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Crítica de “Las mil y una” + Entrevista a la directora Clarisa Navas (Netflix)

-Tras su paso por prestigiosos festivales como los de Berlín, San Sebastián, Mar del Plata y Valdivia, y luego de un primer lanzamiento en las plataformas de Cine Ar, llega a la N roja este notable trabajo de la directora de la ya promisoria Hoy partido a las tres. Aquí reproducimos la crítica y un diálogo con la cineasta poco después del estreno mundial en la Berlinale 2020.
-Sumamos también una videocrítica, por Diego Conesa

Estreno 07/05/2021
Publicada el 06/05/2021

Las mil y una (Argentina-Alemania/2020). Guion y dirección: Clarisa Navas. Elenco: Sofía Cabrera, Ana Carolina García, Mauricio Vila, Luis Molina y Marianela Iglesia. Fotografía: Armin Marchesini Weihmuller. Música: Claudio Juarez, Desdel Barro (Hiedrah). Edición: Florencia Gómez García. Dirección de arte: Lucas Koziarski. Sonido: Mercedes Gaviria Jaramillo. Producción: Diego Dubcovsky y Lucía Chávarri. Apta para mayores de 16 años. Duración: 120 minutos. Disponible en Netflix desde el 7 de mayo de 2021.



Chica conoce chica, no faltará quien se quede con el costado LGBT de la deriva (sin dudas importante, esencial), pero hay algo de la libertad de los cuerpos, de la circulación del deseo y de los sitios donde acaece la acción que hace que esta propuesta mucho más ambiciosa que la de su ópera prima  Hoy partido a las tres se transforme en una verdadera experiencia que requiere de la gran pantalla para ser apreciada como corresponde. De todas formas, su lanzamiento en Netflix servirá para ingresar a ese mundo tan particular, peligroso y atrayente que conforma Las Mil, barrio en el que creció la talentosa directora correntina. Es que Las Mil es un protagonista más de la película. Sus calles, pasillos, recovecos, baldíos forman parte de la narración tanto como las personas que lo habitan. Llama la atención esa vida que conjuga lo familiar y cariñoso con lo peligroso y hasta fuera de la ley.

El hecho de conocer en serio ese lugar seguramente es parte del secreto para ese acercamiento que sólo el iniciado puede transmitir. No hay ajenidad, lejanía o prejuicio. Los peligros generan temor, es cierto, pero también algo de ese cosquilleo o inquietud que tan vecinos son del deseo y el placer. En los interiores, en el ámbito familiar, la cama es el lugar de encuentro, de diálogo; los cuerpos conviven con un poco de impudicia pero la tensión nunca pone en juego el tabú. En las calles el asunto es distinto. Allí algo parecido a un estado de naturaleza hace que lo físico asuma una entidad y presencia que se expresa en el deporte, en el deseo, en el sexo.

Quedarse en la etiqueta (que, se entiende, muchas veces sirve para encasillar y, en alguna manera, favorecer la difusión) del cine LGBT es perderse parte de la bella diversidad, de la potente libertad que caracteriza al cine de Navas. Su mirada nos desafía, pone en cuestión los límites. Los límites del deseo al punto de poner en disputa, en litigio, conceptos tan aparentemente indiscutibles como el de la salud. La política (La Política, deberíamos decir) no se hace de discursos ni de lugares comunes: la libertad de elegir qué hacer con nuestras vidas y qué hacer con nuestros cuerpos no tiene límites. O sí, uno solo: no hacer daño a otro.

Con los personajes caminamos esos senderos, percibimos su respiración. La cámara en mano nos transporta con ellos. La sensación de libertad (con el peligro que ella conlleva, claro está) nos atraviesa. La mirada de Clarisa Navas nos devuelve un mundo en el que una feliz (¿pero no tan sana?) manera de elegir cada cual su vida impera. Presente y futuro se encuentran en un lugar donde la juventud manda; los adultos, fuera de campo (o casi) evidencian otra energía, ¿otros valores? Es que, sin caer en la distinción maniquea que nos llevaría a La guerra del cerdo, lo cierto es que no todo es luminoso. Junto a esa corriente de los cuerpos, a esa dinámica del deseo, el chisme, el cotilleo, la irresistible tentación de opinar y meterse en la vida del otro opera como fuerza contrapuesta, como ancla que impide levantar vuelo.

