Noticias

Exposiciones: Henri Langlois, una historia de amor en un museo imaginario

Por María Valeria Battista, desde París
La muestra de la Cinemateca Francesa en homenaje al creador de la institución -a 100 años de su nacimiento- se pensó para ayudar a las nuevas generaciones a entender y revalorizar el lugar de los films en la pantalla grande.

Publicada el 15/09/2014

Publicado el 15/9/2014

La Cinemateca Francesa decidió contarnos “una increíble historia de amor en 7 etapas”: la de Henri  Langlois -que en 2014 hubiese cumplido 100 años- y el cine. Serge Toubiana, director de la institución y figura emblemática de la crítica, a partir de una encuesta realizada entre estudiantes de cine, notó que los jóvenes, en respuesta a la preguntas como “¿Qué esperan de sus docentes?”,  “¿Qué les gustaría aprender en clase?”,  “¿Por qué desean convertirse en cineastas o profesionales del cine?”, nunca mencionaban a la Cinemateca.

Las nuevas generaciones no tienen los mismos rituales, lo que produce discursos y efectos diferentes sobre la visión de las obras cinematográficas. Pero, sobre todo, poseen una visión diferente de la cinefilia. Incluso en Francia, donde abundan las salas, se estrena un promedio de 7 films por semana, sin contar los festivales y los reestrenos, más las copias restauradas y los cineclubes, los “nuevos cinéfilos” comienzan buscando en Internet... o bien coleccionando películas en un disco rígido. A la vez, la falta de comunicación y el individualismo (¿cómo descubrimos una película: solos, con otros, en la universidad, en instituciones?) modifican la relación con el séptimo arte.

Por otra parte, la generalización de la era digital ataca directamente la noción de coleccionismo. La Cinemateca Francesa sigue proyectando en 16, 35 y 70 mm pero... ¿cuánta gente lo sabe? Una exposición dedicada a Langlois se tornó imprescindible no sólo para rendir homenaje al creador de la institución, sino para entender y revalorizar el papel del cine en pantalla grande -y en versión original- en nuestra vida.

1- Para saludar a Henri Langlois. Admirado y amado por los artistas, muchos fueron sus amigos y le rindieron homenaje. Para otros fue solamente una leyenda. Todos pudieron recordar su acción y su amor por el cine. En la primera sala, un collage gigante de Jean-Jacques Lebel es una imagen de lo que fue la pasión “ensambladora” de Langlois. En su obra Cinebañadoras que no dudan en mojarse por Henri Langlois, Denise Bellon muestra films salvados de la destrucción y acumulados en una bañadera, junto a fotos de distintas divas “posando” para él. Una minipantalla proyecta fragmentos de Histoires du cinéma (1889-1999), de Jean-Luc Godard, mientras una monumental obra de Pierre Alechinsky parece guiñarle el ojo al famoso retrato de Langlois fumando y sonriendo, como mirando a cámara. Incontables facetas del fundador de la Cinemateca Francesa.

2- La infancia del arte (1914-1930). Langlois nace el 13 de noviembre en Smirna, Turquía, como Henri Georges Gustave. Sus padres eran franceses “del extranjero”, lo cual le hacía decir que él “ya atrasaba un siglo”. Entre sus parientes hay un médico de la corte imperial, artistas de Boston, un embajador de los Estados Unidos, un periodista y un senador. “Soy la oveja negra de la familia. Amo demasiado el cine”, dice en una nota autobiográfica. Cuando sus parientes huyen de la actual Izmir, incendiada en septiembre de 1922, el joven Langlois recibe un regalo “de emigración”: un proyector Pathé-Baby. Comienza así a faltar al secundario para meterse en las salas de su barrio y ver películas. En la exposición muestra su carta astral, su pasaporte, su “carte électorale” (libreta electoral) francesa y varios afiches que empieza a coleccionar, al igual que recortes de críticas publicadas en Le Canard Enchaîné, Le Temps y L'Ordre. En 1932 inicia un diario que copia en prolijas libretas: “Lo que cuenta es la vida interior. Por eso no me importa nada ¿Estoy en el mundo para ser una bestia, para ganar dinero? No: para perfeccionarme espiritualmente, para ser digno del santuario donde me dejarán entrar”.

