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Crítica de “Borat: Subsequent Moviefilm: Entrega de prodigioso soborno a régimen americano para hacer beneficios para nación que fue gloriosa, Kazajistán”, de Jason Woliner, con Sacha Baron Cohen (Amazon Prime Video)
Catorce años después de la sorprendente película original que consagró a Sacha Baron Cohen se estrena (apenas 11 días antes de la crucial elección presidencial en los Estados Unidos) esta secuela recargada que resulta la sátira política más despiadada y controvertida sobre estos tiempos de fake news, negacionismo y cultura del odio. A Trump, con humor y rencor.
Borat: Subsequent Moviefilm: Entrega de prodigioso soborno a régimen americano para hacer beneficios para nación que fue gloriosa, Kazajistán (Borat Subsequent Moviefilm: Delivery of Prodigious Bribe to American Regime for Make Benefit Once Glorious Nation of Kazakhstan, Estados Unidos/2020). Dirección: Jason Woliner. Elenco: Sacha Baron Cohen, Maria Bakalova y Dani Popescu. Guion: Sacha Baron Cohen, Anthony Hines, Dan Swimer, Peter Baynham, Erica Rivinoja, Dan Mazer, Jena Friedman y Lee Kern. Fotografía: Luke Geissbühler. Edición: James Thomas, Craig Alpert y Mike Giambra. Música: Erran Baron Cohen. Duración: 95 minutos. Disponible en Amazon Prime Video.
Quienes vieron Borat: El segundo mejor reportero del glorioso país Kazajistán viaja a América (2006) saben que esta apuesta por el falso documental no es precisamente sutil, pero tampoco cobarde. Si aquella película bizarra y extrema hirió sensibilidades, despertó iras y dividió aguas, mucho más lo hará esta secuela que duplica (o triplica) la apuesta. Pocas veces se ha descripto la América profunda (esa que fue y los republicanos pretenden siga siendo la carta de triunfo del populismo reaccionario de Trump) con tanto desparpajo y explicitud.
Borat nos explica que el dictador que gobierna Kazajistán (admirador de Putin, Bolsonaro y sobre todo de Trump) lo ha culpado de todos los males de los últimos años, pero -luego de sufrir todo tipo de ultrajes- le encomienda viajar a los Estados Unidos para entregarle como ofrenda un mono llamado Johnny (que además es estrella porno) a “McDonald” Trump y así conseguir su amistad. Lo cierto es que en verdad quien llega con él es su hija Tutar (la actriz búlgara Maria Bakalova, toda una revelación) y, entonces, el patético periodista no tiene mejor idea que entregársela al vicepresidente Mike Pence y luego al ex alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani.
Para quienes no han leído aún sobre el escándalo de Giuliani no caeremos aquí en spoilers, pero lo concreto es que (se lo haya engañado o no) la escena de la entrevista en la que aparece es un registro demoledor, muy sintomático y sumamente esclarecedor sobre la hipocresía política en tiempos de fake news.
La película recorre prácticamente todos los principlaes tópicos de la América ultraconservadora actual: el negacionismo (del Holocausto y tantos otros temas), los cuestionamientos a los científicos (empezando por Anthony Fauci), las mentiras sobre el Coronavirus (el “virus chino”), las marchas anticuarentena en plena pandemia, el racismo y el KKK, el tráfico sexual, el culto por las armas, el aborto, las cirugías plásticas, el odio hacia el feminismo, las teorías conspiranoicas de Qanon y un largo etcétera.
¿Que tiene muchos gags torpes o banales? ¿Que es en varios pasajes desprolija? ¿Que se aprovecha en unos cuantos momentos de “gente común”? ¿Que puede ser irritante y revulsiva para ciertos espíritus más serios y tradicionales? Todo eso es cierto, pero dejemos las sutilezas para otros comediantes y otros tiempos. Borat regresó a las apuradas porque son tiempos urgentes y el arte en muchos casos puede (¿y debe?) sintonizar con su época. Sacha Baron Cohen clava su estandarte en la cima de la podredumbre de la era Trump. Su proclama es por demás contundente. Tómela o déjela.
Episodio #9 del podcast Acerca de Nada en el que Diego Batlle y Pablo Manzotti analizan el fenómeno de Borat 2 y la sátira política
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