En ese contexto, Las mil y una es, también, una historia de amor. Una historia de amor única. Como único es el universo que retrata. Una película, unas vidas que sólo pueden existir en Las Mil, Corrientes. Y que sólo pueden ser contadas con la sensibilidad y empatía que la muy talentosa Clarisa Navas posee.





Entrevista a la directora Clarisa Navas

-¿Las mil y una es la primera película correntina que forma parte de la Berlinale? ¿Cómo fue la selección y cuáles tus sensaciones y expectativas?

-Es la primera película de Corrientes en llegar al Festival de Berlín, eso es bastante particular porque en nuestra región y en Corrientes en particular hacer cine es muy difícil. Entonces, si bien hay mucha gente trabajando en la invisibilidad y toda una nueva generación que empieza a salir de los lugares de formación que tenemos, aún la federalización de los recursos para hacer es algo lejano. Por lo cual, más allá de que Berlín sea un inicio muy favorable para la película y le permita seguramente una circulación grande, hay algo de la expectativa que para mí tiene que ver con poner el foco en la producción y en la posibilidad de hacer desde las provincias. 

Específicamente en mi provincia, donde nunca se consigue ningún tipo de apoyo y a sabiendas que es la provincia más pobre de Argentina. El arte no es una superficialidad, es la condición necesaria para poder imaginar otros posibles. 

Es en ese sentido que mi expectativa está puesta en que esto se replique y poder producir más expresiones que permitan imaginar otras horizontes desde la periferia. Sin la posibilidad de imaginar otros posibles, queda solo la corroboración del sentido común y eso ya sabemos hacia dónde conduce. 


-Las mil y una se transforma en One in a Thousand en el título internacional. El sentido no parece ser el mismo. ¿Cuál te parece que responde mejor a la película? ¿Por qué?

-
Tema álgido de discusión, la traducción que traiciona. Creo que “Las mil y una” es un juego con el nombre del barrio y la perspectiva o subjetividad de la protagonista, del “una” que engloba una perspectiva de género, del estar siendo mujer en el barrio. 

Hay vínculo también con Las mil y una noches y un juego con la expresión de pasar “las mil y una” o me hizo “las mil y una”. La película aloja bastante esa sensación de pasar por mucho; los cuerpos y las vidas se atraviesan de muchos acontecimientos. 

Quiero pensar que One in a Thousand puede entenderse como una probabilidad, y que en un punto la posibilidad de esos encuentros luminosos que cambian la trayectoria de una vida, son uno en mil. Pero bueno ya es otro el sentido. 


-Más allá de los personajes, las locaciones son grandes protagonistas de la historia. ¿Cómo fue la elección de los lugares?

-
La elección fue una especie de ejercicio de reconstrucción sensible. Lugares donde habían ocurrido acontecimientos muy significativos para mí. Construir una escena en esos mismos espacios tenía que ver con volver a trazar ciertas acciones pero dejándolas atravesarse de otras fuerzas. 

En ese sentido, fue un proceso muy particular y cada espacio emanaba algo fuerte. Suscita muchas preguntas construir imágenes de aquello que se vive a diario y donde hay una carga emocional específica. Para mí la película es también el barrio; en un principio inclusive había muchas más fugas hacia esos tránsitos y recorridos, porque en un punto la trama siempre enmudece al ritmo, y para mí el ritmo de Las Mil está dado por todo ese fluir constante de vida; mil acontecimientos que están pasando a la vez, desde algo trágico a un gesto muy pequeño que tiene que ver con el cuidado. Por ejemplo, que un vecino pensado delincuente esté plantando un arbolito con mucho cuidado. 

Para mí eso traza un modo de existencia muy específico, una forma de vida que dialoga y contradice a la arquitectura tan venida a menos. La película es el espacio, es el barrio y sus voces que nunca se callan.


-¿Cuál es tu relación con Las Mil?

-
Me crié ahí y mis mayores afectos viven también ahí. 


-Hay algo que llama la atención en lo que mostrás y es la manera en la que convive un contexto difícil con una dinámica de mucha familiaridad y cercanía. De hecho no se ven (o casi no se ven) rejas, ¿Cómo es eso?

