Críticas
Tenemos que hablar de Kevin, de Lynne Ramsay
El suplicio de una madre
Tras las consagratorias Ratcatcher y El regreso de Morvern, la talentosa directora escocesa vuelve luego de una larga ausencia de casi una década con un melodrama incómodo y perturbador, de esos que dejan un nudo en el estómago, y que ratifica -por si todavía hacía falta- la inmensa capacidad interpretativa de Tilda Swinton en el papel de una mujer que debe lidiar con los desatinos de su hijo adolescente.
En el mundo de los perturbadores (desde el Michael Haneke de Caché-Escondido al terror suburbano de Los extraños o al falso home-movie de Trash Humpers), Lynne Ramsay posee una capacidad especial que la hermana con otra directora como Claire Denis (centralmente pienso en Trouble Every Day… aquí estrenada con el nombre fatídico de Sangre caníbal).
La directora escocesa tiene algo de la construcción circular de universos de violencia propia de las películas de Lucrecia Martel, pero a diferencia de la salteña, los recursos formales se desviven por aparecer con cierta histeria (como si Ramsay fuera una operaprimista que quiere llevarse al mundo por delante con sus imágenes).
En la construcción del universo opresivo que caracteriza a la obra de esta directora, donde la violencia es un tema central, es donde debemos encontrar los principales logros de Tenemos que hablar de Kevin (que dialoga con su contratara casi perfecta de otra película reciente, también con Tilda Swinton como madre abnegada, llamada El precio del silencio), film que parece haber nacido de una pregunta clave: ¿Cómo se puede volver a contar otra vez la misma historia de la explosión gratuita de violencia? Aunque también aparecen otras preguntas que podrían darnos pistas sobre la génesis del proyecto: ¿Cómo se construye la historia de un psicópata sin psicología, sin mundo interior (una especie de Michael Myers realista)? pero sobre todo, ¿Cómo contar una película de terror fuera del género?
Las respuestas a esas preguntas desembocan en este tercer largometraje que tiene algo del Roman Polanski de El bebé de Rosemary pero con una perspectiva de terror realista y ateo (aunque también está ligeramente construida la estrategia de la percepción desviada de la realidad de la protagonista así como sucedía en Repulsión y en El inquilino). Además, circundan el terror clase B de La mala semilla y la reciente La huérfana, pero sin lo sobrenatural como coartada. Por ahí también anda una referencia literaria, una breve pero poderosa novelita de Doris Lessing llamada El quinto hijo.
El problema es que para organizar el universo opresivo y salir airosa de todas las preguntas que planteamos antes, Ramsay opta por un relato casi exclusivamente subjetivo, sostenido en dos tiempos que se entrelazan: por un lado, el pasado con el nacimiento, crianza y adolescencia del susodicho primogénito, el Kevin del título; por otro, con el relato asfixiante (el trabajo con el color y los espacios es brillante y anticipa en el insípido pasado la irrupción colorista del presente trágico) el presente después de la tragedia (no voy a adelantarles cuál pero se imaginarán quién es el responsable) y el intento de la protagonista de rearmar su vida. Esa decisión estructural aparece acompañada por un criterio formal de un manierismo por momentos agotador (desenfoques constantes, tendencia muy pronunciada a cortar los planos en un picado fino violento, exacerbación del uso del rojo como resaltador de la presencia de la violencia y la sangre y otras varias cuestiones más).
El resultado es una película incómoda, que genera un nudo en el estómago pero que parece superada por la naturaleza de peso de sus materiales, como si el mundo se le viniese encima, insisto, como si tuviese que demostrarnos talento. En definitiva, el gusto es algo amargo hacia el final: tenemos la sensación de haber podido estar frente a una gran película de horror social suburbano y nos encontramos con una expresión de intenciones nobles pero inacabadas.
El cine de Ramsay, así y todo, sigue ahí, esperándonos, para que no nos acomodemos tanto en nuestros asientos, nuestras camas, nuestras mesas, con nuestros hijos, como si todo pudiera preverse. Quizás lo que mayor incomodidad genera el visionado de Tenemos que hablar de Kevin es que el mundo sigue siendo un lugar insondable, incomprensible, un arma cargada de misterio.
