro entero cuya publicación espero con ansias.</p> <p>6- Por qué pensás que debo leer absolutamente todas tus notas o comments para decidir si me parece que escribís con poco huevo Ni en pedo, y lo sostengo. Hablo de la nota que leí, del modo en que vas llegando al verdadero eje (ya mencionado por mí antes), y la cantidad de “entre líneas” que usás para ello. Al Bafici lo nombrás cuando mencionás al festival al cual pertenece JPF; tampoco nos tomemos el pelo.</p> <p>7- Bueno, fin de la cuestión: si tan sólo “OCUPARSE” de esos nudos te parece un mérito de la película (encima el único), la cosa está clarísima: esta es una discusión puramente TEMÁTICA, y ahí se agota. Entonces, para vos una película gana relevancia cuando trata sobre determinados temas (esos), y no importa si lo hace repugnante o miserablemente mientras sostenga una visión a la que adherís. Es imposible que te guste El Olimpo Vacío por lo que dice, no por cómo lo dice. Cualquier otra cosa que digas al respecto, yo al menos no la creo. Releyendo la nota de JPF, me queda claro que él no está en contra de las películas “sobre” (SIC) dichos nudos, sino las que están “a favor” de una única lectura acerca de esos nudos. Que son las que vos festejás.</p> <p>No hay prejuicio en mi comentario: no te conozco y me basé pura y exclusivamente en la lectura de la nota de Porta Fouz y en la tuya. Intenté argumentar mi respuesta (si no ni me tomo la molestia), pero discalpá que dichos argumentos no existan o no estén a tu altura. También excusame por el “cualunquismo”. Vuelvo al punto 7 (clave), porque quizás me expresé mal en mi post primero: me chupa 3 carajos si una película trata sobre un tema “relevante”, anudado o desanudado, si el tratamiento de ese tema es una porquería, es maniqueo o manipulador. A vos extrañamente no, que tanto putearás contra los estrenos yanquis y europeos for export de “temas importantes” y nudos universales y planetarios. Y eso es lo que ahora me queda más claro, y me impide llegar a un acuerdo con vos en este o futuros comentarios. Yo “homologo” al cine como se me antoja, y jamás se me ocurriría pensar que hay un cine de raza superior sólo por el tema que aborda, sin importar en lo que diga o cómo lo diga. Ese es mi pequeño, mínimo argumento, ante tu paranoia de prejuicios y acusaciones de resentimiento. Y tu resentimiento sin fin hacia un crítico, claro, y a cualquiera que comparta su pensamiento “cualunque”. Saludos, y cuando vea tu película (Tierra de los Padres, señora, no se olvide) te comento.</p>
<p>El problema no es que hagan películas de “peronismo, militancia y derechos humanos”, el problema es que se aprueban proyectos en el INCAA que suelen tener el mismo punto de vista y no desentrañan ningún nudo de nada; repitiendo una y otra vez discursos y estéticas que no interpelan sino se regodean siempre desde el mismo lugar. Valieron las primeras películas, luego se repitieron sin cesar. Claramente hay una linea editorial y una reiteración estilística que llevó al hartazgo. Coincido con el análisis pobre de que una película no mide por sus espectadores sino por una cantidad enorme de variables. Pensaría en un INCAA presidido x un grupo heterodoxo, con representantes de cada sector partidario para hacerlo más democrático... por ejemplo... Respecto a la no inclusión de una película, como en este caso cita, Tierra de los Padres, hay un snobismo habitual en los cineastas que es creer que puede esconder razones políticas o personales pero nunca piensan que simplemente NO-LES-GUS-TÓ.</p>
<p>Estoy de acuerdo que todos los documentales deberían exhibirse en INCAA TV, es la única manera que llegue a otros públicos que no sean los que concurren asiduamente a salas de arte. Tierra de padres se exhibió unos pocos días en la sala Leopoldo Lugones y recuerdo que en la función de ese día había mucho público, pero ya sabemos que la mayoría que asiste a la Lugones son los mismos que asisten al Arteplex, Lorca, Gaumont, Bafici, Semana de cine Europeo, etc.</p>
<p>Visto el tenor de algunos comentarios, me parece oportuno traer el que dejó Fernando Martín Peña en su facebook al compartir esta nota, ya que es tan claro como preciso sobre lo que discutimos aquí:</p> <p>\"Hace un rato largo que no puedo asociar al Porta Fouz que escribe estas cosas con el que trabajó conmigo en el BAFICI entre noviembre 2004 y diciembre 2007. El año pasado escribió otro balance de este tipo en el que por un lado sumaba todos los estrenos nacionales, por otro sumaba las cifras de espectadores (pero tomando sólo las entradas vendidas en los multicines, que en ese momento eran las únicas que daba la empresa Ultracine) y luego dividía ambas para poder sacar las conclusiones apocalípticas que le gustan a Lanata. Si leen los comentarios que siguen a la nota de Prividera, verán también la fauna de siempre: el idiota que dice que todo lo que pasa el Gaumont son películas afines al gobierno, el bobo que -un poco como Porta Fouz- habla de un \"mercado\" según el cual tendrían que ajustarse la cantidad de estrenos y hasta el precio de la entrada. Es fatigoso discutir SIEMPRE las mismas cosas: a) el mercado (entendido bajo la ortodoxia capitalista) NO PUEDE SER la variable sobre la que se determinan las políticas de apoyo al cine argentino, y de hecho no lo es desde que al cine argentino lo