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Entrevista a Hernán Rosselli, director de “Casa del Teatro” (Competencia Argentina) - #BAFICI
Tras un notable debut en el BAFICI 2014 con Mauro, Hernán Rosselli incursiona en el documental con este film acerca de la institución homónima –destinada al retiro de olvidadas figuras del espectáculo–, donde reside Oscar, un convaleciente actor que anhela reencontrarse con su hijo.
En 2014 se estrenaba Mauro en el BAFICI, película fundamental que nos señalaba que allí había un cineasta decidido a crear ficción amplificando un mundo que excedía al cine. Cuatro años más tarde, llega Casa del Teatro para reafirmar aquello que antes se revelaba: Rosselli es un director que sabe mirar y esperar, capaz de pensar las formas sin imperativos, a la medida de esas personas que se decide a conocer. Casa del Teatro es un retrato, en el que su estructura se hilvana entre presente y pasado como en un tiempo suspendido, organizado a partir de su personaje, de su memoria esquiva, de sus propias trampas. Y la Casa del Teatro, su hogar, es el escenario en el que invocar su propia vida. Edificio tan real como fantástico, museo de un pasado que es eminentemente ficción, limbo de la representación hecho nuevamente película (Magdalena Arau en el catálogo del festival).
-¿Cómo definirías la película?
-Creo que Casa del Teatro es sobre todo un retrato documental de Oscar Brizuela.
-¿Cuáles fueron los principales desafíos?
-Suele decirse que las segundas películas son difíciles. En este caso se sumaba la dificultad de poner en escena de forma documental un hecho real bastante delicado tratando de tomar distancia de los mecanismos del reality y la espectacularización de la realidad. Después de haber filmado una ficción como Mauro la idea de continuar con un documental sobre viejos artistas retirados no despertaba mucho entusiasmo. La vejez suele generar rechazo y en el cine es casi un subgénero, un lugar trajinado. Pero eso me motivaba más, porque siempre sentí que ahí había algo. Cuando el contenido es problemático el desafío formal siempre es grande y estimulante. Además, con los años, mi relación con Oscar y la Casa del Teatro era cada vez más estrecha y familiar, y eso me daba ganas de seguir.
-¿Cómo fue el proceso de producción y con qué apoyos contaron?
-El proceso fue una deriva de ocho años llena de accidentes y postergaciones. La enfermedad de Oscar, el estreno de Mauro… era una película muy difícil de imaginar, así que hace unos dos o tres años llegué a completar un armado que funcionó como un boceto y fui mostrando para seguir filmando y montando. Descarté mucho material para llegar al armado que va a proyectarse en el BAFICI. La película fue producida a través de una Quinta Vía (hoy Documental Digital), que se fue devaluando a lo largo de los años, Mecenazgo, el Fondo Metropolitano y el apoyo invaluable de colegas que confiaban en la película: Mercedes Córdova y Valeria Forster de Brava Cine como productoras, Juan Martín Hsu en la posproducción y Guido Deniro en el sonido.
-¿Qué expectativas tenés ante esta presentación en Bafici? ¿Cómo seguirá la carrera de la película?
-No tengo idea. Ojala ganemos muchos premios en efectivo y rompamos taquillas alrededor del mundo porque estoy muy endeudado.
-¿Cómo ves la situación del cine independiente a nivel de calidad y diversidad artística, en el terreno del fomento público (relación con el INCAA) y respecto de sus posibilidades (dificultades) de acceso al circuito comercial?
-Creo que el estado del cine independiente argentino es muy bueno, pero es en base al esfuerzo desinteresado de sus propios realizadores. Siempre fue muy difícil producir ficción que escape un poco a la lógica industrial y académica a través del fomento del INCAA. La mayoría de las ficciones que se producen con apoyo del INCAA se filman en tres, cuatro o cinco semanas. Para mi es imposible que con ese tiempo acotado de trabajo se produzca una experiencia en la sala que pueda competir con lo que ofrecen otras cinematografías o las series. En tres o cuatro semanas solo llegás a filmar tus prejuicios, y en cine eso nunca alcanza. Por eso muchos realizadores preferimos el apoyo al cine documental que es menos burocrático, o directamente endeudarnos. Pero con el nuevo Plan de Fomento la situación empeoró notablemente. Hay un consenso en la industria que dice que hay que producir menos películas con más presupuesto, ir de 140 películas por año a 80. Y eso es un problema muy grande porque la diversidad del cine argentino es justamente el derrame que se produce por la cantidad enorme de documentales, de ficciones medianas y grandes. Eso significa trabajo y apoyo para los cineastas que incluso trabajan al margen del INCAA. Por otro lado, se acercan medidas como la bancarización del crédito que va a poner restricciones para los cineastas que recién estamos empezando.
En Colectivo de Cineastas, la asociación donde participo, y con la colaboración de los colegas de AREA, asociación de cineastas experimentales, trabajamos en una vía para películas más experimentales. La Vía Alternativa de Ficción está diseñada para equipos reducidos y mantiene las escalas salariales de los respectivos sindicatos, pero con la posibilidad de planes de rodaje más extensos e intermitentes. Creemos que esta vía va a permitir blanquear mucho del trabajo que se realiza actualmente en el cine independiente, posibilitando el ingreso al fomento a cineastas excluidos y jóvenes estudiantes. Y sobre todo diversificando la forma en que se produce cine en la Argentina a través de una alternativa de fomento cultural para el cine más experimental dentro del INCAA, un cine que va a formar audiencias y recorrer el mundo. Pero la verdad es que estamos bastante enojados porque sentimos que el nuevo Plan de Fomento va en dirección contraria a lo que creemos que debería ser el fomento a la cultura: prioriza las grandes producciones y la industria pesada.
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