Críticas
Estreno en cines
Crítica de “No hables con extraños” (“Speak No Evil”), película de James Watkins con James McAvoy y Mackenzie Davis
El realizador de Eden Lake (2008), La dama de negro (2012) y Atentado en París (2016) escribió y dirigió la nueva producción de esa máquina de factura dentro del género de terror que es la factoría Blumhouse, que está basada en una reciente película danesa.
No hables con extraños (Speak No Evil, Estados Unidos/2024). Dirección y guion: James Watkins. Elenco: James McAvoy, Mackenzie Davis, Aisling Franciosi, Alix West Lefler, Dan Hough y Scoot McNairy. Música: Danny Bensi y Saunder Jurriaans. Fotografía: Tim Maurice-Jones. Distribuidora: UIP (Universal/Blumhouse). Duración: 109 minutos. Apta para mayores de 16 años.
Las vacaciones, con sus tiempos laxos y su atmósfera relajada, son ámbitos ideales para la sociabilidad. Bien lo saben Ben y Louise, un matrimonio estadounidense que se mudó hace poco a Londres y ahora disfruta de un descanso en Italia junto a su hija de 11 años. Mientras están en la piscina, cruzan algunas palabras con Paddy, un hombre intenso, medio tosco y de modales de dudoso gusto que afirma ser médico y está allí con su esposa y un chico que, asegura, tiene problemas para hablar.
Más allá de las visibles diferencias, ambas parejas comparten buena parte del descanso y quedan en contacto. Un tiempo después, Paddy (James McAvoy) invita a sus nuevos amigos a pasar un fin de semana en la casa en las afueras de la ciudad y, muy lejos de cualquier vecino, donde viven. No sin antes debatir un buen rato, Ben (Scoot McNairy) y Louise (Mackenzie Davis) aceptan. A fin de cuentas, los hijos de las dos parejas, ambos necesitados de amigos, se llevan muy bien.
Remake de la danesa Gaesterne (Speak No Evil fue su título internacional y se estrenó en Sundance 2022), No hables con extraños presenta un escenario donde el carácter opuesto de las parejas y los roces entre ellas van delineando una incomodidad creciente. Son situaciones pequeñas (algunos altercados con la comida, intercambios sobre la crianza de los chicos, una sábana sucia, comportamientos raros) que sedimentan los temores de los norteamericanos ante sus anfitriones.
El realizador James Watkins (Eden Lake, La dama de negro) le imprime a buena parte del relato un ritmo alejado del frenetismo y los golpes de efecto, cercano al thriller psicológico (Ben y Louise dudan hasta de sus propias percepciones). Es cuando mejor funciona, porque sobre la parte final, cuando Paddy se asuma como un auténtico desatado (y, con ello, McAvoy se entregue a un festival de excesos muy similar al de Fragmentado), se convierte en un film de suspenso bastante previsible con eje en la supervivencia.
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