subsidia el Estado o sea 1947; b) el \"mercado\" hoy ya no son solamente las entradas vendidas sino TODAS las otras formas de difusión (TV abierta, cable, DVD, internet y ya habrá más); c) cualquier película argentina que se pasa en cualquier parte del mundo (y el cine argentino sigue siendo una presencia firme en una mayor parte de los festivales internacionales) cumple el rol cultural que justifica la presencia del Estado; d) el apoyo al cine argentino es EN PRIMERA INSTANCIA una decisión de política cultural, no mercantil: se sabe que sin ese apoyo el cine argentino deja de existir y, sencillamente, no se quiere que eso pase. Esa es una decisión política y no la toman del mismo modo los gobiernos de cualquier signo: el gobierno nacional proporciona más dinero a la cultura; el de la ciudad de BsAs proporciona menos. Es objetivo; e) todos los sistemas de apoyo estatales, en cualquier parte, tienen que lidiar con los problemas del paternalismo y son perfectibles, pero solamente alguien que no vea lo que se produce puede creer que la mayor parte de la producción subsidiada es propaganda del gobierno; f) al cine extranjero no se le puede competir en su propio terreno sino creando uno propio, con precios más accesibles. Eso son, en términos generales, los espacios INCAA. Todo es mejorable. Pero sólo se puede mejorar si primero existe.\"</p>
<p>Me parece oportuno dejar aquí el comentario con que Fernando Martín Peña acompañó la subida de esta nota en su facebook. Es claro, preciso y concluyente. Y supongo que nadie se atreverá a decir que se trata de una \"respuestas partidaria ofendida\": rnrn\"Hace un rato largo que no puedo asociar al Porta Fouz que escribe estas cosas con el que trabajó conmigo en el BAFICI entre noviembre 2004 y diciembre 2007. El año pasado escribió otro balance de este tipo en el que por un lado sumaba todos los estrenos nacionales, por otro sumaba las cifras de espectadores (pero tomando sólo las entradas vendidas en los multicines, que en ese momento eran las únicas que daba la empresa Ultracine) y luego dividía ambas para poder sacar las conclusiones apocalípticas que le gustan a Lanata. Si leen los comentarios que siguen a la nota de Prividera, verán también la fauna de siempre: el idiota que dice que todo lo que pasa el Gaumont son películas afines al gobierno, el bobo que -un poco como Porta Fouz- habla de un \"mercado\" según el cual tendrían que ajustarse la cantidad de estrenos y hasta el precio de la entrada. Es fatigoso discutir SIEMPRE las mismas cosas: a) el mercado (entendido bajo la ortodoxia capitalista) NO PUEDE SER la variable sobre la que se determinan las políticas de apoyo al cine argentino, y de hecho no lo es desde que al cine argentino lo subsidia el Estado o sea 1947; b) el \"mercado\" hoy ya no son solamente las entradas vendidas sino TODAS las otras formas de difusión (TV abierta, cable, DVD, internet y ya habrá más); c) cualquier película argentina que se pasa en cualquier parte del mundo (y el cine argentino sigue siendo una presencia firme en una mayor parte de los festivales internacionales) cumple el rol cultural que justifica la presencia del Estado; d) el apoyo al cine argentino es EN PRIMERA INSTANCIA una decisión de política cultural, no mercantil: se sabe que sin ese apoyo el cine argentino deja de existir y, sencillamente, no se quiere que eso pase. Esa es una decisión política y no la toman del mismo modo los gobiernos de cualquier signo: el gobierno nacional proporciona más dinero a la cultura; el de la ciudad de BsAs proporciona menos. Es objetivo; e) todos los sistemas de apoyo estatales, en cualquier parte, tienen que lidiar con los problemas del paternalismo y son perfectibles, pero solamente alguien que no vea lo que se produce puede creer que la mayor parte de la producción subsidiada es propaganda del gobierno; f) al cine extranjero no se le puede competir en su propio terreno sino creando uno propio, con precios más accesibles. Eso son, en términos generales, los espacios INCAA. Todo es mejorable. Pero sólo se puede mejorar si primero existe.\"</p>
<p>dedicarle más de cinco minutos a porta fouz es como mínimo insólito</p> <p>buenas noches</p>
<p>Excelente tu respuesta, CARLOS. Aunque \"supuestamente\" contraria a mi comentario, no puedo más que coincidir con cada uno de tus párrafos. Y más que eso, creerte en lo que ignoro. No te quedás en la mera queja o el ataque (como muchas veces busca este sitio al tirar polémicas a la marchanta), sino que realizás un lúcido análisis, llamás a la reflexión, y como si fuera poco, PROPONÉS. Nada, simplemente quería mencionarlo porque tu comentario me parece un ejemplo para -repito- el tipo de respuestas partidarias ofendidas que se suelen volcar por acá (sobre todo acá abajo). Saludos.</p>
