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Especial “El suplente”: Crítica de la película + Entrevista al director Diego Lerman

-El director de Tan de repente (2002), Mientras tanto (2006), La mirada invisible (2010), Refugiado (2014) y Una especie de familia (2017) estrena en los cines de Argentina su nueva película luego de haber pasado por la sección Special Presentations del Festival de Toronto y la Competencia Oficial de San Sebastián (donde su hija, Renata Lerman, ganó el premio a Mejor Intérprete Secundaria) con la historia de un intelectual de clase media cuya existencia cambia por completo cuando ingresa como maestro suplente en un colegio de un barrio popular del conurbano. En este especial incluimos la reseña del film y una larga charla con este realizador porteño de 46 años.
-Actualización: tras su paso por las salas nacionales, donde fue vista por algo más de 25.000 espectadores, está disponible desde el 18 de enero de 2023 en Netflix.

Estreno 20/10/2022
Publicada el 17/10/2022

El suplente / The Substitute (Argentina-España-Italia-México-Francia/2022). Dirección: Diego Lerman. Elenco: Juan Minujín, Lucas Arrua, Renata Lerman, Brian Montiel, Alfredo Castro, Bárbara Lennie, María Merlino y Rita Cortese. Guion: Diego Lerman, María Meira y Luciana De Mello. Fotografía: Wojciech Staron. Música: José Villalobos. Edición: Alejandro Brodersohn. Sonido: Lena Esquenazi y Leandro De Loredo. Dirección de arte: Marcelo Chavez. Producción: Nicolás Avruj, Diego Lerman, Marta Donzelli, Nicolás Celis, Sandra Tapia, Dominique Barneaud, Dan Wechsler. Compañías: Campo Cine, Vivo film, Pimienta Films, Arcadia Motion Pictures, Bellota Films, Bord Cadre films. Distribuidora: BF París. Duración: 110 minutos. Apta para mayores de 13 años con reservas. Salas (primera semana): 46.



Lucio Garmendia (Juan Minujín) forma parte del mundillo académico e intelectual porteño, uno de esos referentes que están siempre atentos al nuevo concurso en Letras de la UBA o a la más prestigiosa actividad cultural. De hecho, en la primera escena lo vemos participar de una presentación literaria, donde termina charlando con Martín Kohan (recuérdese que el escritor fue coguionista de La mirada invisible)...

En medio de una coyuntura laboral y afectiva que no parece ser la mejor ni la más estimulante, ya que se ha separado de Mariela (una desaprovechada Bárbara Lennie) y mantiene una relación bastante tensa con su hija Sol (Renata Lerman, hija del director en la vida real, toda una revelación), porque ella se resiste a hacer el ingreso al exigente colegio al que su padre aspira que entre, tomará una decisión que le modificará sus hábitos, su rutina, su seguridad y hasta sus prioridades: tras perder una cátedra en la UBA, acepta ingresar como maestro suplente de Literatura en un secundario ubicado en las cercanías de la Isla Maciel (si el trabajo en los exteriores de esa zona marginada es notable, el uso de los interiores de un colegio porteño demasiado coqueto le quita algo de verosimilitud).

Lo cierto es que Lucio, el típico progre culpógeno y bienintencionado aunque también bastante testarudo, irá en principio con su propuesta (leerles un poema de Juan Gelman, por ejemplo), pero se encontrará con una realidad bien distinta a la del micromundo porteño: violencia, drogas, cansancio, déficit de atención. Así, deberá reorientar sus objetivos y sus planteos: escuchar y observar más que hablar.



Aunque Lucio es el protagonista absoluto y dueño del punto de vista del relato, lo veremos interactuar con su padre Roberto, “El Chileno” (Alfredo Castro, figura omnipresente en el cine argentino), quien pese a sus crecientes problemas de salud y enfrentamientos con narcos y punteros de la zona, se empeña en sostener un comedor para 100 personas. Sin embargo, si de coprotagonista se trata, en verdad hay que buscarlo en Dilan (un convincente Lucas Arrua), un pibe que pese a ciertas reticencias inicales se convierte en el alumno favorito de Lucio. Pero, claro, Dilan está inmerso en la problemática del lugar y su vida está amenazada por los matones de la Isla. A Lucio no le quedará otra que involucrarse (arriesgarse) de una manera que jamás había previsto ni mucho menos experimentado. En papeles secundarios aparecen Clara (María Merlino), una profesora de Biología con más experiencia en el mismo colegio que le enseña algunos trucos (y con quien tendrá algún encuentro íntimo) y Amalia (Rita Cortese), la rectora que no parece tener demasiados escrúpulos ni paciencia a la hora de manejar la densidad cotidiana del establecimiento.

