Columnistas
El cine desnudo
El sexo es el tema central de dos películas en cartel recibidas con múltiples elogios: Entre sus manos y La vida de Adèle. Nuestra columnista no comparte ese consenso y cuestiona los procedimientos de ambos films.
Publicado el 8/1/2014
Todos queremos ver sexo, las únicas dos o tres personas que conozco que no quieren ver sexo son muy puritanas o tienen más de sesenta años. Para las nuevas generaciones, más o menos libres de la culpabilidad que implica el acto de ver, la sexualidad y el cuerpo de los otros -porque eso es mayormente lo que queremos ver cuando queremos ver- son objeto de una curiosidad infinita, que se alimenta a medias entre los medios de comunicación y su avalancha de imágenes y curiosidades, a medias con el boca a boca y la predisposición entusiasta de todos y todas a hablar de sus costumbres, hábitos y preferencias con casi cualquiera que quiera escucharlo. Como contrapartida, el cine no da mucho para satisfacer esta demanda: los culos están en las revistas y en la tele, el porno sigue circulando en videos que se consumen en la comodidad del hogar (ahora con la ventaja inconmensurable de ver y bajar por Internet y no tener que dar la cara ni en la sección erótica de los videoclubes) y las películas que se estrenan y mayormente se pueden ver en cualquier sala de cine atraviesan desde hace un tiempo un período de bastante pacatería.
Cuerpos hay, eso es seguro, pero lo que hacen esos cuerpos pocas veces excede lo que puede verse en una publicidad de desodorantes o de ropa interior femenina o masculina: poses y más poses, tremendamente “cuidadas”, como suele decirse, que convierten a hombres y mujeres en afiches más que en personas de carne y hueso entregadas al caluroso y desordenado acto de cogerse. Y a veces, ni siquiera eso: que pueda existir una película como Don Jon (dirigida y protagonizada por el nuevo Robin Joseph Gordon-Levitt, y rebautizada en Argentina con el muy ochentoso título de Entre sus manos, ya van a ver por qué) habla de lo mucho que se puede inflar un producto que supuestamente habla de sexo, pero en el que, en realidad, el sexo no aparece por ningún lado.
Entre sus manos es una simple y llana fábula moral, la de Jon y su adicción a masturbarse mirando pornografía, que le impide relacionarse correctamente con el sexo opuesto (frase que nunca hubiera escrito pero, francamente, apenas hay otro modo de decirlo). Jon es un chico bolichero, machista y conservador, de esos que les ponen puntajes a las partes de las chicas y vive inmerso en una estructura esquizofrénica donde tu padre puede mirarle el culo a tu novia y futura madre de sus nietos con total admiración, y podés “lavar” las masturbaciones de toda una semana si cumplís con tu asignación de diez Padrenuestros y otros diez Avemarías. La película cruza a este macho insoportable con la minita interpretada por Scarlett Johansson, rubia, de manicura exagerada y acento seudo-italiano, que se levanta chicos en el boliche pero en el fondo solo quiere tener bebés y formar una familia. Scarlett puede ponerse un vestido ajustado y hablar con acento popular, pero olvídense de verla demasiado en la cama: algunas estrellas simplemente no se desnudan, y Jon tendrá que recurrir a la más experimentada y liberal Julianne Moore para aprender un par de cosas sobre sexo.
Con la premisa de que masturbarse después de cierta edad está mal, y de que lo normal sería tener sexo con chicas y “perderse en el otro”, Entre sus manos es normativa de principio a fin y no admite ningún tipo de discusión en la descalificación sistemática de su pajero personaje, además de que hace un intento de purificación lingüística al introducir, con un poco de timidez pero con convicción, el viejo giro de “hacer el amor”. Con poco sexo y mucha culpa, la historia de Don Jon es el extremo opuesto de la de Adèle, que en la película que lleva su nombre muestra hasta lo que casi ninguna actriz se atreve a mostrar: una concha depilada y joven, apenas abierta mientras su dueña posa para una de las pinturas de su novia artista. De más está decir que de ahí para arriba, se muestra todo. Y a La vida de Adéle le basta, para ser una película hermosa, con la belleza de sus protagonistas. Más jóvenes y perfectas imposible, Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos llenan uno por uno todos los requisitos del canon de belleza contemporáneo, y cada una aporta toques encantadores como los dientes separados y el pelo azul de Seydoux, que la convierten en una criatura casi extraterrestre con reminiscencias de Kate Moss, y el aire infantil y salvajemente despeinado de Exarchopoulos, lindísima en un buzo con capucha o en el jean más común del planeta que le deja ver el ombligo.