<p>Voy regularmente al Gaumont. Es un espacio digno. Limpio, bien diseñado, apacible. Salas comerciales como el o los Monumentales, de los que hay varios en distintos lugares, son casi un insulto al espectador. Tienen la histeria pochoclera de las grandes cadenas sin ninguna de sus (pocas) virtudes. En el Gaumont vi Wakolda, Boogie el aceitoso, un par de películas de género (una de terror un tanto fallida) y otra con Palomino (un delirio que transcurría en una casa, de la que no me acuerdo el nombre) entre otras tantísimas. Jamás tuve un inconveniente.</p> <p>Me parece que el tema es más amplio de todos modos, y que no se agota en la experiencia personal que uno tuvo como espectador. Creo que pasa por el estado y el mercado. Por ahí un comentarista menciona que el INCAA no financiaría una película contra la Cámpora. Bueno, vaya a las grandes editoriales manejadas por el mercado a ver cuántas posibilidades tiene de que le publiquen un libro a favor. Pase por las mesas de saldos de las librerías y vea la caterva de libros contra el gobierno que hay, la mayoría de los cuales son deplorables. Por citar unos pocos, el propio libro de la Cámpora de Laura Di Marco o el ilegible libro sobre Apold de Silvia Mercado. Multitud de libros, de los que nadie dice \"por qué esa cantidad de libros en contra del gobierno\". Porque, más allá de que manijeados por la prensa opositora y el odio de sus lectores potenciales. algunos se vendan en cantidad, la mayoría languidece en las mesas de saldos. Me parece que ahí se nos presenta una vez más la \"polémica\" \"hacerlo o no hacerlo con mi plata\". </p> <p>A mí también me parecia excesivo el número de películas financiadas por el INCAA, y me rompe un poco las bolas el repiqueteo constante sobre historias intimistas de disfuncionalidad familiar. Pero creo que responde a una realidad política con la que tendremos que convivir mientras continúa la evolución de otros acontecimientos y cambios. Es claro que una película -por ahora- la puede filmar alguien con capital cultural, económico y social alto, que la democratización que objetivamente se ha producido en la sociedad argentina, no se ha profundizado como para introducir nuevos actores (actores políticos y de los otros, sino, obsérvese que no hay entre los actores que suelen verse en cine y teatro, más que gente de clase media alta, que hoy es imposible casi, que aparezcan tipos como Luppi o Lito Cruz, nacidos en Berisso), por lo tanto, y por una marca egocéntrica que nos ha dejado la posmodernidad, los relatos son autorreferenciales, y si se centran en \"el otro\", o son caricaturescos o condescendientes (basta de cumbia al final de una película hecha por uno que nació y vive en Palermo).</p> <p>Ahora bien, ese fluir en la producción, esas posibilidades de expresión, esos documentales que nos están contando cómo somos, qué país nos queremos contar, qué raíces descubrir, es un hallazgo extraordinario. Claro que va poca gente al cine! Muchísima menos que hace 30 o 40 años, cuando uno podía quedarse atascado en Lavalle como si saliera de una cancha Y entonces, cómo no va a ocurrir algo similar en el cine que financia el estado. </p> <p>Y luego, hilando más fino, está pensar si realmente es necesario que estas películas pasen por el cine. Porque, si en INCAA TV las pueden ver cientos de miles de personas, es un contrasentido que tengan que luchar para una media ilusoria en una sala de cine. Por INCAA TV he visto perlas que quizás sin ser maravillas de la cinematografía universal, merecen un lugar de consideración y difusión. Los documentales \"Como bola sin manija\" \"Beirut, Buenos Aires, Beirut\", \"Equipo verde\" (ninguna de las tres especialmente sesgadas sobre lo político ni sobre la ideología \"oficial\" en curso).</p> <p>Existiendo ese canal de excelencia, tal vez haya que pensar cómo articular la producción de nuevas peliculas con su programación. </p>
<p>El uso de la palabra \"negacionista\" me iluminó como un rayo. He leído sobre el negacionismo del Holocausto y también sobre el negacionismo de la desaparición forzada de personas durante la dictadura argentina. En los 80, los partidarios de la dictadura crearon un grupo llamado FAMUS, \"familiares de víctimas de la subversión\" se decían. Se trataba de un ardid propagandístico de los represores que querían contrarrestar el efecto universal del reclamo de Madres y Abuelas de la Plaza. Decían básicamente que la mayoría de los desaparecidos eran terroristas y que muchos de ellos estaban viviendo en Europa. Durante el alfonsinismo estos grupos eran una minoría extravagante, temida y despreciada. Lo que me impresionó de la nota de Prividera es la pertinencia de la palabra \"negacionistas\" para referirse a este grupo de periodistas, Porta Fouz, Quintín y algunos otros, que encarnan hoy un negacionismo sofisticado (y acá la palabra sofisticado designa también una cualidad muy precisa). Porta Fouz, Quintín, Noriega, Guillermo Raffo y algunos otros, cuando hace poco apareció el nieto de Estela de Carlotto, tuitearon consternados. Quintín es el más desinhibido de los negacionistas. Fue precisamente en su blog, La lectora provisoria, donde hace unos años, sería 2007, se retomó el tópico de FAMUS: \"los desaparecidos eran muchos menos de 30.000\" que ahora fue tomado como bandera por la arrepentida Fernández Meijide. En 2007 parecía que Quintín, Porta Fouz, Meijide y Cecilia Pando pertenecían a universos distantes. Hoy sabemos que la diferencia es sólo de modales: la Pando es francamente brutal, reivindica incluso la apropiación de chicos durante la represión militar; Quintín es brutal pero todavía no llega a tanto. Porta Fouz es el de los modales más suaves. Los tres deploran esta época: \"nuestro peor momento llegó con los Kirchner\".</p> <p>http://tallerlaotra.blogspot.com.ar/2014/08/los-criticos-de-cine-y-el-negacionismo.html</p>