-
Creo que ahí entran a jugar muchas cuestiones, yo por eso elijo hacer imágenes que partan de un estar adentro, no hacer imágenes sobre, porque siento que solo desde adentro puedo construir imágenes afines a un modo de existencia; que tiene que ver con una forma única y singular, alejada de toda idea lejana de lo que es la marginalidad o de lo que es la inseguridad. Inseguridad es la precarización de las vidas en ciertos lugares, y las rejas no protegen de eso. 

De todos modos, en Las Mil, como en muchas barriadas de las provincias, conviven diferentes clases en un mismo sector, entonces hay quienes pueden y creen que necesitan protegerse y ponen rejas, pero la mayoría no.

De todas maneras esto de la familiaridad, tiene que ver con ese modo de vida singular, por eso la película se centra en estos gestos, porque en un punto son modos de estar que están discutidos o puestos en duda en su derecho a existir. Se convive con la violencia que lleva a inexistir a muchas vidas ahí, y cuando esto pasa a veces hay niños jugando cerca. No deja de ser brutal, pero entender el modo y hacer una imagen justa de esto implica correrse de las ideas que nos circulan, casi como en respuesta a contestar la pregunta de: ¿Qué hacer o que le queda a alguien cuando su modo de existencia es puesto en discusión? entonces las imágenes y el barrio para mí se arman contra esto, contra esas tantas imágenes de la marginalidad. 


-La película se siente como un viaje, en la que uno entra en ese territorio hasta ahora desconocido. ¿Cómo fue el trabajo en el lugar? (de permisos municipales a convivencia con el entorno) ¿Qué herramientas formales usaste para conseguir ese resultado?

-
La película logra adentrarse en el lugar, quizás porque parte de un vínculo del vivir en el barrio, también hay muchos actores y actrices que son de ahí, entonces esto genera confianza. Luego el jefe de Locaciones, Ariel Aguiar Caparra (correntino) fue consiguiendo las casas, haciendo contratos que eran beneficiosos también para lxs vecinos ahí. Esto estuvo muy cuidado desde la producción, que sean intercambios que beneficien a lxs vecinos. El club de Las Mil donde juega la protagonista nos alojó como base.

Luego hubo un trabajo con todo el equipo y la producción de ser lo menos invasivos posible. Hay algo en un set que puede ser una experiencia muy violenta para una comunidad, por el pensar que la vida se debe suspender cuando se filma. Creo que también puede ser una experiencia de construcción entre, una experiencia de cuidado que disloque cierto orden cotidiano pero nunca usando como set al lugar, sino entendiendo la fragilidad del entorno y que una película no es algo tan importante. La película tuvo un equipo que la abrazó en ese sentido y más que permisos hubo gestos de cuidado que forjaron cierta confianza.

Si hablamos de herramientas formales, hay una gran apertura a no intervenir los tránsitos de las personas, aprovechar ese movimiento, los animales que pasan, los caballos que están por todas partes y también recuperar las sonoridades de ese universo que es único. 

El barrio está construido con planos secuencias que van tejiendo una imagen en constante movimiento, que se arma entre las cosas del barrio, entre los gritos y los perros que cruzan. También es una imagen reducida que intenta no ver más allá de lo que se ve cuando se vive ahí. Porque una nunca ve tan en gran angular, por ejemplo, ves de a fragmentos de a partes.  En esa mirada una ve con lo que puede, con lo que se le fue configurando. En la película las imágenes tratan de armarse así, desde lo que se puede ver y escuchar, resistiendo a la vocación de objetualizar. 




-¿Cómo ha sido la elección de los actorxs? ¿Cómo la relación con los lugareños y actorxs no profesionales?

-
La elección de los actores fue bastante determinada por una relación sensible particular con cada unx. A mí me interesa siempre trabajar no solo para hacer ficción, sino como modo de resistencia de vida. Entonces tiene que haber una afinidad y un modo de existencia de esas personas que haya sido muy afín a ciertos problemas específicos 

En este caso, haber vivido el ser disidente en un contexto hostil y resistir una y otra vez. Estas cosas quedan impregnadas en los cuerpos y eso es algo que no se puede improvisar. A mí me interesa la construcción de presencia, poder estar presente es lo más difícil, requiere de un cuerpo y tener un cuerpo hoy en día, un cuerpo singular, es muy difícil con tantas cosas que nos ausentan y discursos que nos tragan y borronean las singularidades.

De esa manera, lxs actores que actúan en Las mil y una son personas que quiero y conozco de cerca sus vidas y sensibilidades. Es así que pudimos construir esta ficción, que tiene mucho de retazos propios de la vida de cada unx.