Por otra parte, lo que hay de intensidad -o de supuesta intensidad- en el enamoramiento de las chicas está construido de una manera bastante burda con procedimientos que hacen del espectador un voyeur obligado, que le imponen el deseo, cuando la cámara se fija en la boca abierta de Adèle mientras duerme o en culito levantado, de nuevo, mientras está dormida, adolescente y un poco con aire de bebé, entregada profundamente al sueño. Estas imágenes me parecen clave para entender cómo funciona la película, porque está claro que esa fragmentación fetichizante del cuerpo de la protagonista tiende a hacer que, para cuando tenga lugar el encuentro entre las chicas, uno ya esté totalmente caliente y con ganas de ver a Adèle desnuda, de consumar esa larga invitación visual que es la primera hora de película.
Adèle se encuentra con Emma, se descubre lesbiana e inmediatamente la vemos cogiendo como la más consumada de las tortilleras sin que medie un descubrimiento del otro cuerpo femenino, o del propio cuerpo en este universo nuevo. En La vida de Adèle no hay tanteo, no hay temblor ni conflicto y, para colmo, uno de los hechos fundamentales de la película aparece condensado en la metáfora más tonta posible, cuando Emma le pregunta a Adèle si le gustan las ostras -cosa que es tan sutil como si, tratándose de homosexuales, uno le preguntara al otro si le gusta la maraca. Adèle dice que no, pero prueban las ostras y le empiezan a gustar, y entonces uno sabe que también le va a gustar la ostra de Emma. La inteligencia de la película alcanza para aprovechar el mismo plato, las ostras con limón, como indicador de la diferencia de clases entre las chicas: en la casa de Emma se comen ostras y se habla de cultura; en la de Adèle se comen espaguetis y se habla de plata y de laburo, y eso es lo más sofisticado que se le puede pedir a la película de Kechiche. El resto es una historia de amor totalmente lineal y carente de interés, un poco de telenovela entrecortada por los llantos de Adèle para hilar las escenas donde las chicas cogen, entre el porno y el artie, o entre el porno y esos espantosos y convencionales cuadros de Emma que atrasan como un siglo.
Que semejante pavada haya cosechado dieces locales y palmas de oro francesas es un misterio: aunque La vida de Adèle es innegablemente bella y atractiva, esa atracción se recuesta sobre las convenciones más burdas del presente, las que hacen posar a dos chicas lindísimas y calentar la pantalla para la mirada masculina, y por esto me refiero a una mirada que fragmenta y dispone el cuerpo de la mujer con procedimientos similares a los del porno y la publicidad. Aunque poner a dos chicas cogiendo se pueda confundir con realismo, basta para entender cómo se representa el cuerpo femenino con la escena cerca del final en la que Adèle se ducha: ninguna chica se enjabona el culo con movimientos circulares y una pierna apoyada sobre la bañera para hacerlo ver todavía más redondo, salvo en alguna publicidad de jabón o de crema anti-celulitis. Pero como sea, menos plásticas, menos maquilladas y más naturales que cualquier modelo o actriz porno, las chicas de culos inmaculados que se pegan palmaditas estaban destinadas a ser un hit, y a ser también el único sustento de una película que borronea su historia y su entorno (la familia, trabajo, aprendizaje y crecimiento de su protagonista) porque lo que más le importa es mostrar, teñidas de pretendida elegancia artística (ya saben, plano cenital de los cuerpos simétricos de las chicas, menciones a Egon Schiele y bla bla bla), algunas imágenes que le podrían servir al más sincero Don Jon para cargarse otros diez Avemarías.
COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO



COLUMNISTAS ANTERIORES
Diego Batlle y Manu Yáñez analizan la nueva película del director de Aquel querido mes de agosto y Tabú, que luego de su estreno mundial en el Festival de Cannes 2024 (Premio a Mejor Dirección) y de un breve paso por las salas argentinas ya está disponible en la plataforma de streaming MUBI.
Análisis de la nueva película del director de No Rest for the Braves / Pas de repos pour les braves (2003), The King of Escape / Le roi de l'evasion (2009), El desconocido del lago / L'inconnu du lac (2013), Rester vertical (2016) y Viens je t'emmène (2021). Lanzamiento en Argentina: Festival de Cine Francés (Abril 2025) y en salas comerciales (Mayo 2025).
Algunas ideas sobre cómo (re)pensar las películas en estos tiempos de ataques constantes y con un INCAA intervenido y prácticamente inactivo.
Nuevo aporte de nuestro columnista experto en legislación cinematográfica.