La película, que de manera inevitable genera comparaciones con Entre los muros y El atelier, ambas del francés Laurent Cantet, va del drama familiar (es muy buena la dinámica entre Lucio y Sol y la relación maestro-alumno) al thriller con una puesta prolija (quizás demasiado). Es que por evitar maniqueísmos, voluntarismos, demagogias, paternalismos y excesos culpógenos, Lerman parece pisar sobre terreno demasiado seguro, cuidando cada paso que da, y eso conspira por momentos con la posibilidad de una mayor empatía e identificación.

De todas maneras, el guion coescrito por Lerman junto a María Meira y Luciana De Mello, así como ciertos hallazgos por parte del director (sobre todo en la parte final) permiten exponer las tensiones y sobre todo las contradicciones éticas propias de este viaje interior y exterior que tendrá un fuerte impacto emocional y cambiará por siempre sus perspectivas y, en definitiva, los caminos de su vida.



ENTREVISTA A DIEGO LERMAN



-¿Cuándo surgió la idea de El suplente y cómo fue el largo proceso de producción con la pandemia en el medio?

-La íbamos a filmar antes de la pandemia. El proyecto arrancó en 2017, tras el estreno de Una especie de familia. En aquel momento, Juan Vera, de Patagonik, me propuso trabajar juntos la historia de un maestro en el conurbano bonaerense. El ya había arrancado con una investigación previa y la idea me interesó bastante. El proyecto y la forma de trabajo fueron mutando de manera constante durante todos esos años. Escribí con Juan, luego solo, después con María Meira, con Luciana De Mello y finalmente, cuando Patagonik se retiró, la terminamos produciendo desde nuestra compañía Campo Cine con muchos aportes desde el exterior. Tanto el trabajo de campo como el proceso de escritura fue muy enriquecedor.


-El suplente mantiene el interés por temas sociales y las diferencias de clases que ya se evidenciaban en tus películas previas. ¿Cambiaste en algo la forma de trabajo?

-Es una línea que ya vengo desarrollando en las películas anteriores. El desafío es desde dónde contar las historias, ir encontrándoles un lugar personal. Siempre ingreso a una película a partir de un tema o un universo que me convoque para luego ir pensando y construyendo la historia. Así fue con La mirada invisible, que provenía de una novela de Martín Kohan; Refugiado, que surgió a partir de una situación que se vivió en nuestra productora; o La mirada invisible, a través de un relato de una amiga sobre el tema de la adopción que nos llevó a una larga investigación. La diferencia principal es que desde la producción era un proyecto más ambicioso que los anteriores. Y lo que cambió todo, claro, fue la pandemia. Justo cuando estábamos por iniciar la preproducción tuvimos que frenar y replantear todo. De hecho, la pandemia me sirvió para escribir mucho y repensar un poco también esta película. Lo que pasó con la educación en la pandemia indudablemente me afectó también e hizo que se resignificara la idea de trabajar sobre un docente. Yo no me manejo con ideas cerradas, con estructuras inamovibles, todo está en permanente mutación y maduración, incluso hasta en la etapa de montaje.


-¿Cuán difícil fue filmar en tiempos en que todavía se hacían sentir de manera muy fuerte los efectos de la pandemia?

-Fue complicado por las condiciones generales, por los costos adicionales de los protocolos sanitarios y porque era muy difícil que alguien te firmara o te confirmara algo. Terminamos filmando en dos colegios, uno en Parque Patricios y otro en Lugano, pero costó mucho. De este último tomamos la fachada y algunos lugares, pero los interiores -por cuestiones de permisos- fueron en CABA. El scouting fue eterno. Siempre faltaba una aprobación, una firma, y volvíamos a cero.




-¿Cómo fue la experiencia de rodar en locaciones de la isla Maciel?

-No fue más difícil que en otros lugares. La gente de la Isla fue muy generosa. El rodaje de siete semanas se desarrolló entre octubre de 2021 y enero de 2022. Comenzó de forma tranquila y las dos últimas semanas fueron caóticas porque se produjo el rebrote del COVID y se “caían” todo el tiempo los técnicos de los distintos equipos, de cada burbuja. O sea, los contagios no eran graves pero por cuestiones legales no podían venir al set aunque eran solo “contactos estrechos”. En muchos casos fueron rotando y había el compromiso de seguir hasta que cayéramos yo o Juan (Minujín). En ese sentido, estoy muy agradecido a todo el equipo por jugársela y poner el cuerpo en condiciones bastante hostiles. En situaciones adversas en cine siempre surge la mística y se imponen las ganas. Se contagió hasta mi asistente de dirección y finalmente, cuando terminamos, caí yo, que no pude ir a la fiesta de rodaje (risas). Terminamos todos agotados.