3- El mostrador de sombras. Durante 40 años, la actividad incesante de Langlois como programador de películas traduce su pensamiento figurativo. Al “acercar” los distintos films, esperaba que surgieran nuevas evidencias para cada uno, que su proximidad durante su efímera aparición en la pantalla los iluminara, los aclarara. Para él, hacer historia y hacer LA historia del cine se organizaban prioritariamente en la acción de mostrar las películas: proyectarlas muchas veces tratando de asociarlas de distintas maneras, armar genealogías, parecidos y diferencias significativas. En 1934 conoce a quien será uno de los mayores cineastas franceses, profundamente marcado por el surrealismo: Georges Franju, cinéfilo apasionado y también maquetista de afiches. Conocen a Jean Mitry, futuro historiador y teórico. A fines de 1935 crean “el Círculo del Cine”, que prefigurará el espíritu de la Cinemateca. El programa de la función inaugural, cuyo original puede verse, incluye La caída de la casa Usher, de Epstein, El gabinete del Doctor Caligari (de Wiene y dos films de Paul Leni: El hombre que ríe y El legado tenebroso. Langlois se preocupa desde el principio por conjugar una programación minuciosa con la búsqueda de copias raras por el fin del cine mudo. El cineclub tiene un éxito rotundo en la F.I.F, una sala de 150 butacas en los Champs-Elysées. Fotografías de plató, estudios preliminares para el afiche de Franju de M, el vampiro, de Fritz Lang y distintos programas artesanales y fotos de la sala completan esta muestra. 

Entre 1936 y 1940  el Frente Popular llega al poder en Francia, el nazismo se impone en Alemania y el fascismo crece en Italia. Lotte H. Eisner, periodista e historiadora del cine alemán, fiel a Langlois, participa en las primeras actividades de la Cinemateca, que se funda el 2 de septiembre de 1936. Langlois y Franju crean la revista CINÉMAtographe, que sólo durará... dos números.


4- El hogar de los artistas. Langlois veneraba a los directores, los actores y todos los que contribuían al cine, pero también amaba a los artistas de las otras ramas del arte, especialmente a los pintores de su época. Para defender el cine como un arte entre las artes se le ocurrió filmarlos como muestra de admiración, pero también con la secreta la ambición de mezclar las artes. Soñó con competir con el Festival de Cannes creando su propia muestra en la ciudad balnearia de Antibes... Así, Matisse, Chagall, Calder y muchos otros se convirtieron en los personajes de varias películas, a los que inició en el Séptimo Arte para ese festival. Una de las obras más logradas es la que cuenta con la participación de Frédéric Rossif, que filma a Matisse como sacerdote inesperado de una oscura misa onírica.

5- La arquitectura utópica del Museo del Cine. Langlois dedicó toda su vida a multiplicar en todo el mundo exposiciones dedicadas al cine para que el público lo conociera mejor. Su pasión, pero especialmente su obsesión por el arte de exponer, traducían una voluntad y un carácter de arquitecto. En 1935, un año antes de crear la Cinemateca Francesa, realizó con su amigo Georges Franju un film experimental de 8 minutos en 16mm, El metro, donde se revela esta tendencia de su personalidad: la agitación urbana, las muchedumbres como olas y la prefiguración de su museo subterráneo del Palacio de Chaillot inaugurado en 1972, que será destruido por un incendio. El mismo año seduce a Iris Barry, directora del departamento de cine del MoMA de Nueva York y logra obtener la copia de Viaje a la Luna, de Méliès (1902). Ambas mujeres serán toda la vida sus amigas y compartirán su obsesión por mantener la memoria del cine mudo y salvaguardar copias. 

En 1938 se crea la Federación Internacional de Archivos de Film, que reúne el Moma, el Reischfilmarchiv, el British Film Institute y la Cinemateca Francesa. Paralelamente Langlois comienza a defender e ilustrar el cine de vanguardia. Para ilustrar la Ocupación (1941-1944) vemos fotografías de los estrenos de Loulou de Pabst, El ángel azul de Von Sternberg y una sorprendente de foto de Langlois empujando un cochecito junto a Denise Bellon: en él viajan copias de películas en lugar de un bebé. Otro documento es el documento falsificado de Lotte H. Eisner para protegerla de los nazis. Finalizada la guerra, la Cinemateca se muda a la legendaria Avenue de Messine, junto a la galería Maegh. Se abre también una biblioteca para los investigadores. Langlois crea allí sus oficinas, servicios administrativos, técnicos y una pequeña sala de proyección, donde nacen sus primeras exposiciones: El afiche de cine, 1895-1946, Nacimiento del cine y Georges Méliès, creador del arte cinematográfico.

Ese mismo año la Cinemateca Francesa pasa a ser también el “museo del cine” (1945). En 1948, Jean Mitry dona una importante colección de fotografías; en 1952, el presidente, Jean Grémillon, calcula que la fototeca cuenta con 4000 clichés y 800 afiches. A la vez, Langlois dirige el Comité de búsquedas históricas de cine, que crea durante la Ocupación y se reúne una vez por mes; entre 1950 y 1952 los miembros de la comisión se dedican a la obra de cineastas como Delluc, Gance, Epstein, Pudovkin o Renoir, visitando a los pioneros del cine y entrevistándolos durante horas. En la exposición puede verse un afiche de la Exposición del dibujo animado: 1945-1946, con Donald, Pluto y Mickey; y programas sobre 250 films de ensayo y vanguardia.