<p>Alejandro (me tomo el atrevimiento de tutearte ya que tuve el gusto de conocerte). Reafirmo: me parece muy choto el Gaumont, aunque es justo que diga (lo omití en mi nota, pero lo pensé) que así y todo y sin duda alguna es el mejor Espacio Incaa, que deberían haber más como ése, y que es una alegría que exista algo así, con entradas baratísimas y algunos muy buenos estrenos. Hasta ahí todo bien, en teoría y en algo de práctica, muy al estilo de las buenas intenciones de este querido Gobierno preocupado por la gente y las algarabías masivas. Sin embargo, acertaste: me refería (perdón por lo poco claro) más que nada a lo técnico, que es lo que más me jode. Creo que la última vez fui a ver la enorme Habemus Papa no se oía nada del lado izquierdo, y anteriormente a eso padecí la argentina SOS EX ante la más absoluta penumbra, intentando adivinar qué era lo que sucedía en pantalla. No sé vos, pero yo con un par así no vuelvo más, porque me cagaste. No me gusta ver una película incompleta, por más que me salga 2 pesos. Por eso tampoco compro en la calle ni bajo por Internet. Eso es un gusto o preferencia personal (mañas, si querés también), y para mí no tienen discusión. Yo puteo contra eso en cualquier cine y en cualquier lado (me he agarrado a piñas en el nefasto Arteplex y he pedido devoluciones de guita en el Hoyts), y más si me cobraron 80 pesos. (Pero ahí hay otro tema: ¿qué onda, si nos cobran menos nos tenemos que quejar menos? No lo creo). A eso sumale si querés mi burguesa búsqueda de “comodidad”: no creo que hayas ido al Espacio Incaa de Rawson, Chubut, pero si llegás a pasar te tiro el número de un traumatólogo de la zona, que también cobra poco y te deja más o menos.</p> <p>Lo más importante: sé que va mucha gente, pero no creo que esa gente no pueda pagar las “comodidades”. Al menos no toda. La que realmente no puede pagar las “comodidades” no creo ni que esté yendo al cine. No te lo puedo probar, por eso pongo “creo”. Vos debés ir más seguido y creo en lo que me decís: hay gente, a veces se llena, las colas son imponentes y saludables, pero creo que son siempre los mismos. Quizás te muevas –no lo sé- en un círculo conformado por críticos o cinéfilos a quienes te encontrás siempre en el Gaumont. En lo que a mí respecta (y no porque conozca sólo sujetos despreciables), conozco poquísima gente que va (lamentablemente), y mucha más que –repito- a la que le chupa 3 carajos el cine nacional, y menos un documental. Es una cagada, pero es así, che. Y me frustra oírlo. Pero no creo que la manera de corregir ciertas falencias como espectadores sea estrenándote 8 de estos mamarrachos televisivos por semana. No. Me parece que hay que volver a conquistar al público (más allá de lo espantoso de la frase, no queda otra) con buenas obras, y acercándoles estas buenas obras a todos lados, fomentando su inclusión en las grandes cadenas incluso (ok, utopía, pero sé que ayudaría).</p> <p>Por eso, quédate tranquilo que no sólo “creo”. He ido y comprobado. Y menos que menos lo hago de “mala leche”; lo hago porque amo el cine y detesto tanto las malas salas como las malas películas. Eso es todo.</p> <p>POST DATAS:</p> <p>Lamentablemente no tengo acceso a la lista negra del Incaa (no hay tal, supongo), pero me consta que si estás haciendo un documental cuestionando a La Cámpora no estarían siendo demasiado proclives a darte unos morlacos para que la termines, o una ayuda para que la estrenes. Más allá del chascarrillo, tengo ejemplos y me consta que es así, pero no soy tan iluso para creer que esto no sucedió siempre y con cualquier gobierno. Es lo que menos me preocupa. Le contesto a Prividera porque –repito, aunque para mí esté mal- peca de (fingida) inocencia a la hora de entender su no estreno como algo “inentendible”.</p> <p>Me rompe especialmente tu comentario sobre la edición de Tierra de los Padres. Me la perdí en cines y siempre quise verla. Me “interesaba” verla pero se vé que tuve mala suerte. No la encontré en al menos 10 videoclubes que frecuento o busco cosas, ni en kioskos de revistas ni nada. No pude pasar por Liberarte ni demases lugares “selectos”. Eso sí: si la tengo que ir a comprar a 180 pesos al Malba y en una edición lamentable (si Favio está editado así, qué me queda para Prividera…), paso. Algún día la veré, de alguna manera.</p> <p>Respeto tu opinión sobre El Olimpo Vacío (para mí un documental tan necesario como bueno), pero me gustaría saber tus opiniones (las busco yo, olvídate) sobre la cantidad de documentales de propaganda actual que son repugnantes estéticamente pero a los que adherís ideológicamente, a ver si también sostuviste lo que decís al respecto.</p> <p>Saludos.</p> <p>(A vos te contesto después, Prividera. Semejante cantidad de sandeces me obligan a un necesario descanso previo).</p>