-¿Y cómo fue el proceso de selección de los adolescentes para interpretar a las y los alumnos?

-Fue un casting. Nos dieron una mano muy importante las hermanas María Laura y Mariana Berch. La premisa principal era que funcionara la química entre Lucio, el maestro que hace Juan Minujín, y Dilan, y en ese sentido fue clave la aparición de Lucas Arrua, algo que luego se ratificó en los ensayos, y la selección del resto de los chicos que, si bien provenían de diferentes zonas (Bajo Flores, Lugano, Barracas), portaban algo de ese mundo que se retrata en la película. Fue un trabajo de muchos meses no solo para elegir a cada uno sino luego para conformar el espíritu de grupo. Encuentros, improvisaciones, pruebas, ensayos...


-¿Y con Juan Minujín cómo pensaron y concretaron el trabajo conjunto?

-Su laburo fue esencial, de mucha cercanía y complicidad. Antes de la pandemia le pasé una primera versión del guion, a la que todavía le faltaba encontrarle la vuelta, y de entrada se entusiasmó muchísimo y me dio una devolución muy valiosa. Nos juntamos varias veces, charlamos seguido, le fui mandando nuevas versiones y cuando después de la pandemia se retomó fue como reanudar un diálogo que veníamos teniendo. Se hizo el tiempo para filmar en verano (porque al utilizar colegios era inevitable aprovechar el receso escolar), pero su generosidad se vio, por ejemplo, durante la etapa de casting, cuando vino a hacer algunas escenas con los pibes para ver si funcionaba, qué pasaba entre ellos. Siempre tuvimos una relación cercana con Juan. De hecho, durante un año tuvo una pequeña oficina dentro de nuestra productora y nos veíamos casi a diario. Durante el rodaje fue un aliado, charlábamos las escenas, probábamos.




-Elegiste a tu hija Renata, de 12 años, como un personaje muy importante en la trama ¿Cómo fue esta decisión?

-Sí, y eso hizo muy especial la película. Se dio de una manera muy natural. Durante la escritura del guion pensé en ella (de hecho Renata antes también tocaba el violonchelo), pero luego hice el casting de niñas y no aparecía la ideal. En un momento, medio en serio, medio en broma, me dijo: “¿Che, no me vas a hacer casting a mí?”. Yo no sabía que le interesara actuar. Siempre había estado en el teatro con nosotros, había ido a rodajes, pero no había estudiado ni manifestado interés. Y fue una experiencia hermosa compartir la filmación con ella. Lo disfrutamos mucho ambos, hubo una gran complicidad y fluidez en la relación. Tengo un hijo más grande, Milo, que está en la secundaria, pero le gusta más Arquitectura, ha hecho algo de animación. Nada que ver con la actuación. Han filmado con Renata algunos cortos, pero más a un nivel de juego infantil. Los temores con ella duraron hasta el primer día de rodaje. Una vez que la vi en cámara se me fueron todos los miedos y me dije: “Esto va a estar buenísimo”. Lo de San Sebastián era su primer viaje a un festival. Una experiencia alucinante.


-¿Cúales eran para vos los principales desafíos, miedos o riesgos que tenías frente a una historia de estas características para no caer en la bajada de línea, el subrayado, el paternalismo, la culpa y ciertos lugares comunes de la corrección política progre?

-A esta altura de mi vida y mi carrera intento hacer lo que quiero, lo que siento y también lo que me sale, sin tanto cuidado ni miedo por el que dirán. Llamalo madurez si querés. Había una figura real de un profesor de Literatura que a mi me marcó mucho durante mi secundaria. Probamos desde la escritura que el protagonista fuese un maestro de Biología, pero luego volvimos a la Literatura, porque nos gustaba que hubiesen cosas artísticas de por medio en un contexto tan difícil. Hubo que encontrar el tono y el punto de vista. Es como una falsa historia coral porque está todo concentrado en Lucio, pero tiene muchas viñetas y personajes secundarios.


-¿Cómo fue construir una película de autor industrial tan ambiciosa y con múltiples coproductores extranjeros en tiempos en que todo parece ir orientándose hacia el financiamento de los streamers?

