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Festival de Panamá 2017: Una ventana para asomarse al nuevo cine centroamericano
Por María Zacco, desde Panamá
Películas como La Matamoros, Cocote y Aquarius fueron premiadas en la sexta edición de la muestra que puso su foco en las producciones de la región
Las historias de América Central y el Caribe dieron un paso al frente en la sexta edición del Festival Internacional de Cine de Panamá (IFF Panamá) que se afianzó, con el estreno de cinco films locales y diez de la región, como vidriera y plataforma de lanzamiento para producciones con una nueva voz.
Películas de Costa Rica, República Dominicana, Cuba, Trinidad y Tobago, Haití y Martinica se exhibieron en el marco de la muestra, que se desarrolló del 30 de marzo al 5 de abril. Además, cuatro films panameños se proyectaron en carácter de premiere: La Matamoros, Cimarronaje, Kimura y La velocidad del sonido. Las dos primeras ilustran distintos aspectos de la historia de Panamá.
La Matamoros, un docudrama dirigido por Delfina Vidal, se basa en la historia de Marta María Matamoros Figueroa (1909-2005), una modista panameña devenida en dirigente sindical –llegó a integrar la Federación Sindical Mundial-, cuya lucha férrea por los derechos femeninos y de los trabajadores en general dio lugar a la primera ley de salario mínimo en el país.
Vidal ya había participado en la cuarta edición del festival con otro documental que llevó al cine una porción de la historia de Panamá, Caja 25 (2015), que recuperó parte de la memoria colectiva de los hombres que trabajaron en el Canal, entre 1904 y 1914. La Matamoros obtuvo ese año el Premio del Público a Mejor Película de América Central y el Caribe. Además, Aquarius, del brasileño Kleber Mendonça Filho, recibió el galardón de la audiencia de la competencia iberoamericana.
En tanto, el documental Cimarronaje, del japonés Toshi Sakai, indaga en la cultura de los Congos, población originaria de Portobelo -ciudad portuaria del caribe panameño-, donde el cineasta vivió durante 40 años. Específicamente, la película aborda la resistencia de miles de africanos que, durante el período colonial, habían llegado al país para convertirse en mano de obra de los españoles.
En el apartado Presentaciones Especiales se exhibió Kimura, ópera prima del panameño Aldo Rey. Un elenco encabezado por el cubano Jorge Perugorría (Fresa y chocolate) desarrolla esta historia de redención donde el box y las artes marciales son protagonistas. También se proyectó La felicidad del sonido, de Ana Endara Mislov (Reinas, 2013), un viaje sensorial que alienta a reflexionar sobre la naturaleza y la vida en comunidad.
La curiosidad panameña de esta edición, sin embargo, fue un film mudo rodado en 1926 en coproducción con Colombia. Se trata de Garras de oro, cuyo protagonista excluyente es un Tío Sam de uñas muy largas que arranca del mapa a Panamá como si desgarrase a un animal.
La película, cuya presentación contó con el análisis del realizador e historiador colombiano Luis Ospina, aborda la controvertida separación del istmo de Colombia y el papel jugado entonces por Estados Unidos. Su autor, Alfonso Martínez, sufrió persecución por parte de Washington y se vio forzado a utilizar un seudónimo.
La programación, a cargo de Diana Sánchez –Directora Artística de la muestra y también programadora del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF)-, se completó con 23 films iberoamericanos, procedentes de España, Portugal, Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México y Venezuela.
Aunque, sin duda, la gran apuesta del festival por el cine de Centroamérica y el Caribe rindió sus frutos.
El IFF PANAMA aspiraba de modo tímido durante su primera edición, en 2012, a cambiar la historia cinematográfica del país que contaba con apenas 16 títulos, producidos de modo esporádico entre 1946 y 2005. En los últimos seis años, de las 130 películas que se estrenan al año en Panamá -en su mayoría films taquilleros estadounidenses-, entre tres y seis son panameñas. Un número todavía pequeño, pero que era impensable hasta hace 10 años.
El festival había empezado a gestarse en 2010 cuando el canadiense Henk van der Kolk, uno de los creadores del TIFF, se animó a repetir la experiencia en Panamá, debido a su ubicación estratégica como “puente de las Américas”. En el mismo año de su creación, 2012, los realizadores locales -liderados por Pituka Ortega Heilbron, directora de la muestra- presentaron un proyecto de Ley de Cine, que contemplaba un fondo de fomento de tres millones de dólares, sancionada poco después.
Y no es todo: en 2014 el festival creó su propio mercado, que en 2015 se asoció con el Marché du Film de Cannes para promover la sección Primera Mirada, un acuerdo en virtud del cual un film seleccionado entre varios proyectos que ya tienen un primer corte se exhibe en el área de industria de la muestra francesa para su promoción. En esta oportunidad, la película elegida fue Cocote, del dominicano Nelson Carlo dos Santos.
Muchos de los talleres y actividades especiales celebradas en IFF Panamá también apuntan a fomentar la producción en la región. Uno de ellos es el seminario Producir es crear: de la idea al espectador, dictado por la reconocida productora española Elena Manrique (El laberinto del Fauno y El orfanato, entre otras), que ilustró sobre el trabajo del productor como eje de todas las labores que giran en torno a una película.
Manrique también trabajó con los asistentes al seminario los procesos de concepción y desarrollo de ideas y los mecanismos de búsqueda de recursos creativos, técnicos y especialmente financieros para materializar un proyecto audiovisual.
En materia de financiamiento, hubo iniciativas concretas. Además del laboratorio de Primera Mirada, que cuenta con un fondo de 15.000 dólares destinado a apoyar la finalización de proyectos, el Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) presentó en Panamá el estímulo Gabriel García Márquez para realizadores indígenas o afrodescendientes de México y Centroamérica.
La encargada de proyectos de IMCINE, Yissel Ibarra, anunció la convocatoria para largometrajes, series o documentales relacionados con la equidad racial, temáticas infantiles, comunidades y participación ciudadana. El apoyo incluye un fondo de 12.000 dólares y asesoría durante todo el proceso de realización. La convocatoria, que inició el 3 de abril, estará abierta hasta el próximo 3 de junio y quienes deseen registrarse deberán ingresar a este link del IMCINE.
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