<p>Gutierrez: el tema no es coincidir o no (las creencias u opiniones), sino los argumentos. A eso va esta nota: a discutir interpretaciones traídas de los pelos, discursos aberrantes y –ante todo- falta de modales. En ese sentido, tu largo comentario es una muestra más:</p> <p>1- Ese “cine pedorro” es un éxito de público. En todo caso habría que verdor que no todos los espacios Incaa funcionan así. Y desear que haya más Gaumonts, incluso en Buenos Aires.</p> <p>2- No se lo que piensa “la gente”, así que menos se por qué. “Barrabasada de películas malas” hay en cualquier país (empezando por Estados Unidos).</p> <p>3- No me “jode” lo que alguien “opine” sobre las “películas nudo” (?). Las opiniones son libres. Pero si lo dice un funcionario público es de preocupación pública.</p> <p>4- En vez de repetir como loros lo de la “cantidad desmesurada” sería bueno que se tomen el trabajo de mensurarla en concreto. Y de ver cuales son las malas y por qué (pero si dicen que “El diálogo” es una obra maestra difícil llegar a un acuerdo…).</p> <p>5- Mi película fue \"publicitada\" entre otros por el mismo Porta Fouz cuando le concedió la tapa de El Amante y casi una decena de notas (la mayoría en contra, claro). Si la menciono aquí es justamente para que comentaristas como vos no vinieran a decir, si no lo hacía, que esta nota estaba motivada por el “resentimiento” (ese comodín que sirve al poder no hacerse cargo de su responsabilidad). Verguenza debería darles a los que esbozan argumentos como los vistos aquí para desestimar películas. Más si son funcionarios, del gobierno que sean (y usen los argumentos que usen en cada caso).</p> <p>6- No es la primera vez que escribo sobre estos temas, y lamentablemente supongo que tampoco será la última. Es gracioso que después de todo eso alguien diga que el “escriba con poco huevo” soy yo. Y encima que lo hago de modo solapado, cuando todo está a la vista. Y nunca hablé del Bafici en particular: siempre me referí a los dos festivales de cine más importantes de la Argentina (o sea, también al de Mar del Plata), que a todas luces dependen de diferentes gobiernos.</p> <p>7- Dije también repetidas veces que “El Olimpo Vacío” tiene al menos el mérito de ocuparse de esos “nudos” que el mismo crítico-programador que la elogio dice despreciar. El problema de esa película no son sus loables preocupaciones sino ser tan ramplona y falaz como la nota de Porta Fouz.</p> <p>Para resumir: no hay en la nota de Porta Fouz ni en tu comentario una argumentación, solo prejuicios. No es cuestión de “limitada prosa” sino de cualunquismo. Eso es lo único que se desprende del “yo también estoy cansado del ‘exceso’ de esas temáticas”, como si fuera algo homologable a “las películas de vampiros, las de terror adolescente o las de Irak” (que muchas veces no dejan de contener esos “nudos”…). En vez de generalizar desde el prejuicio, la crítica debe particularizar desde la argumentación. Ahí por ahí hasta podríamos llegar a un acuerdo en que “esos nudos históricos deberían requerir un compromiso y una integridad profesional” porque “son temas para tenerles un gran respeto y encararlos de la manera en que se debe”: en esto también los críticos deberían dar el ejemplo…</p>
<p>Perdon, Leo Gutierrez, otra vez nos vamos a trenzar. solo esta vez con una punta. ¿Te parece pedorro el Gaumont? La gente que va al gaumont es mucha y no tiene guita para pagar las \" comodidades\" de un Hoyts, y si lo hace es para ver un tanque, que le vendieron hasta por el culo. Yo soy asiduo espectador de pelis en el gaumont, algunas buenas, algunas regulares, y algunas malas. Pero hay un publico que las ve. Va al Gaumont a ver que hay porque es barato, tal vez no llevado ni por la critica, sino por el bolsillo, y puede tanto disfrutar de un documental como La carcel del fin del mundo, como un pelicula com Fango, o la ultima darineada, No \"creas\", andá y comprobá. Algo de cierto en lo que decís, a veces las proyecciones no son lo deseables que deberian. No siempre, sobre todo en la sala 3, pero no es cuestion de la sala sino de \" chequear\" antes la peli, cosa que debrian hacer los directores. En fin, me parece de mala leche, esa parte del comentario. Otras cosas son discutibles, pero ahora no tengo ganas.</p> <p>Saludos</p> <p>Y dame la lista de las docenas de pelis que rechaza el Incaa.</p> <p>Ah y la peli de Prividera está editada. y se ha dado en un monton de lados. Si te interesaba podrias averiguar donde.</p> <p>El olimpo vacio es un mal documental, no por su pertenencia ideologica, sino estètica (y por lo tanto ideológica)</p> <p>Yasta por hoy.</p> <p>Saludos</p>
<p>Lucida refleccion. De todos modos, qué se puede esperar de Porta Fouz, que terminó de arruinar la revista El Amante, antes una simpatica reunión de cinéfilos apasionados, conviertiéndola en una cascara comercial, al servicio de una cine horrible, con columnistas que se masturban con sus propias notas, carente de toda información potable del cine del mundo, más atento a vigilar con intenciones comerciales, el cine de merde que se extrena acá, dejando de lado el gran cine que se ve en todo el mundo, salvo pequeñas notas rescatables. Todo para promocionar cursillos y demas negocios, que deberían estar lejos del alma creadora que nos intenta regalar el cine, o al menos el gran cine. Aconsejo ver Jodorowsky\'s Dune, donde ese espíritu, se mantiene aun con un brillo inigualable. Me refiero entonces, que un alma corrompida como la J-Porta Fuz, tiene su vision del mundo contaminada, apunta a demoler ideologías fuera de su gusto, y así, no hay opinión válida, no toma el lugar del analista, lo cual es deplorable, Lo mismo que trabajar para Macri, y aquí si estoy destilando mi visión del mundo, puro veneno antimacrista, opio de la cultura.</p>
