Crítica de la serie “Kamikaze: Caída libre” (HBO Max)

Esta propuesta danesa es una de las gratas sorpresas recientes del catálogo de HBO Max.

Kamikaze: Caída libre (Kamikaze, Dinamarca/2021). Dirección: Kaspar Munk. Elenco: Marie Reuther, Charlotte Munck, Johan Rheborg, Aleksandr Kuznetsov, Simon Strutt, Mads Reuther, Iris Cayatte, Casper Kjær Jensen, Sevik Perl y Carla Philip Røder. Guion: Johanne Algren y Annette K. Olesen, basado en una novela de Erlend Loe. Música: Flemming Nordkrog. Fotografía: Adam Wallensten. Duración: ocho episodios de entre 20 y 30 minutos. Disponible en HBO Max.

No es sencillo definir a danesa Kamikaze: Caída libre. Producida por la división europea de HBO, la serie toma como punto de partida el instante en que una joven de 18 años que parecía tenerlo todo –dinero, amigos, influencia en las redes sociales, una familia– se descubre sola y devastada: el avión que trasladaba a su padre, su madre y su hermano a unas vacaciones en África cayó en picada en medio de una selva y las posibilidades de encontrarlos vivos, más allá de las esperanzas de Julie (Marie Reuther), son nulas.

Justo antes de la catástrofe, el padre llegó a enviar un mensaje de texto de despedida. “Haz lo que quieras”, escribió durante lo que probablemente hayan sido sus últimos segundos de vida. Una frase que resuena fuerte en la mente de la joven. Y que tomará al pie de la letra, en un sentido peligrosamente literal.

La serie arranca con Julie estrellando una avioneta en medio del desierto. Una idea de suicidio que, sin embargo, termina mal: ella sobrevive sin mayores heridas, está en medio de la nada, con un celular sin señal, sin comida y con algunas botellas de agua que le permitirían sobrevivir unos días… si es que quiere sobrevivir.

A lo largo de los ocho episodios de entre 20 y 30 minutos cada uno, la serie va y viene entre ese presente crepuscular y las distintas situaciones vividas por Julie desde la noticia fatal. Situaciones contradictorias que ponen contra las cuerdas a quienes la rodean y van de la apatía a los recuerdos (hay una notable descripción del vínculo paterno con ese hombre siempre ocupado con su trabajo, salvo para atenderle el teléfono cada vez que llame).

A los intentos de contención de sus amigos y un psicólogo, ella responde con desdén, como si su vida no importara demasiado. Hasta que resignifica la frase paterna e inicia una errancia que la lleva de aeropuerto en aeropuerto, de avión en avión, en un recorrido sin rumbo por todo el mundo, un viaje dominado por la deriva y los caprichos. Como encamarse con el flamante campeón surcoreano de los Juegos Olímpicos de invierno, por ejemplo. Una pulsión de vida entre tanta muerte.

Tragicomedia de tono inasible, Kamikaze: Caída libre registra con crudeza las distintas etapas del duelo apelando a una mixtura de humor negro y el estudio de un personaje complejísimo, atrapado en un infierno tan propio como intransferible. Todo esto apoyándose en el notable trabajo de la jovencísima Marie Reuther, que -aunque parezca increíble- al momento del rodaje todavía era estudiante de actuación.

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