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Crítica de “HRA”, de Alejandro Fernández Almendras (Sección Galas) - #FICValdivia2019
El director de Huacho, Sentados frente al fuego, Matar a un hombre y Aquí no ha pasado nada filmó en la República Checa esta notable película que tuvo su estreno mundial en el festival del sur de Chile.
Primera realización del excelente realizador chileno Alejandro Fernández Almendras en el exterior, HRA constituye un homenaje al cine clásico checo. Con un presupuesto limitado, fotografía en blanco y negro, cuadro chico, en un formato intencionalmente anticuado, esta película queda muy lejos de sus anteriores trabajos, dedicados a presentar la realidad social chilena. Se trata de un melodrama clásico, abiertamente teatral, con ciertas características del género: una pareja en crisis, inclusión de terceros (y cuartos), un director y su actriz, cruces entre el teatro y la vida real, y una banda musical de enorme riqueza y expresividad.
En una ciudad pequeña de la República Checa (donde vive la novia real de Alejandro Fernández Almendras) un director prepara una personal puesta en escena de la Fedra de Eurípides, según una versión de Miguel de Unamuno (“el Kafka español”), con un agregado de ese artista acerca de la corrupción post caída del muro. Es decir, una reescritura de la reescritura. Empieza con problemas: crisis con su pareja, con el municipio que exige cambios y pérdida de los actores protagónicos, pero encuentra una reemplazante sensacional (no sólo en la ficción: la actriz Elizabeta Maximová es extraordinaria). El tópico del coup de foudre entre director y actriz está muy bien desarrollado, pese al lugar común. Pero si algo podía salir mal, todo resulta peor, convirtiendo el proceso entero en una debacle. No en vano el film se titula HRA (juego, en checo).
Es admirable cómo Fernández Almendras ha logrado un clima de total empatía con el espíritu del cine checo, tanto en la notable fotografía de Inti Briones como en el tema, su tratamiento y su desarrollo. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el director no habla checo y filmó con un mínimo equipo de luces. Petr (Jirí Mádl) es un hombre que parece no entender nada de lo que le está sucediendo y esto evoca a tantos personajes checos del cine de los ’60. Muy estúpido, pero muy real. La música subraya cada una de las escenas, como corresponde al melodrama, con Shostakovich, Ravel, Brahms, Mozart y más. En Valdivia HRA ha comenzado un largo camino y dará que hablar.
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