<p>No concuerdo en casi nada con la nota de Prividera, pero destaco someramente los siguientes puntos:</p> <p>1- ¿Realmente creés que a ese cine pedorro –el Gaumont o cualquier otro Espacio Incaa, monumentos a la desprolijidad técnica y la incomodidad- va gente que no podría ir de otra manera? Yo no lo creo.</p> <p>2- Esa política no “cumple con su cometido”: la gente no va al INCAA ni tampoco ve cine argentino; es más, la gente sigue pensando –erróneamente, para mí- que el cine argentino sigue siendo (lo era) una porquería; y el hecho por el cual lo sigue pensando (más allá del prejuicio, que hay mucho), es por la barrabasada de películas malas (de propaganda o no, en eso hay una gran libertad: acá se hacen películas malas de todo tipo) que tienen la desgracia –por desinformados y desatentos, quizás- de ver.</p> <p>3- No demos vueltas: simplemente te jode que a Porta Fouz no le gusten ese tipo de películas “nudo”, o que las considere “demasiadas”. Yo opino exactamente igual y estamos en nuestro absoluto derecho. Por eso mi respuesta.</p> <p>4- Acá el asunto, está claro, no es sobre qué traten dichas películas (he visto enormes películas que encuadrarían en dicha categoría), sino su cantidad desmesurada e indiferenciada…. Esto se ha criticado en todo género, y estoy seguro que vos mismo te habrás cansado (debería chequear, pero no tengo tiempo) del exceso de secuelas de superhéroes, de excusas 3D, de alemanadas culposas sobre el Holocausto (y vaya “nudo” es ése).</p> <p>5- Me han hablado maravillas de tu autopublicitada película (lo cual no está mal, no está mal, pero roza lo vergonzante cuando en cada nota hacés referencias un tanto forzadas hacia una o dos películas tuyas), y tengo muchas ganas de verla (a propósito: vos sabés como la puedo conseguir: no veo que este Gobierno de los temas importantes me la acerque a ningún lado ni la edite), y me parece injusto que haya quedado afuera de un festival que se supone “opositor” (adonde te vi varias veces, lo cual es saludable). Pero de la misma manera me parece injusto y reprochable la actitud de ese Gobierno para con las obras que no encuadran con sus Greatest Hits. Al fin y al cabo lo tuyo es una película, y una que lograste hacer y tener al lado tuyo; lo que el Gobierno rechaza son decenas, muchas de ellas que jamás serán filmadas.</p> <p>6- Tu réplica se sigue con interés y pertinencia hasta que nombrás al “otro”, al Gobierno de la Ciudad. Siempre entre paréntesis, el lector más o menos atento puede advertir que lo que te jode realmente no es la crítica de JPF al ente estatal, sino la conformación del Bafici; no es la crítica de él hacia cierto tipo de películas, sino que haya “saludado”(como se saluda una película) a “una de Macri”. Tengo para mí, y te lo digo con el mayor de los respetos, que quien encierra entre paréntesis o en su tercer párrafo su crítica central no es un crítico (o redactor) dotado, pero más que nada es un escriba con poco huevo.</p> <p>7- Hablás maravillas del documental como registro de esos “nudos”, pero despreciaste El Olimpo Vacío y queda claro por qué. Entonces , ¿cómo es? El documental argentino sólo es valioso si se ocupa de antes del 2001 o habla de Perón y la Dictadura Eso es muy flojo. El Olimpo Vacío trata sobre al menos uno de tus nudos –en la forma de Evita-, entonces no se comprende tu selectivo rechazo. O sí; queda más que claro.</p> <p>Para resumir: no coincido en casi nada de lo que decís, y no creo que presentes argumentos o voluntades más sólidas que la de la rivalidad partidaria (con Porta Fouz, con millones). Tu nota también carece de interés, al no proponer nada más que una crítica al crítico (citás sus notas, sus tweets, etc.). Yo creo que no me vas a entender (y no por falencias de mi limitada prosa), pero yo también estoy cansado del “exceso” de esas temáticas , o “nudos históricos” de los que hablás, pero porque también estoy cansado de las películas de vampiros, de las de terror adolescente o de las de Irak. Y también (y no menos importante), estoy cansado porque la mayoría de esas películas son malísimas. Como luchador de las causas nobles, en esto deberías estar mínimamente de acuerdo: la calidad de las películas sobre la Dictadura (que son “películas sobre la Dictadura”, no “La Dictadura”, esto resulta clave) de la década de los 80 y gran parte de los 90 generó en gran parte de los espectadores medianamente interesados por el cine más alejamiento y rechazo que abrazo a ese momento tan trascendental y lamentable de nuestra historia. Y eso no es bueno; al contrario, es una mierda. Esos nudos históricos (en especial este último) creo yo, deberían requerir en sus directores un compromiso y una integridad profesional muy superiores al utilizado para filmar una ficción cualquiera o un thriller con Darín. Son temas para tenerles un gran respeto y encararlas de la manera en que se deben, y no para que se lancen de a decenas, como chorizos, de manera irresponsable –pisándose entre sí, incluso- como si se tratara de las comedias fachas de Hugo Sofovich durante los ochenta. Eso sí que no es justo.</p>