Todo el trabajo entre los actorxs profesionalxs que tienen estas particularidades de las que hablo y también lxs que nunca habían actuado antes, ha sido un proceso de comunión y de disfrute inexplicable llevado a cabo durante varios meses junto a Lucas Olivares (AD) con el cual hicimos un trabajo de construcción de todo este entramado.  


-En la película pesa tanto la circulación del deseo, como la de los chismes. ¿Cuánto de ficción y cuánto de realidad hay en el peso que ocupan esos componentes?

-
El deseo es lo que mueve a todo siempre, y en este caso en la resistencia de muchas vidas que habitan la supuesta condena de vivir al margen, el deseo es lo que hace continuar, y esa fuerza es deseo de vida por sobretodo. Se derrama a través de la sexualidad, del tomarse un retroviral y salir a bailar con todo, porque se sabe que quizás mañana no se viva. Ese deseo en estado puro, creo que muchxs de lxs actores también lo portan en sus vidas, por eso aparece y para mí el proceso también de estar filmando es un momento rebosante de eso, de deseo por todas partes, de lívido que circula porque se está haciendo existir algo que era sólo virtual. Crear un mundo en conjunto es deseo puro y eso es real.

Los chismes por otra parte y lo corrosivo en el contexto de estas palabras, tiene que ver en pequeña medida con lo que siempre atenta contra la vida. Los micro-fascismos con los que se convive a diario y están ahí amenazando cualquier forma de vida que se corra de la normativizado. Y esto es desde la policía llevándose una vecina solo por ser trans, hasta las habladurías y palabras que no son menores en su capacidad de corroer y atormentar las vidas. Nada más virósico muchas veces que la palabra, y esto es real también.


-En relación con lo antes dicho, también sorprende (para bien) cierta aceptación natural de la diversidad. Otra vez, ¿eso se debe a tu mirada o a lo que encontrás en lo que retratas?

-
Para mi hay mini esferas de resistencia hasta en los contextos más hostiles siempre, en la película los personajes forman una especie de resistencia queer barrial, armándose sus micro-mundos y ahí hay solo naturalidad. 

Creo que hay cierta aceptación contenida, pero peligrosa también, porque en el momento menos esperado recrudece con todo. A los personajes le pasa eso, cada vez que salen un poco del pequeño círculo se encuentran con amenazas, temores que configuran por ejemplo una forma de mirar y de estar que tiene que ver con un existir minoritario.

Una ahí por esos pasillos se arma de un modo de caminar diferente, siempre preparada para salir a correr o defenderse.

Esas son las construcciones de cuerpo específico que para mi pasan mucho por la vivencia, son hasta por ahí reflejos difícil de borrarlos. 


-Un término horrible es el de los "nichos". Pero eso de los encasillamientos (por odiosos que sean) a veces ayudan. ¿Sentis que Las mil y una se inscribe en el marco de cierta movida LGBTQ en el cine? ¿Cómo te cae eso?

-¡Me cae mal! (tras un subrayado silencio ríe y aclara) ¡Es broma!

Pienso que son peligrosas las categorizaciones, tienden a reducir el misterio de las cosas, de lo existente. Como no es del “todo normal” es película LGBTQ. 

Me parece que en un momento fue muy necesario darle un lugar y visibilidad de nicho. También creo que en ciertos lugares es necesario y por ejemplo un festival LGBTIQ puede ser un lugar de resistencia en zonas donde todo está mal, no desconfío de eso. 

Pero hoy en día el capitalismo va más rápido siempre y así como aparece  la disidencia, la moldea, la deglute y la vuelve una categoría más, plausible de encerrar afectos y modos de vida que sean identificables y puedan ir bajo la etiqueta. 

Eso para mí es muy peligroso, porque al diferenciar también aparta, “objetualiza” y vuelve identificable. Ojalá los afectos se puedan liberar y desconcertar lo suficiente a las categorías del mercado. Pero bueno para eso hace falta inventar otros afectos quizás y liberarse de tanta palabra y corrección política. Volver más a los gestos. 


-Otra cosa que llama la atención es el lugar que ocupa el deporte (ya presente en Hoy partido a las tres) y la mirada sobre el "derecho a la salud" que no ampararía a los habitantes de Las Mil, ¿cómo es eso?