<p>Me parece que Jorge H. queria ver otra pelùcula: una trama de tensiones contestatarias, drogas por doquier, familias disfuncionales, suicidados por no poder pagar la hipoteca, etc, etc. angustias que no dejan ni tiempo para el amor y el sexo.</p> <p>Me parece que no es el caso de este recorte de \"una\" historia de amor entre millones, con el acento y la sensualidad expresiva puestos en una pasiòn que produce placer y dolor entrañable por encima de cualquier concientizaciòn sobre el mundo en que vivimos. Esto dicho con todo el afecto y respeto por el lector que antecede- Es bueno jugar un poco a la confrontaciòn cinèfila sin que la sangre llegue al rio.</p>
<p>Sobre la \"Vida de Adèle\"</p> <p>Una película reaccionaria</p> <p>Pensemos por un momento que el título habla de la vida de Adèle. De toda su vida, no solo la amorosa. ¿Y cual es la mirada que posa Kechiche sobre todas las instituciones que retrata? Es una mirada carente de conflictos (fuera del sentimental, por supuesto), condescendiente. Las familias que se retratan muestran a padres e hijos sin peleas ni incomprensiones.</p> <p>La política aparece tibiamente en una manifestación que parece más un corso de carnaval que el reclamo por mejor educación. ¿Y la policía, y la represión, y las sanciones? Que distinta la manera de retratar las luchas estudiantiles de Kechiche con la de Assayas, por ejemplo, en “Después de mayo” Los dos directores franceses divergen radicalmente también en la presentación del tiempo histórico. La de Kechiche no se sabe en que época transcurre, y por lo tanto contra quienes se enfrentan los manifestantes. En “Después de mayo” ya desde el título nos ubica en el periodo del filme.rnrnLa educación, es otra institución retratada con una falta de rigor crítico sorprendente. Muchas escenas se desarrollan en el ámbito de la educación. Kechiche repite en esta película un interés que ya demostraba por el tema en su anterior “Juegos de amor esquivo”. Un grupo de estudiantes secundarios que conviven en un clima por demás armonioso entre ellos y lo que resulta más inverosímil, con sus profesores. La concentración e interés que muestran Adèle y sus compañeros, hace que parezcan habitantes de otro mundo. En “Juegos de amor esquivo” el comportamiento de los alumnos es similar, y hasta más irreal, porque se trataba de una escuela marginal. La violencia o las drogas, están completamente ausentes en las dos películas de Kechiche.</p> <p>Luego Adèle, aparece en el rol de maestra. El hecho de que sea una maestra de “Kinder”, le permite a Kechiche fotografiar a los pequeños alumnos, con el mismo sistema con que retrata a las dos protagonistas, con primeros planos intensos de los niños que con su alegría y bondad se meten al espectador en el bolsillo y refuerza la empatía por Adèle. Qué puede haber mas tierno que trabajar de maestra en un jardín de infantes.</p> <p>El matrimonio es lo mismo: la monogamia es la base de la pareja, y el conflicto central se desata a partir de la “violación” de Adèle de este pacto “sagrado” que impone el patriarcado.rnLa monogamia es la base de la sociedad patriarcal. Que los movimientos de las minorías sexuales por obtener el derecho a contraer matrimonio, no cuestionen este fundamento, explica la facilidad con que van obteniendo en todo el mundo sus derechos. El capitalismo está a salvo. Por supuesto no todos los miembros de estas minorías piensan igual.</p> <p>En la película, Emma es sumamente conservadora en este aspecto, y la crisis, a mi entender exagerada, deviene justamente de un acto infidelidad de Adèle. Emma podrá parecer moderna tiñiendo su pelo de azul, pero su concepción de la pareja es muy anticuada. ¿será también la posición de Kechiche? El trabajo es fabuloso, no hay salarios bajos, ni peleas con la dirección, ni dificultades para conseguir empleo, ni conflictos con los compañeros. La auto explotación se presenta como una virtud moral. Adèle trabaja todo el año, y en el verano, en el momento de sus vacaciones… también trabaja, claro que con chicos con problemas, lo que santifica su decisión.</p>
<p>¿Entonces a la autora le molesta que la muchacha hetero pajera pueda calentarse con la película?</p>