<p>¿Por qué el gorilismo ciega a mentes brillantes? Basta leer comentarios de Borges sobre el peronismo, basta escuchar a Beatriz Sarlo cuando visita a Juaco en TN para ratificarlo.</p> <p>En el caso del artículo de Porta Fouz, ¿por qué su gorilismo lo hace quedar tan mal parado?</p> <p>Como prueba, su panfleto se titula \"Números, contexto y preferencias\", y lo único que nos queda claro son sus preferencias (ideológicas, sobre todo), porque su \"análisis\" del contexto es, cuanto menos, capcioso o falaz, como muestra Prividera, y sus números son aviesos porque detalla con precisión los millones de tickets y la producción local y de los países de la región, pero no precisa (porque no le conviene) en absoluto cuántos son esos films \"sobre temas favoritos del gobierno\".</p> <p>Mejor cuando el gorilismo hace catarsis. Buen libro al respecto el de Rodolfo Edwards \"Con el bombo y la palabra\"</p> <p>http//:www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-32699-2014-07-06.html</p>
<p>Rey, te contesto solo porque ponés tu nombre (presumiendo que es verdadero): las opiniones sobre mi \"bodoque\" son libres y bienvenidas, sobre todo si dan para la discusión y no el mero agravio como es tu caso. Pero esta nota va notoriamente por otro lado, o -si querés- por el fondo de la cuestión: la discusión política que hay detrás de todo esto, y que desde ya no se circunscribe a un solo crítico ni a una película (y mucho menos a Kás y Antis). Así que si tenés algo para decir sobre la nota lo leeré atte, sino se agradecerá dejes los comentarios biliares para Twitter...</p>
<p>Prividera: la calentura que tenes porque no te programaron ese bodoque que imita a Sukurov no tiene límites ¿no?</p>
<p>\"Prividera escribe contra mí. Habla de y hace nudos. Me parece entender que cree que la inseguridad es una sensación.\"</p> <p>Esta es la réplica en Twitter de Javier Porta Fouz. Me tomo la molestia de volcarla aquí para contestar lo que \"me parece entender\" de la frase:</p> <p>-Yo no escribo contra Porta Fouz, sino contra lo que dice. Debiera saber la diferencia un crítico, cuando eso es lo que suelen echarle en cara a los cineastas: que confundan la crítica a su obra con algo personal.</p> <p>-El que habla de \"nudos\" es Porta Fouz en su nota, y es precisamente casi con lo único que acuerdo: hay \"nudos históricos\", sin duda (aunque a PF parece molestarle). También hay nudos histéricos, como el empeño de ciertos críticos por negar lo evidente.</p> <p>-Hablando de evidencias, en lo único que se detiene Porta Fouz es en la \"sensación\" de \"inseguridad\". Curioso que alguien tan afecto a la estadística no entienda que la \"inseguridad\" no se puede medir, como no se pueden medir la infelicidad o la inmadurez (sin que nadie niegue su existencia). Hablemos de delito o de cosas cuantificables y discutamos las estadísticas si quiere. Pero veo que sobre su lectura tendenciosa de las cifras cinematográficas no dice nada, así que \"entiendo\" que menos me va a explicar las de la \"inseguridad\".</p> <p>Al respecto, le dejo el link a otra nota que en esto tiene todo que ver, aunque yo no quiera ocupar el lugar de Szifrón y supongo que el tampoco el de la Señora: http//:ojosabiertos.otroscines.com/el-relato-salvaje</p>
<p>Por más que se trate de \"encauzar\" la distribución de estrenos la gente que va al Gaumont, Arte Cinema, Cosmos, etc. no es la misma que asiste a los complejos de los shoppings.</p> <p>Por más salas de arte que se quiera abrir (que estoy totalmente de acuerdo, hace poco adherí a la reapertura de la sala Lugones) y limitar los estrenos todo seguirá igual.</p> <p>¿Cuántos espectadores vieron este año La Paz, La Corporación, El crítico, Aire libre, Historias del Miedo, Lumpen, Los Dueños? El cine argentino que se estrena de directores como Prividera, Katz, Murga, Fontán, Loza, Berneri, como aquellos que estrenan sus operas primas no tienen convocatoria nada más en aquellos espectadores que son los mismos que agotan las localidades en cada Bafici, Semana de Cine Europeo o Alemán. Y no hay que ser un intelectual para ser parte. </p> <p>En cuanto a Porta Fouz no me asombra en nada su \"pluma\", la misma que junto a Quintin, Noriega, Tomás Abraham, entre otros, trataron de denostar ciertas políticas culturales del gobierno que no se pueden negar aportaron mucho al cine nacional. Es verdad que hay mucho por hacer y cosas que no se han hecho del todo bien, pero hay que mirar hacia atrás y ver qué pasaba en los \'90 con nuestro cine. Cuánto actores tenían trabajo, cuántos directores podían presentar sus proyectos, cuánto se destinaba a la cultura .</p> <p>Solo se trata de reflexionar y no dejarse arrastrar por críticas destructivas.</p> <p>Como decía Descartes; \"pienso, luego existo\".</p>
<p>Distribución de films nacionales: de 153 películas del 2013, solo 5 se llevaron el 90% de la taquilla. Las 148 restantes que se vean en Malba y afines, más algunos Espacios INCAA, INCAA TV, es casi NADA. Somos más de 40 millones en un territorio enorme , ¿donde se ven? ¿Quien las conserva? ¿Como se recuperan? ¿Po rque no se editan en DVD (el INCAA) y se distribuyen en los Videoclubes que quedamos, que somos ademas los de más trayectoria y profesionalismo? Serán por lo menos unos 200 locales distribuidos en todo el país, donde se podrán encontrar siempre y cada vez que alguien las necesite.</p>
