Críticas
Viaje a Darjeeling, de Wes Anderson
Pasajes a la India
El quinto largometraje de Wes Anderson, cuyo cine suele girar obsesivamente sobre los mismos temas y situaciones, presenta a tres hermanos, distanciados luego de la muerte de su padre, quienes vuelven a reunirse a bordo de un tren en la India. En Viaje a Darjeeling vuelve a estar presente ese humor excéntrico con el cual Anderson recubre a las criaturas y sus circunstancias, pero el film termina revelándose como un objeto de diseño coqueto al que le cuesta generar alguna emoción genuina.
Es que el cine de Wes Anderson gira obsesivamente sobre los mismos temas y situaciones, como si el deseo de filmar fuera una situación traumática que sólo la finalización del film puede, de alguna manera, exorcizar… para volver a iniciarse. Lo mismo parece ocurrirles a sus criaturas, chicos ricos con tristeza deseosos de un poco de atención paterna, desesperados por encontrar su lugar en un mundo del cual ellos mismos se expulsan.
Cuando los elementos que componen esas recurrencias se disponen de determinada manera, los resultados son originalmente felices y felizmente originales. En la ya citada Tres es multitud y, muy particularmente, en Los excéntricos Tenembaum, los astros personales del realizador se alinearon para conjugar sendas comedias más agrias que dulces, donde cada escena escondía alguna novedosa aproximación a la construcción cinematográfica, el lugar más impensado para la emoción y la empatía.
Ese humor descentrado, algo monocorde y plañidero, con el cual Anderson recubre a las criaturas y sus circunstancias, es el ingrediente secreto de su poética. Ingrediente cuyo abuso, presente ya en La vida acuática, evidenciaba cierta predisposición a la ingeniería cool, al guiño de iniciados, a la pérdida de un terreno firme sobre el cual cimentar esos rasgos de estilo.
Algo similar ocurre con este Viaje a Darjeeling, en el cual tres hermanos, distanciados luego de la muerte de su padre, vuelven a reunirse a bordo de un tren en la India (un tren que es todo imaginación visual, hiperreal en sus colores pastel con azafata a tono). La información personal es escasa y comienza a aparecer con cuentagotas, pero mientras Owen Wilson, Adrien Brody y Jason Schwartzman se pelean y comenten toda clase de descalabros en el trayecto, el film regala otro buen ejemplo del particular timing del director para la comedia excéntrica.
Luego, cuando el trío es literalmente abandonado a su suerte en alguna perdida aldea india, hacen triunfal aparición dos necesidades que se transforman en el centro de gravitación del film: la de una catarsis emocional ante la inexistencia del duelo por la pérdida paterna y la búsqueda física de esa madre que un día se fue para consagrarse a Dios. Allí es cuando las ruedas empiezan a chirriar y Anderson muestra sus verdaderas cartas, que esta vez no forman una mano ganadora.
Hay algo de control freak en Anderson que siempre estuvo presente en sus películas: cada movimiento de cámara, cada detalle del vestuario, el mobiliario o, en este caso, los accesorios de viaje (¡esos equipajes con diseño de animalitos!), cada cadencia de los diálogos está pensada de antemano y ejecutada con precisión milimétrica. Esta afirmación, que puede ser la mayor de las alabanzas para un director de cine, termina asfixiando a una película como Viaje a Darjeeling, precisamente porque parece ir en contra del viaje de descubrimiento de sus protagonistas.
Hay algo fatalmente epidérmico y trivial en este último Anderson, un film al que le cuesta generar alguna emoción genuina y que termina revelándose como un objeto de diseño coqueto, un bonito y simpático adorno al que resulta imposible no mirar pero que, más temprano que tarde, termina generando desinterés e incluso hastío.
Nota: antes de cada proyección de Viaje a Darjeeling se exhibe el cortometraje de 13 minutos Hotel Chevalier, en el cual Wes Anderson presenta a uno de los tres hermanos protagonistas del film. Hotel Chevalier está protagonizado por Jason Schwartzman y Natalie Portman.
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No había visto ninguna película de Anderson. Por lo tanto me tomó de sorpresa. Estupenda sorpresa,ya que mis muchos años de ver cine, en el que por supuesto está el norteamericano, me ponen en guardia contra éste.<br /> Me encantaron: la cámara crudamente fija, el color luminoso y a la vez "arenoso" de algunas escenas, la ternura que me despertaron estos hombres-niños y su búsqueda ingenua e inútil de amor y protección.<br /> Bueno, una película es como enamorarse, con qué palabras se explica el amor, los por qué y los cómo.<br /> Tal vez me transforme como dice Bautista en una Anderson-dependiente y pase a formar parte del club privado.
La película está bárbara. No es solo para Anderson-dependientes, es para cine dependientes, es decir, dependientes del buen cine.
Digámoslo Brodersen, el film tiene un par de diálogos geniales. Este film es sólo para Anderson-dependientes. 100%<br /> Los Tenembaum o bien Vida Acuática puede abrirse más, pero Darjeeling es un club privado sólo para miembros de la orden de Wes.<br /> <br /> Y ver a Natalie Portman usando solo un par de soquetes en el corto Hotel Cheavalier es un gran incentivo. no?