Entrevistas a los directores argentinos #3 / Martín Morgenfeld y Sebastián Schjaer (El pasado roto)

“Veteranos” del cortometraje, Morgenfeld y Schjaer trabajaron por primera vez juntos en esta exploración de las consecuencias emocionales de un embarazo adolescente narrada a pura sensibilidad y sin golpes bajos, que fue seleccionada para la Quincena de Realizadores del festival.

Publicado el 9/5/2015 - 09:34:59

-Si bien ya tenían ambos varios cortos realizados (en el caso de Martín unos cuantos con Gastón Margolín), ¿cómo fue la experiencia conjunta y la dinámica de trabajo?

-MORGENFELD: En mi caso es el cuarto corto que codirijo y tendré una quinta experiencia este año. Si bien me parece muy difícil que la química entre dos personas se produzca alrededor de un mismo proyecto, disfruto especialmente del proceso cuando esto ocurre. Me parece productivo e inspirador tener un ida y vuelta permanente, un filtro para las malas ideas y para los entusiasmos desmedidos, sobre todo en las etapas de escritura y montaje.

-SCHJAER: Yo es la primera vez que tengo una experiencia de codirección y pienso que en algún futuro me gustaría volver a trabajar de a dos, principalmente porque se trata de un proceso de crecimiento y aprendizaje constante. Al haber emprendido juntos las tareas en las etapas de escritura, rodaje y montaje, el germen inicial que siempre da origen a las películas se vuelve difícil de quebrar. En todo momento hay otra persona para recordar hacia dónde se está yendo. 


-¿Cómo surgió la idea de trabajar el tema del embarazo adolescente desde una perspectiva tan íntima, sin caer en la denuncia escandalizada tan propia de la corrección política?

-MORGENFELD: Cuando empezamos a pensar el corto, lo primero que surgió fue la idea de trabajar enteramente dentro de un hospital, un espacio anónimo donde suelen desplegarse emociones intensas. Luego, la necesidad de que la historia transcurriera del modo menos elíptico posible. Y, finalmente, las ganas de trabajar con personajes que se encuentren en una etapa de transición entre la adolescencia y la adultez, que ambos atravesamos no hace tanto y de la que nos interesa la enorme dificultad de entender lo que a uno le pasa. En este sentido, nos interesaba la perspectiva íntima, lo que a los personajes les pasa con ese tema y no el tema por encima de ellos.


-¿Por qué optaron por trabajar mucho el plano-secuencia con cámara en mano?

-SCHJAER: La decisión de trabajar el tiempo del modo menos elíptico posible nos fue llevando a ciertas decisiones sobre la puesta en escena. La más importante de ellas fue el uso del plano-secuencia con la intención de transmitir del modo más directo posible la incomodidad que generan ciertas situaciones dramáticas. Los momentos de silencio, de este modo, van cargando una tensión que se acumula en la medida en que el plano no corta. Paralelamente, los movimientos de cámara nos permitían cierta fluidez para seguir los movimientos de los personajes.


-¿Cómo fue el proceso de casting y cómo eligieron a Diego Vegezzi y Julieta Giménez Zapiola?

-MORGENFELD: El trabajo con los actores es una de las áreas que más disfruto a la hora de hacer cine. Como estudié actuación muchos años, tengo contacto con muchos actores, sobre todo del rango de edad de la pareja protagónica. De todas formas, a la hora de elegir, me gusta ampliar el panorama lo más posible. También me apoyo en la opinión de muchos amigos que, a mi entender, tienen la sensibilidad para encontrar el actor indicado para cada personaje. En esta ocasión fueron de vital importancia los aportes de Ignacio Sánchez Mestre, Vladimir Duran y Julieta Zylberberg.


-¿Cómo ven el panorama del corto hoy en Argentina? Más allá de Historias Breves, de la producción incentivada por las escuelas de cine como la FUC y la ENERC o de ciertos ciclos en I.Sat o La Nave de los Sueños no parece haber demasiado espacio para la difusión. Sin embargo, se sigue filmando mucho y son tres los cortos argentinos en Cannes ¿Cómo lo analizán?

-MORGENFELD: Yo creo que el problema principal del cine argentino hoy en día es la exhibición. Si de la gran cantidad de largos que se producen por año sólo muy pocos tienen un recorrido aceptable, sería extraordinario que los cortos sí lo tuvieran. Creo que el caudal de cortos que se realiza principalmente gracias a las escuelas de cine es muy alto, ha mejorado mucho el nivel y eso queda demostrado en diversos festivales todos los años. Sería muy bueno, además, que pudieran exhibirse cortos en los cines, antes de las películas, y que también alcanzaran los canales de televisión.


-¿Cómo tomaron la selección para Cannes y cuáles son sus expectativas a la hora de presentar el corto en el principal festival del mundo?

-SCHJAER: Por supuesto que recibimos la noticia con mucha alegría, pero sobre todo expectantes de que el corto se exhiba. Será la primera vez que se muestre proyectado en pantalla grande. Al mismo tiempo, existe un peligro sobre el que creo hay que ser cuidadosos. Como el Festival de Cannes funciona muchas veces como una entidad legitimadora, se corre el riesgo de perder la autocrítica con el propio trabajo y, por lo tanto, abandonar el espíritu de búsqueda inquieta que siempre implica emprender una película.