_________________________________________________
Seguinos en Facebook aquí
Seguinos en Twitter aquí
Suscribite a nuestro RSS (feeds) aquí
Visitá nuestra página en YouTube aquí
Visitá nuestro blog Micropsia aquí
Visitá nuestro blog OtrosCines/TV aquí
Visitá nuestro blog Analízame aquí
Enterate de nuestros cursos en OtrosCines/Cursos aquí
COMENTARIOS
DEJÁ TU COMENTARIO

CRÍTICAS ANTERIORES
Tercera entrega de la saga fantástica y de aventuras a la que Cameron le entregó buena parte de su carrera artística.
-Estrenadas en grandes festivales como la Berlinale (donde Dreams ganó nada menos que el Oso de Oro) y Venecia, las tres películas del cineasta noruego dejan mucho material para el análisis (y la polémica).
-El tríptico conocido como Oslo Stories se proyectó completo en noviembre de 2025 en la muestra de Mar del Plata.
-Actualización I: Sex se estrena el jueves 18 de diciembre de 2025 en cines de Argentina con distribución del sello Mirada.
-Actualizacion II: Sex y Love ya se encuentran disponibles en la plataforma de streaming Filmin (España) con los títulos Sexo en Oslo y Amor en Oslo.
-Nacida en París, pero de origen senegalés, la directora de Mille soleils (2013) obtuvo el Gran Premio del Jurado de Cannes 2019 con Atlantique y este año recibió el máximo galardón de Berlín con un provocador ensayo sobre el colonialismo francés y la identidad africana.
-Tras su paso por las salas, este film que representa precisamente a Senegal en el Oscar a Mejor Película Internacional ya está disponible desde el viernes 13 de diciembre de 2024 en el servicio de streaming MUBI.
-Actualización: se puede ver también en Netflix desde el domingo 14 de diciembre de 2025.
El centenario de la emblemática, influyente y prestigiosa revista neoyorquina es la excusa perfecta para (re)pensar el pasado y el presente del periodismo en un documental narrado por Julianne Moore que resulta siempre interesante, por momentos incluso valioso, pero también incompleto y formalmente bastante mediocre.

Federico, no hay ni una gota de manierismo en toda la película! Lo que mencionás son recursos formales que no tienen nada que ver con el manierismo.<br /> Saludos!
Fede, te tomaste 2 comprimidos de Niestche antes de sentarte a escribir esta critica?? Bajalos con un Ritalin para focalizar tanta verborragia disipada...
En la avant-premiere de ayer en el Ciema City el clima era de una tension impresionante - Ramsay es una de las directoras mas creativas del nuevo cine ingles (ya lo habia demostrado en "El viaje de Movern") - En este caso se involucra en un tema "tabu" e intocable como es la problematica de la maternidad no deseada - L.R. articula el relato con un estilo formal muy elaborado - El uso del color y el sonido son antologicos - La historia alcanza un clima casi insoportable - La actuacion de la Swinton es descomunal, y Ezra Miller esta realmente perturbador y temible como el Kevin adolescente - Es muy dificil recomendar una peli tan dura como "Tenemos que ...", pero la experiencia vale la pena -
Es verdad que formalmente es prodigiosa. Pero eso no te distrae ni un momento. Sentí asfixia, me pregunté porque seguía adelante. Me acordé de Haneke (El séptimo continente). Tilda la rompe. No podría volver a verla.
Hola, quiero dejarles el link de una película ecuatoriana que se llama Distante Cercanía y que está por estrenarse este año en festivales y salas de cine, por si a alguien le interesa: http://www.youtube.com/watch?v=mjOQb3ZYGw8
la peli está bien, concuerdo con el ánimo perturbado que deja una vez vista; temáticamente a mí me hizo recordar a POR TU CULPA de A Berneri (para mí una de las mejores del cine argentino reciente) aunque claramente menos naturalista, por supuesto.
Perdón, pero...Ni una sóla palabra de la magistral actuación de Tilda Swinton??? Lo mejor de la película!!!! Pónganse las pilas!