<p>Coincido bastante con Debussy, y me preocupa la generalización y ese criterio de verosimiltud para criticar las escenas sexuales y de desnudos.</p> <p>Reconocerse con el cuerpo del otro es un requisito para coger frecuentemente con alguien de cualquiera de los dos sexos, por más experiencia que se tenga con alguno de ellos. ¿Pero qué debió haber pasado con Adèle cuando debutaba con Emma? ¿Que Emma le tuviera que indicar cómo hacer tal posición, como si Adèle no supiera nada de la anatomía femenina? ¿Que se cayeran de la cama mientras tijereteaban? ¿La buena conexión sexual no puede ser parte del flechazo amoroso? Y en todo caso, ¿no debía Adèle estar más incómoda físicamente cogiendo con el pibe del principio? No estoy diciendo que dos homosexuales sepan automáticamente cómo darse placer, pero en el primer polvo es claro que Adèle no actúa robóticamente, le aprieta compulsivamente las cachas a Emma, le besa distintas partes del cuerpo sin un orden predeterminado... ¿Pero por qué deberíamos estar haciendo telebeam de 13 minutos de sexo en una película de casi 3 horas? Yo soy un hombre heterosexual y no puedo establecer absolutamente nada sobre el sexo lésbico, pero el punto es que nadie puede hacerlo, con ninguna inclinación sexual. Se puede señalar a Kechiche por cómo las filma, pero las minas no están haciendo acrobacias para Brazzers, y esa desacreditación a los polvos que se echan cae en la misma generalización que el primer párrafo respecto a lo que a \"todos\" nos pasa con el sexo. En esa oda a lo verosímil es ridículo (ya me sumo a Debussy) que a un romance adolescente le exijas que no se trate de una historia lineal y movilizada por sentimientos primarios, y que al menos uno de sus protagonistas no tenga una personalidad medio snob, y ganas de llevarse al mundo por delante.</p> <p>Concuerdo en lo pedorro de los mecanismos señalados para marcar las diferencias entre las chicas y calentar paulatinamente a los espectadores. Podría preguntar cómo hacer para filmar naturalmente a semejantes bombonas, pero realmente Kechiche termina siendo algo vulgar en sus métodos, como sea que se enjabone el culo una chica.</p>
<p>Notable el analisis de Pablo Debussy.</p>
<p>Esto se està poniendo muy bueno......paradògico pero real: es tan inteligente ,lùcido y valiente el comentario de Pablo Bebussy como el escrito de Marina......y como dice Beto Hernàndez \"que los ratones de cada uno hagan lo suyo...\"</p>
<p>Discrepo con la crítica de Marina en relación a lo que dice respecto de La vida de Adele. La otra película no la vi y nada me lleva a verla.</p> <p>Marina se centra en el sexo, en describirlo, criticar su representación y una mirada supuestamente idealizadora de los cuerpos. El film es de una complejidad enorme y va mucho más allá de las escenas de sexo a las que ella se refiere. Hay un grado de realidad en las imágenes, en la expresión de Adele, que resulta extraordinaria. La relación entre ellas es compleja, dispar, llena de matices, y sin subrayados (ok, concedo que la metáfora de la ostra es de trazo grueso, pero convengamos en que ella es adolescente y Emma tiene veintipico, apenas). Es mucho más realista que se rían de una metáfora grosera y después vayan al museo y hablen de Egon Schiele. Ahí está todo: la pintura, el arte en general, las inquietudes y el sexo también, como un elemento más de la relación.</p> <p>Me parece que en el fondo, la crítica de Marina termina por ser bastante moralista, contra lo que se supondría que quiere escribir y contra el supuesto desparpajo sexual que pregona. Criticar la escena de la ducha por cómo se enjabona Adele es una pavada de marca mayor, así como objetar que las chicas no tienen celulitis (a ver, son muy jóvenes). Por otra parte, ciertas afirmaciones que hace Marina al inicio de la nota son de dudosa validez: \"todos queremos ver sexo\" ¿Quiénes son todos? ¿Cómo sabe ella que todos queremos ver sexo? O más aún: ¿cómo sabe lo que queremos ver? Luego habla de la \"predisposición entusiasta de todos y todas\" por hablar de sexo y contar intimidades. Otra burda generalización. Me parece que Marina se olvidó de hablar de cine en su nota, y que la película de Kechiche es una excusa para quién sabe qué otra cosa.</p>
<p>La crítica está buena y un par de cosas son ciertas aunque poco relevantes (lo de la ostra, por ej. Se podría haber buscado otra cosa menos obvia, es cierto. Lo de los spaghettis y la voracidad de Adele por otro lado me parece hermoso y va construyendo bien la diferencia de clase). ¿Pero por qué está mal que nos vaya calentando con planos de Adele? Si es un film de intensidad, de calentura, de desesperación, de emociones violentas. Por eso mismo tampoco me hubiese gustado si antes de pasar a la pasión desenfrenada hubiésemos recorrido los tanteos nerviosos. No sé si hubiese sido más o menos realista (nunca la tomé como \"realista\") pero sí hubiese tenido menos que ver con la película.</p>
