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Crítica de “The Last of Us” - Temporada 2, serie con Pedro Pascal y Bella Ramsey (Max)
La serie estrella de HBO regresa luego de dos años con una segunda temporada de 7 episodios que concluirá el 25 de mayo, aunque ya ha sido renovada para un tercer año.
Creada, coescrita y en algunos episodios también dirigida por Craig Mazin y Neil Druckmann, The Last of Us surgió en su primera temporada de 9 episodios como una de las mejores transposiciones que se han hecho a partir de un videojuego. La incógnita pasaba, entonces, por si esta continuación podía sostener aquel nivel y lo que se ha visto deja bastante materia y sedimento como para ser entusiastas.
Future Days, dirigido precisamente por Craig Mazin (también había filmado el piloto), está ambientado cinco años después del cierre de la primera temporada en Jackson, Wyoming, y lo primero que llama la atención es cómo Ellie Williams (Bella Ramsey) se ha convertido de niña en adolescente, con una actitud física y mental mucho más aguerrida y determinada a seguir sus impulsos y convicciones. En esa transformación se notan crecientes tensiones con Joel Miller (Pedro Pascal), quien de ser una suerte de guardián todoterreno y 24/7 pasa a ser una presencia bastante incómoda para la protagonista.
Hay en el primer episodio una extraordinaria escena que transcurre durante un baile de Fin de Año (con cameo del músico de la serie, el argentino Gustavo Santaolalla, incluido) en el que no solo se hacen evidentes las diferencias entre Ellie y Joel sino también que se consuma la atracción entre ella y la muy inteligente Dina (Isabela Merced), que promete ser uno de los personajes más atractivos de esta segunda entrega.
Los showrunners prometieron una T2 mucho más grande en todo sentido que la primera y, si bien eso no ocurrió en el arranque, sí se plantaron las bases para que eso suceda: por un lado, Ellie descubre que los infectados por el brote de Cordyceps son mucho más inteligentes de los que todos creían, lo cual los hace aún más peligrosos; por otro, reaparece la figura amenazante de Abby Anderson (Kaitlyn Dever), una joven con sed de venganza que es acompañada por un grupo armado. Todo listo para una reacción en cadena con una violencia imparable con la excusa del ojo por ojo.
Todavía es demasiado apresurado asegurar que la T2 de The Last of Us cumplirá con todas y cada una de las expectativas, pero no caben dudas de que la serie sigue teniendo en los distintos rubros (desde la sucesión de conflictos, la construcción de climas, la tensión narrativa y la ductilidad actoral) una jerarquía que no abunda en estos tiempos de tantas series monocordes y previsibles.
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