Diálogo con Patxi Amezcua, director del thriller Séptimo

Por Ezequiel Boetti
El cineasta catalán cuenta detalles de su trabajo con Ricardo Darín y Belén Rueda en este film sobre la odisea de un padre tratando de recuperar a sus hijos.

El catalán Patxi Amezcua estudió periodismo y no tardó demasiado en darse cuenta de que prefería escribir menos sobre el mundo real que sobre aquellos universos imaginados por él. Fue así que decidió perfeccionarse en el área de guión en la Universidad californiana de UCLA entre 1991 y 1993. Ya regresado a su España natal, escribió dos films (Best-seller: El premio y El viaje de Arián) para otros realizadores, hasta que en 2009 debutó en la dirección al mando de un guión de su autoría titulado 25 kilates, cuyas buenas críticas le abrieron las puertas del mercado internacional.

Amezcua vuelve cuatro años más tarde con la coproducción argentino-española Séptimo, thriller protagonizado por Ricardo Darín y Belén Rueda que cuenta la historia de un hombre que pierde a sus dos hijos durante un juego en las escaleras de su casa e inicia una verdadera odisea para recuperarlos. Sobre el film, la metodología de trabajo y las presiones de la industria, entre otras cosas, habló el realizador con OtrosCines.com

-En una entrevista decías que las películas te surgen como resultado de una superposición de ideas ¿Aquí ocurrió eso?

-En este caso fue diferente porque es un concepto muy claro que surge de una anécdota personal. La película parte de un hombre jugando con sus hijos a ver quién llega primero desde el séptimo piso a la planta baja, con los chicos bajando por las escaleras y él por el ascensor. Ese juego lo hacía siempre con mis hijos y un día estaba esperándolos abajo y de repente pensé qué pasaría si no llegaran. A partir de ahí me di cuenta de que había elementos para un thriller. También busqué una premisa con la que cualquiera pueda identificarse. Todos hemos sentidos alguna vez, al menos por unos minutos en alguna plaza o en otro lugar público, la angustia de perder de vista a tus hijos.

-Varias veces reconociste tu fanatismo por la novela negra y el cine negro ¿Buscó que Séptimo tuviera alguno de sus elementos?

-Sí, de hecho una de las cosas que me permitía este estilo de película era llevarla en algunos momentos al cine negro, sobre todo en la parte final, con el giro de algunos personajes, la música y el tono. Es una cosa que empieza como un drama y se va corriendo a otro lugar. Eso me interesaba: huir de la parte melodramática para volcarlo más al thriller y el suspenso, e incluso al cine negro.

-A lo largo de todo el film está muy presente la idea de un viaje a España del personaje de Darín y todo lo que hizo la familia de ella por él allá ¿Por qué decidió incluir esa subtrama?

-Creo que es interesante contextualizar las historias y, en este caso, el elemento es la idea de que la crisis de 2001 lo llevó a irse para España y la de 2008 lo trajo de vuelta. Son pequeños matices para darle un marco más real.

-Podría pensarse que allí había una potencial faceta melodramática que querías evitar.

-Claro, por eso sólo incluí esa referencia directa en una única escena en la que me permito hacer una pausa en toda la acción. La búsqueda tiene solamente un momento de calma cuando ellos dos se juntan a hablar del pasado. Necesitábamos una pequeña referencia sobre el origen de los personajes porque la película entra muy rápidamente en la acción y no podemos conocerlos de otra forma que no sea esa.  




-El film se desarrolla casi enteramente dentro del edificio ¿Cómo trabajó con esa locación?

-El edificio era clave porque es casi un personaje más dentro de la historia. Teníamos que encontrar un edificio que nos sirviera visualmente y que tuviera personalidad, que no fuera un simple edificio con un ascensor en el medio y escaleras, porque si no la desaparición no tendría sentido. Aquí es fácil que pierdas la referencia y no sepas dónde estás. Además, este edificio en concreto también nos daba la idea de un laberinto en el que el personaje tiene que ir de un lado a otro, de una escalera a otra. El equipo de localización hizo un gran trabajo encontrando este edificio en la calle Brasil.

-¿Cambió mucho la idea original del film después de haber definido la locación?

-Sí, cambiamos algunas cosas. El guión estaba escrito sin tener en cuenta que podían existir dos escaleras, y al encontrar este lugar en concreto nos adaptamos enteramente a él.

-Usted viene del mundo del guión ¿Cómo director da espacio a la improvisación o se ciñe exclusivamente a lo escrito?

-Por lo general hago películas de género o con una trama muy concreta y una estructura precisa, con lo que no hay mucho lugar para la improvisación o los cambios de guión. No puede hacerse una modificación demasiado grande porque puede ser peligroso para el mecanismo general de la película. Yo trabajo mucho los guiones reescribiéndolos cuantas veces sea necesario hasta que esté lo más sólido posible, después los analizo con los actores y finalmente los filmo.

-Su primera película, 25 kilates, se estrenó en pocas salas y no funcionó en taquilla más allá de sus buenas críticas. Aquí tiene un elenco internacional y el respaldo de una major como Fox ¿Eso condicionó de alguna forma el proceso creativo?

-No, la verdad es que no. Cuando Alejo Flah (el coguionista) y yo tuvimos el primer guión sólido lo empezamos a mover y a partir de ahí los cambios que hubo en relación a la aparición de productores y demás fueron mínimos y en aspectos “laterales”, por así llamarlos. El 80 por ciento de la película ya estaba en el primer borrador. Sí es cierto que la presión es más grande y las opiniones tienen mucho más peso que otras veces. Son todos peces gordos y a veces hay que hacer ciertas concesiones.