<p>Me encanta leer lo que escribe Marina, pero en el caso de LA VIDA DE ADELE discrepo totalmente con su punto de vista - La pelicula de Kechiche me parece maravillosa, y es mucho mas que las 2 o 3 escenas de sexo que muestra.</p>
<p>Es posible hacer un hilvan con los interesantes aportes de los lectores precedentes: Coincido en que el escrito de Marina es inteligente, lùcido y tambien...valiente a contrapelo de mucha feligresía crìtica.</p> <p>Tambien pienso que La vida de Adele es muchissssimo màs que los 15 minutos lèsbicos, es màs, podrian haber no estado o solamente sugeridos, y la potencia de esa pasiòn de las jòvenes en tan entrañable y comprometida interpretaciòn,con momentos de sobrcogedor dramatismo pocas veces igualado en una historia de amor, hubiera sido la misma.</p> <p>Solo que hubiera contado con una taquilla màs austera, a la altura de los admiradores de Cous Cous, los seguidores de los premios de Cannes o los espectadores casuales de peliculas francesas.</p> <p>Kechiche ha demostrado ser un director de un gran talento y ha sido perfecto en el manejo de una cpamara incisiva hasta los tuètanos, lo mismo que la esquisitez de las escenas màs comprometidas.</p> <p>Tambien me parece que la inclusiòn de las mismas no han sido del todo inocentes, quzas sea un regalo a cierto voyeurismo ilustrado, un estimulo que, al parecer, algunos productores y muchos espectadores todavia necesitan.</p>
<p>Muy inteligente artículo pero... mi opinión es que las dos películas son muy buenas, y que los ratones de cada uno, hagan su trabajo.-</p>
<p>En su insaciable búsqueda de \"epater le bourgois\" los directores filman escenas cada vez más desagradables: hasta Scorsese lo muestra a Di Caprio aspirando cocaína de un inmenso asshole. Ni hablar de \"Movie 43\" donde Hugh Jackman lleva los testículos colgando de la nuez de Adán. O Almodovar con Penélope Cruz reconociendo la presencia de la madre por el \"olor a pedo\" (sic). Después se quejan de que cada vez va menos gente al cine. Gastar 50 y perder 2 horas para ver la historia de un masturbador Estaría más enfermo que el personaje......</p>
<p>Toda crítica es subjetiva, se dice. Esto es un punto de vista totalmente encomiable, para mí, La vida de Adele es una película de amor como pocas. No existe la pelicula perfecta como así tampoco que guste a todos los espectadores. En esa variedad de opiniones visiones y sensaciones residen nuestras diferencias como personas. Lo importante es respetarlas.</p>
<p>Excelente y muy justo comentario sobre Adele. La otra aún no la vi.</p> <p>Lo de las ostras y el contraste de clases entre las dos familias es de lo más vulgar que vi en mucho tiempo. Y eso que venía de ver Post Tenebras Lux, de Reygadas, que me había parecido poco sutil en el mismo rubro (contraste de clases). Por lo menos Adele me sirvió para apreciar la de Reygadas con más justicia.</p> <p>Y por suerte la vi en la intimidad de mi hogar, así que también me sirvió para cascarme.</p>
<p>Me encantó La vida de Adèle (seré como dice MY: un burgués pajero) y, en vez de indignarme, me encantó también cómo está escrita y los argumentos de Marina, de las mejores, desprejuiciadas y más incisivas críticas que hay hoy en la Argentina.</p>
<p>Simplemente decir que, como siempre, la columna de Marina es muy buena, muy valiente y muy divertida, aunque aclaro que no vi ninguna de las dos películas aún, lo que lamentablemente me impide acordar o disentir.</p>
<p>Una pena leer estos comentarios tan retrógrados y tan cortos de visión. La película dura casi 3 horas, en las que en un total de no más de 13 minutos hay sexo. Pero la mayoría de la gente se quedó con eso, no con todo lo demás que tiene para ofrecer.</p> <p>Es una obra maestra. Kechiche pone la cámara en los lugares que ningún otro pondría, y filmó el sexo como nadie hasta ahora. Y si en una historia de amor es sólo sexo lo que vemos, es porque no entendimos nada.</p> <p>Saludos y lamento que no hayas apreciado semejante película.</p>
<p>Perfecta, realmente. Y eso que me gustó mucho \"La vida de Adele\" (creo que sus valores van por otro lado), pero hace mucho tiempo que no leo una a alguien pensar de forma tan rotunda e inteligente sobre una película.</p> <p>Gracias.</p>