Críticas
Estreno en cines de argentina
Crítica de “La tortuga roja”, película animada de Michael Dudok De Wit producida por Ghibli
Ganadora del Premio del Jurado en la competencia Un Certain Regard del Festival de Cannes 2016 y nominada al Oscar 2017 al Mejor Largometraje de Animación, esta película del neerlandés Michael Dudok De Wit fue además el primer proyecto coproducido por los estudios Ghibli fuera de Japón. A casi una década de su estreno internacional, llega a las salas argentinas convertido a esta altura en poco menos que un clásico.
La tortuga roja (La Tortue rouge, Francia, Bélgica, Japón, Estados Unidos/2016). Dirección: Michael Dudok De Wit. Guion: Michael Dudok De Wit y Pascale Ferran. Música: Laurent Perez Del Mar. Edición Céline Kélépikis. Distribuidora: Cinetopia. Duración: 80 minutos. Apta para todo público.
(Esta crítica fue publicada originalmente durante la cobertura del Festival de Cannes 2016)
Técnicamente es una ópera prima, pero decir que lo de Michael Dudok de Wit es una sorpresa o una revelación es desconocer que se trata de uno de los animadores más elogiados de los últimos años, a partir de cortos como The Monk and the Fish o Father and Daughter que le valieron múltiples reconocimientos (desde ganar el Festival de Annecy hasta el Oscar en 2001 por el segundo de esos trabajos).
La expectativa por La tortuga roja también era muy fuerte por tratarse de la primera producción de los estudios Ghibli fuera de Japón y, si bien hay que indicar que se trata de un muy buen trabajo, también es cierto que no estamos ante una obra maestra y que por el momento el notable artista neerlandés parece funcionar mejor en duraciones acotadas y no tanto en los algo excesivos 80 minutos de esta película.
A partir de un guion coescrito con la talentosa cineasta francesa Pascale Ferran, Michael Dudok de Wit narra la historia de un hombre que se salva de manera milagrosa de un naufragio en medio de una tormenta y llega a una pequeña y paradisíaca isla plagada de pájaros, cangrejos, árboles y, claro, tortugas. La del título se convertirá en una bella mujer y con ella tendrá un hijo. Y habrá sueños increíbles y una secuencia de un tsunami arrasador, todo con música elegíaca de Laurent Pérez del Mar.
Simple y lineal en primera instancia, pero también onírica y circular si se la analiza con mayor profundidad, La tortuga roja tiene una animación artesanal, creativa y, sobre todo, funcional a la historia que se quiere contar. Historia que resulta, hay que destacarlo, como una interesante cruza entre el cine anterior del artista neerlandés y cierto sesgo fantástico y mítico que puede verse en los trabajos de Hayao Miyazaki y otros maestros de la factoría Ghibli. Una buena elección por parte de Thierry Frémaux en un año de la competencia oficial Un Certain Regard donde no sobraron precisamente los grandes films.
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