-El deporte para mí siempre ha sido una resistencia y también un marco que permite la invención de algo diferente que existe ahí, solo en ese momento, en el deporte siempre se atraviesa un mundo. 

Hay algo del cuerpo, del estar ahí presente, que en ese sentido se emparenta con el actuar, no se puede mentir, hay que disponer de un cuerpo y armar presencia como se pueda. Por eso quizás me detengo en el deporte, porque es una fuga hacia otros posibles que la realidad a veces no permite. 

El derecho a la salud, o los temas de la salud que aparecen en la película tienen que ver con una carencia específica como en tantas periferias. 

Es un tema complejo porque muchas veces tampoco se acude a los centros de salud por temor, esto hablando de la gente disidente. Son años de estigmatización. Hay algo de las ETS por ejemplo que aún perduran asociadas a la manera de castigo, como si fueran un castigo por correrse de cierta regla. Hay mucho catolicismo también en Corrientes, cientos de chicxs que no reciben educación sexual en los colegios porque los padres no quieren que asistan a las clases. Y esto hablando de lxs chicxs escolarizados, ni que hablar de la cantidad que por la misma exclusión, el sistema los va dejando afuera.

Es un problema grande el de la salud y el de la sexualidad cuando hay tantos tabúes y miedos. 

La mayoría de la gente no tiene obra social y eso también siempre es esperar a que aparezca un turno o rogar que el cuerpo aguante hasta que pueda ser atendido, así se vive la mayor parte de las veces y eso es realmente triste porque en el medio van quedando vidas. 

Ese “derecho” del que tanto se habla también es cuestionado y se pone en discusión: ¿Qué es la salud después de todo? ¿De verdad que es un estado natural del cuerpo? ¿O eso es lo que os hicieron creer? ¿Quiénes tienen derecho a pensarse en un estado de salud? Esas son las preguntas. 


-Tras la Berlinale, ¿cuál es el recorrido que sigue para Las mil y una? ¿Ya estás con nuevos proyectos?

-Después de Berlín, Las mil y una tiene varios festivales ya confirmados, va a ser un recorrido lindo el que se viene. En Argentina seguramente se va a estrenar en la primera mitad año, no sabemos aún.

Estoy trabajando en una película de no ficción que la venimos haciendo hace varios años en la frontera de Paraguay y Argentina, con un niño que es el encuentro más luminoso de la vida. Se llama El príncipe de Nanawa.

Y también estoy trabajando en la escritura de una nueva ficción, muy atravesada de realidad, muy “Lgbtiqa” (risas).


VIDEOCRÍTICA, por Diego Conesa



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COMENTARIOS

  • 22/05/2021 20:22

    La video critica de Conesa es una idea interesante... pero no me queda claro si la prefiero a un texto escrito. Ofrece una cantidad de imágenes sobre la peli en una especie de spoilers narrativos

  • 8/05/2021 19:04

    Me gusto mucho esta peli. Coincido con el critico en que es mucho mas que el romance de las protagonistas, dos chicas tan distintas. Creo que es un reflejo de como se vive en las ciudades "chicas" argentinas en el presente (Creo que nada hubiese cambiado si la peli se rodaba en 2021, a las ciudades chicas no llegaron la mayoria de las restricciones del amba). Me parecio interesantimo el tratamiento de las subtramas (profilaxis en el sexo adolescente, familias disfuncionales, chusmerios de publo chico), pero como militante gay me parecio ademas totalmente acertada la vision diversa de la peli. Desde la negacion de la protagonista a definirse como lesbiana, hasta la forma de relacionarse de todos los actores de la peli, la escena en el boliche, realista al extremo. Creo que la directora sabe, y mucho, de lo que habla. La historia transcurre en un barrio de monoblocks de Corrientes, que podria ser cualquier otra ciudad de cualquier otra provincia. Un detalle mas que me impacto: la escenografia: todos los interiores absolutamente sobrecargados de objetos, todo acumulado y desordenado. Entendi que ese desorden eterno en esos hogares refleja el desorden de esos seres, tratando de sobrevivir y ser felices en un ambito dificil. excelente peli.

  • 8/05/2021 17:49

    Hermosa la película........y el texto de Juan Lima desarrolla de la mejor manera las virtudes del relato.....tan intimista como existencial.

  • 7/05/2021 16:13

    Felicitaciones! La mejor película argentina de 2020 y de varios años para atras.

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