Críticas
Laberinto de mentiras, de Giulio Ricciarelli
De horrores negados, obediencias debidas y miserias sociales
Este film que representará a Alemania en el Oscar extranjero reconstruye la investigación de un joven fiscal idealista para desentrañar en pleno período de posguerra la verdad sobre lo que ocurrió en el campo de concentración Auschwitz, pese a la resistencia de buena parte de la sociedad.
Laberinto de mentiras (Im Labyrinth des Schweigens, Alemania/2015). Dirección: Giulio Ricciarelli. Elenco: Alexander Fehling, André Szymanski, Friederike Becht, Johannes Krisch, Johann von Bülow, Robert Hunger-Bühler, Hansi Jochmann y Lisa Martinek. Guión: Elisabeth Bartel y Giulio Ricciarelli. Fotografía: Martin Langer y Roman Osin. Música: Sebastian Pille y Niki Reiser. Edición: Andrea Mertens. Distribuidora: CDI Films. Duración: 122 minutos. Apta para mayores de 13 años. Salas: 23.
Elegida hace unos días para representar a Alemania en la disputa del premio Oscar al mejor largometraje en idioma no inglés, esta película dirigida por el realizador y también actor de origen italiano es una versión sobria y tradicional –en un estilo que podríamos llamar “cine arte internacional”– de un tema verdaderamente impactante y menos conocido de lo que debería ser: la negación de la magnitud de los crímenes del nazismo con el que se vivió en Alemania durante casi dos décadas.
El protagonista es un joven fiscal a quien le llama la atención la denuncia que hace un periodista acerca de que un torturador de Auschwitz está dando clases en una escuela de Frankfurt, ciudad en la que viven. Nadie quiere meterse con el caso –es 1958 y todos prefieren mirar para otro lado ya que muchos han estado implicados o han tenido familiares que lo estuvieron–, pero este joven idealista sigue la pista. Lo curioso para el espectador de hoy es darse cuenta de que ni él ni la mayoría de la gente del lugar tienen idea de qué era Auschwitz y qué pasaba allí. Algunos no lo saben realmente. Otros, bueno, prefieren mirar para otro lado.
Pero Johann Radmann, con la anuencia del jefe de los fiscales –el único que lo apoya a seguir en la búsqueda– empieza no sólo a investigar lo que sucedió allí sino también a sacar a luz los archivos que existían sobre el campo, ya que los nazis dejaron apuntado casi todo lo que hacían.
El film seguirá por un lado la búsqueda de testigos que puedan acusar a los nazis que aparecen en esas listas, las entrevistas a los acusados y, un tanto más tangencialmente, la búsqueda de Mengele, acaso el más tristemente célebre de todos los criminales de Auschwitz que, aseguran en la película, va y viene de Alemania a Argentina sin ningún problema.
Con el correr de los años y de la investigación, Johann empieza a darse cuenta de que la tarea es casi imposible ya que, finalmente, de una u otra manera casi todos los que lo rodean estuvieron implicados, por acción u omisión, en algún hecho terrible del nazismo. Y eso empieza a aislarlo cada vez más de los demás y a poner en duda la posibilidad de llegar a “buen puerto” con la búsqueda de criminales, ya que hasta sus seres queridos más cercanos, descubre, pudieron estar también involucrados.
La película es correcta, prolija y sus modos narrativos son más bien tradicionales, por no decir antiguos. Esto es: lo más interesante que tiene el film es observar esa transición de un país desde la negación de los crímenes hasta una especie de reconocimiento de lo que sucedió a partir de los llamados Juicios de Auschwitz en Frankfurt, que tuvieron lugar entre 1963 y 1965. No es, por citar un ejemplo, un trabajo cinematográfico deslumbrante sobre un tema relativamente similar como sí lo era la polaca Ida, pero sí es un testimonio de una etapa bastante llamativa en la vida de los alemanes: el momento en el que, más de 15 años después de terminada la guerra, empezaron a tomar conciencia de lo que había pasado allí.
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Tiene varias facetas interesantes. Desde lo personal, a lo social, lo político, lo judicial.Aporta para esclarecer, pero lo demoledor es la conducta y complicidad de la sociedad. Y creo que mucho no ha cambiado. Pasó con la dictadura argentina y pasa con los refugiados y migrantes en Europa. Y eso pasa hoy en medio de guerras interesadas y sin respuestas populares.
La narración es bastante lineal y cae en muchos "tics" hollywoodenses, se nota que la filmaron pensando en los Oscar. De todos modos creo que vale la pena, tiene sus méritos: está bien filmada y el tema no se aborda de modo maniqueo.
Es innegable el valor de histórico que tiene la película sobre un tema que nos toca de cerca, si tenemos en cuenta que en Argentina muchos ignoraban o se hacían los distraídos sobre los lugares clandestinos de detención y también darle una vuelta de página al tema de los juicios a los responsables, pero artística y cinematograficamente hablando me dejó muy poco
Muy buena. Un tema inquietante sin duda, tratado inteligentemente para que sea entretenido en su desarrollo y nos deje reflexionando. -
LABERINTO DE MENTIRAS de Giulio Ricciarelli LA VERDAD QUE ENLOQUECE Film entretenido, bien hecho, equilibrado habla bien de las capacidades de su director Giulio Ricciarelli y de su co-guionista Elizabeth Bartel, ambos poco conocidos pero con evidentes capacidades narrativas, han sabido hincar profundo en el sentimiento alemán (el director es italiano)y exponer con claridad las cuestiones que señalamos en la nota. Película para la reflexión, nos expone y nos desnuda frente a una verdad que enloquece. Siguen entre nosotros los corruptos y los genocidas? Quiénes son? Dónde están? Porqué no los podemos encontrar? Poqué no los podemos juzgar? Ver Comentario en http://thecharlysmovies.blogspot.com.ar/
Diego: Leí tu crítica antes y después de ver la película y sigo sin entender tu afirmación respecto de los juicios a los que llamás "una especie de reconocimeinto", te cito:..."una especie de reconocimiento de lo que sucedió a partir de los llamados Juicios de Auschwitz en Frankfurt, que tuvieron lugar entre 1963 y 1965". En mi opinión lo que la película releva es el valor histórico, social y político de que el horror de los campos sea condenado, que el genocidio nazi sea legalmente juzgado y eso no depende y no dependió obviamente, como apenas transunta el film de un fiscal idealista. Coincido con respecto al valor artístico de la película pero entiendo que los crímenes de lesa humanidad reclaman no solo de la justicia sino también del arte, aun en la actualidad, ya que no es tan sorprendente la negación de lo que nos concierne para que nunca mas sean posibles los genocidios. La película alemana que mas recientemente ví y que recomiendo ya que si tiene además gran valor artístico es Ave Fenix. Saludos