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Crítica de “Radiance (Hikari)”, de Naomi Kawase (Competencia Oficial) - #Cannes70
La prolífica directora japonesa y favorita de Cannes presentó un film que no indigna, pero que tampoco se ubica entre lo mejor de su carrera.
Después de la imprescindible e inolvidable Shara (2004) y, en alguna medida, El secreto del bosque (2007), la obra de Naomi Kawase ha ido perdiendo gran parte del interés de los inicios. Con tópicos siempre presentes (por ejemplo, la fuerza de la naturaleza), la tendencia a poner en palabras, a sobre-explicar, a hacer evidente la búsqueda o construcción de una pretendida belleza que resulta cada vez más artificial se ha ido imponiendo. Radiance / Hikari no está a la penosa altura de An (que pasó también por este festival en 2015), pero lejos se ubica de aquellos viejos buenos tiempos.
En una cineasta inteligente, lo que sucede en Hikari no puede sino leerse como una reflexión sobre su propia obra. La protagonista, Misako (Ayame Misaki), se dedica apasionadamente a su trabajo, la audiodescripción de películas para no videntes. Allí conoce a un fotógrafo que ya casi no ve y se está quedando ciego, Nakamori (Masatoshi Nagase). La pasión por el trabajo de la primera y su encuentro con el segundo llevan la deriva hacia el pasado y la búsqueda de la luz.
Es difícil descartar la autoconciencia frente la detallada y constante explicación de lo que vemos en pantalla es algo que viene lastrando la obra de Kawase, sin siquiera tener la excusa narrativa -hasta ahora- de que uno de los protagonistas sea no vidente para justificar esa circunstancia. La búsqueda de lo esencial, de “la luz” sí ha estado desde siempre en la obra de la realizadora japonesa. Y lo cierto es que, cuando la pantalla se inunda con su presencia, hay unos cuantos bellos momentos que podrían disfrutarse más si la música y/o las palabras no estuvieran todo el tiempo destacando que estamos ante un momento poético.
En algún momento de la película, cuando un grupo de no videntes controla el trabajo de Miako, Nakamori le critica que su descripción verbal es tan detallista que se siente invadido. Sería bueno que Kawase tomase en cuenta el punto y volviera por ese camino en el que nos daba lugar para perdernos en la pantalla y vibrar con las sensaciones que generaba, con sutileza, como en la potente epifanía del baile bajo la lluvia en Shara.
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