<p>A ver, acá hay varias cuestiones. El artículo de Porta Fouz me parece interesante, especialmente cuando se cuestiona la cantidad de estrenos nacionales anuales que hay frente a la demanda que existe realmente de cine nacional, de parte del público argentino. Es cierto que no todas las peliculas apuntan hacia el mismo público, pero si bien los argentinos consumen mucho cine (porque no se cuenta todo lo que se piratea, que es gigantesco) lo ciertos es que salvo excepciones que todos conocemos la mayoría de los estrenos nacionales solo van al Gaumont, el Cosmos y el Arte Cinema, y los directores pelean semana tras semana, para que si tienen dos copias, al menos una entre en el Gaumont. Y eso es motivo de postergaciones y postergaciones en los estrenos por todas las medidas burocráticas que deben realizar. Por lo tanto, sí estoy de acuerdo con Porta Fouz que se deberían revisar ciertas políticas del INCAA con respecto al otorgamiento de subsidios, estrenos y distribución de films nacionales. Al mismo tiempo, es verdad que el precio de los Espacios INCAA es irrisorio. O sea, por un lado lo apruebo, ya que ayuda a que más gente pueda acceder a las salas, pero por otro lado es desproporcional con el precio de las salas de cadenas internacionales. Y el público no porque la entrada del Gaumont sea más barata que la del Hoyts deja de elegir las del Hoyts porque brindan lo que la mayoría del público quiere ver, y es los estrenos de Hollywood. Esta lucha es vieja y cansa hablar siempre de lo mismo. ¿Entonces cual es la solución? Cambiar la política de selección de subsidios, quizás reducir la cantidad de estrenos, tener una política que valore otro tipo de géneros, crear más espacios de arte y darles mayor entidad. Hasta ahí me parece interesante el planteo. Pero después se desvirtúa hacia cuestionamientos políticos, asociados a la posición ideológica de cada uno, en la que ya no veo cierta objetividad por criticar o encontrar una solución, sino la de tirar palos o defender al gobierno. Polos opuestos. Si bien es cierto que se siguen filmando películas asociadas con temática relacionada al peronismo y la dictadura, es verdad que cada película aporta lo suyo, y al final decimos, otra película sobre la dictadura, y cuando la vemos, la terminamos aplaudiendo dado que son observaciones que a veces aportan luz o un punto de vista diferente sobre un tema que sigue latente. Pero me parece que esto no debería replantearse como el principal factor que perjudica al cine nacional. \"Puerta de Hierro\", de Victor Laplace, tuvo aceptable repercusión a comparación de otros estrenos nacionales de temáticas similares, y su calidad cinematográfica es pésima. El replanteo no es por temática o política. El planteo debe ser por tratar de ser lo más selectivos posibles con el material, no llenar la cartelera nacional de estrenos que apenas meten 1000 personas en una semana (con suerte), sino de que \"ese\" material tenga una calidad y repercusión acorde a las exigencias de cada público, y sobre todo mejor ojo a la hora de ver cuantas películas se meten por semana en la misma bolsa, ya que no es raro encontrarse con un tanque que sale con 200 copias junto a 8 películas nacionales (la mitad documentales) que salen con 1 que apenas tiene 2 horarios en el Cosmos. Y agrego que no estoy en contra de que se hagan películas fuera del Instituto, películas experimentales, documentales, etc. El tema está en COMO se distribuyen. Me gustaría que tanto Porta Fouz como Prividera, en vez de estar \"peleados\" por cuestiones ideológicas, fomenten con su conocimiento un ideal común para que el INCAA cambie sus políticas con respecto a distribución de dinero, y distribución de los estrenos.</p>
<p>\"... ir contra las entradas populares que permiten la existencia de un público que no podría sostenerse con un precio prohibitivo\". Genial idea: entradas populares en cines que no proyectan nada remotamente popular jajaja. El 90% de las producciones del INCAA, generalmente afines a las temáticas preferidas del oficialismo, no les interesan a la gran parte de gente que paga 70 pesos para ver Las Tortugas Ninja (o BAÑEROS para nombrar una nacional). Es gracioso cuando se justifica de esa manera. Señora: si no le alcanza la plata para llevar a sus nenes a ver Guardianes de la galaxia, vaya al espacio INCAA que con el documental de Néstor seguro la pasan bomba los pequeños.</p> <p>Nobleza obliga, la parte inicial sobre los mercados latinoamericanos y la venta de entradas me parece muy certera, así como otras partes del texto, pero me muero de risa cuando surgen los \"razonamientos del relato\".</p>
<p>enorme texto, cuánta lucidez.</p>
<p>Nicolas:</p> <p>Muy buena reflexión.</p> <p>Algunos críticos gustan de películas de realizadores como Michael Ritchie y Kevin Costner, quienes filmaron obras progresistas. Pero claro, acusan de sentirse superiores al progre argentino... De esa forma no se colocan ellos arriba. En el cine estadounidense de los 70 -que tanto y acertadamente elogia unos de los cronistas citados- no se repetían muchos ideas conceptuales. Vamos muchachos que luego hacen chistes irónicos con Leni (la del cine propaganda) y ustedes se ponen intolerables con la temática de los filmes. Ahhh... otros críticos viven en barrios entrañables como Balvanera, San Crístobal o Monserrat y luego se descomponen por los olores de los pasajeros del subte (y justifican su aumento comparando su precio con el de una porción de pizza). Y algunos otros descubren Radio Municipal. Ahora donde todos se hace de forma \"Transparente\"</p>