Críticas
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Crítica de “Las vidas de Sing Sing”, película de Greg Kwedar con Colman Domingo
El segundo largometraje como director de Greg Kwedar luego de Transpecos (2016) es un bello retrato del poder curativo, catártico o al menos liberador del arte dentro de una cárcel de máxima seguridad. Nominado a tres premios Oscar (Mejor Actor, Guion Adaptado y Música).
Las vidas de Sing Sing (Sing Sing, Estados Unidos/2023). Dirección: Greg Kwedar. Elenco: Colman Domingo, Clarence Maclin, Sean San Jose y Paul Raci . Distribuidora: Diamond Films. Duración: 107 minutos.
No es la primera vez que un cineasta decide trabajar con personas que están o estuvieron privadas de su libertad (se me ocurren desde César debe morir, de los hermanos Taviani, hasta la reciente Reas, de Lola Arias), pero Greg Kwedar consigue con su segunda película (ya había dirigido Transpecos en 2016) niveles artísticos y emotivos muy particulares.
Más allá de lo políticamente correcto y hasta de cierta raigambre documentalista (la mayoría del elenco son ex internos del programa Rehabilitación a través de las Artes, que apoya las producciones teatrales en el Centro Correccional Sing Sing de Nueva York), la película funciona por la intensidad de las actuaciones, la empatía de sus personajes (incluso cuando atraviesan constantes y profundas crisis), la credibilidad de los conflictos, la sensibilidad con que se describe el proceso creativo y los ensayos y la belleza de sus puestas tan inocentes como artesanales.
Colman Domingo (el único actor famoso y uno de los pocos profesionales del reparto) interpreta a Divine G, uno de los verdaderos fundadores del programa, quien está en prisión por un asesinato que jura no ha cometido. La llegada de un nuevo interno (Clarence “Divine Eye” Maclin), un tipo pesado y violento pero a su manera también encantador, cambia la dinámica del grupo, que se completa con otros presos reales que se interpretan a sí mismos.
Más allá de la sordidez del contexto, Las vidas de Sing Sing es uno de esos films que resultan un bálsamo en un mundo dominado por los discursos de odio y las estigmatizaciones de los “perdedores” o marginados del sistema. Ya sé que esto puede leerse como un discurso de autoayuda, como pura demagogia y condescendencia, pero un film como el de Kwedar (no por casualidad ganador del Premio del Público en el Festival SXSW) realmente hace bien.
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