6- Los dibujos de Langlois. Pocos saben que Henri Langlois dibujó organigramas para concebir lo que será una institución inédita: la Cinemateca Francesa, situada actualmente en el 12ème arrondissement de París, rue de Bercy, en un moderno edificio obra del arquitecto Frank Gehry. Este pensamiento figurado se expresó en imágenes fantásticas que nos recuerdan la metamorfosis y el encabalgamiento de motivos decorativos orientales -la vuelta a sus orígenes- y, más aún, proponen una apariencia quimérica, como una utopía luminosa y el sueño de un palacio extravagante, imaginado como un nuevo Xanadú. En la “galaxia Langlois” se programaron los films de la primera función de su cineclub, acompañados musicalmente en vivo por Jean-Philippe Le Trévou, especialista en órgano de cine. De mediodía a medianoche, y durante dos días, la Cinemateca recreó una programación ecléctica y en continuado, a la manera de Langlois, que incluyó copias de Los vampiros, de Feuillade, Sin aliento, de Godard, Nosferatu, de Murnau o El ángel ebrio, de Kurosawa... Para trazar el “retrato cinematográfico” de su figura, se programaron Citizen Langlois, de Edgardo Cozarinsky, y Hablemos de cine o las anticlases de Henri Langlois, de Harry Fischbach. 

Langlois también era un hombre que amaba a las mujeres, o más bien se sentía fascinado por las grandes actrices, desde las estrellas del cine mudo hasta las divas modernas: la proyección de Loulou, de Pabst, El viento, de Seastrom, La Venus rubia, de Von Sternberg o Vivir su vida, de Godard, a sala llena, permitió que un público joven conociera a Louise Brooks, Anna Karina y Marlene Dietrich.

En Francia, país académico, no pueden faltar las ediciones y las conferencias: Dominique Païni, curadora de la exposición, reflexionó sobre el papel y el sentido de una institución como la Cinemateca en una era donde todo o parte de los clásicos del cine es accesible en Internet... Una jornada de estudio sobre Langlois en la actualidad, que incluyó charlas, lecturas, mesas redondas y proyecciones permitió trazar la historia de la Cinemateca y la del cine contadas por historiadores y cineastas. Paralelamente, se publicaron los escritos de Langlois entre 1931 y 1977: libretas inéditas, reediciones de artículos y ensayos, más fotos históricas. 

Un catálogo de 240 páginas con reproducciones de obras de Pierre Alechinsky, César, Marc Chagall, Marcel Duchamp, Fernand Léger, Henri Matisse, Francis Picabia o  Gino Severini, más dos estaciones del metro parisino -Trocadéro y Bercy- totalmente reacondicionadas, más un paseo cultural y artístico gratuito a través de un recorrido temático en los distintos espacios de los docks de la nueva Cité de la Moda y el Diseño, ilustrada con fotografías, dibujos, afiches y reproducciones completaron este verdadero “Museo Imaginario” de Langlois, que trasciende los muros de su creación original, se expande en el presente y permite que las nuevas generaciones conozcan y se aferren a la Cinemateca como un lugar de intercambio y pertenencia, un lugar donde cineastas como Chabrol, Truffaut, Rohmer, Rivette, Straub, Astruc y Godard, apodados “los hijos de la Cinemateca”, defendieron con uñas y dientes la labor de Langlois y el papel de la institución, amenazada, créase o no, por el Ministerio de Cultura en 1968 por razones presupuestarias bajo el mandato del general De Gaulle. Basta con leer uno de los incontables telegramas de apoyo que Langlois recibió en un momento de exasperación del mundo intelectual y artístico ante el anuncio: “Por supuesto que apoyo a Langlois: ¿quién dudaría del cine mismo?”.

COMENTARIOS

  • 21/09/2014 4:55

    <p>Excelente nota, ojala haya m&aacute;s de tanta calidad, no conocia la figura de Langluois y me gustaria mas sobre exposiciones dedicadas al cine o al mundo del cine gracias</p>

DEJÁ TU COMENTARIO


NOTICIAS ANTERIORES


El INCAA lanzó el Concurso de Largometrajes para Grandes Audiencias
OtrosCines.com

El Instituto otorgará dos premios de 500.000 dólares cada uno a los dos proyectos que salgan favorecidos de este concurso cuya convocatoria estará abierta entre el 16 de junio y el 16 de julio de este año.

LEER MÁS
FICUNAM 2025: "Todo documento de civilización" ganó la Competencia Oficial y el Premio del Público
OtrosCines.com

La película de la argentina Tatiana Mazú González fue la gran triunfadora en la décimoquinta edición del festival mexicano organizado por la UNAM.

LEER MÁS
FIDMarseille 2025: Anunciaron la programación
OtrosCines.com

La 36a. edición de la muestra francesa inaugurará el 8 de julio con Kontinental '25, del rumano Radu Jude; y cerrará el 13 del mismo mes con Laurent dans le vent, de los franceses Anton Balekdjian, Léo Couture y Mattéo Eustachon.

LEER MÁS