-Cada coproductor aportó sus opiniones desde su subjetividad y su amor por el cine, pero fueron muy respetuosos de nuestras decisiones. Todos sabíamos en la escala de película que nos manejábamos. No hay una multinacional detrás. La veo como una película bisagra entre un modelo clásico de financiamiento (hacer el caminito de los fondos, sumar coproductores), que hoy empieza a estar perimido, y uno nuevo que no conozco del todo bien. Pero creo que todos estamos transitando esta etapa de cambios profundos. Lo que pasó con la pandemia nos puso aún más en crisis. Es tiempo de repensar todo, pero esta película ya estaba concebida a la vieja usanza. Yo pensé que no iba a poder remontar un proyecto como este con tantas locaciones, tantos extras, pero aquí estamos: estrenándola en cines de todo el mundo, que es lo verdaderamente importante y lo que yo más quería. El audiovisual es muy dinámico en general y después están las crisis puntuales, como la de Argentina, que complejiza todo aún más con inflación y devaluaciones. Desde Campo Cine hemos producido nuestros proyectos y los de varios colegas de América Latina con quienes teníamos afinidades. Por ahora sostuvimos una continuidad. No sé cómo será a partir de ahora. Siempre trataré de poder escribir los guiones, de elegir a los actores y al equipo técnico, de tener el corte final. Si después las tengo que financiar de otro modo se verá. También se pueden abrir nuevas oportunidades.


-A la hora de pensar en conexiones temáticas vienen a la mente Entre los muros y El atelier, de Laurent Cantet ¿Te sirvieron como referencia?

-Le mandé el guion a Laurent porque nos conocemos y me envió una devolución muy generosa. Fue importante en una etapa inicial del proyecto. En Francia las películas sobre la educación son casi un género en sí mismo y quizás para ellos una película como El suplente no sea tan novedosa, pero así y todo terminó entrando un coproductor francés por lo que algo interesante le habrá visto.



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COMENTARIOS

  • 8/02/2023 21:54

    Interesante aproximación a la función social que juega el docente de una escuela pública frente a estudiantes de bajos recursos económicos. No se trata sólo de una batalla contra la ignorancia y por lograr que más jóvenes encuentren una mayor inserción en la sociedad sino está también la batalla contra quienes buscan hacer turbios negocios sumergiendo a la juventud en le mundo de la droga. Diego Lerman logra en la mayor parte de la película no caer en los lugares comunes contando con un elenco que está a la altura del desafío. Muy buena actuación de Juan Minujín (Lucio el docente protagonista) de Bárbara Lennie(su ex mujer) y un párrafo aparte para la niña Renata Lerman, hija del director, que fue premiada en el festival de San Sebastián como mejor actriz secundaria (7/10)

  • 22/01/2023 2:10

    Me pareció bastante potable. Bien dirigida, bien la parte técnica, dinámica. Las actuaciones fabulosas, muy naturales y creíbles, tanto de los actores experimentados como de los que hacen de alumnos. Juan Minujín, que a veces se tira a chanta, no desmerece aquí ante el gran actor chileno o la talentosa Rita Cortese. Los diálogos también son entretenidos de seguir. El film no aburre PERO casi todo el tiempo me dio la impresión de estar viendo algo que ya vi en otros lados. Y también es cierto que se arrojan demasiados temas y no siempre se desarrollan satisfactoriamente, que la esposa, que la hija, que los narcos, que la política, etc y uno siente que la cosa no termina de cuajar. Detalles menores. Igual, lo dicho, la pelicula está muy bien.

  • 20/01/2023 23:19

    Como bien dijeron, copia o influencia de Entre los muros, Tambien toma cosas de Freedom writers, Finding Forrester y demas. ¿Algun dia dejaran de copiar a los yankees? Minujin es otro de los actores insufribles del mainstream. Un 4 por las ganas.

  • 20/01/2023 17:37

    El profesor una mezcla de Merli con Skinner alguien que los alumnos no respetan, pero gracias a la escena de la Gendarmeria entrando a la escuela empieza a ser respetado, de ahi vemos como el profesor se compromete con Dylan a fondo hasta enfrentarse con unos mafiosos por el

  • 20/10/2022 21:44

    Una lastima porque arranca bien pero termina yendose al pasto.

  • 20/10/2022 16:35

    Desde lo formal hay un gran trabajo de cámara y fotografía. La historia no es ninguna novedad, tiene una marcada influencia del film Entre los Muros. Sin dudas el problema de la película es narrativo y algunas decisiones cuestionables del guion a partir del comienzo del tercer acto y el final feliz que elige su director para cerrar la historia.

  • 20/10/2022 1:21

    Una película necesaria, como todas las de Diego Lerman.

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