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Crítica de “Zombi Child”, de Bertrand Bonello (Quincena de Realizadores) - #Cannes2019
El director de El pornógrafo, Tiresia, De la guerre, L'Apollonide, Saint Laurent y Nocturama presentó una inquietante película que combina coming-of-age, magia negra y zombies con resultados fascinantes.
Buena parte de la crítica estadounidense se quejó de que Zombi Child no da demasiado miedo y desaprovecha elementos propios del género de terror. Una mirada elemental, superficial y convencional llegaría fácilmente a esas conclusiones. Pero el nuevo film de Bonello va por otro lado y es precisamente la búsqueda de otros rumbos, otros conflictos, otras sensibilidades, lo que lo convierte en un trabajo excepcional.
El film transcurre en varios tiempos lugares: Haití en 1962, 1980 y la actualidad, y -sobre todo- en la París contemporánea. Es, en esencia, un coming-of-age, una película de iniciación, de descubrimiento, de amistades entre varias adolescentes que concurren a un colegio secundario tradicional y muy exigente fundado por el mismísimo Napoleón. Allí llega Mélissa (Wislanda Louimat), una chica haitiana que ha perdido a sus padres en un terremoto, pero -gracias a que la madre había recibido la Legión de Honor por su lucha contra la dictadura de Jean-Claude Duvalier- puede acceder a esa prestigiosa institución. Las otras muchachas no están demasiado convencidas de aceptarla en el grupo, pero luego de algunos desafíos deciden integrarla. Una de las estudiantes llamada Fanny (Louise Labeque) es dueña del punto de vista y, mediante unas cartas de amor que lee en off, sabremos que está esperando el regreso de su novio. Cuando descubre que éste la ha abandonado, entra en un estado de desesperación tal que recurre a los servicios de la tía de Mélissa (una mambo profesional) para unas sesiones de vudú.
La trama es mucho más compleja porque todo el tiempo Bonello nos transporta a Haití para contarnos en diferentes épocas las historias de los zombies (en especial la real de un tal Clairvius Narcisse) que abundan en la isla a partir de sacrificios rituales y trances. Cómo y por qué ambas vertientes del relato terminarán uniéndose es algo que mejor no desvelar.
Demasiada abstracta y artie para ser una película de terror, Zombi Child no deja de ser nunca una propuesta llena de hallazgos narrativos, interpretativos, visuales (gloriosa fotografía de Yves Cape) y musicales (hermosa banda sonora con elementos electrónicos). Entre citas a Stephen King, al giallo y a Jacques Tourneur, Bonello construye un film muy particular e inquietante que, quedó dicho, incomodará a los cultores del terror clásico, pero que no deja de ser de lo mejor que se vio en Cannes 2019.
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